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España, por pelotas

Fuentes: Cuarto Poder [Foto: Un agente de la Policía Nacional de España dispara balas de goma a manifestantes. / EFE (Archivo)]

La última semana de febrero ha tenido como eje informativo uno de esos hitos que tanto gustan en la corte mediática, un tema sobre los que modular los debates y generar una suerte de gran consenso desde tribunas, portadas y tertulias. Un discurso único de esos que, sin embargo, al españolito de a pie (asustado e inquieto por las consecuencias de una nueva gran crisis de consecuencias inciertas, pero oscuras) le suelen dar igual (ya saben, la enorme distancia que se ensancha entre opinión pública y opinión publicada). Es decir, un evento para generar horas y horas de televisión sin aportar (casi) nada nuevo.

El 40 aniversario del golpe militar del 23F ha servido (¡oh, sorpresa!) para cerrar filas en torno a un momento del pasado que ayude a generar un discurso único sobre nuestra historia reciente y que, por tanto, intenta explicar el presente. A Juan Carlos I, que sigue pasando su jubilación en los Emiratos Árabes, lejos del pueblo y del mundanal ruido de las investigaciones que le rodean, se le vuelve a señalar como adalid de la democracia por su propio hijo y tres días después (¡oh, sorpresa!) abona más cuatro millones de euros a Hacienda (¡cuatro millones de euros!) en una segunda fase de regularización fiscal de rentas no declaradas. ¡Adalid de la democracia! ¡Cuatro millones! ¿De dónde ha salido tanto dinero?

Al mismo tiempo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, se afana en asegurar que nada de nada de agilizar una nueva ley de secretos oficiales que permita a la ciudadanía, a fin de cuentas, conocer con detalle lo que verdaderamente ocurrió el 23F: quién estaba detrás y con qué objetivos, más allá de cuentos de reyes y hadas. Desclasificar los documentos históricos, permitir a los historiadores realizar su labor, ni de coña. ¿Qué papel jugó Juan Carlos I en aquel episodio histórico? ¿Quién estuvo implicado en la preparación de la astracanada y con qué fines? ¿Existe una verdad más allá del relato oficial? ¿Cuánta gente se creyó Operación Palace de Salvados y por qué?

Los fastos por el emérito huido multimillonario se combinan en la parrilla informativa con los detallados primeros planos de las protestas que se viene celebrando en varias ciudades del Estado tras la encarcelación del rapero Pablo Hasél. Jóvenes de diversas ciudades salen a la calle contra la represión en un contexto especialmente duro hacia la juventud, segmento de población en el reina la falta de expectativas laborales (la tasa de desempleo crece hasta el 40,7% frente al 17,8% europeo) y personales. Además, tras un año en el que buena parte de las tertulias han echado el resto culpabilizando a los jóvenes de los contagios de la pandemia, existe un evidente azogue en estas generaciones. Mientras tanto, ni mu a unas farmacéuticas que no liberan las patentes para que todo el mundo esté vacunado cuanto antes. Por pelotas. Operación Astrazeneca.

Y ante unas protestas que se repiten por las noches, que dejan imágenes de contenedores quemados y algunos escaparates rotos, la corte no se pregunta qué ocurre, cuáles son las causas de tal desafección, tanta rabia, tanto cabreo. Todo lo contrario. El modo que España parece tener para solucionar sus problemas vuelve: a hostias, a porrazos, pelotas de goma. Ni un atisbo de diálogo, ni una mínima intención de sentarse a escuchar qué reclaman aquellos que deberían estar trabajando (o empezando a trabajar) para sostener un sistema social que se va al garete y que, sin embargo, no tienen la oportunidad de hacerlo. «Nos enseñasteis que ser pacíficos no sirve de nada», rezaba una pancarta en una de las movilizaciones barcelonesas, poco antes de que empezaran las cargas policiales.

