La principal vía de transmisión de la crisis a la realidad cubana es la comercial. Las fluctuaciones de la demanda y la oferta de bienes y servicios y los movimientos de sus precios, así como la contracción de los créditos, gravitan sobre la viabilidad de la vida material y la reproducción económica en la Isla. […]
La principal vía de transmisión de la crisis a la realidad cubana es la comercial. Las fluctuaciones de la demanda y la oferta de bienes y servicios y los movimientos de sus precios, así como la contracción de los créditos, gravitan sobre la viabilidad de la vida material y la reproducción económica en la Isla.
Esta fue una de las múltiples aristas que tocó el diálogo con especialistas en el tema, cuando el diario fue en busca de certezas sobre las consecuencias que la crisis económica y financiera tendrá en el panorama nacional, e indagó por las debilidades y fortalezas que tiene Cuba para sortearla.
«Esta inestabilidad en la economía mundial y sus diversas y complejas expresiones tendrá una mayor repercusión para las poblaciones y países con menos ingresos, porque los ricos van a seguir teniendo utilidades», comentó el titular del Ministerio de Economía y Planificación (MEP), Marino Murillo Jorge.
Añadió el también Vicepresidente del Consejo de Ministros que nuestro país no es el responsable de la crisis, pero no por ello escapará de sus bandazos, más cuando este dilema ha complicado la obtención de facilidades de precios y fuentes crediticias.
El Ministro aludió a que nadie se va a quedar desprotegido, al tiempo que alertó sobre un aspecto importante: «En el plan de consumo que estamos diseñando en términos de alimentación, el estimado está en el orden de las 3 100 kilocalorías, cuando la recomendación diaria es de 2 400. Pero con independencia de esta y otras garantías, inevitablemente se van a sentir las restricciones en el consumo».
Una de las ideas que resultó recurrente en la conversación es que la Isla podrá afrontar problemas con la disponibilidad de liquidez, porque al contraerse nuestros ingresos, se contrae además nuestra capacidad de pagar en efectivo.
Según el viceministro del MEP Julio Vázquez Roque, como consecuencia de esta tendencia internacional nuestros ingresos han disminuido y «por eso ha sido necesario reajustar el plan de crecimiento, lo que implica reducir consumos como el de la energía eléctrica, y en consecuencia, de combustible. Porque el país no puede sacar más del bolsillo de lo que le entra».
Destacó Vázquez Roque que nuestra capacidad inversionista puede decrecer y «de hecho ya la estamos reduciendo concientemente, porque hay que concentrarse en lo imprescindible».
En medio de esta desestabilización económica en el escenario internacional, el funcionario explicó que se revisan en detalle los procesos inversionistas que realiza el país, «porque a veces se prevé una negociación de esta naturaleza y se olvidan cuestiones importantes como la infraestructura eléctrica o vial, o no se calculan los gastos de transportación».
La propuesta del país -según el especialista- es analizar todos los factores integralmente para que no haya tropiezos ni desembolsos que no se correspondan con lo planificado.
Al ahondar sobre las especificidades de este proceso, Vázquez Roque hizo particular énfasis en que todas las inversiones que se hagan deben pagarse con el ingreso que ellas mismas generen.
Uno de los conceptos esenciales que defendieron los entrevistados es: «En una situación de crisis, la ganancia más segura es el peso que no se gasta y no se derrocha innecesariamente». Para el Doctor Hiram Marquetti hay resortes internos vinculados a la productividad y el estímulo al trabajo que tenemos que ser capaces de movilizar de manera creativa. El punto de partida para evaluar el impacto de este fenómeno fueron las particularidades de nuestra economía: pequeña, dependiente en su reproducción de los vínculos con el exterior y con exportaciones de bienes muy concentrados en un reducido número de productos, a lo que se añaden los amargos efectos del bloqueo.
No fue mirado como un tema de los que pueden ser llevados y traídos a la ligera, porque entraña los mil y un cálculos que deben hacerse para multiplicar los panes y los peces en un país marcado por el subdesarrollo y el asedio económico y político norteamericano.
