Desde La Habana. Calipso se formó en el vientre del Plan Cóndor. Nicaragua: de los argentinos a los cubano-americanos El 8 de octubre de 1986 un avión C-123 partió de la base militar de Ilopango, en El Salvador. Su misión, como otras anteriores, era la de abastecer a los «contras», las bandas armadas que combatían […]
Desde La Habana. Calipso se formó en el vientre del Plan Cóndor. Nicaragua: de los argentinos a los cubano-americanos
El 8 de octubre de 1986 un avión C-123 partió de la base militar de Ilopango, en El Salvador. Su misión, como otras anteriores, era la de abastecer a los «contras», las bandas armadas que combatían al gobierno sandinista de Nicaragua. Pero fue derribado sobre territorio nicaragüense por un cohete SAM-7 disparado por soldados del Ejército Sandinista. Todos sus ocupantes, menos uno, murieron. Ese sobreviviente fue Eugene Hassenfus, quien después de lanzar los paracaídas con la carga –unas 8 mil libras entre armas y pertrechos de guerra–, abrió el suyo y fue capturado por el ejército gubernamental.
Hassenfus, un norteamericano de larga experiencia en operaciones encubiertas, era el «kicker» o lanzador de los abastecimientos bélicos a la contra nicaragüense. Después de su captura, devendría en el «kicker» de un escándalo político que conmovió a la sociedad norteamericana: el IranGate, que puso al desnudo cómo la administración del presidente Ronald Reagan estaba violando las regulaciones establecidas por el Congreso de EE.UU. al involucrarse hasta el cuello en la guerra interna de Nicaragua.
El IranGate fue dirigido desde la casa Blanca por el Teniente Coronel Oliver North, quien fue procesado por estas graves violaciones. El escándalo también dio inicio a publicitadas audiencias en el Congreso norteamericano y puso al descubierto una historia que hoy cobra vigencia a partir del caso Posada Carriles.
Oliver North contaba en la base militar de Ilopango con Félix Rodríguez, un cubano-americano pionero de los «teams» que la CIA utilizó contra el gobierno cubano en la década de los 60; Rodríguez combatió en Vietnam y cuando fue destacado en Bolivia fue el oficial de la CIA que trasmitió la orden de matar al Comandante Ché Guevara. Cuando Posada Carriles aterrizó en El Salvador, después de fugarse de la cárcel venezolana de San Juan de los Morros, Rodríguez lo aguardaba en la pista. Y en las audiencias del Congreso identificó a Posada como Ramón Medina y a sí mismo como Max Gómez.
«Numerosos cubano-americanos de Miami estuvieron involucrados directamente en toda esta operación ilegal que abarcó a varios países centroamericanos», afirma el General de División (r), Fabián Escalante Font (FEF), quien durante años fue jefe de los servicios de Inteligencia de Cuba.
«…la participación de los cubano-americanos contra Nicaragua, nació del vientre del Plan Cóndor», me dice, a lo que comento que ese dato explicaría la gran afluencia de sudamericanos al Encuentro Contra el Terrorismo realizado en La Habana semanas atrás.
«Sí, es que el caso Posada, por sus antecedentes y nexos saca a la superficie toda la historia de terror que padeció el Cono Sur y su extensión…», afirma.
Manuel Alberto Ramy (MAR): ¿Cómo fue el inicio de la prolongación de la Operación Cóndor?
FEF: Todo comienza en un momento del año 1980 en Buenos Aires, Argentina, donde se celebró un congreso de la Liga Mundial Anticomunista (LMA), patrocinado por la secta Moon. La Liga estaba presidida en ese momento por el general argentino Guillermo Suárez Mazo. En esa reunión se encarga al Gral. Vernon Walters la tarea de coordinar, a nombre del Plan Cóndor, la lucha contra los movimientos revolucionarios en varios países de América Latina, específicamente en Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Honduras, Guatemala, El Salvador, México y Nicaragua.
MAR: ¿Cóndor fue la matriz?
FEF: Sí, la matriz y la pantalla de las administraciones norteamericanas. El Plan Cóndor, que provocó unos 7 mil desaparecidos en Chile, otros 40 mil en Argentina y decenas de miles en Centroamérica, se transformó para Nicaragua en la «Operación Calipso».
MAR: ¿Cómo se instrumentó?
FEF: A partir de ese congreso de la LMA, la inteligencia argentina envió a estos países a oficiales del Batallón 601. Además, el gobierno argentino decidió facilitar ciertos préstamos a países considerados vitales: otorgó a Honduras $60 millones de dólares y $16 millones a Costa Rica, país en el que estableció una fábrica de municiones.
MAR: ¿Quiénes dirigían esa operación?
