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Monográfico sobre la República en El Viejo Topo (III)

Entrevista con el historiador Florence Gauthier

Fuentes: El Viejo Topo/Rebelión

«Para Robespierre, «la economía política popular» significa que el poder económico debe ser reglamentado por la política y la política es la «propiedad» común del pueblo»

Joan Tafalla

Conocí la obra de Florence Gauthier a principios de los año 90 del siglo pasado, en el curso sobre la revolución Francesa que dictaba Irene Castells en la Autónoma de Bellaterra. Irene Castells me hizo descubrir la aportación decisiva de Gauthier a los debates y a la renovación de la historiografía de la Revolución. Paralelamente, y asistiendo al seminario de filosofía política que dirige Joaquín Miras desde hace más de quince años, conocí la aportación de Florence a la renovación de un republicanismo democrático y social1. La cosa me llevó a leer su obras2 y a traducir al catalán su esencial artículo «Crítica del concepto de revolución burguesa aplicado a las revoluciones de los derechos del hombre y del ciudadano del siglo XVIII»3. Dediqué el verano de 2005 a traducir su antología de Robespierre, notable porque al contrario de otras antologías, Gauthier destaca en la misma el pensamiento social del Incorruptible, así como aquellos elementos que le muestran como expresión del movimiento social y no ajeno e incluso divergente del mismo como ha querido algún historiador del siglo XX4. En el marco de una investigación en curso sobre el movimiento popular francés en revolución, hice a Florence Gauthier en Paris (julio de 2006), una larga entrevista de carácter historiográfico que se publicará en otra ocasión y quedó pendiente este cuestionario para una entrevista más, por decirlo así, política sobre Robespierre. Lo habíamos dejado para el próximo verano, pero la ocasión de este monográfico de El Viejo Topo sobre republicanismo nos ha permitido a ambos retomar el proyecto.

Entrevista a cargo de Joan Tafalla.

Joan Tafalla.- Robespierre es el único gran hombre de la Revolución que no cuenta con ningún nombre de calle en París. Después de la Ocupación, con el gobierno surgido de la resistencia hubo una tentativa que no fructificó, y hasta ahora. ¿ Cuál es la razón de este hecho?

Florence Gauthier.- ¿ El único? En todo caso, Robespierre comparte este «privilegio» de la exclusión con Jean-Paul Marat, pero también con muchos otros de los que desempeñaron un papel central, por ejemplo en la revolución colonial y en la abolición de la esclavitud. Pienso en Julien Raimond, animador de la Sociedad de los Ciudadanos de color, Vincent Ogé, pero también con Étienne Polverel o Léger-Félicité Sonthonax que fueron comisarios civiles de Santo Domingo e impulsaron con todas sus fuerzas físicas y morales la abolición de la esclavitud en la isla en 1793. Y esto sólo en una rápida aproximación.

¿ Por qué Robespierre parece «tan repugnante? Es una historia larga, que iremos abordando seguramente a lo largo de esta entrevista.

JT.- Desde 9 thermidor del año II5, son más de doscientos años de campaña difamatoria. Montañas de infamia se amontonan al lado de numerosas biografías tendenciosas. Robespierre continúa siendo el «maldito». ¿ Que hizo Robespierre para merecer tantas calumnias?

FG.- De forma sintética, podemos decir que fue porque tomó la defensa de la «causa del pueblo», como él mismo la llamaba, pero también de la «causa de los pueblos» y de sus derechos, y, en resumidas cuentas, la «la causa de la humanidad» contra las diferentes formas de opresión colonialista que se imponían en su época. Para atenerme a la «causa del pueblo», Robespierre, como diputado en los Estados Generales entre marzo y junio de 1789, luego en la Asamblea constituyente entre junio de 1789 a 1791 y en la Convención, entre septiembre de 1792 y 9 termidor el año II, defendió los derechos del pueblo. Uso pueblo en el doble sentido del término. En primer lugar en el sentido de «pueblo constituido» por la práctica del ejercicio de los derechos del ciudadano, eligiendo a sus representantes y participando en la elaboración de las leyes. Él intervino para defender los derechos de todos los excluidos, como los Comediantes, los Judíos y los Protestantes a quienes la Iglesia católica excluía de la vida de los «cristianos buenos», pero también de los «libres de color», que los colonos que se decían «blancos» excluían de los derechos de ciudadano en las colonias, así como de los esclavos privados de todos los derechos civiles y políticos.

También defendió al pueblo en el sentido de la «gente menuda»6, para que sus derechos y su dignidad de seres humanos, fueran tan respetados como los de las capas superiores de la sociedad. Defendió el proyecto de una democracia fundada sobre el ejercicio efectivo de la soberanía popular y fue uno de sus principales promotores. ¡ En una sociedad donde dominaban la «nobleza de la sangre» y la del dinero, tomar partido por el pueblo, a quien la «la gente de pro»7 trataba ordinariamente con palabras tan insultantes como «canalla» o «populacho», era no sólo valiente, sino todo un programa político!

Por una interpretación democrática y republicana de la revolución francesa

JT.- En tu obra historiográfica, rechazaste la concepción «clásica» de la Revolución francesa como una «revolución burguesa con un apoyo popular», para proponer el concepto la «Revolución de los derechos de hombre y del ciudadano»8. Explícanos por qué adoptaste este concepto y sus consecuencias tanto para el conocimiento de la Revolución francesa, como para las actuales lecturas políticas de la misma.

FG.- ¿»Clásica»? Verdaderamente, no lo es. Más bien se trata de la interpretación «marxista», que no «marxiana», de las Revoluciones de la época «moderna» (siglos XVI- XVIII). Es una cuestión esencial y, por tanto, complicada. Trataré de presentarla a grandes trazos. A finales del siglo XIX e inicios del XX, los promotores de la noción de la «revolución proletaria» acabaron por cambiar el sentido de la Revolución francesa, que hasta entonces aparecía como una tentativa de realización de una República popular, democrática y social, portadora de las mayores esperanzas de los pueblos en todos los continentes.