El doctor Omar Everleny Pérez, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, llamó la atención sobre la disminución de los precios de nuestros principales rubros exportables, al tiempo que sostuvo que en el caso de los servicios, donde hay una alta concentración de nuestros ingresos externos, también sufriremos afectaciones.
«Al estar en recesión las grandes economías, y presentar una tasa de crecimiento reducida las emergentes como China, India y Rusia, se frena la demanda de estos productos que exportamos.
«En el caso de servicios como el turismo -expuso como ejemplo-, menos personas contraerán compromisos de viaje debido a los problemas de desempleo y los niveles de incertidumbre que tienen respecto a lo que pueda pasar».
Y aunque Cuba recibió la visita de más de 1,2 millones de turistas en los primeros cinco meses de este año, lo que representa un crecimiento del 2,1 por ciento respecto al mismo período de 2008, según las últimas cifras divulgadas por la Oficina Nacional de Estadísticas; esta tendencia podría no continuar porque los principales países emisores de visitantes a la Isla sufren de los estragos de este fenómeno: Canadá, Alemania, Reino Unido, Italia, España, Francia y México.
Algo similar ocurriría con las remesas, porque quienes mantienen mayores vínculos con sus familiares son generalmente los cubanos que hace menos años emigraron y ellos, a su vez, son los que tienen menor estabilidad económica».
En cuanto a las importaciones explicó que tenemos una elevada dependencia debido a características muy propias y estructurales de nuestra economía. «Cuba tiene muy pocos recursos naturales. Prácticamente para la industria hay que importar toda la materia prima con la que se trabaja, y el otro aspecto es que nuestro proceso de industrialización se vio obligado a detenerse en los años 90, y esto implica importar no solo materia prima, sino productos intermedios y componentes para completar producciones.
«Por otro lado las tecnologías existentes, muchas provenientes del antiguo campo socialista, se caracterizan por ser ineficientes en cuanto a la utilización de los recursos, y esa es otra presión hacia la importación», argumentó.
El alto desarrollo social alcanzado implica además que el país tenga que dedicar amplios recursos para sostenerlo, como ocurre con la electrificación -cercana al 100 por ciento-, o los sistemas nacionales de Salud y Educación, que son universales. Estas nuevas aristas que inducen al aumento de la balanza importadora fueron sumadas a la reflexión por el doctor Hiram Marquetti, también del Centro de Estudios de la Economía Cubana.
Los especialistas abordados no obviaron uno de los fardos más pesados de nuestra economía: el bloqueo, que nos impide mantener relaciones económicas normales como otras naciones. Hicieron énfasis en que en el entorno internacional no tenemos acceso a los créditos en los términos que lo tienen otros países y en general no tenemos facilidades bancarias de la manera amplia que también tienen otros.
«El hecho de estar bloqueados nos lleva a costos de financiamiento más elevados, a veces un 20 o un 30 por ciento más alto que los de otras naciones, además de que no tenemos acceso a nuestro mercado natural más cercano en cuestiones como el turismo», apuntó el Ministro del MEP.
Esta realidad, que año tras año Cuba ha denunciado, según los expertos, en los últimos tiempos se ha agudizado, sobre todo en el plano financiero, con la persecución concreta y obstaculización de operaciones.
Otra de las cuestiones sobre la cual los entrevistados pusieron la mirada fue en la depreciación de las monedas, porque de devaluarse el euro, el dólar canadiense o la libra -monedas de los principales mercados emisores de turismo hacia Cuba- se reduciría la capacidad de compra de estos visitantes y los ingresos que recibimos tendrían un menor reflejo en CUC, aunque por el lado positivo se rebajarían los costos de importación que se hagan en esas monedas.
Hiram Marquetti no pasó por alto que también disminuirán las inversiones a escala global. «Hasta el momento se prevé que podrá ocurrir una contracción superior al 70 por ciento de estos flujos».
