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Estados Podridos: Causa y efecto

Fuentes: Crónica Popular

«… los estadounidenses somos crueles, cuando no simplemente indiferentes, y así hemos sido durante la mayor parte de nuestra historia.» Stephen Pimpare. Premio Michael Harrington de Ensayo por Historia de la Pobreza en EEUU. Si el reparto social es desigual, la causa, habrá ricos y pobres, el efecto, y en esas condiciones los ricos proyectan […]

«… los estadounidenses somos crueles, cuando no simplemente indiferentes, y así hemos sido durante la mayor parte de nuestra historia.» Stephen Pimpare. Premio Michael Harrington de Ensayo por Historia de la Pobreza en EEUU.

Si el reparto social es desigual, la causa, habrá ricos y pobres, el efecto, y en esas condiciones los ricos proyectan el individualismo; pero eso no es otra cosa que una trampa peligrosa para las clases más débiles económicamente. ¿Quién puede cubrir las necesidades básicas? ¿Qué clase de sociedad se fundamenta en el respeto-reparto de acuerdo con las necesidades sociales?.

Las necesidades compartidas tienen solución en recursos compartidos. El individualismo ante las necesidades de la mayoría es contra esa mayoría. El individualismo es enemigo y atenta contra la mayoría. El individualismo educa en ello, promueve, favorece la división social y fomenta el conservadurismo, porque el individualismo es conservador.

El autor de Historia de la Pobreza en Estados Unidos, Stephen Pimpare, nos dice: «En la autonomía no necesariamente hay virtud.»

¿Cómo dar paso a una organización social que responda a las necesidades generales, alimentación, sanidad, educación, trabajo…? ¿Cómo hacer que la justicia social sea el principio rector en una sociedad? La educación individualista es antisocial y no permite distinguir entre las clases sociales y su responsabilidad en lo que acontece, la causa y el efecto, de arriba y de abajo, entre capitalistas y trabajadores.

Stephen Pimpare destapa la caja de los resultados, lo que tanto ocultan quienes promueven el individualismo: «Entre los países «avanzados» (Estados Unidos) cuenta con las tasas más altas o casi más altas de pobreza (la más alta), pobreza infantil (la más alta), pobreza en la tercera edad (la segunda más alta), pobreza endémica (la más alta), pobreza permanente (la más alta), y desigualdad de rentas (la más alta); podemos presumir de tasa de presos (la más alta), costes de atención sanitaria (la más alta), sueldos de consejeros delegados de empresas (la más alta), promedio de horas trabajadas (sólo es más alta en Australia y Nueva Zelanda) y mortalidad infantil (de las más altas; es más baja en Taiwán, Bélgica, Cuba y República Checa, entre otros).

Estados Unidos figura entre aquellos donde la graduación en estudios de secundaria, la cobertura sanitaria, las vacaciones pagadas y los permisos por maternidad, la participación electoral, la presencia de mujeres en los órganos legislativos, los salarios de los trabajadores, el nivel de vida de los grupos menos favorecidos y la esperanza de vida son más bajos… La tasa de mortalidad infantil entre los afroamericanos de Washington D.C. es más elevada que en el pobre Estado indio de Kerala, y la tasa de mortalidad infantil general en Estados Unidos es la misma que en Malaisia. Los varones de Bangladesh tienen más probabilidades de vivir más allá de los sesenta y cinco años que los varones negros de Harlem… muchos estadounidenses, tal vez la mayoría, vivirían mejor en otra parte.»

El autor escribe a favor de la asistencia social, argumenta que nunca ha existido como tal y sería o debía ser una solución, y pone multitud de ejemplos de grupos que se dedican a la asistencia; señala las diferencias que establecen entre los géneros, las razas, y las mismas condiciones entre las gentes más pobres.

Obama debería ocuparse de los problemas sociales de su país y dejar de trasladar sus problemas a otros pueblos, aunque seguramente decir esto resulta sencillamente tonto, porque quien incumple los Derechos Humanos en el mundo y quien no respeta a los suyos tiene sus preocupaciones puestas en mantener la situación en la que se instala.

Stephen Pimpare, entre las conclusiones, aporta la siguiente: la ayuda social en EEUU «saca del mercado laboral a los trabajadores mayores o menos productivos… incrementa el empleo disponible… socializa los costes de la atención y la educación de la mano de obra, una carga que, de otro modo, sería soportada en exclusiva por las empresas necesitadas de trabajadores sanos y con la formación adecuada. Redistribuye la riqueza y las rentas, promueve la igualdad, la justicia e, incluso, la fe en los procesos democráticos; en consecuencia, tal vez reduzca también los conflictos de clase.»