En Francia, fue Jaurès quien, en 1904, afirmó con fuerza esta nueva tesis en su Historia socialista de la Revolución francesa. ¡ Los Montagnards9, que hasta entonces habían sido percibidos como los defensores de la causa del pueblo y tachados de «anarquistas», de repente se vieron transformados en «pequeño-burgueses» de nariz empolvada y de mentalidad estrecha! De nuevo, Robespierre fue el primero pagar los platos rotos. Con esta operación, la «revolución burguesa» se convertía en un paso obligatorio de la historia del «progreso» y el capitalismo se transformaba en el instrumento de este «progreso». ¡ Para Jaurès, el héroe de la Revolución ya no estaba al lado del pueblo, sino al lado del «capitalismo» y Barnave se transformó, por necesidades del guión, en una prefiguración del propio Marx! ¡ Hay que leer las páginas asombrosas, en qué Jaurès compara a Barnave con Marx en el tema del carácter progresista atribuido al capitalismo y de un materialismo que les sería común! ¡ Estas dos afirmaciones merecerían ser revisadas en modo crítico! ¡Será bien difícil encontrar lo que Marx podía tener en común con un «liberal económico» y con un defensor del colonialismo esclavista y segregacionista! Pero aquí nos encontramos ante un nuevo capítulo de esas historias enmarañadas …

J.T.- Si te parece… podemos empezar a hablar del joven abogado de provincias. En Arrás, pequeña ciudad del norte de Francia, el joven Robespierre adopta la causa de los pobres, la causa del pueblo…

FG.- Robespierre había obtenido una beca para estudiar en París. Regresó a Arras donde ejerció como abogado, en 1781, con 23 años,. Sus alegatos muestran enseguida su interés por la justicia. Defendió a los débiles de todos los medios sociales y adquirió un conocimiento concreto de las miserias individuales y sociales. Dejó penetrantes descripciones de las condiciones espantosas de detención, por ejemplo. Pero mostró toda su talla en el proceso que transcurre entre la convocatoria de los Estados generales en 1788, hasta su elección como diputado del tercer estado de Arras en abril de 1789. Para él fue un auténtico descubrimiento conocer los abusos de poder cometidos por una pequeña camarilla que controlaba el poder local en los Estados de Artois. Expliquémonos rápidamente. Estos Estados eran una institución antigua, en la cual cada uno de tres órdenes: clero, nobleza, tercer-estado, estaba representado por cargos electos. Gracias a recientes reformas reales (que fechaban de 1771), el obispo de Arras y el gobernador habían substituido las elecciones por un nombramiento. El resultado fue que una pequeña camarilla formada por algunos nobles y miembros del muy alto clero simplemente habían eliminado a los electos del tercer estado.

¡ Sólidamente instalado en el poder local, este pequeño grupo pretendía que las elecciones para los Estados generales se hicieran de la misma manera! Esto provocó la cólera del pueblo y de todos los excluidos. Robespierre se lanzó a esta dura batalla y redactó varios textos en defensa de las instituciones electivas y del principio de soberanía popular. Esta batalla coincidía con la de diversas provincias que conocían la misma suerte y el rey se vio obligado a legislar: él mismo puso fin a estos Estados provinciales que se habían transformado en el instrumento de una tiranía local insoportable y abrió el derecho de voto, para el tercer estado, a todos los cabezas de familia de más de 25 años. En este proceso, Robespierre encontró al pueblo en lucha, con sus prácticas de democracia rural y municipal, abiertas a ambos sexos en el campo. Animó las reuniones del tercer estado de Arras, participó en la redacción del cuaderno de quejas de la provincia y fue elegido uno de sus ocho diputados. Por otro lado, el cuerpo de los zapateros remendones le pidió ayuda para redactar su cuaderno de quejas. ¡ Fue en este ambiente donde Robespierre se inició en las prácticas de la democracia y en su renacer!

JT.- Durante la Asamblea Constituyente, la burguesía traicionó en diversas ocasiones la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano votada el 26 de agosto de 1789. Robespierre adoptó, en cambio, otra actitud. La lista de hechos es larga: la lucha por el sufragio universal y contra el derecho de voto censatario, la lucha por el derecho de todos los ciudadanos a formar parte de la guardia nacional, la oposición del Incorruptible a la ley marcial que se aplicaba contra los motines populares producidos la carestía de la vida, su lucha contra la esclavitud, su lucha contra la pena de muerte…

FG. Sí, la Declaración de los derechos de hombre y del ciudadano merece un instante de atención. Pero antes, precisemos que el término «burguesía» es inadecuado para designar a la mayoría de la Asamblea Constituyente. No olvidemos que esta asamblea de los Estados generales, transformada en junio de 1789, en Asamblea constituyente, estaba formada por numerosos señores, nobles o plebeyos, algunos cultivadores acomodados y por una miríada de profesiones liberales. Es mejor hablar de «clase de los poseedores», en la que se mezclaban señores feudales y poseedores del capitalismo de esta época (negociantes, plantadores de las colonias, grandes granjeros). ¡ Esto es más preciso!

