Una mirada histórica. Contrario a lo que muchos analistas podrían suponer, España ha sido tradicionalmente tierra de inmigrantes y emigrantes. Por su territorio han pasado fenicios, romanos, celtas, judíos, árabes y Gitanos, entre otros. Y ello para no referirme que Sevilla en el siglo XVI fue una ciudad multicultural y hasta donde llegó todo tipo […]
Una mirada histórica.
Contrario a lo que muchos analistas podrían suponer, España ha sido tradicionalmente tierra de inmigrantes y emigrantes. Por su territorio han pasado fenicios, romanos, celtas, judíos, árabes y Gitanos, entre otros. Y ello para no referirme que Sevilla en el siglo XVI fue una ciudad multicultural y hasta donde llegó todo tipo de extranjero con el objeto de pasar a Indias. Es de recordar que, a finales del siglo XV miles de españoles surcaron el Atlántico – y poco tiempo después el Pacifico-, controlando así y de este modo el flujo migratorio al Nuevo Mundo. A América llegaron muchos españoles que huían del hambre, las enfermedades, las guerras y hasta de las persecuciones religiosas. Para no pocos las tierras del nuevo mundo se constituyeron en un espacio idóneo para que muchos lograran el honor y la gloria que su tierra no podía garantizarles.
Durante todo el periodo colonial la emigración española se mantuvo, con altos y bajos, por supuesto, pero no llegó a pararse de ningún modo. Ni siquiera las guerras de independencia que estallaron en América entre la primera y segunda década del siglo XIX lograron contener el flujo de emigrantes españoles a las tierras americanas. A lo sumo las luchas emancipatorias lograron contener un poco la diáspora, como bien lo anota Antonio Macías Hernández, pero, una vez resueltas, ni las restricciones a la libertad emigratoria, ni las contiendas civiles que ensangrentaron la inmediata génesis de algunas repúblicas impidieron una creciente emigración en dirección a Uruguay y Venezuela principalmente (E. Guerrero Balfagón, 1960; N. Martínez Díaz 1978, 1984)1, cuyo punto de partida fue la década de 1830 y que entre este año y 1860 absorbió casi la totalidad del saldo vegetativo anual de la población canaria (A. M. Macías Hernández, 1988: 171-175) 2.
España, de acuerdo al contexto de las actuales migraciones, es considerada hoy por hoy un país de reciente inmigración. Su especialización ha sido arrojar en distintas direcciones y en diferentes periodos históricos a grandes contingentes de personas fuera de sus contornos geográficos. En una primera instancia, es decir, en su expansión a América a partir de 1492 logró llevar hasta allí a un número aún no determinado de individuos y sacar partido de este proceso migratorio, aunque no todo lo que debió, pues las riquezas que sacó del continente americano a punta del genocidio indígena terminaron y como así lo indica la historia, alimentando la prosperidad de los países bajos y de Inglaterra. Un segundo momento estelar de la historia emigratoria de España, la ubicamos, sin equívoco alguno, entre 1880 y 19143, periodo en el que se considera que pasaron hacía América unos tres millones de Españoles.
Dentro de esta lógica enunciativa del proceso migratorio español, la guerra civil (1936-1939) constituye un periodo de gran relevancia no sólo por el flujo migratorio que él representó, que no fue menor, sino porque los que se vieron en la necesidad de huir lo hicieron para salvar sus vidas y cargando a cuesta, muchos, con la derrota de la república. Viejas fotos borrosas en blanco y negro e importantes cintas nos recuerdan el largo éxodo que vivió España y que produjo un desplazamiento humano de considerable magnitud; olvidado al parecer hoy por la frenética borrachera de sentirse en el concierto Europeo y en el club del Euro.
España: un país en fuga.
