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Cuba

Feminismo, ¿palabra maldita?

Fuentes: SEMlac

Incorporadas plenamente a la vida social del país, mayoría entre el personal de alta calificación y con pleno reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, hay cubanas, sin embargo, a las que no les gusta mucho que las llamen feministas. «Me fui de mi casa a trabajar a la calle con 17 años, en contra […]


Incorporadas plenamente a la vida social del país, mayoría entre el personal de alta calificación y con pleno reconocimiento de sus derechos sexuales y reproductivos, hay cubanas, sin embargo, a las que no les gusta mucho que las llamen feministas.

«Me fui de mi casa a trabajar a la calle con 17 años, en contra de mis padres; no estoy de acuerdo con el machismo, pero no soy feminista», dijo a SEMlac Aurora Matos, jubilada de 69 años e incorporada a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) desde sus mismos inicios, en la década del sesenta del siglo pasado.

Matos también se enfrentó al esposo, cuando, años más tarde, decidió asumir la dirección de una cooperativa agraria y aún sus hijos eran pequeños.

«Le dije a mi esposo que si no aprendía a cocinar, los niños iban a quedarse sin comer algunos días, porque yo iba a llegar tarde varias veces a la semana. Y aprendió. Pero de ahí a considerarme feminista va un trecho largo», reflexiona.

«Soy feminista siempre y cuando eso signifique estar en contra de la discriminación de la mujer. Lucho contra los prejuicios y desigualdades que afectan a nuestro sexo, pero no suscribo la variante del feminismo ultrarradical, que aspira a desplazar por completo al hombre», ha confesado, por su parte, la escritora Aida Bahr.

Aunque sus obras suelen reflejar las problemáticas de las mujeres, la actual directora de la Editorial Oriente, radicada en Santiago de Cuba, en la zona oriental de la isla, tampoco se siente totalmente conforme con el término.

«Me parece absurdo sustituir una forma de discriminación por otra. No se trata de ocupar el lugar del hombre, sino de compartir, de acuerdo a las posibilidades y capacidades de cada quien», agrega.

La socióloga Marta Núñez Sarmiento refiere que las corrientes feministas fueron estigmatizadas en Cuba durante muchos años, y aún persisten prejuicios hacia ellas.

El movimiento feminista en Cuba, nacido en las primeras décadas del siglo pasado, cumplió un papel revolucionario al permitir la obtención de importantes reivindicaciones en fechas muy tempranas, tales como la Ley de la Patria Potestad (1917), La ley del Divorcio (1918) y la Ley del Sufragio Femenino (1934).

Intelectuales reconocidas en la isla y cuyas obras se estudian en las escuelas, como Vicentina Antuña, Mirta Aguirre y Camila Henríquez Ureña, fueron abiertamente feministas y aportaron análisis esenciales a su estudio.

«Los primeros trabajos que leí sobre feminismo fueron los textos de Camila (Henríquez Ureña), de finales de los años treinta», reconoció la doctora Luisa Campuzano, directora del Programa de Estudios de la Mujer de la Casa de las Américas, a la prensa local.

¿Por qué, entonces, la palabra genera inconformidad y rechazo?

«En enero de 1959, el feminismo que existía en Cuba era el feminismo liberal burgués. La Revolución Cubana desmontó la estructura de clases, existentes entonces, y era lógico que dentro de ella, también se criticara a este feminismo», explicó a SEMlac el historiador Julio César González Pagés.

Para el profesor de la Universidad de La Habana y coordinador de la Red Iberoamericana de Masculinidades, se cometió un error histórico al relacionar todo el movimiento feminista con una etapa de feminismo burgués.

«Eso, de cierta forma, hizo que la FMC optara por distanciarse de ese feminismo. Esa organización representaba a campesinas, obreras, amas de casa, lo cual traía un evidente choque clasista», agrega González Pagés.

«Lo increíble, pero cierto, era que Cuba, donde por obra de la Revolución se había producido la incorporación plena de las mujeres al espacio público, seguía siendo un país culturalmente patriarcal y, como se dice en el lenguaje político del feminismo, un país machista», reflexiona la doctora Campuzano.

Para la investigadora Iliana Benítez Jiménez, del Departamento de Sociología de la Universidad de Oriente, «por cuestiones tanto históricas, como puramente culturales, en nuestro país se ha rechazado el término feminismo a pesar de existir correspondencia entre los principios humanistas de este movimiento y los de nuestro proyecto social».

La historia se remonta a los primeros años del siglo XX. Entonces las primeras feministas cubanas fueron muy criticadas por la sociedad y, sobre todo, por la prensa, porque sus objetivos atacaban el poder de los hombres y ubicaban a las mujeres en un papel lejano al tradicional, como objeto de belleza y sumisión.

Hasta en libros de Historia más recientes, como el conocido tratado La República, de Julio Le Riverend; o Cuba: 1898-1958. Estructuras y procesos sociales, publicado en 1995 por el historiador Jorge Ibarra, el tema del feminismo es tratado de manera bastante ortodoxa.

Aún sucede en la isla que suele identificarse este movimiento como «el machismo de las mujeres», lo cual hace muy complicado poder asumir la masculinidad desde la perspectiva de género, según especialistas.

Tan evidente se ha hecho el rechazo al término que Benítez Jiménez, también Master en Técnicas de Avanzada para el Desarrollo Integral Comunitario, ha propuesto una revisión del término.

Evidentemente, no es reconocido en su auténtica esencia y el resultado es «que mujeres y hombres lo rechazan y con ello, el desarrollo e implementación de ideas muy justas que provienen de esta teoría».

En opinión de la experta, ayudaría pensar en nuevas propuestas conceptuales menos rechazadas.

González Pagés, sin embargo, ve el asunto de otra manera: «Si tú no replanteas los términos desde las ciencias sociales y los reivindicas, los políticos no tienen cómo», asevera.

Este estudioso, que se autodefine como un hombre feminista, insiste en que la FMC nunca dejó de ser una organización feminista:

«Si yo estoy pidiendo que las mujeres tengan derecho sobre su cuerpo, que tengan derecho y acceso a la salud sexual y reproductiva, que tengan las mismas oportunidades y derechos que los hombres en cuanto al trabajo, eso es feminismo», concluye.

A su juicio, más allá de una etiqueta, el feminismo es una filosofía que no ha dejado de estar presente en Cuba.

«¿Qué no se ha logrado todo? No se ha logrado en ningún lugar del mundo, pero yo creo que en Cuba ha existido, en el período revolucionario, un feminismo al que le podemos poner el apellido que quieras: de izquierda, revolucionario, socialista, pero ha sido feminismo. Nos toca a nosotros ponerle la etiqueta».