Volvamos a la Declaración de los derechos de hombre y del ciudadano. ¡ Este texto sintetiza la teoría de la revolución del período moderno, desde el siglo XVI! No fue solamente un texto circunstancial, sino una nueva tentativa para hacer reconocer, a escala de toda una sociedad, principios de derecho de las personas, los pueblos y de la humanidad que debían ser respetados por los poderes públicos. ¡Habían habido unas tentativas anteriores, en Inglaterra en el siglo XVII, con dos revoluciones sucesivas, luego en Holanda que desarrolló una guerra de independencia, contra un ocupante extranjero, que duró cerca de un siglo! En 1788, una revolución en las «provincias belgas», que intentaban seguir las huellas de Holanda, había precedido, en Europa, a la revolución francesa. De hecho, un ciclo inmenso de revoluciones había comenzado ya a sacudir el dominio colonial europeo, en América, luego había alcanzado Europa, para volver de nuevo a América a principios del siglo XIX.

El voto de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano fue uno de los primeros actos de la Revolución en Francia. Cuando los Estados generales se reunieron en mayo de 1789, la imprudencia del Rey le hizo creer que podría reprimir este «barullo», pero esa actitud tuvo consecuencias inversas, y los diputados tuvieron el coraje de arrebatarle la soberanía al Rey para reconocérsela al pueblo que acababa de elegirles. Este fue el sentido del Juramento del Jeu de Paume, el 20 de junio de 1789. En ese momento, los campesinos, que no veían mejorar su suerte, pasaron a la acción en julio siguiente y formularon claramente su voluntad de suprimir el régimen feudal y de repartir el dominio señorial en dos partes, quedando una mitad para los señores, y la otra mitad para los campesinos, que verían por fin sus tierras libres de toda renta.

Este gran levantamiento campesino, llamado Gran Miedo, obligó la Asamblea a legislar. Ésta reconoció, de una parte el principio de la supresión completa del régimen feudal, en el contrato social en Francia, y el de la declaración de los derechos de hombre y del ciudadano, como principios de carácter constituyente. En cuanto al régimen feudal, la Asamblea aceptó ese enunciado radical, rechazando posteriormente las medidas concretas. En cambio, la Declaración de los derechos fue votada el 26 de agosto de 1789.

Derecho a la existencia y ley marcial.

JT.- La «clase de los poseedores» acogió las movilizaciones populares contra la escasez con la ley marcial. Robespierre, apoyando al pueblo, se opuso a esta medida. Hay que establecer el relato verdadero de cómo y por qué la ley marcial surgió y contra quien fue utilizada.

FG. En efecto, la ley marcial era una creación reciente de los «economistas» quienes, como Turgot, intentaron cambiar el comercio controlado de granos y transformarlo en un capitalismo comercial de nuevo género. Hasta los años 1760-80, el mercado de las subsistencias se hacía bajo el control del poder municipal de las ciudades y las villas, para velar por el abastecimiento de los mercados e impedir especulaciones alcistas de los precios de los granos. Estas alzas de los precios eran verdaderamente asesinas – la palabra no es exagerada- para los salarios bajos. En efecto, diversos estudios han mostrado que la parte de los salarios bajos reservada para la alimentación oscilaba entre el 50 y 75 %. Lo que significa que la menor subida de los precios provocaba una «escasez facticia» en el sentido de que los pobres se veían forzados a emplear todo su salario en alimentarse y si la subida sobrepasaba este umbral, no tenían nada que comer.

Economistas, como los fisiócratas en los años 1760, después los Turgotinos en 1775, pensaron que la subida de los precios de los granos era una buena cosa porque permitiría enriquecer a los productores y a los vendedores de granos y, por consiguiente, al fisco. ¡Tenían razón sin duda, pero en detrimento de los salarios bajos! La libertad del comercio de los granos era el nombre «científico» dado a una operación de especulación alcista de los precios de los granos y de las harinas que eran la base de la alimentación del pueblo. Se efectuaron dos experimentos sucesivos y se provocaron «motines de subsistencia» espectaculares. ¡ Por dos veces consecutivas, el Rey intentó imponer la libertad de comercio de los granos, y por dos veces, analizando los efectos muy negativos de estas » emociones populares «, había renunciado y prefirió proteger a sus súbditos!

El partido de los economistas, porque verdaderamente se organizó en partido, pensó que la Revolución era el momento propicio para volver a probarlo. Esta vez había que imponer la reforma por la fuerza. Turgot ya había pensado establecer la » ley marcial «: su objetivo era impedir a los poderes municipales «tasar» el precio de los granos en los mercados, o si se prefiere, imponer manu militari la subida de los precios que volvía a absorver los salarios y las rentas fijas, con riesgo de provocar escaseces facticias, enfermedades y crisis de mortalidad en las capas más pobres … Había nacido el arma alimentaria. El discurso de los economistas enmascaraba la cosa tras una argumentación impecable, salpicada por conceptos tan nuevos como bellos. Por ejemplo: «la libertad del comercio va a vivificarlo todo, la agricultura será floreciente, la economía crecerá, la felicidad está en el consumo sin freno, los gritos del pueblo son los gritos de ignorantes que no comprenden nada de economía, etc … Y para no oír más el grito del pueblo , los economistas apelaron a la «ley marcial».

Podemos añadir que los economistas eran unos «creyentes»: para ellos, en efecto, la economía tenía leyes que ellos consideraban que eran de naturaleza «divina», un poco a la manera de las leyes de Newton. ¿ La economía era una ciencia de la naturaleza, o una actividad humana? La cuestión se planteó de este modo en aquella época. Lo cierto es que, el 29 de agosto de 1789, la Asamblea constituyente votaba el principio de la » libertad ilimitada del comercio de los granos» luego, el 21 de octubre, la » ley marcial » que se refería expresamente a toda tentativa de oponerse a eso. Una nueva idea había germinado en los cerebros fértiles de los economistas: ¡ para evitar los disturbios en los mercados, el precio del pan fabricado en las panaderías sería subvencionado por las municipalidades… la especulación alcista de los precios de los granos podía desplegarse, financiada por los impuestos locales!

