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Entrevista a Bego y Karmen Galdeano Prieto, hijas de Xabier Galdeano, víctima del GAL

«Esto te remueve, pero hay que seguir tirando para que el Estado reconozca al fin lo que hizo»

Fuentes: Naiz

Se cumplen 40 años del atentado reivindicado por los GAL que acabó con la vida de Xabier Galdeano en Donibane Lohizune. Sus hijas, Bego y Karmen, son unas de las firmantes de la querella contra José Barrionuevo, exministro del Interior español. Este domingo habrá un acto de recuerdo en Algorta.

Cuarenta años del atentado que acabó con la vida de su padre, ¿qué recuerdos perduran de aquel tiempo?

BEGO GALDEANO. Se exilió en 1982 después de haber sido detenido varias veces. Teníamos un acoso policial muy intenso, y hacía que la vida aquí se estuviera volviendo un poco complicada. Había estado en la cárcel, le detuvieron en 1979, pero a raíz de eso fue todo continuo.PUBLICIDAD

Cuando se fue a Iparralde, para él y la familia fue recuperar la tranquilidad, diríamos. Tras instalarse, empezó a ver en qué podía trabajar en ‘Egin’, que era su proyecto. Vio cómo en la distribución se podía mejorar, ampliando puntos de venta. Hizo todo ese trabajo, empezó a ir a la muga a recoger los periódicos y repartirlos.

Le dieron los papeles de residente y también solía ayudar a refugiados jóvenes a hacer esos trámites, llevaba comida a Anai Artea para repartir a familias que tenían más necesidad. Su vida la encauzó así y, la verdad, se le veía contento y tranquilo.

KARMEN GALDEANO. Siempre decía que no iba a volver. «Cuando esto se solucione, no vuelvo. Yo me quedo», decía siempre. Era feliz.

B.G. «Iré de visita», decía. Nosotras teníamos una edad, yo estaba en la Uni y Karmen acabando BUP. Nos quedamos en Algorta con amama y solíamos ir los fines de semana de visita. La verdad es que íbamos a gusto. En aquellos tiempos, la vida en Iparralde era relajada, había conciertos, festivales en pueblos de alrededor de Donibane Lohizune, a veces solíamos ir con refugiados jóvenes. Había vidilla.

En 1983, con la desaparición de Lasa y Zabala, y luego los siguientes atentados, las cosas cambiaron totalmente. Todo el mundo vivía en tensión. En nuestro caso, empezamos a ver gente rara alrededor de casa, coches aparcados con mercenarios de los GAL, con la tensión y angustia que provoca. Él siguió con su vida igual.

Cuando acudían a la Policía francesa para denunciar, les decían que no podían hacer nada porque no era un delito. Aquella época la vivimos con la angustia de lo que se veía venir y la impotencia de no poder hacer nada, hasta que pasó lo que pasó. Fueron días muy duros, un palo a nivel emocional. Recuerdo el barullo, con amigos y familia que querían pasar al otro lado y las mugas cerradas, mogollón de llamadas, la Policía investigando, el tanatorio, la incineración y organizar el homenaje.

Al final lo que perdura es el año que pudimos vivir tranquilos y disfrutar. Luego, tras su muerte, todo el cariño y la solidaridad que recibimos de toda la gente de Iparralde, Algorta y Hegoalde en general. Lo arropados que nos sentimos.

K.G. Yo tenía 16 años. Bego ha explicado bien lo que vivimos. Kattu [Ramón Oñederra], por ejemplo, era uno de los refugiados con los que solíamos ir a los festivales. Nos empezaba a tocar muy de cerca. Txapela [Mikel Goikoetxea] era como de la familia. Empezamos a sentir que era algo serio. No solo allí, también aquí pasó lo de Santi [Brouard], que era muy de casa. Unos años muy duros.

A mí me dicen que fueron 20 años y me lo creo, aunque no llegaron a 3. Han sido los más intensos de mi vida pero con mucha diferencia. Con unas experiencias muy buenas. Estuvimos mucho con Josu Muguruza, que era también como de casa, que luego vino después. Dentro de lo malo, nos reíamos, le dábamos la vuelta a lo duro que era con espíritu de supervivencia: no nos van a doblegar. En nuestra casa, como teníamos más medios que muchos jóvenes refugiados, organizábamos los homenajes de todos los que iban cayendo. Así fue que el suyo también lo hicimos en casa, con ayuda de Josu Muguruza y otros, sacando fuerza de donde fuese.