Muchos fueron los que salieron en distintas direcciones hacia América. El refugio español se volcó sobre México, Argentina, Chile y un sinnúmero de países del continente americano. América latina en su conjunto aún recuerda aquel triste momento y España parece haberlo olvidado, pues de otro modo no se explica la actitud que hoy asume frente a los exiliado o solicitantes de asilo de América y de otras regiones, pues es de recordar que en el año 2004 más del 93% de las solicitudes de asilo tramitadas en España fueron denegadas. Desde entonces han venido disminuyendo la solicitudes de Asilo y refugio y el año 2007 y 2008 marcan cifras record en concesión de protección, pues en ningún caso superan la concesión de los 200 asilos.
El otro momento importante de España como país de emigrante lo constituye la salida masiva que se originó en este país producto de la demanda de mano de obra que requirió la Europa del norte después de la segunda guerra mundial. El apogeo de este nuevo flujo migratorio se ubica entre los años 1962 y 1964, y se cree, (Izquierdo Escribano:1992:26)4 que como mínimo arrojaría una cifra de unas 800.000 personas, las cuales sólo contabilizarían a aquellas que se encuentran viviendo en Suiza, Francia y Alemania. Aquí y para este periodo no se incluyen los emigrantes gallegos, vascos y de otras latitudes de España que viajaron con rumbo a Argentina, México y otras regiones de América. Este nuevo flujo migratorio pronto entraría en un significativo declive, pues en 1973 se produjo la crisis petrolera y los países del norte de Europa empezaron a restringir la mano de obra en general y, en particular, la que provenía del sur del continente, con lo cual la emigración española se vio afectada y ello empezó a producir un repliegue sobre su eje gravitatorio.
De esta manera, si bien la migración de los años 60 en España fue muy fuerte aún, no menos cierto es que ella venía mostrando una tendencia al amainamiento, pues el proceso de industrialización propio y el crecimiento económico que el país empezó a experimentar fue desacelerando la tendencia de la presión migratoria de tal manera que, cuando la crisis de octubre hizo su aparición sobre el panorama económico mundial la migración que antes se producía y se volcaba al exterior, ahora se dirigía a los nacientes polos de crecimiento e industrialización que se habían configurado al interior de España. Ello explica la migración interna de miles de andaluces, extremeños y castellano manchegos hacia Barcelona, el país vasco y Madrid, lo que no niega que la emigración hacia distintas regiones del orbe se siguiera presentando, pues como lo señala el investigador antes citado, en 1974 las salidas empiezan a ser más importantes que las entradas, aunque disminuyen con regularidad hasta el año de 19845
Cambio en el centro de gravedad.
El inusitado crecimiento económico que empezó a producirse en España, al amparo del franquismo en los años 60, pronto pondría de presente que España había pasado de ser un país rural; de emigrantes y refugiados y de paso, a convertirse en una sociedad con una fuerte tendencia a la industrialización y a transformarse de manera lenta pero segura en un centro operativo de recepción de inmigrantes, o al menos y sin equívoco alguno, a convivir con ambas tendencias.
Muy rápidamente los asesores del franquismo se darían cuenta que siglos de emigración, de cierre y de aparente autarquía habían creado un importante vacío laboral, el cual había que afrontarlo, pues el complejo industrial nacional requería de una viva y dinámica fuerza de trabajo que fuera capaz de alcanzar los niveles de crecimiento económicos que el régimen necesitaba. Aquí la transición juega un papel fundamental. Actuando en consonancia con lo anterior, el franquismo abre la puerta a la inmigración en los años 60 y a principio de los años 70, se señala, se eleva el número desde 60.000 aproximadamente a 160.000 extranjeros. Esta tendencia se reforzaría en el transcurso de los años 80, que eleva el número de residentes a 242.000 a final de 1985, y luego acelerándose a final de 19876
El primer núcleo de inmigrantes en España durante el final de los años sesenta y parte de los setenta más que estar basado en la configuración de la existencia de leyes inminentemente relacionadas con la inmigración, éste se basó en una política de resarcimiento y en donde España otorgaba ciertas preferencias7 a los inmigrantes procedentes de Latinoamérica, Filipina, Guinea Ecuatorial, Andorra y Portugal. En la base de este criterio selectivo y preferencial de reclutamiento de mano de obra se encontraba el hecho de que las ahora mencionadas zonas expulsoras habían sido colonias españolas y, por tanto, se apelaba de igual manera a la existencia de vínculos históricos y culturales con dichas áreas, todo lo cual descartaba, sin duda, que se quisiera prescindir del imaginario colonialista, el cual se mimetizaba con la idea de mantener vivo a través de este proceso el famoso complejo cultural iberoamericano.