La Constituyente legaliza la esclavitud.

JT – El público español suele ignorar que la asamblea constituyente constitucionalizó la esclavitud, en un contraste agudo con la Declaración de 1789, que proclamaba la igualdad de los hombres. Se ignora aún más que Robespierre fue el jefe de la pequeña minoría de diputados que defendió en esta ocasión la abolición de la esclavitud y del perjuicio de color.

FG. El problema colonial es en efecto, en el contexto de la historiografía sobre la revolución francesa, un frente de investigación totalmente nuevo. ¡Es difícil de entender por qué la historiografía de la Revolución francesa tardó tanto en interesarse en ese tema, y que esta cuestión verdaderamente sólo salió a la luz de los estudios después de 1989! Incluso hubo ocultación de este sujeto. He aquí un ejemplo. El Rey de Francia era, desde finales del siglo XVII poseedor de colonias en América, entre las que estaban las «islas de azúcar » donde la mano de obra estaba formada por cautivos africanos esclavizados en las plantaciones. La parte francesa de Santo Domingo se transformó en el primer productor de azúcar del mundo de la época y los beneficios, de naturaleza especulativa, eran verdaderamente prodigiosos. ¡ Los grandes plantadores azucareros eran allegados del Rey, quién les distribuía las tierras y los privilegios y el » partido colonial» estaba muy cerca del poder!

En la segunda mitad del siglo XVIII, los nuevos colonos procuraron hacer fortuna en Santo Domingo, pero las tierras azucareras eran cada vez más raras. Sabiendo que la capa superior de los colonos franceses era mestiza, porque se habían casado en matrimonios legítimos con las mujeres africanas, estos recién llegados intentaron introducir la discriminación racial en la legislación colonial, esperando que las víctimas serían forzadas a abandonar sus bienes.

Conocíamos estas prácticas de exclusión y sus resultados, similares a las practicadas en la época de las guerras de religión, donde los bienes de los católicos fueron confiscados en los países protestantes y viceversa. Sin embargo, el Rey negó esta política de división de la clase de los colonos, por la excelente razón de que en el Reino, la indiferencia del color era entonces la norma y que una gran parte de la nobleza era mestiza desde hacía varias generaciones.

Se formó un » partido colonial segregacionista » que quiso romper con el Rey y hasta procuró ponerse al servicio de otra potencia colonial protectora. Este » partido segregacionista » sacó provecho de la Revolución para introducir a sus diputados en la Asamblea, pero lamentó que se votara la DDHC. En efecto, el artículo primero afirmaba: «los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos» ¡ El partido colonial denunció esta Declaración peligrosa y hasta lo presentó como «el Terror» de los colonos, esta palabra está en sus propios textos! Muy inquietos con el giro de los acontecimientos, estos colonos pusieron en marcha una campaña a favor de la conservación de la esclavitud en las colonias y recibieron el apoyo del gran comercio de los puertos atlánticos y, conjuntamente, hicieron presión sobre los diputados corruptibles.

Así es como el partido colonial consiguió imponerse a la Asamblea que votó, por mayoría, la constitucionalización de la esclavitud en las colonias, el 13 de mayo de 1791 y la discriminación racial el 24 de septiembre.

¡Pues bien, este decreto del 13 de mayo que constitucionaliza la esclavitud en las colonias fue «ocultado» desde el 1898! ¿ Por qué? Probablemente porque la historiografía «funcionaria» quería rehabilitar el período de la Constituyente, al precio, de algunas manipulaciones de la historia, y esta ocultación todavía dura …

También pienso que es muy interesante comprender que la izquierda de la Revolución se formó a partir de este problema colonial. En 1789-91, el lado izquierdo era, en la Asamblea, muy pequeño: lo dirigían tres diputados, Gregoire, Pétion y Robespierre, quienes descubrieron la realidad colonial a partir de la Sociedad de los Ciudadanos de color, que desarrollaba su lucha en el mismo París. Juntos, construyeron un proyecto revolucionario que pasaba por la destrucción de la sociedad colonial, esclavista y segregacionista, proponiendo una sociedad de «la igualdad de epidermis» – el término es notable- de introducción de los derechos universales del hombre y del ciudadano y de redistribución de las tierras. Este proyecto tomó cuerpo con la independencia de la república de Haití en 1804.

El derecho natural moderno en revolución.

JT. ¿ En qué concepción filosófica se basaban Robespierre y el «coté gauche», cuando afirmaban que la Declaración de los derechos del hombre era universal?

FG. ¡ La filosofía de la Revolución era la del derecho natural moderno, que aún es muy desconocida! ¡ Es lamentable, porque este filosofía interesa a toda la humanidad! ¿ Sabéis que esa filosofía tuvo uno de sus puntos de partida en España? De hecho, se desarrolló en el «mundo» entero de la época, es decir en Europa y en su Imperio colonial que comenzó en América, desde el principio del siglo XVI.

Esta filosofía del derecho natural era una respuesta a los crímenes cometidos por los conquistadores de América: conquistas, pillajes, destrucción de las sociedades «indias», esclavización primero de los «indios», luego de los cautivos africanos … Fue el rechazo a estos crímenes contra «la humanidad» el que parió la formidable idea de los derechos de los seres humanos. Esto suponía redefinir la propia humanidad y eso es lo que hicieron las universidades de Salamanca y de Coimbra: la humanidad es una y no está dividida en amos y esclavos, ni en dominantes y dominados, nace libre, y cada individuo del género humano tiene derechos que los poderes públicos deben defender.