FEF: Osvaldo Riberiro, alias Balita, coronel de la inteligencia argentina, y el Teniente Coronel Santiago Hoya, y entre los muchos asesores estaba Raúl Gulialmineti, un conocido extorsionador y asesino de la Triple A argentina. Los oficiales argentinos recorrieron Washington, Miami y países de Centroamérica reclutando a ex miembros de la Guardia Nacional de Somoza (el derrocado dictador de Nicaragua), que habían huido cuando la victoria del sandinismo. Algunos de ellos eran fáciles de contactar, como los que militaban en la organización terrorista «Mano Blanca» y en otras de corte fascista. A un grupo de los captados les otorgaron becas para que pasaran cursos especiales de subversión, sabotaje y asesinato político en Argentina, lo cual fue publicado en su momento por periódicos como el Washington Post y el New York Times. En fin, toda esa gente fue reunida al sur de Honduras, país donde se estableció el primer campamento. Así se formó en 1982 la fuerza armada contrarrevolucionaria que operó con unos 10 mil hombres en el interior de Nicaragua. Después tuvieron más hombres sobre las armas.
MAR: ¿Con qué medios bélicos contaban, y cuál era la estructura de apoyo?
FEF: Antes de que el gobierno de Ronald Reagan diera los primeros $19 millones de dólares para la Contra, la secta Moon había entregado $5 millones, que servirían para el inicio de las operaciones y los primeros campamentos en Honduras. Los argentinos articularon redes, fueron creando una estructura: en Miami fundaron una empresa fantasma que se llamó Silver Dollar con la misión de encargarse del tráfico de armas de Miami a Honduras. En Centroamérica vertebraron una red de agentes argentinos y establecieron en Panamá un centro de tráfico de información y de operaciones de dinero. Es una larga historia. Tengo un libro próximo a publicarse en el que se explica todo esto. Pero te resumo que llegaron a montar una operación que contó con medios navales, aéreos, grupos de comandos, logística, empresas fantasmas para lavar dinero, etc.
MAR: ¿El nuevo libro es sobre la guerra en Nicaragua?
FEF: Sí, explico cómo Calipso se formó en el vientre de Cóndor y cómo es una extensión de Cóndor. Pero, como afirmo en el libro, en 1983 la Contra está prácticamente desarbolada y es entonces que la CIA se vira para los cubano-americanos.
MAR: ¿Cómo llega a esa conclusión?
FEF: Basta con responder unas preguntas: ¿Quiénes son los que colocan las minas marítimas en los puertos de Corinto y Sandino en la costa nicaragüense del Océano Pacífico? ¿Quiénes bombardearon los tanques de petróleo de Puerto Corinto? ¿Quiénes provocan la explosión esa que, además, hubiese matado a decenas de miles de personas en aquella región? Agentes de la CIA de procedencia cubano-americana realizaron esas acciones en una lancha que transportaba un barco de guerra de EE.UU.
MAR: ¿Es en ese momento que comienza el enroque de argentinos por cubano-americanos?
FEF: En el mismo momento en que el Cnel. Osvaldo Ribeiro y el Tte. Cnel. Hoya salen de la operación y llega Félix Rodríguez. Lo primero que hacen es utilizarlos en los grupos de misiones especiales, en las que los cubano-americanos eran expertos entrenados en la guerra contra Cuba.
MAR: Pero si estamos hablando del año 1984-85, en esa época se produce un cambio de gobierno en Honduras, que era un punto clave, ¿no? Cubano-americanos en la escena y nuevo mandatario: ¿cómo quedan las cosas?
FEF: Sí, asume la jefatura del ejercito el General Humberto Regalado y hay cambios en los mandos militares que crearon fricciones. Los abastecimientos aéreos se realizaban desde la base militar de El Aguacate, relativamente cerca de la frontera con Nicaragua, y las coordinaba el Coronel Calderini, hondureño y…bueno hubo problemas, porque la operación se había escapado del control hondureño. Entonces Félix Rodríguez empieza a montar una estructura.
MAR: ¿Una estructura para toda la logística de la operación?
FEF: Para supuestamente abastecer a los contras. El punto de partida era en territorio de EE.UU. y llegar a El Salvador u Honduras o a Costa Rica, que eran los países donde tenían las bases para la agresión. La estructura que montaron era similar a la que crearon en la guerra contra Cuba durante los años 62 y 63, cuando fundaron 55 empresas fantasmas de bienes raíces, bancos, astilleros, compañías aéreas -como Air America, que era una compañía de la CIA que después la utilizaron en el Sudeste Asiático.
MAR: ¿Por qué dice «supuestamente»? ¿Abastecieron o no?
FEF: Sí, claro que abastecieron, pero hay algo más que explota con el avión en el que viajaba Hassenfus y que comienza a salir un poquito a la superficie con el Irán-Contra o Irán-Gate, y es el tráfico de drogas.