Irrumpen los/as asilados/as en España.
Otra de la forma mediante la cual el Estado español se fue nutriendo de una población inmigrante — amén de los pensionistas de Europa—- fue mediante la presencia de un número bastante considerable de refugiados, los cuales en un primer momento provenían de la Europa del Este y del Caribe. Inicialmente (finales del 60 y bien entrado los 70) todo este pelotón de refugiados lo fue de hecho, pues el Gobierno de España después de unos importantes cambios políticos y jurídicos fue que se adhirió a la Convención de Ginebra de 1951 y al Pacto de Nueva York, hecho que se produjo tan sólo hasta el verano de 1978. Es decir que, fue con el proceso democrático que España pudo convertir a sus refugiados de hecho en refugiados de derecho, y, de paso, transitar de la condición de país productor en serie de exiliados a ser receptor de los mismos. El grueso de este primer exilio lo constituían personas provenientes del cono sur y se estima8 que para el periodo 1977-1979 se contabilizaban unos 500 en todo el territorio nacional. Al referirse a la condición de exiliados de hecho y no de derecho hasta antes de 1978, la investigadora antes citada, Secretaria General de la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR), señala que esta situación se debió a tres razones básicas:
«La ley de 1969, que favorece (citada en un pie de página anterior) la permanencia en España de los latinoamericanos en la medida que los equiparan, en ciertos aspectos, como el laboral, a los españoles. La falta de una legislación especifica en aquellos años sobre refugio y asilo (y) la inseguridad que para muchos de ellos representaba la etapa de transición española»9
Los/as asilados/as en el marco de la democracia.
Con España dentro del concierto de las naciones democrática y dando certero pasos en pro de garantizar el derecho de asilo y refugio a quien lo impetrara, los años 80 significarían un salto importante en esta materia, pues muchos encontrarían en el Estado español un espacio para el refugio; así este y en muchos casos no fuera tan garantista en materia social y económica para quien lo solicitara, como acontecía con otros Estados europeos, caso Alemania, Francia y los países escandinavos, quienes tenían una larga tradición de ser receptor de población refugiada y, por tanto, otorgaban a sus refugiados condiciones bastante óptimas de vida. Es de anotar que, España entra en la modernidad política y jurídica y en todo lo relacionado con la defensa y promoción de los derechos humanos de la población refugiada, justo en el momento en el que el resto de Europa ya está tomando medidas serias y contundentes con el objeto hacer restrictivo este derecho.
Así, en 1984 España crea la ley 5 de 1984, la cual versa sobre el derecho a pedir asilo y refugio en territorio español. En 1994 esta ley sería reformada (Ley 9/1994). En estos días una serie de festejos y conmemoraciones se adelantan en España en relación con los 25 años de esta ley, los cuales parecen más el anuncio de la muerte de este derecho que la pervivencia del mismo en el tiempo, ello y como quiera que las reformas que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha introducido como reforma de esta ley, asumiendo las Directivas de la Unión Europea sobre el particular, ha devaluado no sólo el derecho de asilo sino la posibilidad de solicitar el mismo, con lo cual pedir asilo en España se ha convertido en una terrible odisea, en algo casi imposible.