Esta filosofía política de los derechos de cada ser humano se acompañó con una defensa de los derechos de los pueblos a su territorio y a su soberanía. Vemos desde el principio esta concepción de un derecho natural que es a la vez político y cosmopolítico, que rechaza la conquista y el colonialismo, y esta conciencia es el producto de la abominable historia del «descubrimiento de América», que Bartolomé de Las Casas llamaba, la «destrucción de la India».

En fin, esta filosofía del derecho natural moderno se completó entre los siglos XVI y XVIII, con las experiencias de diversas revoluciones que intentaron hacer reconocer estos derechos naturales del hombre. La Revolución inglesa los completó con los derechos del ciudadano y Niveladores ingleses inspiraron a John Locke que propuso una síntesis en su Two Treatises of Government, de 1690. En el siglo XVIII, en Francia, esta filosofía del derecho natural moderno tomó un giro resueltamente laico que se explica por el gran movimiento intelectual que caracterizó la llamada época moderna que, durante tres siglos emprendió la obra inmensa de separar la teología de otras facultades «humanas». Ahora bien, en Francia, esta separación había conocido un giro radical desde que Francisco I se alió con el Imperio otomano, para conservar su Reino frente a los apetitos conjuntos de los Habsburgo y del Papa, y fundó la primera universidad laica, el Collège royal, en París. En el siglo XVIII, la filosofía era la piedra de toque del saber, el punto de reunión de las demás facultades humanas.

Quiero recordar que los tres primeros artículos de la Declaración de los derechos de hombre y del ciudadano de 1789, expresan netamente la definición de los derechos del hombre de la Escuela de Salamanca y la aportación de los Niveladores ingleses: «1. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos… 2. El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre… 3. El principio de toda soberanía reside esencialmente en la nación»10.

¡Durante la Revolución francesa, la divergencia izquierda- derecha se produjo sobre la cuestión central de la Declaración de los derechos de hombre y del ciudadano, cuando al día siguiente del gran levantamiento campesino de julio de 1789, los propietarios de señorío comprendieron que la Revolución también interesaba a los campesinos! La divergencia se produjo pues en estos principios declarados. Por un lado la izquierda se empeñaba en defenderlos y en ponerlos en práctica, y por otro, la derecha se desembaraza de ellos tan pronto puede. Es preciso entender que en aquellos momentos, la Declaración de los derechos naturales apareció como «el terror» para los poseedores. En septiembre de 1789, Rivarol, periodista monárquico, denunciaba lo que veía como un peligro en la declaración de los derechos: «con la Declaración de los derechos en la mano, los negros en nuestras colonias y los domésticos en nuestras casas, pueden, echarnos de nuestras propiedades».

JT. ¿ Cuáles eran los derechos básicos que reconocidos por el derecho natural?

FG. Diré que la noción esencial era la de la libertad. Pero este término, polisémico como se sabe, necesita ser definido. Esta filosofía del derecho natural definía la libertad personal y en sociedad por oposición a la esclavitud. Nacer libre y permanecerlo, lo que implica también medios de existencia y una definición del derecho de propiedad de los bienes materiales. Si se lee bien, en primer lugar, el ser humano era «propietario» de su persona, de su cuerpo. El conjunto de estos derechos eran «propiedades», «títulos» de propiedad. ¡ Decían «de derecho natural», con el fin de hacerles escapar de los despotismos del derecho divino (de las Iglesias), como del derecho humano (de los tiranos, esperando derribarlos!) Lo que significaba que estos derechos estaban unidos «a la persona humana». Nuestra visión actual, calcada de la concepción del derecho exclusivo de propiedad de nuestro mundo capitalista, nos impone una visión puramente materialista, es decir cosificada, de la propiedad. Debemos hacer un esfuerzo de imaginación para captar que sentimientos, derechos o poderes puedan ser «propiedades». ¡ Pero no es imposible comprender lo desconocido o lo no visible!

En cuanto al derecho de propiedad de los bienes materiales, en aquellos tiempos se sabía que ningún ser humano nacía propietario de tierras, ni de edificios ni de sacos de oro y que este tipo de bienes verdaderamente no estaba unido verdaderamente a la persona. Se sabía también que las riquezas naturales eran limitadas y que, por tanto era preciso que la idea de su reparto se impusiera: el acceso a los recursos naturales sería compartido según el principio del derecho universal: todo ser humano, precisamente por ser humano, tiene derecho a sus derechos naturales. Montesquieu definía el «derecho a la existencia» como un deber de los gobiernos: «Las limosnas que se hacen a un hombre desnudo en las calles, no cumplen en absoluto las obligaciones del Estado, que debe a todos los ciudadanos una subsistencia asegurada, el alimento, vestido conveniente y un género de vida que no sea en absoluto contrario a la salud»11.

Derecho a la existencia y derecho de propiedad.

J.T. Siguiendo la estela de Rousseau y de Montesquieu, la Montaña defendía el derecho humano a la existencia, como un derecho básico e inalienable. Para hacer realidad este derecho, era preciso limitar el derecho de propiedad, como propuso Robespierre, en el debate sobre la Constitución de 1793. Esto supone que existen unos derechos humanos que son prioritarios y otros, que lo son menos. Supone la reciprocidad de los derechos…

FG. Lo que es prioritario, es la reciprocidad del derecho: si tengo un derecho, todos los demás lo tienen también. De entrada, esta prioridad impone justamente «límites» al ejercicio de los derechos y de los poderes. ¡En nuestras sociedades dominadas por una economía de tipo capitalista, los economistas llamados «clásicos» y los «políticos» corrompidos quieren imponer la idea que «la instancia económica» sería «independiente» de todo control social, político o filosófico! En la filosofía del derecho natural moderno, la independencia de una instancia está considerada como despótica y debe ser reintegrada en una política que vendrá imponerle límites.

