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Diez años de guerras a través del cine

Érase una vez la década sin nombre

Fuentes: Diagonal

Por si alguien se hubiera perdido la última década, el cine anglosajón se ha tomado la molestia de ofrecerla para amplias audiencias en ese anticuado formato de 90 minutos de cine. Recorremos 13 películas que son un retrato diverso del estupor que arranca el 11-S y se prolonga hasta el día de hoy.

El primer personaje de esta historia es un controlador aéreo. Y el primer escenario: el caos desatado en las torres de control de Nueva York cuando empiezan a desaparecer de la pantalla vuelos que han emprendido virajes extraños y descienden sobre el sur de la isla de Manhattan.

Septiembre de 2011

United 93 (Paul Greengrass, 2006) narra con tono realista y actores desconocidos la peripecia de los ocupantes del cuarto avión secuestrado y la extrema tensión vivida en los centros civiles y militares de control aéreo. La textura fría de las imágenes, el ritmo vertiginoso y los múltiples fragmentos de diálogo reconstruyen 90 minutos de angustia y desconcierto. Se realizó con el apoyo de las familias de los fallecidos en el vuelo que se estrelló finalmente en Pensilvania, y se ajusta por tanto a la versión ofrecida por éstas a modo de «homenaje a los héroes anónimos».

Semejante pretensión de homenaje guía cada secuencia de World Trade Center (Oliver Stone, 2006), aunque aquí el relato, que también se reclama basado en hechos reales, se centra en dos personajes: los policías de la Autoridad Portuaria John Mc- Loughlin (Nicolas Cage) y Will Jimeno (Michael Peña). Ambos se adentraron en las Torres Gemelas y quedaron sepultados bajo los escombros. La heterodoxia de Stone brilla por su ausencia en este filme de factura clásica, con escenas de drama demorado y una última imagen premonitoria: la bandera de EE UU ondea sobre los rescoldos de la zona cero.

Tuvieron que transcurrir cinco años hasta que United 93 y World Trade Center ofrecieran la primera versión canónica del 11-S, años en los que Hollywood estuvo más ocupado en retrasar estrenos de películas de catástrofes, modificar guiones y borrar las Torres Gemelas de algunas de sus producciones. Sin embargo, el primer filme con repercusión sobre el 11-S y sus inmediatas consecuencias había sido distribuido en 2002. 11 de septiembre – 11″09″01 ofrece la visión de once directores (Amos Gitai, Kean Loach y Sean Penn, entre otros) sobre las repercusiones planetarias de la tragedia. El resultado, un filme tan interesante como desigual, tan lírico como errático.

La guerra de Afganistán lleva camino de convertirse en la guerra jamás contada y el cine ha contribuido a esta opacidad. Entre las excepciones destaca Camino a Guantánamo (Michael Winterbottom y Mat Whitecross, 2006), que reconstruye el drama vivido por cuatro jóvenes británicos que se encontraban en Pakistán en octubre de 2001 para asistir a la boda de uno de ellos. Desde allí viajaron a Afganistán, donde terminaron como prisioneros del Ejército estadounidense; tres de ellos fueron trasladados a Guantánamo. Utilizando recursos del documental (voz en off, imágenes de archivo y entrevistas a los protagonistas reales) y una cuidada reconstrucción de los hechos en clave de ficción, la película ofrece una visión descarnada de la práctica sistemática de la tortura en Guantánamo y los centros de detención de Afganistán. En 2004, los cuatro jóvenes fueron trasladados a Londres y puestos en libertad sin cargos.

En esa misma guerra interminable de Afganistán se encuentran atrapados los soldados Ernest Rodríguez y Arian Finch, heridos en territorio enemigo en Leones por corderos (Robert Redford, 2007). Un territorio remoto para los políticos y periodistas de Washington, enredados en filtraciones y reproches (trama teatral interpretada por Tom Cruise y Meryl Streep), y para profesores progresistas y dialogantes (papel que se reserva Robert Redford). La pregunta que subyace es: en una batalla alimentada con parias, proletarios, minorías, ¿qué papel le está reservado a la generación, ahora acomodada, que se opuso a la guerra del Vietnam?

