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Feminismo, cuando la tecnología recicla los mitos

Fuentes: SEMlac

Falta de conocimiento y necesidad de articulación se encuentran entre las frases más repetidas cuando se pregunta por el feminismo en la Cuba de estos días, constatan activistas del país de diferentes orígenes, edades y perfiles profesionales.

Cada vez más, hablar de feminismo en el espacio público nacional va dejando de ser un rara avis e incluso organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) reconocen públicamente vínculos con la historia y los postulados del movimiento.

«En los últimos tiempos, en el contexto cubano se ha despertado un interés por acercarse al feminismo desde diferentes corrientes», reconocía recientemente Georgina Alfonso, directora del Instituto de Filosofía, en un encuentro virtual convocado por la Red Feminista Berta Cáceres.

«Nuestra organización de mujeres es depositaria de las concepciones y proyectos revolucionarios del feminismo, acordes con la trayectoria política y cultural de nuestro país» suscribió, por su parte, Teresa Amarelle, secretaria general de la FMC, en un texto publicado en julio por el portal web Cubadebate.

Sin embargo, esta realidad tropieza aún con muchas resistencias en algunos sectores institucionales y también con la representación social que muestran las redes sociales para un público, mayoritariamente joven, que se debate entre asumir el feminismo como «moda», o distanciarse de él por mero desconocimiento.

Para Anabel Antuña Alfonso, estudiante de Sociología de la Universidad de La Habana y activista feminista, «todavía hay muchos espacios donde el feminismo sigue siendo la palabra maldita».

Con ella coincide la joven periodista Ania Terrero. «El feminismo sigue siendo una ‘palabra maldita’, pero ya no tanto porque se silencie, sino porque se desconoce. Eso lleva a que, aun cuando está en el discurso público, se distorsionan sus propuestas y sus esencias».

Antuña comparte el criterio de que hay una reconfiguración con la situación del feminismo en Cuba y «muchos espacios que históricamente han rechazado el tema, ahora quieren acercarse», explicó a SEMlac.

«En mi opinión, está relacionado con la apuesta que se hizo por el Código de las Familias, que fue defendido por las máximas autoridades del país y eso tiene un gran peso», precisó la joven activista.

A su juicio, otro factor que ha influido es la visibilidad que se le ha dado en espacios públicos virtuales y presenciales.

«Antes solo se hablaba de feminismo en espacios cerrados, ahora hay mayor activismo en las redes, en las calles, en instituciones y en otros lugares. También hay que reconocer la lucha cada vez más fuerte de las feministas cubanas, incidiendo en todos los espacios donde socializan e incorporando siempre la perspectiva feminista», detalló Antuña.

Luces y sombras del «feminismo mediático»

El feminismo y los «temas» de género están de moda, respondieron en un cuestionario virtual, con palabras más o menos, 11 de 17 estudiantes matriculados en una optativa de Comunicación y Género en la Facultad de Comunicación (Fcom), de la Universidad de La Habana, ante la interrogante de por qué habían elegido la asignatura.

Según Dailene Dovale, también periodista, «es un error bastante común encontrar que el feminismo es una moda».

«Quizás se deba a una mayor difusión, no solo en la televisión y medios de prensa en general, sino también en todas las plataformas digitales, existentes o por crear. Pero considerarlo así, en cierta medida obvia una historia y tradición de lucha, a la par que desprecia el espíritu crítico y de transformación de quienes se acercan a los feminismos, desde la práctica y la teoría, para subvertir los patrones machistas aprendidos», analizó Dovale.

Las 11 muchachas y seis muchachos entrevistados como ejercicio de clase identificaron a perfiles en redes sociales de Instagram o YouTube como sus fuentes fundamentales para conocer del tema; además de los «debates entre colegas».

Dovale, fundadora del colectivo Cimarronas, una iniciativa feminista online, aplaude que los reclamos por la igualdad no se estén quedando «solo en escenarios institucionales o presenciales», reflexionó con SEMlac.
«Es una ganancia que se hayan desplazado a las plataformas de redes digitales a tejer alianzas y construir sentidos nuevos; a la par que se combate, casi pulso a pulso, con los discursos antiderechos por parte de fundamentalistas, sean religiosos o no».

Sin embargo, alerta del peligro de que no se logre articular ese «espacio colectivo con muchas voces, -a veces atomizadas-, pero que intentan desde la diferencia construir proyectos de país basados en la inclusión y el respeto».

Para Terrero, en tanto, si bien es positivo que el feminismo haya adquirido carta de ciudadanía en las redes sociales digitales, es importante tener en cuenta «la disputa de sentidos» que está ocurriendo en esas plataformas.
«El patriarcado no baja la guardia y a veces reacciona con más celeridad, porque está más articulado. Nos llevan años de ventaja organizándose», opinó la periodista feminista.

No ocurre solo en Cuba. Un monitoreo de Twitter realizado por la empresa tecnológica Knewin en 2020, durante 20 días, arrojó que la palabra «feminismo» apareció 14.071 veces en los países de habla hispana, pero el 51,8 por ciento de las menciones eran tuits asociados a sentimientos negativos.