MAR: ¿Podría explicarlo?
FEF: Lo que se conoce como Irán-Contra es que los norteamericanos vendían armas a Irán y con ese dinero financiaban a la Contra nicaragüense. Este no es el caso. Aquí se trata de cambiar armas por drogas y voy a explicarle cómo funcionaba. Primero, la estructura en Costa Rica era dirigida por John Hull, un norteamericano situado allí por la CIA y que tenía fincas en la frontera tico-nicaragüense, entre ellas El Murciélago. Su ayudante principal era un cubano, René Corvo. Había otros dos terroristas, uno de ellos de origen cubano cuyos nombres omito hasta que lo confirme, pero muy conocidos los dos. Estos individuos, junto a Corvo, recibían los cargamentos de armas para suministrárselas a Edén Pastora, que era el que combatía en el Sur de Nicaragua, y a la vez recibían los aviones con cocaína que Pablo Escobar mandaba. La coca salía para EE.UU. en los aviones que habían descargado y hacían escala en Ilopango, en El Salvador. El enlace de Pablo Escobar con la jefatura cubano-americana fue otro cubano, Ramón Milián Rodríguez. Este sujeto entregó a la Contra, a nombre de Pablo Escobar, $10 millones de dólares. Este hecho, aunque un poco nebuloso, sale en el informe del Senador John Kerry en las audiencias por el Irán-Contra.
MAR: ¿Cómo estaba organizada la red de abastecimiento a la Contra? ¿Cómo funcionaba?
FEF: La estructura en El Salvador la lideraba Félix Rodríguez y a finales de 1985 se le unió Luis Posada Carriles. Ahí, en El Salvador, el segundo jefe de la misión militar norteamericana era el Tte. Cnel. Luis Orlando Rodríguez, cubano-americano, ex compañeros de armas de los anteriores cuando en 1962 ingresaron en el US Army y se entrenaron en Fort Benning, quien estaba a cargo de supervisar y de ayudar.
MAR: ¿Este teniente coronel era el jefe?
FEF: No, yo no pienso que Luis Orlando haya sido jefe de Félix. Yo creo que Félix Rodríguez era el jefe de toda la operación, el que sustituyó al Coronel Osvaldo Ribeiro. Y desde Ilopango trasladan los abastecimientos a la Contra, tanto para el frente Norte, al mando del coronel somocista Enrique Bermúdez, como también para el Frente Sur al mando de Edén Pastora. Para eso está la estructura creada por Félix Rodríguez y Luis Posada en El Salvador.
MAR: Usted habla de los dos Frentes, pero abastecerlos tendría complicaciones para los vuelos – me refiero al combustible de los aviones.
FEF: Claro, no es lo mismo dirigir un avión a la región norte de Nicaragua, que es un vuelo relativamente cercano, que organizar un viaje al sur que tiene que salir necesariamente por el Golfo de Fonseca al Mar Atlántico, entrar por Costa Rica. Eso traía como consecuencia que el avión gastaba más combustible, había que reponerlo. Sobre esto habló Hassenfus cuando fue derribado. El caso es que tenían que repostar los aviones en el norte de Costa Rica y a la vez cargarlos de droga.
MAR: Mientras lo escucho pienso que toda la operación de abastecimiento y lo que, según usted, «colgaba», era compleja, necesitaban de fachadas.
FEF: Así es. Para ello crearon la empresa SETCO, que la dirigía el narcotraficante hondureño Ramón Mata Ballesteros, que está preso en Estados Unidos; DIACSA, dirigida por dos personajes, un norteamericano, Floyd Carlston, y Alfredo Caballero, y que operaban desde Miami; Frigoríficos Punta Arena, dirigidos por los cubano-americanos Luis Rodríguez, Mario Rejas Lava, Carlos Soto y Waldo Hernández; VORTEX, al frente de la cual estaba un norteamericano, Michael Palmer; y Ocean Hunter, que la dirigían los cubano-americanos Felipe Vidal, Frank Castro, Frank Chánez y Moisés Núñez. A estas empresas, según el informe del Senador Kerry, la CIA les pagó casi 1 millón de dólares por trasladar armas a la Contra nicaragüense, procedentes de Ilopango.
MAR: Usted menciona a muchos cubano-americanos. ¿Cuántos, según sus informaciones, estuvieron involucrados en la Operación?
FEF: Que yo sepa, en la operación estuvieron involucrados 18 cubanos, aunque probablemente hayan sido más. Junto a los ya mencionados estaba Mario Delamico, un agente de la CIA de origen cubano que en ese momento era el asesor del general Humberto Regalado en Honduras. También el segundo jefe de la misión militar norteamericana en ese país, radicado en la Base de Palmarola, el Coronel del ejército norteamericano Reinaldo García, igualmente miembro del grupo de Fort Benning; y en las alturas, junto a Oliver North y al general Richard Secord un veterano de la CIA, Rafael Quintero, quien tenía la misión de trasladar las orientaciones a toda esta red de terroristas.