Es lo que propusieron Robespierre y la Montaña. El «poder económico» había reivindicado su independencia de todo control político, con el fin de «poder» mantener la esclavitud en las colonias, someter los mercados públicos de las subsistencias al «poder» de los negociantes que organizaban un mercado privado (secreto o privatizado justamente) y reclamaba la ley marcial para llevar a cabo las resistencias.

Robespierre propuso imponer un control político y moral al » poder económico «, para respetar los principios de los derechos de hombre y del ciudadano. Concretamente, esto significa que el poder político hará leyes para forzar el poder económico a respetar los límites decididos.

De esa manera, fueron abolidas la feudalidad y la esclavitud. Los desastres de la «libertad ilimitada» del comercio de las subsistencias fueron combatidos por una legislación que imponía un equilibrio entre salarios, precios y beneficios. Fue la política del «maximum»12 la que impuso estos límites y esta política fue puesta en práctica por lo que se llamó en la época el «gobierno revolucionario» de la Montaña.

J.T. Los defensores actuales de la Renta Básica miran a veces hacia Thomas Paine para encontrar una inspiración, pero posiblemente deberían también mirar hacia Robespierre.

FG. Sí, por supuesto. Pero Paine y Robespierre, o la Montaña, tenían la misma concepción de este derecho a la existencia. La historiografía girondina consiguió apropiarse de Paine, mediante un número de prestidigitación que no debería resistir mucho tiempo al análisis. ¡Paine está considerado en Inglaterra como uno de los padres del movimiento obrero, por haber propuesto un notable programa de derechos sociales en su libro Los Derechos del hombre (1791-92). En cambio, en Francia, se le confunde con la Gironda, partido «liberal-económico», colonialista, esclavista, conquistador y responsable del inicio de una guerra de conquista en Europa tan desastrosa como ridícula! Pero, mira por donde, cuando Paine fue elegido diputado a la Convención, en Francia, en septiembre de 1792, no hablaba una palabra de francés y fue «cortejado» por algunos diputados o allegados de la Gironda que hablaban inglés. Paine acabó siendo tributario de sus traductores.

Sin embargo, la claridad se impuso – y pienso que también lo hará pronto entre nosotros- cuando el 9 termidor del año II, la caída de la Montaña por un » golpe de Estado parlamentario «, mostró la realidad a Paine. El debate sobre la nueva constitución de 1795 abrió los ojos de Paine que denunció el proyecto de supresión de la declaración de los derechos naturales del hombre y del ciudadano. Tomó partido por este derecho natural y entonces fue atacado por «el ala derecha» que lo comparaba a … ¡ Robespierre!

En Inglaterra, fue Malthus quien denunció a Paine, el derecho a la existencia y la filosofía del derecho natural moderno13.

JT.- El capitalismo proponía (tanto en el siglo XVIII, como hoy) la libertad total de mercado, y sometía al pueblo a una guerra permanente por las subsistencias. Contra este atropello se levantaban las viejas costumbres, las tradiciones morales y colectivistas que afirmaban que la sociedad tenía la obligación de respetar el derecho a la existencia. Robespierre denominó a esta visión popular «economía política popular», retomando la visión de Rousseau. ¿ Cuales eran los principios básicos de esta «economía política popular»?

FG. Una «economía política popular», la expresión es notable. En Robespierre, esta expresión se contrapone a lo que llama «economía política tiránica». Ello hace referencia a los numerosos debates que se abrieron en el siglo XVIII a la ofensiva de los «economistas» que intentaban apoderarse del sector del comercio de las subsistencias, que habían comprendido que podía ser más jugoso que el de los productos de lujo. Montesquieu, ya, había abierto una reflexión crítica; luego, cuando se produjeron las experiencias de «libertad ilimitada» del comercio de los granos en 1764 y en 1775, los debates habían proseguido con un gran vigor. Rousseau ya había esbozado, de modo tan genial como de costumbre, pero sin profundizarla, esta oposición entre dos tipos de economía política. Mably y otros habían ido mucho más lejos en la crítica de la economía política de esta época y Robespierre formuló la cosa de modo nítido y preciso. «Economía política popular», ya he explicado el principio básico: impedir que el ejercicio del «poder económico» sea independiente de leyes que le imponen límites. Robespierre pone el énfasis en el papel esencial de la democracia. El papel de los ciudadanos es, en efecto, participar en la elaboración de la ley y de controlar la aplicación. Para Robespierre, «la economía política popular» significa que el poder económico debe ser reglamentado por la política y la política es la «propiedad» común del pueblo, de los ciudadanos, que realmente ejercen el poder. Esta cuestión concierne pues al mismo funcionamiento de la democracia.

Revolución y tradición.

JT.- Esta relación entre la tradición y la rebelión y, aunque parezca contradictorio, entre tradición o costumbres y revolución, me hace pensar en la obra de E.P. Thompson. El historiador británico supo ver en la defensa de los usos y de las costumbres tradicionales uno de los componentes de la resistencia a la implantación creciente del capitalismo, en aguda contradicción con el esquema reductivo del marxismo de su época. Es también una visión más rica que la de los historiadores franceses contemporáneos de Thompson…

FG. En Francia, existía una tradición histórica muy rica con Marc Bloch, para el Medioevo y con Albert Mathiez para la Revolución francesa por ejemplo, que comprendía la existencia de una resistencia popular, la de los pequeños productores, a las tendencias del capitalismo hacia la concentración de los medios de producción en pocas manos. Desgraciadamente, esta tradición se vio debilitada por el ascenso del marxismo estalinista, pero no sólo de éste, en los años 1930-60. E.P. Thompson publicó su artículo sobre «La economía moral de la multitud» en 1971, y yo lo publiqué en francés, con Guy Ikni en 1988. Es interesante recordar que Thompson consiguió comprender esta concepción «moral» de la economía en el pueblo inglés en el siglo XVIII, leyendo y escuchando a su amigo e historiador George Rudé, alumno de George Lefebvre, que estudiaba los motines de subsistencias en Francia, en el momento de la «Guerra de las harinas» de 1775 y durante la Revolución francesa. En consecuencia, Thompson puso en evidencia la cosa a partir de la historia de Francia. Él lo expresó en los términos que las fuentes inglesas le señalaron, «economía moral de la multitud». ¡ Me pregunté a menudo cómo habría reaccionado si hubiera conocido las fuentes francesas y muy politizadas, y «la crítica de la economía política» muy avanzada que Robespierre supo expresar, oponiendo una concepción popular y democrática frente a otro concepto tiránico de economía que necesitaba, para poder funcionar la ley marcial!

