El tercer país del mundo con más humedales protegidos puede avergonzarse de que el 100% de ellos esté sometido a altas presiones, ya sea por sobreexplotación, usos agrícolas, falta de caudal, exceso de nutrientes o impactos humanos. A pesar del panorama, se han hecho algunos avances y existen las leyes y herramientas técnicas para restaurar […]
El tercer país del mundo con más humedales protegidos puede avergonzarse de que el 100% de ellos esté sometido a altas presiones, ya sea por sobreexplotación, usos agrícolas, falta de caudal, exceso de nutrientes o impactos humanos. A pesar del panorama, se han hecho algunos avances y existen las leyes y herramientas técnicas para restaurar estos espacios.
Un par de datos y un ejemplo que clama al cielo. En España hay 75 enclaves protegidos con la consideración de humedales Ramsar, la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional, que el Estado español ha ratificado. Son 304.564 hectáreas que suponen la joya de la corona de las zonas húmedas del país, aunque el territorio peninsular, especialmente rico en masas de agua subterráneas y en superficie -es el tercer país del mundo por número de humedales protegidos, tras Reino Unido y México-, cuenta con 1.500 lagunas con un área mayor a media hectárea.
Si se visita la lista Ramsar, el primero que aparece, por su tamaño, importancia y riqueza en biodiversidad, se llama Doñana, que además es parque nacional, entre otras figuras de protección. Pues bien, la Comisión Europea va a llevar a España ante el Tribunal de Justicia de la UE por incumplimineto de las leyes para su protección al «no haber tomado las medidas adecuadas para proteger las masas de agua subterránea que alimentan el humedal de Doñana, conforme requiere la legislación de la UE sobre el agua» y no adoptar «las medidas necesarias para evitar el deterioro de los hábitats protegidos en este humedal».
Es la concreción de una denuncia de WWF hecha en 2010, y solo una arista más de las múltiples amenazas a las que se enfrenta el espacio -el, incidamos, considerado de mayor importancia de España-, denuncias repetidas hasta la saciedad desde múltiples actores sociales. Qué será entonces de esa lagunilla cercana a su domicilio o su pueblo que, probablemente, le venga al lector a la cabeza.
60% perdido
Este 2 de febrero se celebra el Día Mundial de los Humedales y en 2019, además, tenemos algunos cumpleaños especiales, como los de las lagunas de Gallocanta y Chipriana (Aragón), que cumplen un cuarto de siglo en el listado internacional. Sin embargo, aunque el momento de mayor degradación de estos espacios, «entre mediados del siglo XX y los años 80», explica el experto en Humedales del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE) e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Francisco Comín, ya pasó, no estamos para tirar cohetes.
No hay que irse al mar de Aral, entre Kazajistán y Uzbekistán, para pisar tierras que hace apenas unas décadas estaban cubiertas de agua. Se estima que, en España, más del 60% de la superficie original de las zonas húmedas ha desaparecido desde principios de siglo. Si alguien ve agua en el que fuera el mayor humedal del país, la laguna de la Janda, en Cádiz, -desecado finalmente a mediados de siglo por la actividad agraria- que avise a las autoridades. Precisamente, una decena de organizaciones ha presentado este enero una campaña que busca forzar al Gobierno y a la Junta de Andalucía a restaurarla, lo que ha cristalizado en la apertura de un expediente por parte de Subdirección General de Patrimonio del Estado para la investigación y recuperación de oficio del dominio público estatal de la laguna.
Bajo presión
El informe Humedales Ramsar en España de interés para las aves acuáticas: estado de conservación y recomendaciones , publicado por SEO/Birdlife en octubre de 2018, concluye que todas las zonas húmedas estudiadas -60 de las 75- «están expuestos a presiones ‘altas’ o ‘muy altas'», y el 54% está en «mal estado de conservación», mientras que solo el 12% tiene una calidad óptima. Fruto de esta situación son los siete expedientes abiertos por Ramsar -Albufera de Valencia, delta del Ebro, Doñana, Tablas de Daimiel, lagunas de Ruidera, Mar Menor y albufera de Mallorca- y los dos más que podrían caer -Aiguamolls de l’Empordà y el complejo intermareal Umia-Grove-.
