Como la industria del tabaco, que durante décadas negó el vínculo entre el hábito de fumar y el cáncer de pulmón, la petrolera ExxonMobil libró una «sofisticada y exitosa campaña de desinformación» para engañar al público sobre el recalentamiento planetario, acusó un grupo de científicos de Estados Unidos. Entre 1998 y 2005, la empresa aportó […]
Como la industria del tabaco, que durante décadas negó el vínculo entre el hábito de fumar y el cáncer de pulmón, la petrolera ExxonMobil libró una «sofisticada y exitosa campaña de desinformación» para engañar al público sobre el recalentamiento planetario, acusó un grupo de científicos de Estados Unidos.
Entre 1998 y 2005, la empresa aportó casi 16 millones de dólares a una red de 43 organizaciones que cuestionaban el consenso en cuanto a que las emisiones de gases de efecto invernadero contribuían al calentamiento global, halló un nuevo estudio de la Union of Concerned Scientists (Unión de Científicos Comprometidos).
Entre los receptores más prominentes estuvieron el American Enterprise Institute (Instituto Estadounidense de la Empresa), al que Exxon-Mobil aportó más de 1,6 millones de dólares, el Instituto George C. Marshall (630.000 dólares) y el Competitive Enterprise Institute (Instituto Competitivo Empresarial), que recibió más de dos millones de dólares, más que cualquier otro beneficiario.
Las 43 organizaciones, entre las que se superponían directores, asesores y demás personal, actuaron como una «cámara del eco» que, con la ayuda de columnistas y medios de derecha, como The Wall Street Journal, difundieron deliberadamente información errónea sobre el cambio climático, según el informe.
El documento de 63 páginas, titulado «Smoke, Mirrors & Hot Air» («Humo, espejos y aire caliente»), fue presentado el día 3 y reitera cargos similares a los formulados por la Royal Society de Gran Bretaña en septiembre último.
Los autores instaron al nuevo Congreso legislativo liderado por los demócratas a celebrar audiencias sobre la presunta campaña de desinformación de la compañía, mientras sus predecesores expusieron los esfuerzos de la industria del tabaco por bloquear la regulación gubernamental de sus productos.
«ExxonMobil manufacturó incertidumbre sobre las causas humanas del calentamiento global, mientras las tabacaleras negaban que su producto provocara cáncer de pulmón», dijo Alden Meyer, director de estrategia y política de la Union of Concerned Scientists.
«Una inversión modesta pero efectiva permitió al gigante petrolero alimentar dudas sobre el calentamiento global para demorar la acción del gobierno, tal como lo hicieron las grandes tabacaleras durante 40 años», agregó.
Según el estudio, incluso algunos de los mismos individuos involucrados en los esfuerzos de la industria del tabaco contribuyeron con la campaña de ExxonMobil.
Un ejemplo de esto es Steven Milloy. Su Advancement of Sound Science Coalition (Coalición para el Avance de la Ciencia Responsable) fue creada por la gigante tabacalera Philip Morris en 1993 para investigar el vínculo entre el humo de segunda mano (el que respiran los fumadores pasivos) y el cáncer.
Milloy se desempeñó como miembro del Equipo de Ciencia del Cambio Climático que ExxonMobil ayudó a crear en 1998, y dirigió el Free Enterprise Action Institute (Instituto de Libre Acción Empresarial), al que la compañía contribuyó con 130.000 dólares, o casi dos tercios de los gastos totales del grupo.
El nuevo informe aparece en medio de señales de que tanto el público como los medios dominantes en Estados Unidos se están preocupando más por el calentamiento global.
La arrasadora victoria demócrata en las elecciones legislativas del 7 de noviembre inclinó la balanza del poder en el nuevo Congreso a favor de los parlamentarios que apoyan normas para limitar o reducir las emisiones de gases invernadero.
Como la mayor empresa de energía del mundo, durante mucho tiempo ExxonMobil fue objetivo de ambientalistas. Particularmente desde que, al ratificarse el Protocolo de Kyoto (1997) para que los países industrializados reduzcan esas emisiones, sus principales rivales, especialmente Shell y BP, comenzaron a retirarse de la Global Climate Coalition (Coalición para el Clima Global), organización industrial que hizo campaña contra el tratado.
A diferencia de sus contrapartes en otros gigantes petroleros, quien fue el presidente de la compañía hasta el año pasado, Lee Raymond, se mostró abiertamente desdeñoso de la teoría de que el uso de combustibles fósiles contribuía de modo importante con el calentamiento global, y rechazó la presión de los accionistas para invertir más en combustibles alternativos.