MAR: O sea que, según sus investigaciones, los cubano-americanos juegan un papel clave en la Operación Calipso.
FEF: Sí. Después que fracasan los argentinos, los norteamericanos van a escalar su participación directa en el conflicto. Hay que recordar que el embajador en Honduras era John Negroponte, quien actualmente es el Director de Inteligencia Nacional de Estados Unidos, un especialista en guerra sucia. En Honduras la CIA tenía un centro que contaba con varios militares norteamericanos hasta el nivel de coronel que asesoraban a los nicaragüenses.
MAR: Si estaban la CIA y los militares de EEUU, ¿para qué los cubano-americanos?
FEF: Necesitaban rostros latinos que encubrieran la participación norteamericana en la guerra que estaban llevando a cabo. Además, estaba el tema del tráfico de armas y de drogas, en el que participaban narcotraficantes hondureños, colombianos y costarricenses que después fueron presos. El informe Kerry lo menciona. Pero toda esta gente estaba subordinada al mecanismo cubano-americano de la CIA.
MAR: ¿Eso está confirmado en el Informe Kerry?
FEF: Sí, aparece en el Informe Kerry, aunque no lo da con certeza porque al aplicarle el polígrafo a Ramón Milián, el enlace del «mecanismo» con Pablo Escobar, no da un resultado suficientemente certero. Además, Félix lo negó rotundamente y era un cuadro de la CIA, el amigo de papá Bush, porque Félix fue interrogado por el Comité que investigó el Iran-Contra.
MAR: ¿Qué vínculo ha podido encontrar entre este grupo de cubanos como Félix Rodríguez, Luis Posada, Rafael Quintero, Felipe Vidal? ¿Algo que los conecte o relacione?
FEF: Toda esta tropa, Luis Posada Carriles, Jorge Mas Canosa, Félix Rodríguez y demás, en algún momento participaron activamente en la Operación 40.
MAR: La operación dentro de la de Bahía de Cochinos.
FEF: Efectivamente. La Operación 40 se formó, como dice el propio informe del Inspector General de la CIA de 1967, para que fuese la policía política que viniese detrás de los invasores de la Brigada 2506 que desembarcó por Playa Girón, para eliminar a los comunistas y milicianos. Pero al fracasar la invasión y crearse en EE.UU. la División de Asuntos Domésticos que dirigió Tracy Barnes, –y que tenía como misión el espionaje dentro del territorio norteamericano, lo cual le estaba prohibido–, Barnes comenzó por incorporar a esta gente de la Operación 40 para que se encargara de los trabajos sucios. Recuérdese el escándalo Watergate, de los Documentos del Pentágono, del mismo asesinato del presidente Kennedy. Joaquín Sanjenis, un exjefe de policía durante la presidencia de Carlos Prio en Cuba, fue el primer jefe de la Operación 40. Sanjenís muere de manera misteriosa después de Watergate. Todo el mundo en Miami se enteró un día que había muerto y que lo enterraron tan rápido que nadie pudo asistir al funeral. Este grupo de «especialistas en terrorismo» va a estar presente en todos los episodios de la política norteamericana desde entonces. Fueron los que ayudaron a Pinochet, los que asesinaron a Letelier, los que pusieron la bomba en el avión cubano en Barbados, los que organizaron la DISIP en Venezuela, los que asesinaron al Ché, los operativos de la guerra sucia en Nicaragua, los narcotraficantes, los mismos que orientaron colocar las bombas en los hoteles de La Habana en la década del 90 y los que hoy protegen a Posada Carriles.
MAR: ¿Quiénes?
FEF: Felipe Vidal, Luis Posada Carriles, Alvin Ross, José Dionisio Suárez, los hermanos Novo Sampol, Félix Rodríguez, Chichí Quintero, Orlando Bosch, Felipe Rivero y todos los terroristas que antes relacioné son gente vinculada a la Operación 40 y a todos los actos de terror que han estremecido a nuestro continente en las últimas cuatro décadas.
MAR: El libro, ¿cuál es su título y cuándo se edita?
FEF: El título es precisamente Operación Calipso y la Editorial Ciencias Sociales lo editará a finales de año.
Fabián Escalante ha publicado varios libros acerca del tema de la guerra secreta de EE.UU. contra Cuba: La gran conjura, Proyecto Cuba, Operación Mangosta, Acción Ejecutiva, 1963: el complot.
Próximos a publicarse: Cronología del crimen, Operación Calipso.