Al decir verdad, después de más de un cuarto de siglo, los alcances y logros de la política de asilo y refugio en España deja mucho que desear. Tanto en sus aspectos jurídicos como en su desarrollo y acompañamiento social. Desde un inicio fue así y ahora si bien han cambiado ligeramente las cosas, el panorama no es nada óptimo para los asilados y mucho menos para los solicitantes de asilo. La aplicación de la ley sobre bases restrictivas desde sus inicios, reforzado esto en el contexto de la crisis, ha contribuido en muchos casos a aumentar el dolor y la tragedia que viven los/as asilados/as. El número de solicitudes que se atienden y han atendido, si bien han existido periodos en que ha subido de manera considerable el número de solicitantes, nunca ha alcanzado las cotas de Alemania, Francia e Inglaterra. Y ello para no referirnos al número de estatutos que se conceden y en donde España presenta los peores guarismos de toda la unión Europea.
Una prueba palmaria de lo anotado nos dice que: «Durante 1985, en España se examinaron 1927 solicitudes de asilo, de las cuales se aprobaron, en Comisión, 396. En el resto de Europa, el número de solicitudes ascendió a 103.000, de las que en mayor medida correspondieron a la República Federal de Alemania-unas 35.000, con lo que casi duplicó, no obstante, la cifra del año precedente-y a Francia, otro país con notable afluencia de refugiados, que registró unas 16.000 solicitudes de asilo»10
El asilo: una política restrictiva.
En todo caso, desde 1985 y hasta hoy la tendencia en España es, y ha sido, la de aplicar una cada vez más política restrictiva en esta materia. Algunas razones podrían explicar este comportamiento, motivado ayer por una política propia, y hoy por la política que España comparte como miembro de la Unión Europea, y quien impulsa actualmente una política común en este apartado. Y si esto acontecía a comienzo de la aplicación de la ley, el último lustro termina siendo desolador, pues desde entonces las solicitudes de asilo vienen cayendo en picada – en más de la mitad-y ello para no hablar de la concesión de estatutos de protección que no superan el par de centenas, algo irrisorio si comparamos el número de refugiados iraquíes que se encuentran en Jordania o Siria, o el número de congoleños en la República de Tanzania, Zambia, Ruanda, Uganda, Angola, Burundi o Sudáfrica, los que superan varias centenas. Sobre lo restrictivo de este dramático hecho se pueden señalar dos razones.
» La primera radica en el interés de todos los países europeos de asilo de fomentar la regionalizar del problema de los refugiados, procurando que éstos soliciten refugio en países próximos al suyo propio antes de emigrar a países mucho más lejanos, que, por una parte, contribuyen al desarraigo y, por otra, dificultan la posibilidad de un eventual regreso (…) Otra de las razones que explican la actitud restrictiva de los países europeo a al hora de conceder nuevas solicitudes es la sustitución de unos elementos valorativos de carácter subjetivos al examinar cada una de las solicitudes – como venía siendo habitual— por elementos valorativos de carácter objetivo, como documentos, testimonios o pruebas capaces de demostrar fehacientemente que el refugiado sufre persecución en su país de origen»11
Esta situación que es un fiel reflejo del estado de la cuestión en 1986 poca variación en términos positivos ha experimentado, antes por el contrario, las restricciones han aumentado a la hora de solicitar12 el Asilo en España y también al momento de concederlo. Lo más notorio es lo que ha sucedido con la reforma de la ley 5 de 1984 (Ley de asilo y refugio), la cual fue sustituida por la ley 9 de 1994, y en donde se introdujo el concepto de inadmisión a trámite. Bajo este supuesto no pocas solicitudes eran y son rechazadas por ser, según, manifiestamente infundadas13.