Las principales amenazas son antiguas y conocidas. El informe de SEO/Birdlife señala que el 60% tienen problemas relacionados con la gestión del agua, entre los que destacan la contaminación de la misma, la sobreexplotación de acuíferos, la falta de agua por pérdida de caudales de los cursos que los alimentan o la sedimentación que produce una colmatación y una pérdida de masa de los humedales, entre otros.
Los problemas relacionados con la agricultura afectan al 38%, y son, principalmente, «pérdida de mosaicos de vegetación, intensificación agrícola y ganadera, desaparición de actividades agrícolas tradicionales y aumento de superficie de regadío», indica la organización ambientalista.
Por último, los factores climáticos -no solo el calentamiento global, también los relacionados con sequías e inundaciones-, las amenazas derivadas de la contaminación no vinculada directamente con el agua y las «molestias humanas», tres circunstancias que afectan a más de un tercio de los humedales Ramsar, completan los retos a los que se enfrentan estos espacios.
Continuo riesgo
«Los humedales están como la botella, medio vacía o medio llena, según se vea, pero si siguen así mucho tiempo van a ir a peor, porque se deteriorarán», analiza Comín desde la sede del IPE en Jaca (Huesca). A pesar del panorama, el investigador ve pequeños avances en algunos lugares. Es el caso de la recuperación de algunas zonas del Delta del Ebro, un área especialmente afectada por la falta de caudales y sedimentos de una cuenca del Ebro con más de 200 embalses; el plan de la Junta de Castilla-La Mancha para proteger sus pequeñas lagunas interiores, o la recuperación de tierras de arrozales aledañas a la Albufera de Valencia para su uso como filtro de agua -«estaba tan mal que va a ser un poco insignificante, pero es un primer paso en la buena dirección», matiza-.
Otros puntos están sujetos a un «continuo riesgo» para el experto. Doñana es el claro ejemplo. Si la sobreexplotación de sus acuíferos, las amenazas por contaminación y el proyecto de gas en su subsuelo no eran suficientes, ahora se suma la posible construcción de una autovía entre Cádiz y Huelva, según una promesa electoral del PP andaluz que ahora podría llevarse a cabo.
El Mar Menor es otro clásico de los desastres en España, cuyo punto álgido fue en los años 70, con el ensanche y dragado del canal que lo conecta con el Mediterráneo -para permitir el paso de embarcaciones, principalmente al puerto deportivo de Tomás Maestre, en el interior de la lengua que separa la laguna del mar-, lo que acabó de rematar un espacio sometido a continuos abusos. Hoy tiene, tal como señala Comín, «una continua amenaza que viene de la cuenca de sólidos en suspensión». De hecho, Roberto González, responsable del área de Agua de SEO/Birdlife, habla de él como un «lago inerte» sujeto a un proceso de eutrofización -falta de oxígeno por exceso de nutrientes-, una situación similar a la sufrida por la Albufera valenciana.
Por último, están lugares como la Reserva Natural de las lagunas de Gallocanta, donde, como apunta el experto del CSIC, «no se hace nada pero tienen amenazas como el cambio climático».
Servicios básicos
Paradójicamente, como apuntan desde Ecologistas en Acción, los humedales ayudan a paliar los efectos del cambio climático: «Con su capacidad de acumular agua, amortiguan y retrasan las sequías. Y con su capacidad de laminación y retención del agua reducen los efectos de las inundaciones». La federación defensora del medio ambiente señala que «la importancia medioambiental y socioeconómica de los humedales está ampliamente documentada». Y, como denuncia González, «hay que mantener en buen estado los ecosistemas acuáticos para que estos nos sirvan de beneficio social y nos den todos los servicios ambientales que nos aportan».
