Sr. Embajador de Cuba, Manuel Aguilera, señoras y señores: agradezco desde lo hondo esta invitación que me hace La Jornada y Casa Lamm. Lo digo de manera sentida, porque cuando se hace una reflexión sobre Fidel Castro tenemos ante nosotros, los que éramos adolescentes latinoamericanos cuando la Revolución Cubana marchaba victoriosa por Santiago y La […]
Sr. Embajador de Cuba, Manuel Aguilera, señoras y señores:
agradezco desde lo hondo esta invitación que me hace La Jornada y Casa Lamm. Lo digo de manera sentida, porque cuando se hace una reflexión sobre Fidel Castro tenemos ante nosotros, los que éramos adolescentes latinoamericanos cuando la Revolución Cubana marchaba victoriosa por Santiago y La Habana, a una «persona» en interlocución persistente con nosotros desde entonces y por tanto, con ese tipo de intimidad en la génesis del carácter que sólo se asigna a «los otros significativos», que forman parte dinámica del eje que Freud identificó como «el yo», en permanente «manejo y mediación» entre el «id» y el «super-yo», es decir, de alguien que caminaba junto al pueblo cubano y también con nosotros, en la intimidad subjetiva, y al mismo tiempo -y esto es lo trascendental-, asimilábamos la otra dimensión de esa persona, la histórica y ancestral, que Juan Bosh -quien nos enseñó a entender el «imperialismo»- con aguda -y madura- percepción calibró, al pasar de varias décadas, como una inmensidad histórica cubana, caribeña, latinoamericana, mundial: para mí esencialmente humana, en sentido profundo, antropológico: es decir con un vínculo arraigado en nuestros ancestros, en los homínidos, en la forma en que la familia Leaky y en particular, tiempo después, Richard Leaky,1 nos enseñaron a pensar el camino humano, medido en millones de años de evolución.
En mi experiencia se dio el cruce biográfico entre Darwin y Castro porque las noticias de lo que ocurría en Cuba, abriendo caminos al futuro en 1959 y mostrándonos a los que apenas salíamos de la secundaria, que las carnicerías oligárquico-imperiales como la batistiana podían ser vencidas, llegaban junto a la celebración, ese año, del cen tenario de la publicación del Origen de las Especies, alrededor del cual, a los 19 años, escribí y publiqué mi primer artículo, en la Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica.
Véasele desde la perspectiva de la antropología física, de la historia mundial de lo que llamamos la «modernidad», de la gran batalla por la soberanía y las reinvindicaciones socio-políticas, y de manera álgida en los grandes dilemas y peligros que enfrentamos como especie, no sólo en torno al predicamento climático y de civilización, sino en la gran balanza de la guerra y de la paz, ahí está Fidel en la batalla por la conciencia, en especial aquella de la urgencia de la construcción social hacia el futuro, de polos alternativos de poder. El orden de magnitud del peligro de extinción, no de una población dada, de una nación, sino del «marco de referencia bioquímico» que permite el ejercicio de la historia a nuestra especie, se hizo presente a escasos 3 años de iniciada la Revolución cubana, en la crisis de los cohetes, a la que me referiré después. Lo que quiero adelantar desde ahora, es que Fidel estaba ahí, en medio de ese torbellino, mostrándonos que todo lo que tiene que ver con la guerra está en vinculación estrecha con «la condición humana», en el sentido de que, como diría Erich Fromm «la crisis verdadera de hoy es única en la historia humana; es la crisis de la vida misma…nos enfrentamos con la probabilidad de que en un período de cincuenta años (y quizá mucho menos) la vida sobre este planeta haya cesado de existir»2. Ahora sabemos que en la crisis de los cohetes de 1962 estuvimos más cerca del abismo, de la aniquilación, de lo que entonces nos imaginamos, aterrados por las noticias radiales y televisivas, siguiendo, segundo a