Esta cuestión incómoda de quiénes forman el Ejército aparece planteada en términos más espectaculares en Fahrenheit 9/11 (Michael Moore, 2004), en cuya secuencia final el propio Moore sugiere a los congresistas que animen a sus hijos a alistarse. El estilo incisivo del cineasta cobra pleno sentido en esos diálogos incómodos a las puertas del Capitolio.

Pero si es verdad que la comedia es tragedia más tiempo, tal vez seis años sean suficientes para cumplir ese trámite y poder reírse de aquellos días funestos de 2003 en los que la diplomacia estadounidense y británica tejió los argumentos para la intervención en Iraq. Así, In the Loop (Armando Iannucci, 2009) es un retrato mordaz y caricaturesco (o no tanto) de los comités, informes, entrevistas, reuniones, etc., en definitiva, de todo el andamiaje que soportan las decisiones que ya están tomadas.

¿Qué hacemos aquí?

Y entonces llegó la guerra… de Iraq. Y años después el cine de 90 minutos, 35 milímetros, inspirado en hechos reales y versión original en inglés comenzó a contarla, y lo hizo con secuencias rápidas, cámara en mano, diálogos cortantes, el sopor de la calima y una pregunta que se repite como un mantra: «¿Qué hacemos aquí?».

Bagdad. Abril de 2003. Matt Damon interpreta en Green Zone (Paul Greengrass, 2010) al subteniente Roy Millar en su búsqueda desesperada de las armas de destrucción masiva. Su vivencia parece un trasunto en clave de acción y videojuego de la decepción de quienes creyeron que había motivos para invadir Iraq.

Bagdad. 2004. La producción de mayor éxito y repercusión, En tierra hostil (Kathryn Bigelow, 2009), Oscar a la mejor película en 2010, se sitúa en un Bagdad fantasmal en el cual el héroe es un sargento especializado en desactivación de explosivos. Bajo el pesado equipo de protección, su campo de visión es muy limitado. Los 140 minutos de metraje se prolongan como un relato eterno del desactivador heterodoxo.

Hadiza. Noviembre de 2005. Para entonces, los marines están tan aburridos como «listos para matarlos a todos». Así que cuando son víctimas de una bomba deciden seguir el «procedimiento estándar» en un entorno hostil. La batalla de Hadiza (Nick Broomfield, 2007) narra con dureza desde tres ángulos (marines, civiles iraquíes e «insurgentes») el horror de la masacre perpetrada por el ejército estadounidense en respuesta a un atentado. La convincente trama protagonizada por iraquíes constituye una rareza en el género. No resulta extraño en cambio el final que sugiere una investigación y un castigo.

Samarra. Julio de 2006. Tedio, horror, investigación, castigo y una película que lo cuenta es también el esquema de Redacted (Brian de Palma, 2007). La historia de la violación y asesinato de una joven iraquí perpetrados por dos soldados estadounidenses está construida recreando los lenguajes audiovisuales que han reflejado la guerra en tiempo real (vídeos de soldados, cámaras fijas de vigilancia, telediarios, vídeos en YouTube, webs, etc.). ¿Otorga este formato múltiple mayor apariencia de verosimilitud?

Volver a casa

Dentro del género bélico, el regreso a casa constituye un subgénero explorado hasta la extenuación en el caso de Vietnam. Entre las propuestas sobre el retorno de Iraq, En el valle de Elah (Paul Haggis, 2007) destaca por su forma de sugerir el horror a través del desconcierto de un padre que busca a su hijo, ex combatiente de Iraq misteriosamente desaparecido a su regreso. Horror presente en los fragmentos de una grabación de móvil y en lo que la película insinúa sin mostrar.

Ahora bien, el último personaje de esta historia ha de ser un ex presidente aislado con sus recuerdos. En El escritor (Roman Polanski, 2010), Adam Lang (Pierce Brosnan), ex primer ministro británico empeñado en escribir sus memorias y lavar su imagen, pero perseguido por la acusación de haber cometido crímenes de guerra, busca expiar sus culpas. No lo consigue. Fundido en negro.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Erase-una-vez-la-decada-sin-nombre.html