Según estos estudiosos y funcionarios la Isla tiene necesariamente que acudir a créditos de corto plazo con los proveedores para realizar su comercio, y si no se retoman nuevos créditos mientras se pagan las deudas pendientes, se podría contraer nuestra capacidad para importar.
Al decir de los economistas, la reducción de créditos a nivel internacional lleva a una cascada de situaciones de impago y de descenso de la liquidez; si tu proveedor se endeuda o quiebra en medio de un contexto tan complicado como este, se verá limitado a ofrecerte más facilidades de pago.
Los analistas coincidieron en que estos posibles cuellos de botella afectarían nuestra capacidad de maniobra, y en un momento dado pueden hasta pararse fábricas porque no se logró renovar un crédito o no se contó con los ingresos suficientes para enfrentar determinados pagos que tienen vencimiento en el año. Y también podría conspirar contra el feliz desenvolvimiento de algunos de los importantes programas que se desarrollan a nivel nacional.
El doctor Marquetti resaltó que la situación de la liquidez en el mundo es muy grave. «Están quebrando muchas empresas medianas o pequeñas, mientras bancos enteros se desploman; por eso todo dependerá de la capacidad negociadora y de los acuerdos que se tomen para mantener un nivel de comercio».
Everleny percibe que la crisis entorpecerá la disponibilidad de determinados alimentos y vestuario, entre otros productos, «porque si la industria nacional, que aún no ha podido recuperarse, se afecta por la escasez de productos intermedios, es imposible lograr el producto final».
En opinión de Marquetti, una de las dificultades sustanciales que afronta el país es que se intensifica la crisis económica y financiera mundial cuando Cuba aún no ha podido superar los cuantiosos estragos que le asestaran tres huracanes.
En medio de estas tensiones, refirió, el Estado ha mantenido un nivel de protección y el cubano no ha sentido esta problemática en toda su dimensión, pero el asunto es muy serio y no podemos estar ajenos a el.
Ante los contratiempos que se avizoran, los encuestados insistieron en que la tabla salvadora no será el acomodamiento, ni gastar más de lo que se genera.
Añadieron que hay que trabajar para balancear la economía y buscar internamente todos esos mecanismos que promuevan la eficiencia y los ingresos externos de forma más acelerada, al tiempo que recalcaron que el país no puede incrementar la deuda en condiciones de incertidumbre internacional. Conceptos estos sobre los que se ha referido Raúl.
En el tema de la productividad existió el consenso de que tenemos muchas reservas para enfrentar este dilema. El titular del MEP trajo a colación la necesidad de sustituir importaciones en el sector alimenticio.
«Si producimos arroz estamos aliviando la factura de importación de este producto, y esto a veces constituye la mejor exportación. Esta misma ganancia la tenemos con el ahorro de electricidad; el sobregiro en este consumo implica más combustible», señaló.
Para Murillo Jorge la factura de importación de alimentos todavía es muy grande, e insistió en que se pueden crear condiciones para reducirla. Admitió que en términos de ahorro de portadores energéticos tenemos mayores potencialidades, sobre todo con el cambio de los equipos obsoletos por eficientes, pero cuestionó la desatinada actitud de quienes guardan los equipos en el almacén y no los montan con la celeridad requerida, cuando de eso depende su pago, debido al ahorro que genera en el plazo fijado del crédito.
En una cuerda similar, el doctor Omar Everleny consideró que la eficiencia es una de las cuestiones medulares para amortiguar los efectos negativos de la crisis; por ello se detuvo en que «si muchas de las cosas que se compran se realizaran acá se deprimiría menos la economía», y refirió que hay que desatar aquellos nudos que enlentecen la entrega de tierras ociosas, y acelerar este proceso.
Entre las urgencias que vislumbra Everleny está el aplicar un proyecto de desarrollo industrial y agrícola, especialmente en productos exportables que permitan continuar elevando el nivel de vida de la población.