Con este dispositivo es con el cual el Estado español a través de la oficina de Asilo y el refugio (OAR) se ha quitado de encima el examinar cualquier cantidad de solicitudes de asilo, pues con este criterio se considera, desde la lógica oficial, que muchas de estas caen en profundas inverosimilitudes, lo cual las hace poco dignas de ser analizada y, por tanto, desestimadas muchas veces sin el menor rigor y sin la paciente objetividad. Esta medida se tomó, según la OAR, porque se dice que en la Unión Europea hay «una preocupación ante el hecho de que personas sin un derecho legitimo a reclamar la condición de refugiados se amparen fraudulentamente en la normativa elaborada para proteger a los refugiados, lo que está socavando el apoyo prestado a la concesión generosa de asilo por parte de una serie de países receptores»14
Al respecto de las solicitudes a trámite denegadas por Estado español a través de la OAR, La CEAR en un prolífico y bien documentado informe concibe que bajo esta figura el establecimiento ha violado los más elementales derechos de miles de solicitantes de asilo, al punto de, dice, «desnaturalizar la concepción original del procedimiento de inadmisión a trámite hasta convertirlo en un filtro insuperable para tres de cada cuatro solicitante de asilo en el último año — refiriéndose al 2004– y, por tanto, en una vía acelerada de denegación«15. Y a renglón seguido, señala, «El objetivo inicial de la reforma de la ley de Asilo era evitar el estudio de solicitudes de asilo manifiestamente infundadas, pero es inaceptable asumir que el 63.36% de las más de 50.000 solicitudes presentadas en España desde el 13 de junio de 1994 encajan en los supuestos del artículo 5.6 de la ley de Asilo»16
La década del 2000 en España en materia de Asilo y refugio ha sido casi un erial. Así, el sólo derecho a solicitar refugio se ha convertido en algo calamitoso. Amnistía Internacional en un serio y crítico informe considera que el Asilo en España está en vía de extinción, es una especie en peligro17, dice, y además que se ha convertido en una tortuosa carrera de obstáculos18. No sólo ha descendido el número de solicitudes sino que las concesiones de estatutos de protección que se han otorgado (ya sea Refugiado pleno, Convención de Ginebra), por 17.2 (por razones humanitaria) u otras formas de protección son tan bajas que se desprecian.
La situación ha adquirido un tinte tenebroso como quiera que en el año 2004, así lo consigna la CEAR19, sólo el 4,89 por ciento de las personas obtuvieron protección (el 2.43 por ciento el asilo y el 2.46 por ciento la protección complementaria), el 24,92 por ciento recibió la notificación de denegación de la CIAR y el 70.19 por ciento fue inadmitida a trámite. Es decir, de las 6629 personas sobre cuya petición de asilo el Ministro del Interior firmó la resolución definitiva del procedimiento, sólo 324 obtuvieron protección (161 el estatuto de refugiado y 163 la protección complementaria).
Del Partido Popular al Partido Socialista: Distintos ropajes, una política.
Y como si esto no fuera poco, en el 2003, es decir, en plena efervescencia del Partido Popular en el poder, el gobierno negó al 94,51 por ciento de los solicitantes de asilo su petición, ya sea en la fase de admisión a trámite o en la etapa de instrucción del expediente. Más sombrío el panorama en este frente no puede ser. De subrayar es que bajo el gobierno «socialista» de Rodríguez Zapatero la situación no es diferente y peor aún, es bajo este gobierno cuando más han crecido las devoluciones del aeropuerto de Barajas cuando alguien ha tratado de solicitar asilo, en especial los/as colombianos/as, quienes han sido devueltos en masa, tal y como sucedió en meses pasados. Mientras miles de colombianos/as huyen porque la Seguridad Democrática de Uribe no les garantiza la vida, en España y Europa el narco-paramilitarizado gobierno de Colombia tiene credenciales de ser una democracia consolidada en América Latina. Si en Colombia hay una democracia y el país es tan seguro ¿por qué huyen los/as colombianos/as y por qué no entre algunos gobiernos de Europa y EEUU se asume la corresponsabilidad de lo que implica apoyar las políticas de Uribe?