Ese mismo año, Exxon participó en una reunión en el American Petroleum Institute (Instituto Estadounidense del Petróleo) que, según un memorándum sobre los procedimientos que luego se filtró, llamó a las empresas a brindar «apoyo logístico y moral» a quienes discrepaban con el creciente consenso científico en torno a las causas humanas del calentamiento global, «cuestionando y debilitando la ‘sabiduría científica dominante'».
Como detalla el nuevo estudio, es precisamente eso lo que hizo ExxonMobil en los siete años posteriores, al patrocinar a las 43 organizaciones que no solamente tienen consejos y asesores que se superponen, sino que también citan trabajos de cada una de las otras para lograr un efecto de «cámara de eco».
Un ejemplo citado por el informe es el de Sallie Baliunas, una astrofísica de la Institución Hoover de la Universidad de Stanford, que recibió casi 300.000 dólares de ExxonMobil desde 1998.
Especialista en manchas solares que también está afiliada a por lo menos otras ocho organizaciones financiadas por ExxonMobil, Baliunas es conocida por ser coautora, en 2003, de un documento que afirmaba que las temperaturas no cambiaron de modo significativo en los últimos milenios.
Ese artículo, según el autor del informe Seth Shulman, «fue rebatido por no menos de 13 de los científicos cuyas investigaciones ella consultó. Todos ellos alegaron que ella había tergiversado sus trabajos», dijo Shulman, quien señaló que los hallazgos del documento todavía aparecen regularmente en los materiales publicados por otros beneficiarios de ExxonMobil.
«Estas organizaciones promueven a portavoces que deforman hallazgos científicos evaluados por pares o por hechos, en un intento por inducir a los medios y al público a pensar que hay un debate vigoroso en la comunidad científica dominante sobre calentamiento global, cuando de hecho no hay ninguno», agregó Meyer.
Como el Free Enterprise Action Institute, ExxonMobil brinda una proporción sustancial –entre 20 y 60 por ciento– de su presupuesto total a otras pequeñas organizaciones científicas y empresariales.
En una carta a la empresa en septiembre, la Royal Society, que es la organización científica más prestigiosa de Gran Bretaña, llamó a ExxonMobil a dejar de financiar a esos grupos y a diseminar sus propios materiales «imprecisos y engañosos» sobre el cambio climático. Un portavoz de la Sociedad alegó que la compañía se había comprometido a interrumpir la financiación de las organizaciones en una reunión realizada en julio.
Ni la Union of Concerned Scientists ni la Royal Society, así como organizaciones ambientales, están solas en exigirle a la empresa que ponga fin a su apoyo financiero.
En una carta de octubre que comparó explícitamente las tácticas de ExxonMobil con las de la industria del tabaco, los senadores Jay Rockefeller (demócrata) y Olympia Snowe (republicana) urgieron al nuevo presidente de la firma, Rex Tillerson, a «poner fin a su peligroso apoyo de quienes niegan» el calentamiento global y a «repudiar su campaña de negación del cambio climático y hacer pública su historia de financiaciones».
La carta fue fuertemente denunciada en las páginas editoriales de The Wall Street Journal, que es un aliado cercano del American Enterprise Institute, como un esfuerzo por sofocar el debate científico.
El informe de la Union of Concerned Scientists es «otro intento de manchar nuestro nombre y de conectar hechos que no están relacionados, llegar a conclusiones imprecisas y engañar a la audiencia con una ficción sobre la verdadera posición de ExxonMobil», señaló el portavoz de ExxonMobil, David Gardner, en una declaración emitida el miércoles.
«Lo que está claro hoy es que las emisiones de gases invernadero son uno de los factores que contribuyen con el cambio climático, y que el uso de combustibles fósiles es una importante fuente de estas emisiones», dijo en una larga declaración.
Gardner también enfatizó que la mayoría de las organizaciones financiadas por ExxonMobil «son independientes de sus patrocinadores corporativos» y que el apoyo financiero de la empresa «no connota ningún control sustancial o responsabilidad por las recomendaciones o análisis políticos que ellas producen».
Al mismo tiempo, el Competitive Enterprise Institute, principal beneficiario de la compañía para asuntos relacionados con el clima, consideró que el informe es «mayormente basura» y acusó a la Union of Concerned Scientists, así como a otras organizaciones ambientales, de «intentar silenciar a cualquiera que discrepe con ellas».