segundo lo que ocurría a nivel militar en las aguas del Caribe, mientras que las autoridades de Brandeis,-una universidad en Massachusetts donde era estudiante,- anunciaban las áreas de los edificios para «protegernos de un ataque nuclear». Observado en su expresión concreta, la de la gesta revolucionaria y de Castro a lo largo de estas décadas ha sido -y es- una praxis que envía el mensaje de que la demolición de la vida no es inevitable, aunque desde finales de la década de 1979 nos quedó claro que el complejo tecnológico-militar en Estados Unidos y en la URSS, que luego se fue reproduciendo en otras naciones, había generado niveles de destrucción, con efectos devastadores, irreversible, en el sistema bioquímico del planeta 3. Dada la realidad de la «aniquilación mutua» en la confrontación estratégica entre EUA y la URSS, Castro fue mostrándonos (y mostrándose a sí mismo) que el proceso de «gatillage» de una guerra general termonuclear estaba, por decirlo de algún modo, desatado en la dinámica del sistema social; que la explotación, el saqueo y las guerras de exterminio por los territorios y los recursos naturales, que las tendencias de redistribución regresiva de la riqueza mundial, expresadas en la resistencia sistemática de los países capitalistas centrales para instaurar un nuevo orden económico internacional que sustituyera el arreglo leonino de Bretton Woods, dan impulso a lo que Paul Sweezy entonces calificó de «nuevo desorden global»4, que aumenta los órdenes de probabilidad para desencadenar una conflagración generalizada. De aquí que, como lo planteamos hace treinta años, (una milmillonésima de segundo para la biosfera), «en el reloj histórico de nuestro tiempo, el carácter del análisis y la reflexión sobre la guerra» (adquiere) «rango teórico sólo si es capaz de expresarse concretamente a nivel de acción social. En la era termonuclear, la naturaleza misma de la guerra demanda un tipo de política que logre transformarse en una acción social dirigida al logro de mecanismos institucionalizados para evitar y aminorar los riesgos de guerra: en nuestro tiempo es posible la política como ciencia, pero sólo si ella abre el camino a la historia».5 Y quien revise las acciones concretas de Fidel, como presidente de Cuba en el escenario nacional, regional y mundial, no ha hecho más que ir dejando pistas vitales en la ruta histórica: de manera sistemática Castro se opone y resiste las visiones derrotistas del futuro de la sociedad humana, en concreto las doctrinas y a los sistemas de armamentos que impulsan a las naciones a confiar y privilegiar los métodos militares, a aceptar los riesgos de guerra; o renunciar al desarrollo histórico de la especie. Por horas y horas, de ocho de la noche a cinco o seis de la mañana le he escuchado disertar sobre lo inaceptable que es renunciar a poner en práctica sistemas de relaciones económicas y políticas internacionales en los que la fuerza creativa y constructiva ocupe el lugar hasta ahora reservado a la fuerza militar. 6 El mensaje central ha sido -y es- que el desenlace satisfactorio de la crisis múltiple que se viene agudizando desde los años 70 del siglo pasado, sólo podrá alcanzarse a partir de instrumentos económicos y políticos. Desde entonces, el precario e inestable equilibrio estratégico se ve amenazado por la dinámica del capitalismo monopólico que enlaza funcionalmente las tendencias de maximización de ganancias y de maximización de costos, con los lucrativos preparativos para la tercera guerra mundial: en virtud de esta dinámica económica, continúan incrementándose los órdenes de probabilidad de conflagración. «Los preparativos para esta guerra», observaba C. Wright Mills en su notable análisis sobre La Tercera Guerra Mundial (el primer gran sociólogo de Estados Unidos que reflexionó con sus conciudadanos sobre la Revolución cubana en Escucha, Yanqui).