No obstante este paisaje desolador, cierto es que por la vía del asilo y el refugio España ha logrado captar un importante flujo de inmigrantes desde finales de los años 60 y mediante ellos ha podido enfrentar el déficit de mano de obra que ha tenido su economía en varios segmentos de la misma. En especial en la agricultura, la construcción y algunos renglones importantes de los servicios y en donde los españoles hoy no quieren laborar por más que el paro supere el 15% de su población económicamente activa. Este hueco que ha cubierto los asilados y toda suerte de inmigrantes en España amenaza con volverse más grande como quiera que el índice de natalidad muy a pesar del leve crecimiento que le ha proporcionado la inmigración sigue siendo muy bajo y más si se calcula20 que la actual población de España, — 40 millones de habitantes hoy– puede descender a 31,3 millones de personas en 2050.
La única salida a esta encrucijada española y de la Unión Europea en su conjunto, dicen algunos autorizados estudios del Consejo de Europa, es abrir las puertas a la inmigración como quiera que es poco probable que la natalidad crezca en los ritmos que se requiere para no perder competitividad frente a otras economías.
Por todo lo anterior resulta incomprensible que, mientras Europa y España requieren mano de obra y en proporciones importantes se orqueste un boom mediático y del modo en que lo hacen en relación con la inmigración ilegal (y con la legal también), a la cual ahora se le ha dejado de considerar un problema de derechos humanos y de justicia internacional, si algún día lo fue, para ser asumida como un problema de seguridad y defensa.
La presencia del ejército español (la legión) en Ceuta y Melilla hace poco tiempo atrás así lo corrobora. La intención de Europa y de España es blindarse y actuar como una «membrana asimétrica», es decir, posibilitar que de su interior puede salir todo lo que está permitido y sea susceptible de salir, —verbigracia, las mal llamadas inversiones, los cooperantes, los «ejércitos humanitarios», los técnicos, etc,— pero a donde se tiene prohibido que entre algo (excepto lo que convenga al sistema: Petróleo, gas, etc) y más si son inmigrantes económicos y refugiados. Éstos serán admitidos, sin duda, cuando la necesidad lo imponga y así se repite el ciclo como hasta hoy y en donde los países del centro cuando han necesitado expulsar a su población lo han hecho y cuando han tenido que recurrir a la inmigración para cubrir su faltante de mano de obra tampoco lo han dudado.
La Inmigración en tiempos de crisis
Así ha sobrevivido el sistema hasta hoy. En medio de la crisis Europa y España sigue necesitando mano de obra, de lo contrario no se explica porque la Unión Europea hace poco puso en marcha la famosa tarjeta azul, diseñada, sin duda, para propiciar la inmigración de profesionales altamente capacitados, es decir, toda una política de alentar un derrame – o fuga–de cerebros como dice el profesor Mbuyi Kabunda Badi, con lo cual se configura el hecho que, Europa si quiere inmigrante, pero, un inmigrante a la carta. Así, gracias a todo tipo de inmigrantes España ha podido ampliar el espectro de su pluriculturalidad. En su seno conviven hoy más de 4 millones de inmigrantes, donde una parte considerable venía haciendo hasta antes de la crisis importantes aportes a la seguridad social. Contrasta este significativo aporte de la población inmigrante con la inversión que hace el Estado español en materia sanitaria y en educación para la misma.
En medio de la crisis, el inmigrante es el objetivo a atacar. A este se le considera encarnación de todos los males y quizá por ello es que es muy usual ver a la Policía Nacional haciendo redadas en parques, canchas deportivas y en aquellos sitios en donde se sabe que son espacios colonizados por la población inmigrante.
El acoso policial va en aumento y los Centros de Internamiento se llenan de inmigrantes. En esos lugares éstos/as pueden estar recluidos hasta 45 días sin causa judicial alguna y sin derecho a asistencia letrada. El único delito cometido por muchos/as es: ser pobre e inmigrante. A las detenciones cuando no le siguen las deportaciones si le siguen las multas por estar el afectado en condición irregular, lo que en el contexto de la crisis afecta y de modo considerable a los inmigrantes en paro.