Xabier era delegado de ‘Egin’ en Ipar Euskal Herria, también estuvo en los inicios de la ikastola de Algorta… son proyectos que han seguido adelante pese a todas las dificultades. ¿Es reconfortante ese legado? ¿Qué le quedó por hacer?

B.G.  Por supuesto que es muy reconfortante. Son dos proyectos que continúan. La ikastola echó a andar al principio de los 60 con ocho alumnos. Hay que aclarar que nuestra familia no fue de las primeras, del grupo fundador, porque yo era demasiado pequeña, pero en cuanto tuve edad, al de 2 años, estuve ya.

En aquella época, la ikastola de casa en casa, sin ninguna seguridad de si iba a poder salir adelante o nos iban a decir que no habíamos hecho nada en esos años. Hay que pensar que hoy tiene más de 1.000 alumnos y más de 60 años de andadura. Que solamente en Algorta y alrededores miles de personas se hayan euskaldunizado y estudiado en euskara en ese centro, creo que es un triunfo enorme, que sea un proyecto que está totalmente arraigado en el pueblo.

En cuanto a ‘Egin’, después del mazazo que supuso para nosotros el cierre, así lo vivimos, que en Euskal Herria hayamos sido capaces de poner en marcha otro proyecto comunicativo, también con financiación popular y haciendo frente a la deuda millonaria que se le endosó por la cara, creo que ambos proyectos son dos logros muy grandes para este país tan pequeño.

De todas formas, queda mucho por hacer de lo que él tenía en su imaginario de una Euskal Herria independiente, euskaldun, y ahí tenemos todavía camino por andar.

K.G. ¿Qué le quedó? Beberse la botella de vino que tenía reservada con Santi [Brouard] para el día de la independencia. La tenemos guardada, a ver si lo abrimos.

¿Las generaciones jóvenes saben lo que fueron la guerra sucia o la tortura? ¿Qué perciben cuando les cuentan el caso de su aita?

K.G. El Estado se ha interesado muy mucho en que todo esto no se sepa y se calle. Gracias a GARA, a ‘Egin’, que por eso precisamente aita tenía tanto interés en que tenían que salir todas esas informaciones a la luz. Gracias al esfuerzo de la izquierda abertzale, sí que se saben testimonios y se está abriendo más, pero está costando.

Los jóvenes, aparte de que tienen sus problemas, que este asunto les pilla muy lejos, así lo veo y me da pena, a veces decimos «es que aburrimos con este tema», como no lo zanjemos rápido y asentemos las bases de lo que queremos, todos los jóvenes que vengan por detrás no van a tener oportunidad ni de leer los testimonios de lo que ha pasado y sobre todo que no se vuelva a repetir.

Se están dando pasos. Es verdad que hasta que ETA no decretó el alto el fuego no pudimos empezar a dar a conocer nuestros testimonios y empezar a tirar paredes. Diría que comenzaron a abrirse puertas donde poder explicar todo nuestro relato, que aquí no ha habido un único relato. Explicar cuál es nuestra parte de relato, para que todos esos jóvenes puedan tener la oportunidad de leer no solo el relato que nos quieren imponer de una única violencia de ETA, no, no, aquí han pasado muchas otras cosas.

Nos duele tener que repetir y repetir, y volver a remover nuestras tripas, para tener que contar lo nuestro que a veces soy la primera que digo: «Ah, qué pesados otra vez con este tema». Somos conscientes que si no lo hacemos, no lo puede hacer nadie, porque cada vez somos todos más mayores y como desaparezca nuestra generación, es que no lo va a contar nadie.

Su familia, como otras, han estado en primera línea reclamando justicia, ¿cómo lo han vivido?

B.G. Desde siempre hemos sabido quién estaba detrás del GAL, que fue ideado, financiado y protegido por los poderes del Estado. Siempre hemos sabido que teníamos un muro enfrente pero, por eso, no lo hemos dejado de denunciar en todas las ocasiones que hemos podido, porque alguien ha hecho una declaración o Felipe González ha venido a Bilbao, para que públicamente no caiga en el olvido.

Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos para que oficialmente se supiera la verdad, porque aunque surgieran pruebas, nunca la justicia ha actuado o investigado nada, siempre se ha puesto de perfil, como que aquí no ha pasado nada. Lo vives con impotencia, rabia, frustración al ver la inactividad de la justicia. Que haya señores del PSOE, con altos cargos, que asuman y acepten que lo han hecho, y que nadie mueva un dedo, es un escándalo.