«…son características centrales de las principales sociedades contemporáneas. La expectativa de esa guerra es el resultado de las definiciones oficiales de la realidad mundial…El impulso y la fuerza hacia la tercera guerra mundial es ahora parte de la sensibilidad contemporánea y una característica definitoria de nuestra era».7
Tengo un recuerdo vívido, por su impacto en la ecuación en que se juega la mortalidad humana en la era en que persisten los despliegues de cohetería balística intercontinental de lanzamiento terrestre, oceánico, aéreo, espacial, en los tiempos de explosiones que se miden en kilotones y megatones, de la interlocución de Fidel con planteos vertidos en la prensa por el coronel general Leonid Ivashov, entonces Vicepresidente de la Academia de Problemas Geopolíticos de Rusia, exJefe del Departamento de Cooperación Militar del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa: «Al imperio estadounidense», decía Ivashov desde la agencia rusa Ría Novosti en julio de 2007,
«podría oponerse únicamente una alianza de civilizaciones: la rusa, cuya órbita incluye a la Comunidad de Estados Independientes; la china, la hindú, la islámica y la latinoamericana. Es un espacio inmenso en el que podríamos crear mercados más equitativos, nuestro propio sistema financiero de carácter estable, nuestro engranaje de seguridad colectiva y nuestra filosofía, basada en la prioridad del desarrollo intelectual del hombre frente a la moderna civilización occidental que apuesta por los bienes materiales y mide el éxito con mansiones, yates y restaurantes. Nuestra misión es reorientar al mundo hacia la justicia y el desarrollo intelectual y espiritual» 8.
La construcción de alternativas es algo cada vez más urgente ante una humanidad que Castro, hace décadas percibe como una especie «en peligro de extinción por la destrucción de las condiciones naturales». Y ciertamente en medio de un deterioro persistente de corte medioambiental, con una biosfera planetaria en condiciones cada vez más precarias, por el funcionamiento «normal» del capitalismo y su actual patrón energético-tecnológico y también por los graves impactos humanos y ambientales de las abundantes y atroces guerras por el dominio mundial desatadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, como podrá apreciarlo quien se asome a los datos sobre el consumo diario de millones de galones de petróleo del vasto aparato motorizado del Pentágono, en tierra, mar y aire 9. A lo que es necesario agregar que es un período posterior al fin de esa guerra mundial profundamente afectado por el régimen de terror de Estado inaugurado por Truman con el genocidio de la población japonesa en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945. El peligro de extinción, advierte Castro «está más cercano: Nuevos y no previstos problemas creados por la ciencia, la tecnología y el despilfarro congénito del neoliberalismo, multiplican los riesgos políticos, económicos y militares».10
En junio de 1992 Fidel dejó en claro algo de urgente importancia: «que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con sólo el 20% de la población mundial, consumen dos terceras partes de los metales y tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer».11 En ningún momento esa «inmensidad de conciencia» de la que hablé dejó a un lado la dinámica del «marco de referencia» de la explotación, de las grandes asimestrías de poder y de las grandes responsabilidades ante el futuro humano. En esa ocasión, en Brasil, el país que contiene al vasto Amazonas, (vale recordarlo y enfatizarlo ahora, cuando Washington realiza despliegues militares encaminados a mover la frontera, del Bravo al Amazonas) Fidel advirtió que: «los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir, aún a costa de la naturaleza.» Y remató de la manera más significativa: «No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy, por un orden económico mundial injusto».12
La relación de la magnitud de lo que enfrentamos en torno a una área tan esencial como los abastecimientos energéticos (para no mencionar los cada vez más vitales accesos a minerales y metales) para el funcionamiento de las economías -no olvidar, la estadounidense y otras, en permanente movilización bélico-industrial-, con las guerras calientes y los acosos político militares en curso, alrededor de naciones donde están localizados los yacimientos super-gigantes de petróleo que van quedando sobre la superficie planetaria -por ejemplo, en Irak, Irán, Venezuela, Arabia Saudita, Rusia,- no escapan su atención: en 2005 ya expresaba así este asunto, vital a una sociedad construida sobre la quema de los finitos combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón):