No son pocos. Son esenciales para frenar riadas e inundaciones en épocas de crecida de caudales, crean suelo, estabilizan costas y contrlan la erosión, recargan acuíferos y aguas subterráneas, las purifican, y son un tipo de hábitat especialmente rico en biodiversidad, entre otras cualidades. También regulan el ciclo del carbono. «Las turberas y los humedales arbolados son particularmente importantes como sumideros de carbono. Si bien solo cubren el 3% de la superficie terrestre del mundo, se estima que las turberas almacenan más del 25% de carbono de los suelos», señalan desde Ecologistas en Acción.
El ser humano saca, por supuesto, provecho de ellos. «Han jugado un papel esencial para el desarrollo y la supervivencia de las comunidades humanas», remarca la federación ecologista, siendo uno de los entornos más productivos del mundo, del que dependen total o parcialmente millones de personas.
Es en este último punto donde incide Comín: «La solución es aplicar la ley de espacios protegidos y, además de conservarlos, que sirvan para el desarrollo de la tierra y las gentes que están alrededor, lo que no quiere decir una explotación máxima como ocurrió en las Tablas de Daimiel». El investigador del CSIC remarca que solo implicando a la gente del territorio se pueden salvar estos espacios. «Hace falta proximidad, hacerles entender el bien que nos pueden proporcionar. Por ejemplo, cuando se hacen concentraciones parcelarias o planes de modernización de regadío hay que dejar espacio para las cuencas de alrededor de los humedales, que sirvan para proteger el espacio; dejar margen en los arroyos, humedales intermedios que sirvan de amortiguador al humedal objeto de Ramsar».
Directiva del agua y voluntad política
Leyes para protegerlos no faltan. «Lo primero de todo es el convenio Ramsar, que está firmado por España. Tienen que permanecer como espacios protegidos», señala Comín. «Si cumpliésemos la Directiva Marco del Agua estaba todo solucionado», añade el responsable de Aguas de SEO/Birdlife, quien expone que el esfuerzo del Gobierno español por cumplir dicha directiva «es nulo, a tenor de los planes hidrológicos».
Precisamente, González alerta ante el proceso de reforma y edulcoración al que podría enfrentarse la directiva europea, «la mejor ley en materia de aguas a nivel mundial», remarca, aprobada en el año 2000. La Comisión Europea ha abierto una consulta pública dentro de un proceso de revisión de la normativa y su efectividad, lo que podría derivar en su modificación. «La sociedad civil tiene que ser consciente de que hay una revisión de la directiva, la ley fundamental para proteger nuestro ríos y humedales. Todos deberíamos aportar y firmar para apoyar esta directiva, porque está recibiendo muchas presiones, tanto a nivel Estados miembros como de otro sectores, para reducir su ambición, lo que sería un fracaso absoluto a nivel Europa», denuncia.
Con todo ello, las herramientas para proteger marismas, pantanos, turberas y lagunas están sobre la mesa. «Falta voluntad política», denuncia el investigador del CSIC, También tenemos los medios técnicos para restaurar y mejorar la calidad de este tipo de espacios. «¿Hay acuíferos contaminados por nitratos?, pues que se descontaminen, hay técnicas para eso: se saca le agua, se desnitrifica y se devuelve al sitio. ¿Que cuesta? Claro, pero más cuestan otras cosas». De hecho, Comín participó en una prueba piloto con resultados altamente satisfactorios. «Hicimos un proyecto en 15 humedales de los Monegros – LIFE + CREMAgua, Creación y Restauración de Ecosistemas Acuáticos para la Mejora de la Calidad del Agua y la Biodiversidad en Cuencas Agrícolas del río Flumen- en el que el 95% de los nitratos que salen excedentes del riego se pueden retirar, y es poniendo humedales «.
Soluciones técnicas sobre la mesa y leyes redactadas y firmadas. Solo queda una cosa por hacer. Y no es la foto ni los segundos de informativos locales que, probablemente, verán hoy en sus pantallas con alguna autoridad de visita en alguna de las 75 áreas Ramsar de España. Hasta el 2 de febrero del año que viene.
Fuente: http://www.elsaltodiario.com/medioambiente/humedales-ramsar-espana-pais-no-protege-lagunas