La campaña No te comas el mundo denuncia que España es uno de los países depredadores. Ferran Garcia, uno de sus impulsores, denuncia que el modelo de producción intensiva en los países del sur e importación masiva por parte de los países del norte, entre los que está España, acaba con la seguridad alimentaria de […]
La campaña No te comas el mundo denuncia que España es uno de los países depredadores. Ferran Garcia, uno de sus impulsores, denuncia que el modelo de producción intensiva en los países del sur e importación masiva por parte de los países del norte, entre los que está España, acaba con la seguridad alimentaria de los países productores y genera efectos «gravísimos» en la ecología.
Hay estudios de la depredación española tanto en el mar como en la tierra. Un documento del Observatorio de la Deuda en la Globalización de la Cátedra Unesco de Sostenibilidad denuncia la super explotación a la que son sometidos los trabajadores de la industria del salmón en Chile y apunta que este pez nunca había nadado en la costa chilena. Pesca Chile, una de las más explotadoras, es propiedad de capitales españoles identificados como Pescanova.
Otro ejemplo, esta vez terrestre: las importaciones españolas de oleaginosas y de maíz ponen en jaque a los agricultores de Brasil y Argentina y dañan ecosistemas protegidos. Hace 11 años el cultivo de soja era casi inexistente en Argentina. Hoy en día, el campo argentino aparece cubierto por un gran manto verde de soja transgénica. España contribuye a este modelo latifundista, ya que es el sexto país del mundo que más soja importa. Según la FAO, Argentina produce más de 24 millones
de toneladas de soja y es el segundo país, tras EEUU, que más exporta este producto. En 2003, España importó seis millones de toneladas de oleaginosas, la mayor parte, de Argentina. El avance de este gran manto de soja ha hecho que Argentina haya perdido el 46% de sus bosques. Entre 1990 y el 2002, desaparecieron 60.000 granjas en la Pampa. La Fundación Terram, en Chile, denunciaba en el 2004 que un millón de salmones se habían escapado de las jaulas de engorde en Aysén. El salmón no es una especie originaria de Chile. Se trata de un depredador para las especies autóctonas. El salmón llegó a la zona de Los Lagos, en Chile, de la mano de las multinacionales de la industria salmonera a mediados de la década de los 90. En solo 12 años, Chile ya compite con Noruega por ser la principal exportadora. Claro que de las 12 firmas
salmoneras, la mitad son extranjeras. Una es española: Pescanova.
En Paraguay hay 2,6 millones de hectáreas de soja transgénica a costa de la expulsión de comunidades rurales, la paramilitarización del campo, violación a los derechos humanos, desaparición de bosques, pérdida de biodiversidad y destrucción de las cuencas hídricas. Este año se anuncia 400 mil nuevas hectáreas de soja en zonas de agricultura tradicional. La empresa Cargill comercializa el 30% de la producción nacional de soja, maíz y trigo. Posee 41 instalaciones portuarias y silos. Ahora está construyendo un megapuerto que tendrá una capacidad de exportar un millón de toneladas de granos de soja al año. Esta zona es habitada por un gran número de pescadores artesanales y está a 500 metros río arriba de las tomas de agua de la empresa pública que abastece a la ciudad de Asunción y alrededores, agua que se contaminará con los desechos del puerto, a lo que se sumarán otros impactos ambientales.
Muchas organizaciones han rechazado este proyecto, pero este sigue, con el argumento que se generará empleos. Con el objetivo de frenar este megaproyecto que atenta contra la población y el medio ambiente, se ha conformado la Asamblea Ciudadana por la Vida y la Salud, integrada por varias organizaciones sociales y civiles.
La campaña No te comas el mundo ha denunciado que Chile practica el «primero hacer y luego legislar». Esto ha creado graves desajustes. Un cartel frente a una piscifactoría reza: «Aquí trabajamos 115 personas y llevamos 13 días sin accidentes. Récord anterior: 12 días». Esto se suma al daño ambiental. Bajo las piscifactorías, se crea una zona muerta que
nace de los contaminantes que generan las 7.866 hectáreas de jaulas.
Las variedades tradicionales de maíz se pierden ante el avance del maíz transgénico. El Grupo de Reflexión Rural encabeza una campaña para concienciar de los peligros de este maíz. Argentina es el quinto país productor mundial de maíz. Igual que la soja, el cultivo del maíz transgénico avanza por la Pampa y causa desastres. Según la FAO, España es el cuarto país que más maíz importa del mundo. Un 85% se utiliza para la alimentación animal y la mayoría proviene de Francia (41%), Argentina (26%) y Brasil (25%).
Publicado en el boletín de ATTAC nº 427