Los grandes adalides del análisis político y social, sentados en corro en torno a una mesa de un plató, sorprenden al mundo con su conocimiento de la realidad y sus propuestas. No son manifestantes, son terroristas. No son jóvenes parados o estudiantes sin perspectivas de futuro, son gamberros. No son artistas, son raperos (como si el rap no fuera una de las más influyentes manifestaciones artísticas del momento). Y, de igual manera que cierran filas en los pasillos del Congreso con la supuesta herencia del rey, tras aquel 23F de tricornios y disparos al techo, la corte periodística lo hace con las fuerzas policiales que, una vez más, ensayan fórmulas de actuación que no pretenden dispersar una congregación de personas, sino golpearla. No pretenden desinflar el conflicto, sino avivarlo. Y así ganar primeros planos y minutos de tele. Y el PP recoge firmas de apoyo a los agentes… y se olvida de proponer medidas sociales para la juventud. Así es la oposición, por pelotas. Y el Gobierno.

Así es España, por pelotas. Por pelotas no se permite conocer la verdad del 23F. Por pelotas, los perdedores pasan a ser humillados (en la plaza, en el plató). La eterna venganza de un país que no se atreve a afrontar el futuro planteando soluciones propias, sino a dejarse llevar por la inercia, sin hacer ruido ni molestar, y borrando del pasado aquellos elementos incómodos para intentar construir grandes consensos (en la opinión publicada, no así en la pública, la verdad sale a la luz aunque tarde más de lo que debiera) que la corte repite en sus tertulias y portadas como si no pasara (o no hubiera pasado) nada. Por pelotas y a hostias (policiales y judiciales) se resolverá el conflicto catalán, o eso piensan, porque solucionar… así no se soluciona nada. Por pelotas de goma, balas de foam, que se siguen disparando contra manifestantes y que ya han vaciado demasiadas cuencas de ojos.

Por pelotas, así se dirimirá la próxima batalla política, quizás la más importante de cara al futuro que viene: el reparto de los Fondos Europeos que han de reactivar la economía tras la crisis paralizada por la pandemia. Las empresas del Ibex35 se frotan las manos. Ni el más mínimo debate se ha abierto desde el Gobierno y los grandes medios en la sociedad sobre qué modelo de sociedad queremos para el futuro, ni tiene visos de abrirse. Toda la estrategia parece ser que los turistas estén vacunados en verano y que con su cartilla-pasaporte de vacunación puedan venir a nuestros hoteles. Mientras tanto, nada hace presagiar que los precios de los alquileres vayan a ser regulados, a pocas semanas de que, si no se renueva la moratoria frente a algunos desahucios, llegue una riada de ejecuciones que vengan a ensanchar el caudal de gente sin casa y casas sin gentes. Esos jóvenes que protestan y cuya única respuesta son las pelotas de antidisturbios seguirán teniendo jodido emanciparse y poder pagar el alquiler.

Mientras, en el plano político estatal, otras batallas de gran relevancia se jugarán en los próximos meses, si la parte socialista del Gobierno tiene a bien, acaso, permitir su debate en el Consejo de Ministros. La derogación de la reforma laboral del PP, alquileres, ley trans… El PNV (necesario socio de la mayoría gubernamental en el Congreso y líder del Gobierno vasco de coalición con los socialistas) ya pronuncia abiertamente la opción de que la entente gubernamental entre PSOE y Unidas Podemos no funciona. ¿Acaso, ante los meses que llegan en los que se han de decidir políticas cruciales para el devenir económico y social de mayorías populares, no sería más cómodo un Gobierno sin Unidas Podemos?

Para ello (sacar a Unidas Podemos de la toma de decisiones), tienen que dar los números. Para que den los números, el PSOE habría de volver a entenderse con el PP en los asuntos “de Estado” (ya saben, la pasta y el poder real), tal y como se está viendo en el reparto de los sillones del CGPJ, se ha visto en el Consejo de RTVE, se verá en el Defensor del Pueblo… Ante esto, habría que preguntarse: ¿por qué los grandes medios hablan más de los disturbios que de la debacle del PP en las elecciones catalanas en pleno juicio del caso Bárcenas? ¿Operación salvar al PP de la debacle para que den los números si las cosas se ponen más feas todavía? ¿Que no haya resistencias para que el reparto de los fondos europeos llegue “a quien tienen que llegar”? Así es España, por pelotas.

Fuente: https://www.cuartopoder.es/ideas/opinion/2021/02/27/espana-por-pelotas-sato-diaz/