A partir de 2011, con el cese de la actividad de ETA, empezaron a abrirse lentamente las puertas para que participáramos en foros, en dar testimonio y comenzaron a tenernos en cuenta. Hace unos años, Gogora nos propuso testificar para el Mapa de la Memoria. Lo hicimos. Allá ellos con su conciencia con lo que hagan con ello. Si hay jóvenes interesados, ahí tienen la oportunidad de verlo.

K.G. Con esa iniciativa de Gogora, con la ayuda de Egiari Zor, además de nuestra aportación personal, se aprovechó para poder dejar testimonio de muy diversas vulneraciones de derechos fundamentales por parte del Estado. Decíamos que, por lo menos, estén ahí, luego no sabemos lo que harán, pero que no digan que no saben.

¿Se ha avanzado?

K.G. Ha costado mucho, porque para la gente dar su testimonio es muy duro, aunque quieras dejarlo aparcado, cuando lo vuelves a rememorar, se remueven muchas cosas. Hay personas que no quieren saber nada de lo que pasó hace 40 años. Como está sucediendo con los casos de tortura, resulta muy duro dar testimonio y es muy importante el paso que están dando. Acabarán todos en psicólogos, en psiquiatras, porque tiene que ser terrible, mucho peor que lo nuestro, siempre lo he dicho.

Ver que, por lo menos, se empieza a reconocer, que hay gente de la judicatura que te apoya, porque siempre hemos tenido en contra a los jueces. Ver que los forenses te ayudan. ¿Quién en la Audiencia Nacional te va a decir que los testimonios avalados por forenses son mentira?

Cuando participamos en foros con otras víctimas diferentes, son las primeras que empatizan con nosotras y nosotros con ellos. Nos reconocemos mutuamente. ¿Quién le va a decir a esa persona, a esa víctima de ETA? No, estos no existen. Van a responder que «sí, sí, existen». Se han abierto brechas que van a hacer difícil negar esos casos. Ha costado muchos años empezar a abrir esas brechas.

El desgaste en diferentes aspectos habrá sido terrible.

B.G. Nada más matarle a aita, el Ministerio del Interior de Barrionuevo lo primero que hizo fue acusarle de ser la persona que blanqueaba el dinero de ETA, como una forma de justificar su muerte. No tenían ninguna prueba. No sé cuánto tiempo habría pasado de la muerte, fue nuestra primera rueda de prensa con los abogados para poner una querella a Barrionuevo por acusarle de algo que no tenía ningún fundamento. Por supuesto, se archivó, ahí empezó nuestro calvario.

Cada paso que dábamos, no valía para nada. En todos estos años, nos hemos encontrado con todo en contra. El primer reconocimiento que se nos hizo a las víctimas del GAL fue cuando Aznar aprovechó el GAL, con todas las investigaciones periodísticas que se hicieron, para atacar al PSOE y llegar al Gobierno. Siempre ha sido un arma arrojadiza entre ellos. El único juicio que hubo, en el que se condenó a Barrionuevo, Vera y compañía, al de tres meses les indultaron. Quedó clarísimo que no les importábamos nada, nos utilizaron.

Ha sido muy duro, pero ha valido la pena, porque no cejaremos en acudir a todos los foros que podamos.

Décadas en las que fueron invisibles para instancias institucionales, ¿han notado algún cambio en los últimos años?

B.G. Sí, se han dado pasos importantes, por ejemplo, en el reconocimiento de la práctica de la tortura, de víctimas policiales. Han pasado 30 años para que se reconozca que la muerte de Rosa Zarra fue por un pelotazo, que no fue por una enfermedad, 41 de la emboscada de Pasaia, 45 de la desaparición de «Naparra»… Estamos hablando de décadas en las que se ha mentido, muchas mentiras, mucha impunidad y la verdad es que llegan tarde, muy tarde, pero por lo menos…

En este nuevo tiempo han sostenido que el Estado español tiene una «deuda histórica» en la asunción de sus responsabilidades en los GAL. ¿Atisban que se pueda producir algún cambio o no confían en ello?