El viceministro Vázquez Roque retomó el tema de la política inversionista. «Hay que potenciar aquellas inversiones que a corto plazo puedan tener un impacto en la balanza de pago, porque no podemos darnos el lujo de inmovilizar recursos con inversiones que se demoren más de lo necesario o que no estén bien preparadas. En esto estamos siendo muy exigentes».
Para el doctor Marquetti cualquier realidad económica tiene potencialidades y oportunidades, y en el caso nuestro explicó: «Hay un grupo de fenómenos que podemos ordenarlos para alcanzar mayores resultados, como cambiar el sistema de incentivo para el trabajo y recuperar la cultura por el trabajo productivo y no solo por el intelectual. En ese sentido tenemos un arsenal de posibilidades que se pueden explotar».
Según su criterio, la reevaluación de estas potencialidades tiene que ser de cara a la economía interna y externa. «En un mundo que cada día se interconecta más, los empresarios nuestros no pueden estar de espaldas a la realidad internacional. El administrador de una panadería, pongamos por caso, tiene que estar al tanto del costo del trigo y del aceite, no puede importarle solo dar el servicio, que incluso a veces no es el mejor».
Marquetti percibe que aún no hay una conciencia real entre muchos de nuestros empresarios sobre la dimensión de esta problemática, lo que en su opinión está claro que hay que corregir, porque si estamos en un contexto de administración de crisis y ante una situación de ajuste económico, las cosas que quizá se previeron ya no se pueden hacer y hay que analizar con hondura, vincular factores históricos, tendencias y evaluar sistemáticamente dónde están las oportunidades para resolver el problema.
Consideró que a pesar de los baluartes que poseemos para seguir adelante, «hay resortes internos vinculados a la productividad y el estímulo al trabajo que tenemos que ser capaces de movilizar de manera creativa; y en eso no podemos dejar de esforzarnos».
Otro de los matices que destacaron los estudiosos fue que para encarar las mayores tensiones que se avecinan lo más importante que tenemos es el capital humano, que ha funcionado en medio de las limitaciones y los asedios del enemigo durante cinco décadas.
En el centro de las fortalezas para sortear los atolladeros, los economistas situaron la gran capacidad de previsión que tenemos y la capacidad general para construir escenarios, desarrolladas quizá estas habilidades por la necesidad que hemos tenido de prepararnos constantemente frente a una posible agresión.
A esto agregaron el entrenamiento que poseemos para manejar situaciones de crisis y la preparación de las personas para asignar los recursos de forma balanceada y estableciendo prioridades.
El control de la economía y el poder de movilización y respuesta de la gente se añadió al conjunto de fortalezas para afrontar un empeoramiento de las condiciones.
El nivel de organización que tenemos, hasta a nivel de barrio, que permite que las informaciones fluyan, fue también citado por varios entrevistados. Al tiempo que se reconoció la urgencia y necesidad de producir más alimentos y otros rubros principales, fortalecer las estructuras económicas y las relaciones sociales a través de las cuales se construyen.
También afirmaron que hoy tenemos muy buenas variables externas a nuestro favor, sobre todo una América Latina con varios poderes populares que tratan de construir nuevas sociedades. El campo se amplía velozmente en la región, a través de alianzas y de órganos de integración, y Cuba está participando en ese proceso, con aportes sumamente importantes y su inmenso prestigio, y las relaciones que desarrolla favorecen su capacidad de defender y profundizar el rumbo socialista.
Una de las ideas que más defendieron los expertos fue: Si el pueblo cubano ha resistido en etapas tan convulsas como aquellos primeros años cuando la Revolución organizaba su universo y el imperio nos hostigaba sin descanso, o cuando en la última década del pasado siglo se desplomaron la economía, los servicios, la calidad de la vida y el prestigio mundial del socialismo, ahora -igualmente unidos- pasaremos la prueba. Aunque para lograrlo -como dijo un vecino- tengamos que aplicarnos la fórmula de la famosa canción popularizada por Antolín el Pichón: Y todo eso, con medio peso.