En este marco de tensión y miedo viven miles de inmigrantes hoy en España. Para no pocos el sólo hecho de salir a un parque, la esquina, la casa de un amigo o conseguir trabajo se volvió algo dantesco. En pocas palabras, miles viven en un estado de miedo permanente producto del acoso policial y víctimas del estigma. Y no sólo ello, sino que en los centros de internamiento y a donde son llevado algunos, las condiciones son antihigiénicas y el mal trato es en muchos casos la norma. Por otra parte, en centros de detenciones de la Policía se ha conocido la muerte de inmigrantes en extrañas circunstancias, frente a las cuales es poca la claridad que ha proporcionado el cuerpo policial.
Hoy se conoce por denuncias realizadas por los mismos inmigrantes que en algunos casos la policía ha ido hasta la residencia de algunos inmigrantes en situación no regular cuando se sabe que estos están a punto de cumplir los tres años de residencia en España, con lo que una detención arruinaría la posibilidad de que éstos puedan solicitar la regularización bajo la figura del arraigo social. Y si esto ha ocurrido con el inmigrante de a pie, con los representantes de las Asociaciones de Defensa de los Derechos de la población Inmigrantes se ha conocido que varios han sido detenidos y sus sedes allanadas. Frente a todo esto, el gobierno de Rodríguez Zapatero lo único que ofrece a la población inmigrante es el acogerse al retorno voluntario. Algunos lo han hecho, aunque no en la cifra que el gobierno esperaba. En el 2008, cierto es, sólo 1800 personas se acogieron al Plan. En su mayoría eran inmigrantes bolivianos, argentinos y brasileños. Este Plan en principio contempla el billete de avión, ayuda para el regreso y la reinserción en su país. Esto de reinserción es un decir, pues al respecto no hay ningún monitoreo.
Además del Plan de Retorno Voluntario, el gobierno Español también ha concebido que los desempleados extranjeros no comunitarios puedan acogerse al regreso, para lo cual ha previsto que éstos puedan cobrar en un solo contado y por anticipado el llamado Subsidio de Desempleo, el cual es concedido sí y sólo si el inmigrante decide renunciar a su permiso de residencia y no retornar por lo menos en tres años – si es que en algún otro momento se lo permiten—. En relación con los asilados algo similar ocurre, pues el gobierno a través de operadores privados ha concebido que los asilados que quieran regresar lo podrían hacer, eso sí, renunciando al estatuto de refugiado.
En el caso de inmigrantes de Colombia se sabe que más de 15.00021 colombianos/as han regresado desde que la crisis arreció. Muchos/as de los que han regresado lo han hecho sin el tiquete de vuelta, en una clara señal que España se convirtió en tierra de acoso para el inmigrante. Esto era de esperarse y dado lo visto, lo peor está por llegar contra los/as inmigrantes en España y Europa. Lo peor es como dice el dicho, el cura no se acuerda cuando era sacristán. Así, sin duda, España se olvido de su hambre y su pobreza y también que un día fue un país productor de inmigrantes y exiliados/as.
En América: desde México a Chile, sin equívoco alguno, fueron bien recibidos los/as inmigrantes y exiliados/as españoles en su gesta del siglo XX. Muchos contribuyeron a forjar aquellas tierras y engrandecer el intelecto de generaciones enteras, sólo basta recordar que varios fueron los españoles que ayudaron a forjar el Fondo de Cultura Económica. América fue tierra de refugio para muchos/as y de eso España no tiene memoria, no tendría porque tenerla, sin duda, pues vive su particular olvido y más sintiéndose parte de la Unión Europea. Es hora que le recordemos a España todas sus miserias y más en este particular momento en el que su gobierno está la caza del inmigrante. Que mañana no sea tarde.