B.G. Nos gustaría que hubiera un cambio, pero la verdad es que después de negación-aceptación- impunidad nos cuesta creer que lo hagan. No hay más que ver durante todos estos años, en entrevistas que les han hecho a Vera y Barrionuevo, que con total descaro asumen lo que hicieron, o sea, asumen la organización de los atentados, pero con una chulería que es impresionante. Que un ministro del Interior y el secretario de Estado de Seguridad asuman estos delitos, reconozcan que se financió con los fondos reservados y nadie diga nada. Es impensable en cualquier otro país de Europa.

¿Tienen algo de confianza?

B.G. Poca, ya veremos.

K.G. En la justicia, cero.

En la presentación de la querella contra José Barrionuevo, ustedes confesaron que no ha sido una decisión fácil, ya que hasta ahora la justicia española no ha hecho nada. ¿Qué ha cambiado para dar este paso?

B.G. En 2022, nos preguntaron a ver si íbamos a dar algún paso y la justicia no hizo nada. Dijimos que teníamos que valorarlo seriamente y ver las posibilidades reales de que pudiera abrirse un proceso en su contra. Ahora, Giza Eskubideen Behatokia nos ha dado el impulso que necesitábamos. Se han recogido muchos datos de entrevistas, de informaciones e investigaciones periodísticas… Con todas esas pruebas esperemos que se pueda abrir un proceso, pero como tampoco tenemos muchas esperanzas, una vez que se cierren todas las puertas, que ojalá nos confundamos, llegar al Tribunal de Derechos Humanos de Naciones Unidas y podamos hacer algo.

No han faltado hilos nuevos de los que tirar en los últimos años, como la revelación de los papeles desclasificados de la CIA sobre los GAL y la responsabilidad de Felipe González, o el audio de Intxaurrondo sobre Lasa-Zabala. Pero no son noticia en Euskal Herria.

B.G. En esos papeles que están ya desclasificados por la CIA se dice que Felipe González es el que ordena organizar el GAL y luego las conversaciones de Intxaurrondo sobre Lasa y Zabala, cómo entre Perote y Gómez Nieto dicen que se les obligó a cavar su agujero y que les dieron dos tiros sin capucha. Más asunción de crímenes, más claro, creo que no puede haber, pero no pasó nada. En ese caso, Perote dijo que no era su voz y ahí quedó la cosa.

Estos días ha estado un ex relator de Derechos Humanos de la ONU en Euskal Herria y decía que los jueces deberían haber hecho mucho más, porque al no hacerlo, lo que estaban haciendo era darle una impunidad total al Estado en cuanto a los crímenes cometidos, que tenían que haber actuado, que era su deber.

Ya veremos qué es lo que dicen cuando se desclasifiquen los demás papeles, a ver qué hay. Por eso, pensamos que la querella que hemos puesto contra Barrionuevo, con todas estas cosas, pudiera tener si no es en el Estado español, sí en Europa, un recorrido más largo.

Ustedes han asegurado que no les mueve una justicia de carácter punitivista, ¿qué persiguen?

K.G. Han pasado 40 años de la muerte de aita, está claro que motu proprio ellos, por lo menos, no van a reconocer lo que hicieron. Entonces, tirando de los pocos hilos que podemos tirar y utilizando en este caso la querella, nuestra finalidad no es que Barrionuevo vaya a la cárcel. Es que se sepa la verdad, cuál fue la responsabilidad del Estado en todas esas muertes, no solo en el asesinato de nuestro aita, sino en las 27 muertes del GAL.

Cuando hablan con esa facilidad de cómo utilizaron los fondos reservados, de cómo crearon el GAL, cuando ninguna Fiscalía de oficio les mete mano y les dice: «A ver, pero ustedes qué están diciendo, que el Estado diga qué es lo que está pasando», nos vemos en la obligación de seguir con el ‘akuilu’, de tener que ser los que vamos tirando para que, de una vez por todas, el Estado reconozca qué es lo que hizo, que por lo menos si podemos tirar de los secretos de Estado, de las cosas que dice Barrionuevo, para que el Estado al final reconozca su implicación en todos estos asesinatos y en toda esta trama de guerra sucia, esa es nuestra finalidad.

Esa verdad, ese reconocimiento y esa justicia, que no es la justicia punitiva, pero que es restauradora para nosotros por lo menos. Y de cara a que la historia sepa verdaderamente qué es lo que ha pasado.

Fuente:https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20250330/esto-te-remueve-pero-hay-que-seguir-tirando-para-que-el-estado-reconozca-al-fin-lo-que-hizo