El amianto es un agente cancerígeno que fue muy utilizado durante el boom de la construcción en España entre los sesenta y los noventa por su flexibilidad, resistencia y bajo precio. Presente en un número indeterminado de edificaciones debido a la inexistencia de censos oficiales, las afecciones más comunes que produce son mesoteliomas pleurales y […]
El amianto es un agente cancerígeno que fue muy utilizado durante el boom de la construcción en España entre los sesenta y los noventa por su flexibilidad, resistencia y bajo precio. Presente en un número indeterminado de edificaciones debido a la inexistencia de censos oficiales, las afecciones más comunes que produce son mesoteliomas pleurales y carcinomas de pulmón. Un estudio publicado en 2013 aseguró que en España habría muertes por la exposición a este elemento al menos hasta el año 2040. Ahora, tras conocerse la presencia de este componente en el Metro de Madrid, la preocupación por este elemento vive un nuevo pico.
La prohibición de utilizar y comercializar amianto fue firmada en diciembre de 2001 pero se dio un plazo de un año de adaptación. Hasta entonces y desde principios del siglo pasado se estima que España importó más de 2.000 millones de toneladas, según datos recogidos por Efe.
Aunque sin registro oficial del número de obras en las que se utilizó, se encuentra en todo tipo de edificios (fábricas, oficinas, colegios, cines…), en tuberías y en tejados como elemento de insonorización o aislamiento término. Fibrocemento o uralita son los nombres más reconocibles de este material tóxico que, desde su prohibición en 2002, se ha ido reemplazando por otras fibras de revestimiento no perjudiciales para la salud.
También llamado asbesto, fue a mediados de los 80 cuando se conoció el alto potencial cancerígeno de la fibra de amianto ante una exposición prolongada. Se manifestó en forma de cáncer y asbestosis (fibrosis) sobre todo entre los trabajadores encargados de manipular este material debido a la inhalación de las partículas en suspensión.
Aún así, su prohibición fue paulatina: el primer tipo de amianto prohibido fue el azul en 1984, después el marrón en 1993 y el uso del blanco se extendió hasta 2001, cuando el veto fue total ante el alto número de casos de cáncer y asbestosis (fibrosis) entre los trabajadores encargados de manipular este material por la inhalación de las partículas en suspensión. En 2013, el Parlamento Europeo instó a la UE a retirarlo de todos los edificios públicos para 2028 y a alentar al sector privado a seguir los mismos pasos.
El riesgo de beberlo
La presencia del amianto (imagen: Getty) en las tuberías ha llevado a analizar el riesgo que puede tener beber agua potable ante la posibilidad de que las fibras de amianto se desprendieran y llegaran hasta los grifos. La OMS, en un informe titulado Asbestos in drinking water, indicó que se encontraban en torno al millón de fibras por litro en EEUU, Países Bajos o Reino Unido (página 7) sin que haya pruebas «convincentes» de que ingerir agua contaminada a este nivel pueda derivar en cáncer. En este sentido, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) sitúa como ‘zona segura’ la presencia hasta 7 millones de fibras de amianto por litro de agua aunque tampoco puede probar que un nivel mayor implique riesgos para la salud.
En España se estima que de los 200.000 kilómetros de la red de cañerías, 40.000 están construidos con fibrocenteno, según datos de 2012 de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamientos (AEAS). IU Andalucía, que eleva los kilómetros a 150.000, consiguió hace un año que el Parlamento andaluz aprobara una proposición no de ley (PNL) para la elaboración y aprobación de un Plan de Eliminación de las Conducciones de Agua Potable de fibrocemento.
Alfredo Menéndez Navarro, catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad de Granada e investigadores del Instituto de Salud Carlos III, el Consorcio de Investigación Biomédica de Epidemiología y Salud Pública y el Ministerio de Sanidad firman el estudio que en 2013 establecía que las muertes por cáncer pleural (el 73%, mesoteliomas causados por el amianto) pasaron de 491 entre 1976 y 1980 a 1.249 entre 2006 y 2010, destacando la tendencia creciente. Estos científicos estimaron que entre 2016 y 2020 fallecerían 1.319 personas en España por este tipo de cáncer. Otras enfermedades relacionadas con el amianto son el carcinoma bronquial o cánceres del tracto gastrointestinal y de laringe.
Datos recientes publicados por CCOO establecen que solo en Madrid entre 4.000 y 5.000 personas podrían morir por la exposición al amianto que sufrieron entre 12.000 y 15.000 personas de los 70 a los 2000.