Stephen Pimpare manifiesta así su defensa del sistema capitalista, aunque mostrando caridad, la caridad para él es la solución, y confía tanto en ella que nos alecciona con los intereses bondadosos de «las empresas», los capitalistas, ¿se puede pensar que la existencia de los servicios sociales cumplen una labor de justicia porque evitan que paguen las empresas que necesitan trabajadores sanos y formados?, ¿los servicios sociales promueven la igualdad, la justicia, la fe en los procesos democráticos y los conflictos de clase?

Los servicios sociales son, sin duda, la última línea de subsistencia de los más pobres, más allá de esa línea esta el terror puro y duro; pero colgar de la asistencia social la redistribución de la riqueza, la igualdad, la justicia, la fe en los procesos democráticos resulta harto exagerado y contradictorio en si mismo. Tanto es así, que con la información que aporta en su libro es más que suficiente para conocer el mundo real en EEUU. Holliwood es Holliwood. Conocemos la causa y el efecto de la política del capital.

Leemos: «Según las medidas oficiales actuales, por ejemplo, más de un tercio de los estadounidenses pobres son niños menores de dieciocho años, más del 10% son mayores de sesenta y cinco años y casi el 40% de los adultos pobres son discapacitados: es decir, la mayoría de los pobres son «dignos» o pobres «involuntarios» a causa de la ancianidad, la juventud o la enfermedad».

Cada capítulo es una transparente exposición de la vida en los albergues, de la búsqueda de trabajo, de los comedores comunitarios, de lo que supone personalmente vivir en estado de pobreza, y transcribe la palabra de la gente más pobre, con lo que la historia contada desde el poder y hecha de tópicos e infundios para ser distribuida en sociedad, abre una brecha por la que podemos ver lo que realmente ocurre.

El autor declara que ha tomado como ejemplo el magnífico libro de Howard Zinn «La otra Historia de Estados Unidos», editado por Hiru. Pueden añadir a esa magnífica lectura, cuyo comienzo debe recordarse y gritarse ante la celebración del 12 de octubre por el fascio español, no hay nada que celebrar; otra lectura igualmente rompedora de todos los infundios en que vive la sociedad capitalista, publicada en los primeros años del siglo XX mantiene su actualidad, su título, «El pueblo del abismo», su autor Jack London.

Llegados a este punto es preciso hacer referencia a la obligación de los Estados de respetar los Derechos Humanos, no sólo hablar de ellos sin cumplirlos. El cumplimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos se concreta en el Pacto Internacional de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC) y otros tratados que se refieren a los Derechos del Niño/a, a la discriminación contra la mujer, a la discriminación racial, a los discapacitados, etc. El derecho internacional es el marco jurídico al que todos los Estados deben atenerse para que se garanticen los Derechos Humanos; y aquí debe hacerse una recomendación de lectura: Crisis y recortes en Derechos Humanos. La Defensa de los Derechos Humanos en tiempos de crisis, autor Josu Oskoz, editado por Catarata, muy recomendable.

Aquí tienen un párrafo explicativo del tratado internacional que se refiere a la pobreza: «Los Estados deben adoptar medidas destinadas explícitamente a las personas que viven en la pobreza, ya que en caso contrario las medidas de recuperación no los alcanzarán y la desigualdad se volverá todavía más arraigada.… Para asegurar una recuperación integradora y basada en los derechos humanos, los Estados y la comunidad internacional deben abordar las necesidades específicas de las personas más pobres y más desfavorecidas como cuestión de máxima urgencia. La falta de acción en este ámbito significará daños duraderos para las personas que viven en la pobreza».

Debemos aplicar esto mismo que señala a los Estados Podridos, al Estado español, o España, como cada persona quiera leer.

Título: Historia de la Pobreza en Estados Unidos. Autor: Stephen Pimpare. Editorial: Península.

*Ramón Pedregal Casanova es autor de Dietario de crisis (puedes bajártelo de rebelion.org, en el apartado Libros Libres, y de Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios, editada por la Fundación Domingo Malagón.

Fuente: http://www.cronicapopular.es/2013/10/estados-podridos-causa-y-efecto/