Notas
1Citados por Macías Hernández, Antonio, La emigración española al caribe
2Ibid.
3Zamora Augusto, (2004) Emigración y capitalismo global. El Mundo. 10 de enero Tomado de la Web http//www.rebelion.org
4Izquierdo Escribano, Antonio (1992), La inmigración en España 1980-1990. Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, colección informes No 17, Madrid, pag 26
5Op cit, pag 22
6Ibid, pag 30. La cursiva es mía.
7Los iberoamericanos, filipinos, guineanos ecuatoriales, portugueses, brasileros y quienes provenían de Andorra, no requería permiso de trabajo, pues sólo era necesario inscribirse en el Ministerio del trabajo para que se les concediera la prerrogativa de obtener el permiso de residencia. Esta política compensatoria se expresó legalmente con la ley 30 de Diciembre de 1969, que cobijaba a Portugueses, iberoamericanos y Filipinos, y mediante la ley 15 del noviembre 11 de 1980 y que hacía referencia al caso de los habitantes de Guinea. Ver sobre el particular. Foro para la Inmigración social de los inmigrantes. Informe sobre la inmigración y el asilo en España. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Secretaria General de Asuntos Sociales. Instituto de Migraciones y Servicios Sociales. Madrid, 1997, pag 28
8Ver ARSUAGA, LASA, María, (1986) Extranjería: Ley de Asilo. Jornadas Internacionales sobre Reinserción social del Transeúnte. Federación Española de Municipios de Provincias, Excmo Ayuntamiento de Granada, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. (Jornada realizada en Granada), Madrid, pag 46.
9Ibid, pag 46. La cursiva es mía.
10Ibid, pag 44
11Ibid, pag 44
12Lo restrictivo lo es no sólo por la naturaleza de la ley 9/1994, sino porque el fortalecimiento de la ley de inmigración en España ha impuesto una serie de sanciones a los transportistas que movilicen a personas sin su debida documentación (aérea y otro tipo de medios), además de exigir el visado a un mayor número de países y el de fortalecer los controles fronterizo. Ceuta y Melilla es un ejemplo, todo lo cual ha imposibilitado a muchos potenciales solicitantes de Asilo el salir de sus lugares de origen.
13Se considera que una solicitud es manifiestamente infundada cuando los criterios que se exponen de cara a una solicitud de asilo no coincide con los criterios que ha definido la Convención de Ginebra de 1951. Si procede el peticionario de la solicitud de un país que se considera seguro o en su defecto si el peticionario incurre en mentiras.
14Oficina de Asilo y Refugio (OAR), –1995–. Subdirección General de Asilo. Ministerio de Justicia e Interior. Dirección General de Procesos Electorales, Extranjería y Asilo. Memoria, Madrid, 1995, pag 8
15CEAR (2005), Informe. La situación de los refugiados en España, Madrid, Catarata, p 137
16Ibid. 137
17 Amnistían Internacional. Derecho de Asilo: especie en peligro, Madrid, Edai, 2005. Revista bimestral No 74. Se refiere el informe a las devoluciones arbitrarias que practica el Gobierno español y a las detenciones que se llevan acabo en Ceuta, Melilla y Canarias. Puede verse informe también en http:// web.amnesty.org7library/index/ESLPOL300172005.
18Ibid. El asilo en España. Una carrera de obstáculo, septiembre 2001. Ofrece una amplia información sobre lo difícil que es solicitar y que se conceda el asilo en España.
19CEAR. Ibid, p 141
20Ver RIFKIN Jeremy. El sueño Europeo, Cómo el sueño europeo del Futuro esta eclipsando el sueño americano, Barcelona, Paidos, 2004 pág 325. Citando a: Bruni, Frank, Persistent Drop in Fertility Reshapes Europe’s Future, The New York Time, 26 de December e 2002
21 Ver Diario el Tiempo. Miércoles 11 de marzo de 2009.