Por otro lado, pienso que Thompson estaba muy cercano de Karl Polanyi que por su parte evoca largamente en La Gran Transformación, las formas populares y municipales de resistencia en Inglaterra de finales del siglo XVIII a la ofensiva capitalista. Sin embargo, y por razones que no me explico, Polanyi no es citado por Thompson.

Una vía de desarrollo no capitalista.

JT.- Durante el año II (1793-94), esta economía política popular llegó al gobierno y trató de defender las aspiraciones igualitarias de las masas campesinas y obreras. ¿ Cuáles fueron las medidas sociales que adoptó el «gobierno revolucionario»? ¿ Constituían una vía alternativa al desarrollo capitalista?

FG. – ¡ Naturalmente! La Revolución, en Francia, fue un movimiento profundamente anticapitalista, en todos los planos. Destruyendo realmente el régimen feudal, no solamente frenó un movimiento de concentración de la propiedad de la tierra en las manos de una clase de rentistas, sino que también realizó una reforma agraria redistribuyendo la mitad de las tierras de cultivo, gratuitamente, a los campesinos explotadores, ya fuesen ricos o pobres. También reconoció los bienes comunales como propiedad colectiva de los municipios, en Francia aún lo son. En el fondo, la revolución francesa fue realmente una revolución campesina. Además abolió la esclavitud en las colonias y ayudó a la crítica radical del colonialismo: cuando la Declaración de los derechos de hombre y del ciudadano penetró, por primera vez en suelo americano en 1793 se produjo una apertura extraordinaria que permitió realizar la primera independencia negra de este continente. Contribuyó, en fin a elaborar un programa de sociedad democrática, fundando el derecho a la existencia, oponiéndose a todas las formas capitalistas: la reforma agraria frenó el éxodo rural en Francia durante más de 50 años, pero también contribuyó a frenar la concentración de la gran explotación agrícola capitalista. En Francia, el comercio de los granos nunca ha sido abandonado a los comerciantes y el precio del pan ha sido «tasado» hasta… muy avanzado en el siglo XX.

Por eso la interpretación «marxista» que quiso transformar la revolución francesa en una «revolución burguesa» se convirtió en un verdadero rompecabezas para la izquierda, no sólo en Francia, sino en el mundo, si tenemos en cuenta que constituye un contrasentido asombroso. Digo «marxista» y no «marxiana», porque el pobre Karl Marx jamás tuvo la pretensión de ser un historiador de este acontecimiento y sus conocimientos sobre este tema evolucionaron con sus lecturas, lo que es muy normal. ¡ Qué sepa, Marx no era en absoluto un Dios todopoderoso y sabelotodo! Esto forma parte de un curioso capítulo de manipulaciones de las ideas y de montajes, a veces calumniosos y muy sabios. Ahora asistimos, a una ofensiva también asombrosa, que consiste en utilizar «ideas» atribuidas a Marx o a un «marxismo» ambiente, y en oponerlas abiertamente a acontecimientos de la Revolución.

¡ François Furet se había prestado a este juego curioso en Pensar en la Revolución francesa, en 1979, cuando no vaciló en adelantar la tesis absurda de la Revolución francesa, «matriz de los totalitarismos» del siglo 20! ¡ Él también levantaba un Marx defensor encarnizado del capitalismo qué reenviaba desdeñosamente la Revolución francesa a la utopía!

El filósofo Jean-Pierre Faye respondió luminosamente a Furet con su Diccionario político portátil en cinco palabras: demagogia, terror, tolerancia, represión, violencia14, que retomaba la historia política de la Revolución de los derechos de hombre y del ciudadano hasta hoy, pasando por la Revolución rusa, el estalinismo, los fascismos. ¡ Faye recordaba que » el estado totalitario » de Mussolini pretendía ser una inversión de la teoría política de los derechos del hombre, elaborada por la Ilustración! Gracias a esta interesante aportación, Furet llegó a renunciar a su filiación de una Revolución francesa matriz de los totalitarismos. ¡ No se puede decir lo mismo de tantos de sus perezosos turiferarios, que aún no han comprendido lo que le había ocurrido a Furet, y que continúan vulgarizando temas a los cuales él mismo había renunciado antes de morir!

JT. Guerra de las harinas en el siglo XVIII, » arma alimenticia » de la que habla Susan George en el siglo XXI. ¿ Cuál es el hilo conductor que va de los fisiócratas a los neoliberales?

FG. Me temo que se trata de la misma cosa, es decir de la ofensiva de los partidarios del sistema capitalista. En el siglo XVIII, la ofensiva contra el mercado de las subsistencias, un sector que hasta entonces había quedado fuera del alcance de las empresas agudas capitalistas. Estudiando esta historia en Francia, vemos a escala de un país, lo que pasa hoy a escala mundial.

