Pasados 14 años del fin de la acción de ETA, algo no ha cambiado: el polémico modo de actuar de la Ertzaintza [policía autonómica vasca]. A las cargas con heridos graves se suman oscurantismo, connivencia con la ultraderecha y chantaje a sus mandos políticos. Zupiria tampoco ha enderezado la deriva. Estos son los datos.
El operativo del 12 de octubre en Gasteiz ha hecho rebrotar la polémica sobre la Ertzaintza. Cuando al inicio de la pasada década desapareció el factor de los atentados de ETA y se produjo la conmoción por la muerte de Iñigo Cabacas, pocos habrían pensado que llegado 2025 ese modelo policial seguiría intacto. Hay actitudes anteriores que se mantienen (cargas, escándalos…). Otras se han hecho perennes (conexiones con la ultraderecha, privilegios…) Y algunas parecen empeorar (presiones al Ejecutivo).

Este es un recopilatorio de hechos recientes, sin pretensión de exhaustividad: son todos los que están, aunque obviamente no están todos los que han sido. Un catálogo conveniente para responder a estas preguntas muy presentes en el debate político: ¿Hay motivos para criticar a la Ertzaintza? ¿Se le ataca injustamente o ataca injustamente? ¿Puede cambiar? ¿Debe cambiar?
Cargas con heridos
A Aritz Ibarra la Ertzaintza le partió la boca, literalmente, hace tres semanas en Gasteiz: rotura de mandíbula, extracción de un diente y desplazamiento de otros dos. No fue el único; se contaron en total unos 30 antifascistas heridos con fracturas, equimosis o laceraciones. Tampoco es un caso aislado este último año. A Iker Arana le extirparon un testículo también por un pelotazo de foam durante el desalojo del gaztetxe de Errekalde, en abril pasado. Doce meses antes, Amaya Zabarte sufrió graves heridas en la cabeza, que le dejarán secuelas de por vida (microhemorragias en el cerebro), en una carga en Donostia antes del Real Sociedad-PSG.
Son al menos tres heridos muy graves en apenas año y medio. Zabarte no vio el impacto, pero tanto Ibarra como Arana sí constatan, y las imágenes lo atestiguan, que se les disparó a bocajarro y a zonas especialmente vulnerables del cuerpo.

Viene de antes. A la pandemia le sucedió un repunte en cascada de estas cargas de la Ertzaintza. Al secretario general de Industria de CCOO, Javi Gómez, la Ertzaintza le rompió el tabique nasal de un porrazo en una protesta en PCB en Ezkerraldea en 2021. Apenas semanas después, varios trabajadores de Tubacex resultaron heridos en dos acometidas.
Con apenas 16 años, Xuhar Pazos perdió la visión un ojo a consecuencia de un proyectil disparado en los carnavales de Tolosa de 2024. Antes, otro impacto había roto la mandíbula a Nahuel Gómez, camarero de la Parte Vieja, el día grande de Donostia de 2021. La misma lesión sufriría una de las víctimas de la carga contra la manifestación del 3 de Marzo en Gasteiz este pasado año. Y hubo dos jóvenes hospitalizados cuando la Policía autonómica arremetió contra una movilización de Ernai en Bilbo en 2021, en este caso a porrazos.
Algunos de estos hechos han generado anuncios de investigación interna que luego no han llegado a nada. Varios siguen judicializados, pero sin sentencia. Entre medio, y pese a la constatada peligrosidad de las pelotas de foam, sindicatos de la Ertzaintza siguen añorando las de goma y la Brigada Móvil continúa entrenándose con este material «como recurso de ‘última ratio’».
Oscurantismo
Estos hechos han trascendido siempre por denuncias de sus víctimas o vídeos anónimos, nunca por comunicación oficial. Así ocurrió incluso con una actuación de la Ertzaintza que concluyó con una persona fallecida, Eneko Valdés, en Astigarraga en 2024, en lo que pareció un caso de mala praxis policial.
Este 2025, tuvieron que pasar tres semanas para conocer que Karen Daniela Agredo había sido hospitalizada y sufre secuelas graves tras una detención por la Ertzaintza en Donostia. En este caso sí hubo un atisbo de autocrítica: el consejero Bingen Zupiria admitió que debió ser ingresada antes y que no encontraba explicación para ello.