Incluso, desde los estudios teóricos, ya se ha acuñado el concepto de «desinformación de género» o «sexismo digital», para identificar a esas prácticas en línea que descalifican, atacan o manipulan los significados del feminismo desde «una hostilidad extrema», como argumenta un equipo académico de la Universidad Loyola, de Andalucía, en su artículo «Desinformación de género: análisis de los bulos de Maldito Feminismo«.

Este tipo de acciones busca mermar o negar el discurso de la igualdad con afirmaciones falsas que intentan perpetuar los roles de género, negar la violencia machista e incluso rechazar la realidad sufrida por las víctimas, sintetiza el estudio.

Según Terrero, en el contexto nacional las principales manifestaciones de este fenómeno tienden a replicar mitos bien anclados en la historia del rechazo al feminismo desde posturas abiertamente ofensivas.

«Se repite el discurso de contraponer el feminismo al machismo; de que las feministas somos brujas incomprendidas, poco femeninas, lesbianas, sexualmente frustradas, intolerantes o tiranas con mal carácter. Forma parte de un círculo vicioso en el que, para desacreditar nuestros reclamos, nos ridiculizan. Si protestamos es porque somos malcriadas, radicales. No importan las causas que defendemos; las inequidades no forman parte de la narrativa impuesta», explicó.

El desconocimiento y la falta de espacios de debate sano e inteligente en el escenario comunicativo cubano, no ayuda a reposicionar esta realidad.
«El feminismo no es solo acción política, es también producción de cultura, de una cultura abierta y dialogante que necesitamos; y es igualmente el alimento cabal de la justicia que la mayoría anhela y que es la condición primera para la felicidad. Por eso creo que Cuba necesita mucho más feminismo», defiende Zaida Capote, experta lingüista y estudiosa de la historia del feminismo.

«El feminismo nos hace falta para hacer a un lado la complacencia, el autoritarismo, la negación de la voz ajena; nos hace falta para construir en positivo y no expulsar las voces críticas, por difícil que parezca el debate», insistió la también escritora feminista.

Conocimiento y articulación: los nudos gordianos

No solo se habla de feminismo en los medios de comunicación. Un número significativo de carreras universitarias han avanzado en la incorporación de contenidos de esta naturaleza o, incluso, en su necesaria transversalización.

Sociología, Historia, Periodismo, Comunicación Social, Psicología, Derecho o Artes y Letras son algunos ejemplos, aunque no siempre la transformación curricular avance tan rápido como se necesita. Sin embargo, el mayor desafío sigue estando en la incorporación de estos sistemas de conocimientos en la educación de las primeras edades.

«Es lamentable que en la enseñanza primaria, secundaria y preuniversitaria aún no exista tal perspectiva, lo que complejiza y hace más difícil la tarea universitaria de este encargo social que tiene que lidiar con hábitos, conductas, cultura y maneras de pensar injustas», reflexionaba en 2015 la feminista y académica cubana Teresa Díaz Canals, en su artículo «Palabras que definen: Cuba y el feminismo nuestroamericano«.

De entonces acá, la situación ha cambiado poco. Una revisión de estudios sobre desigualdades en la infancia (2008-2018), realizada por Danay Díaz Pérez, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de la Universidad de La Habana (Flacso), confirmó la presencia de desigualdades de género en la niñez, derivadas de la apropiación y reproducción de modelos patriarcales desde la educación.

Por solo poner un ejemplo, aun cuando en febrero de 2021 el Ministerio de Educación (Mined) aprobó el «Programa de Educación Integral en Sexualidad con enfoque de género y derechos sexuales y reproductivos» (Resolución No. 16/2021), su implementación está detenida por causas atribuidas a razones económicas y de soporte material.

En ese camino, para Antuña, muchos de los principales desafíos del feminismo en Cuba pasan por la educación. «Hay que trabajar más con las personas jóvenes, facilitar espacios para debate, sensibilización y formación», aseveró la joven estudiante.

«Pero también siento que falta trabajo de base, no le llegamos a muchas personas, tenemos muchos espacios descubiertos. Es necesario que nuestros compañeros entiendan que el feminismo forma parte de la lucha política en busca de un mundo más humano y también hace falta que las máximas autoridades de este país se formen y asuman una perspectiva feminista», agregó Antuña.

Para Alfonso, también parte del Grupo América Latina, Filosofía Social y Axiología (Galfisa), la articulación se posiciona como un reto mayor para el feminismo cubano. «Debe partir de construir un espacio común de intercambios, pero sobre todo de un espacio comunitario».

Capote coincide. «Me inquieta la incapacidad de acción conjunta y movilización colectiva. También la incapacidad para identificar temas de trabajo común entre colectivos distintos y el silenciamiento de voces diferentes», explicó a SEMlac.

Cuba hoy necesita el feminismo porque «nos ayuda a descubrir el sinsentido de muchos comportamientos cotidianos, porque nos empuja a buscar más justicia, porque al promover la discusión sobre los derechos de las mujeres, promueve también una sociedad mejor, más justa y más feliz o, por lo menos, más consciente de sus problemas», afirmó la escritora.