Las potencias imperialistas tienen un objetivo común: imponer su control de las subsistencias por todas partes. No se trata solamente ya del control de los mercados de los granos y de la transformación de los mercados públicos en mercados privados, como decía anteriormente, sino de la casi totalidad de las subsistencias y de las materias primas, es decir el conjunto del sector agrícola. Vayamos más allá, el espíritu capitalista se apoderó, además de todos los sectores de la vida corriente: ¡la vivienda se ha transformado en un problema cada vez menos soluble, las grandes ciudades, dado que los salarios bajan o desaparecen, pero la gente necesita alojarse! El trabajo se hizo un mercado, las relaciones entre la gente, los sentimientos, la cultura, la naturaleza misma todo está siendo transformado en mercado del mismo modo, por el espíritu capitalista, cuya crítica verdaderamente tiene que proseguir desde el principio de su historia… si todavía estamos a tiempo.

Desde los años 1970-80, una crisis profunda disuelve en todo el mundo a las fuerzas de izquierda. Hemos podido ver como el espíritu capitalista las penetraba por vías muy diversas. En Francia, las corrientes socialistas se transformaron en bardos del «liberalismo», este viejo «chisme» con más de dos siglos, vuelto a poner de moda con vestidos realmente viejos. Hay que leer a los economistas del siglo XVIII – y fueron numerosos en Francia – para encontrar los mismos perjuicios, las mismas promesas jamás mantenidas, la misma creencia en las leyes de la economía y en la «técnica», el mismo desprecio del pueblo, de su soberanía y de la política.

El Mably, crítico de la economía política tiránica, respondía así a los economistas que, en 1775, pretendían ser los únicos capaces de conocer la realidad: «¿ Si por casualidad, o más bien por torpeza de espíritu, yo fuera persuadido de que la libertad del comercio de los granos es una cosa muy funesta para el estado, por qué, le ruego, sería un mal ciudadano no compartiendo sus inquietudes? Usted ve un bien donde yo veo un mal; así, amando igualmente a nuestro país, usted detesta los motines que pueden quebrantar la firmeza del ministerio y derribar su sistema y sus proyectos; y yo, puedo excusarlos y hasta gustarlos, porque no es imposible que ellos sean la causa de una feliz revolución» 15.

¡ Si conociéramos mejor la historia, podríamos protegernos mejor y prevenir su repetición! ¡ La ignorancia siempre fue grata al despotismo y a las dictaduras, sean militares o económicas, cuando no a ambas!

JT.- En fin y para terminar ¿ Por que un joven de hoy debiera leer a Robespierre?

FG. Estamos en un nuevo período de ofensiva del capitalismo, revestido con el traje del «liberalismo» y los desastres ahora son claramente visibles. Estos desastres empiezan a asustar incluso a aquellos que se encuentran próximos a las esferas dirigentes., se hace sentir la misma espera de formas y de prácticas políticas nuevas. Tanto en 1789 como hoy se plantean las mismas preguntas: ¿ por qué nos formamos en sociedades? ¿ gente entre ellos? ¿ Cuáles son los relaciones de las sociedades entre ellas? ¿ Cuál es el fin de la sociedad? ¿ Para qué sirve una declaración de los derechos? ¿ Sobre qué, cómo fundar una sociedad justa? ¿ Cómo una ley puede ser justa y legítima? ¿ Cómo podemos resistir a los despotismos?

La Revolución respondió que las sociedades serían humanas sólo con la condición de que los derechos del más débil fueran garantizados y Robespierre llamó a esto «economía política popular «. Él nos cuenta esta experiencia.

1 Véase parte de las exposiciones de Miras en dicho seminario en: Joaquin Miras «Repensar la política, refundar la izquierda» El Viejo Topo, Barcelona, 2002.

2 Singularmente, sus: «Triomphe et mort du droit naturel en Révolution. 1789-1795-1802. PUF, Paris,1992; Su Antologia de textos editada con Guy-Robert Ikni «La guerre du blé au XVIII siècle», éditions de la Passion, Paris, 1988 y, su «La voie paysanne dans la révolution française.L’exemple picard», Maspero, Paris, 1977. Gauthier, aún no ha sido editada en español.

3 En francés en Actuel Marx nº 20, 1996. En catalán, en Realitat 59-60, Barcelona, 1999, número monográfico «Los orígenes del futuro: la Revolución Francesa».

4 Véase Maximilien Robespierre, «Por la felicidad y por la libertad. Discursos», Antología a cargo de Yannick Bosc, Florence Gauthier y Sophie Wahnich ( eds.) El Viejo Topo, Barcelona, 2005.

5 27 de julio de 1793. Salvo cuando se indique lo contrario, las notas son del entrevistador.

6 En francés, «petites gens».

7 En francés, «honnêtes gens».

8 Véase artículo citado.

9 Literalmente, montañeses, minoría de la Convención Nacional, destacada por la defensa de los intereses populares. Se sentaban en los bancos más elevados de la Convención.

10 Permítaseme precisar que en la expresión «derechos del hombre», la palabra hombre tiene el sentido de «ser humano de los dos sexos» y no de «macho». Algunas interpretaciones recientes han leído de forma abusiva «derechos del macho», en lugar de «derechos del hombre». Añado que me veo en la obligación de hacer este tipo de precisión en mi condición de mujer ( Nota de Florence Gauthier).

11 El espíritu de las leyes, 1757, XXIII, 29.

12 El 29 de septiembre de 1793, la Convención nacional, presionada por el movimiento popular, adoptó el máximo de los precios y de los salarios.

13 Yannick Bosc publicará próximamente un libro sobre Thomas Paine que desembrolla esta historia ( Nota de Florence Gauthier)

14 Jean-Pierre Faye, Dictionnaire politique portatif en cinq mots. Demagogie. Terreur. Tolerance. Repression. Violence. Idées Gallimard, Paris, 1982.

15 Del Comercio de los granos, 1775.