Recomiendo:
0

México, 9 al 11 de noviembre de 2006

Feministas y dinero, transgresión y dinero, cambio social y dinero

Fuentes: AWID

Algunas reflexiones finales del Foro Dinero y Movimientos organizado por AWID

Feministas y dinero, transgresión y dinero, cambio social y dinero. En estos días hemos reflexionado sobre estas y otras relaciones explosivas que por momentos parecen imposibles, absurdas y contradictorias, pero que por otros cobran sentido, abren nuevos horizontes y a puntan al fortalecimiento de nuestro muy diverso movimiento, en su lucha por un mundo más justo, libre y democrático.

 

Tratar de condensar en unos cuantos minutos la enorme riqueza de reflexiones que se generaron y aún más tratar de plantear conclusiones a lo que sin duda es un debate abierto, sería una especie de suicidio mental o el riesgo de un linchamiento colectivo, cosa que al menos por el momento, no me genera ninguna ilusión. Así que simplemente plantearé algunas reflexiones que he logrado captar en estos días y que pueden ser materia de debates posteriores.

 

En concreto quisiera centrarme en algunos de los retos que tanto a los movimientos feministas como a las financiadoras nos está planteando un contexto político, económico y cultural que ha trastocado los sentidos y estrategias de nuestro accionar redefiniendo la orientación, monto y tipo de recursos que necesitamos.

 

Si bien sabemos que las crisis son inherentes a los sistemas fundamentalistas, neoliberales y bélicos, el grado de desigualdad y violencia que han generado, la evidencia cada vez mayor de los intereses que están detrás de gobiernos que se dicen democráticos pero que se han convertido en oficinas públicas de los poderes fácticos, y sobre todo el creciente sentimiento de agravio provocado en millones de personas que han decidido «dejar de ser pacientes», hace que estas crisis convoquen a cambios revolucionarios. 

 

Este contexto ha llevado a muchas organizaciones a un cuestionamiento profundo sobre si las estrategias desarrolladas están impulsando las oportunidades de cambio social que se necesitan y están siendo congruentes con el carácter evidentemente transgresor de los planteamientos y demandas feministas que están en la base de nuestras diferentes agendas.

 

Dicho cuestionamiento sin duda trastoca la forma en la que veníamos relacionándonos con el Estado, con los organismos multilaterales, con los movimientos sociales y, por supuesto, con las fundaciones, fondos y agencias de cooperación, planteándonos retos sumamente complejos para el futuro.

 

Uno de ellos tiene que ver con las agendas de las financiadoras tanto en el ámbito nacional como internacional y los intereses a los que responden. En la plenaria del día de ayer una de las ponentes dijo: «el monstruo no te va a financiar para destruir su propia casa» y creo que esto es algo que debemos discutir seriamente con las feministas aliadas que dan la batalla adentro de estos «monstruos».

 

Si pudiera en este momento platicar con alguna de ellas le preguntaría: ¿Dónde esta el dinero para derrocar a gobiernos que violan sistemáticamente los derechos de las mujeres?, ¿Dónde esta el dinero para frenar y plantear alternativas a las políticas del Banco Mundial y el FMI que han provocado la sobre explotación y la miseria de las mujeres?

 

Bueno, quizá empezaría un poco más suavemente  y les preguntaría si están dispuestas a transformar la forma en la que definen sus prioridades, para dar cabida a una construcción conjunta con los movimientos, no de los temas y los proyectos sino de los procesos que se tienen que financiar.

 

Finalmente, también me gustaría preguntarles si existen las condiciones y el interés para asumir, como ayer lo comentó Ana María Enriques, el paradigma de dar dinero flexible para que sean las organizaciones las que definan cómo usarlo.

 

De esta manera podríamos revertir la dinámica que muchas veces nos lleva a priorizar los compromisos adquiridos con las fundaciones y agencias por encima de las acciones de presión e incidencia política necesarias para cuestionar y modificar el sistema.

 

Quizá sea ingenuo o incluso equivocado pensar que desde estas instituciones tienen que generarse los recursos económicos para las luchas revolucionarias, quizá simplemente se trate de conseguir los recursos a través de proyectos enmarcados en sus agendas y luego utilizarlos en lo que nos parezca más estratégico.

 

Sin embargo, existe también la posibilidad de que tengamos un diálogo abierto y franco, sobre las oportunidades y los obstáculos para la transformación, tanto de los movimientos como de las financiadoras con el fin de que, en contextos de creciente autoritarismo y de recrudecimiento de las políticas neoliberales y conservadoras, podamos mantener los logros obtenidos y avanzar hacia el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres, lo cual en la actualidad es sin duda inviable.

 

Al interior del movimiento, para su fortalecimiento y de cara al contexto actual, mucho hemos reflexionado en este espacio sobre el reto de articularnos alrededor de ejes políticos y estrategias comunes que respondan a los problemas estructurales expresados en nuestras diferentes realidades.

 

En una de las mesas de Latinoamérica y el Caribe, por ejemplo, se propusieron algunos ejes de articulación tales como: la lucha contra los fundamentalismos, la lucha por la paridad de género, por el fortalecimiento de estados laicos y garantes de los derechos humanos y por el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.

 

Fortalecer nuestro movimiento también pasa como ya se ha dicho por superar las inequidades existentes entre nuestras organizaciones, por entender que compartir poder, recursos y conocimientos e impulsar la ampliación de la base social feminista es algo que lejos de debilitarnos nos hace ganar en capacidad de presión e incidencia, es decir, nos permite construir poder colectivo: el único capaz de enfrentar los embates de las políticas depredadoras y de muerte que tratan de imponer las derechas del mundo.

 

Y yéndonos un poco más al interior de nuestras organizaciones, fortalecernos significa reconocer que lo que hacemos, no es solo la expresión de nuestro compromiso social sino también nuestra forma de subsistencia. En este sentido tenemos que replantearnos las condiciones en las que las feministas estamos trabajando, porque muchas veces operamos como maquiladoras en las que se violan derechos laborales básicos. En las que las que si eres joven tienes que hacer trabajo voluntario y si eres adulta careces de un patrimonio mínimo para cuando decidas retirarte.

 

Este es un reto tanto para las organizaciones y sus dinámicas de trabajo como para las financiadoras que poco contemplan recursos para que se puedan garantizar los derechos de quienes trabajamos en las organizaciones feministas.

 

Para terminar quisiera volver a enfatizar el tamaño del reto. Nos estamos enfrentando a fuerzas que con tal de mantener sus privilegios han provocado la ingobernabilidad, la muerte de millones de personas, la desesperanza de las nuevas generaciones y que para hacerlo han explotado, reprimido y excluido a más de la mitad del mundo, es decir, a las mujeres.

 

Por ello nuestros proyectos no pueden focalizarse en temas aislados del contexto, por ello tenemos que construir alianzas estratégicas con otros movimientos sociales, por ello tenemos que reflexionar, como lo hemos venido haciendo en el Observatorio de la Transgresión del que ayer nos habló María Suárez y otros muchos espacios, sobre que significa reconstituir el tejido social desde la mirada feminista, sobre el tipo de Estado que queremos y, en síntesis, sobre qué es lo que necesitamos para que cada instante de nuestra vida sea más placentero.