Sin salir de Donostia ni de esta década, nunca se ha aclarado por qué se precipitó al Urumea un vehículo policial en diciembre de 2020, con un agente fallecido, aunque el propio Zupiria (entonces portavoz de Lakua) habló inicialmente de «un cúmulo de fatalidades».
Connivencias con la ultraderecha
El operativo de Falange deja otra constatación inquietante: las imágenes y testimonios que afirman que ertzainas cooperaron directamente con los ultras. A posteriori se ha anunciado un expediente al promotor del acto, pero esa mañana ni se cargó ni se detuvo a ningún falangista.
Más connivencias: «Vamos a estar aquí, si la cosa se pone fea nos pegáis un toque», le dice un ertzaina a Dani Esteve, jefe de Desokupa, en un desahucio al estilo matonil en 2021 en Abadiño. El consejero Josu Erkoreka negó tajantemente que hubiera compadreo. Antes también desmintió o quitó hierro a las imágenes sobre uso de simbología ultra por parte de ertzainas. Su sucesor Zupiria ha confirmado que no existe ningún expediente por tatuajes, pulseras y demás.
Drogas, violencia machista, agresiones…
Un ertzaina dio positivo por drogas esta pasada semana en una persecución en Etxebarri. La noticia generó más humor que inquietud, pero pocas bromas con esto: dos ertzainas han sido condenados en setiembre a seis y siete años de cárcel tras hallarles 54 kilos de cocaína en Galdakao. Otro aceptó en Donostia 18 meses de prisión por prometer ayuda a un detenido a cambio de droga (la Fiscalía pedía seis años). Ambos casos son de este 2025.
En la misma ciudad, el verano pasado trascendió la detención de un ertzaina acusado de intento de homicidio contra su esposa en Txomin Enea. Luego se supo que se había registrado como mujer, por lo que se pasó a investigar si acaso pudo cambiar de género fraudulentamente para evitar condenas por violencia machista. No se ha sabido más.
En este capítulo de situaciones que van más allá de las cargas encaja la condena en 2023 a un ertzaina por agredir en la comisaría de Getxo a Silvia, una mujer racializada. Fue decisivo un vídeo que salió a la luz pública y acreditó las bofetadas y puñetazos, aunque luego solo se le impusieron seis meses.
Revuelta contra el Ejecutivo
Los casos citados hasta ahora tienen un hilo conductor con muy contadas excepciones: el amparo del Departamento de Seguridad a sus agentes. Ello contrasta con la agresividad creciente de la Ertzaintza contra sus mandos políticos.

La dinámica, tanto asindical (‘Ertzainas en Lucha’) como sindical, iniciada en 2023 amenazó directamente con boicotear el paso del Tour por Euskal Herria. Retó al lehendakari Urkullu reprochándole «soberbia» y «chulería» tras una intervención en Arkauti en la que alertaba de que la Ertzaintza «no puede perder el respeto de la sociedad». Señaló directamente en sus pancartas, fotos incluidas, a responsables como la directora de Recursos Humanos Izaskun Urien. Y cortó el paso al tranvía en Gasteiz mientras sus compañeros uniformados no actuaban, sino que aplaudían desde la acera.
Erkoreka se marchó impotente ante este ‘motín’. Zupiria fue elevado a consejero por sus capacidades, aparentemente más útiles para enfriar la temperatura en torno a la Ertzaintza, pero también ha sido ‘quemado’ rápido por los sindicatos, que le reprochan operativos concretos.
El ejemplo más palmario de que la situación interna sigue revuelta ha sido la crisis en Arkauti, donde su mano derecha, Miren Dobaran, ha dimitido como directora tras apreciar las resistencias a cambios, una crisis que se ha evitado explicitar. Ocurrió este verano, en paralelo a la noticia de que más de la mitad de los aspirantes habían suspendido la prueba de conocimiento.
En esta dinámica de desplantes a Lakua, sindicatos y exdirigentes de la Ertzaintza se han plantado contra la reciente admisión como víctima de Rosa Zarra, muerta en 1996 por un pelotazo en Donostia. Antes, en 2021, Esan ‘forzó’ al ‘Teleberri’ a rectificar una información sobre la realidad de los hechos.
350 euros más y 300 BMW
Especialmente en el sector de la Administración pública, hay otra cuestión relacionada con la Ertzaintza que ha molestado y enlaza con la anterior: el acuerdo entre el Departamento de Seguridad y la mayoría de los sindicatos policiales cerrado en abril. Incluye una subida salarial mínima de 4.200 euros al año (salen 350 por mes) con 2028 como horizonte. Se articula a través de pluses, bien aumentándolos –en algún caso hasta un 257% (dietas de Navidad)– o bien de nueva creación (el complemento de formación profesional que se ha denominado Arkampus). Ninguno de ellos supone realmente más trabajo, sino más bien al contrario, porque se han introducido otros beneficios en lo que atañe a la jornada laboral.
Este acuerdo fue engrasado con una medida previa: 300 coches BMW para la Ertzaintza con un gasto total de 24 millones de euros por parte de Lakua.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20251103/ertzaintza-victima-o-multireincidente