«Quisiera saber cuánto petróleo quedará en el mundo dentro de 91 años, porque en 1896 el mundo consumìa 6 millones de toneladas de petróleo al año y hoy consume 82 millones de barriles, es decir, casi 12 millones de toneladas de petróleo diariamente. Hace 109 años, repito, este homo sapiens, cuya sapiencia queridos amigos y queridas amigas, está todavía por demostrar, hace 109 años consumia 6 millones de toneladas al año y hoy consume 12 millones todos los días, y el consumo crece a ritmo de 2 millones de barriles diarios cada año, y no alcanza, y está cada vez más caro».13
Entonces, petróleo, forestas, agua, biodiversidad, minerales, metales, todo ello es parte de lo que se ha llegado a conocer actualmente como «las guerras por los recursos», como lo planteara Richard Barnet en su libro The Lean Years14, publicado en 1980, con versión española bajo el título de Años de Penuria, cuyo manuscrito revisé a solicitud del autor. Se trata de un planteamiento sobre una temática vinculada a la etiología de una catastrófica tercera guerra mundial, un asunto que, como ya indiqué, Fidel Castro enfrentó en carne propia en aquellos momentos álgidos de 1962, y que podríamos especular, porque es claro que sólo él podrá expresarlo cabalmente, le enfrentó, tanto como a nosotros, a una nueva concepción de la muerte: no me refiero a la muerte individual o colectiva que ocurre en incidentes traumáticos o en guerras del tipo que vivió la humanidad hasta el inicio de la era nuclear y balística (es decir, en todas las guerras generales anteriores a una conflagración «terminal») ocurren decenas, miles, millones, decenas de millones de bajas en un contexto, la biósfera, que está ahí, que no se desintegra como «resultado de una guerra». Pero ya con el armamento atómico o nuclear, Fidel enfrentó -y «entendió» como pocos habitantes sobre la superficie del planeta, lo que tenía -y tiene ante si: la muerte del marco de referencia bioquímico que permite el ejercicio de la historia humana sobre la corteza.15 De ahí su esfuerzo por evitar la guerra y también el deterioro ecológico. En ambos casos el resultado es la destrucción de la vida: es percibir el peligro de un tipo de muerte que, como lo percibe Günther Anders, lanza vínculos entre las generaciones, porque después de este tipo de destrucción, los que ya han muerto, mueren por segunda vez, porque no habrá quien los recuerde, y los que todavía no han nacido también mueren, porque no van a nacer, y no tienen voz ni voto en decisiones tomadas ahora, que queman su planeta antes de que nazcan: el pasado, el presente y el futuro cambian su calidad de interconexión y el pasado está en el presente, tanto como el futuro lo está, pero en una forma que nunca había existido antes en la historia humana, derivada de la capacidad de autodestrucción y de destrucción total: esa es la diferentia specifica de nuestra era que Anders percibe de manera nítida, y que Castro vive en carne propia desde el estallamiento de la crisis estratégica de 1962.
Ahí es donde veo el fondo del pensamiento y de la acción de Castro en materia de paz y de guerra y su lazo con la advertencia del antes citado Richard Barnet:
«Ya dió inicio una lucha global por la distribución de los recursos. Un asunto político clave es si quienes tienen el poder sobre el presente sistema (que maneja) los recursos controlaran la etapa que sigue. La guerra hasido la forma favorita usada por las grandes potencias para satisfacer sus necesidades de esos recursos. Si va a estallar otra guerra mundial, lo más probable es que el conflicto surgirá en torno a lo que las potencias industriales consideran como los elementos de la sobrevivencia: el petróleo, desde luego, pero también el hierro, cobre, uranio, cobalto, trigo y el agua».16
El control de las fuentes energéticas por la vía de dar curso a la tentación de recurrir a las viejas nociones geoopolíticas de «grandes áreas», estadounidenses y de la Alemania nazi para lanzarse sobre los yacimientos de crudo supergigantes es aparente desde los años 1980 en «América del Norte» así como en el desate de las guerras de agresión en Oriente Medio, sede de poco más del 60% de la reserva de petróleo convencional del planeta. Desde los ataques del 11/09 y la adopción de la «guerra preventiva» como fundamento de la doctrina de seguridad de EUA, que se expresó en la brutal guerra de conquista contra Irak y de una nación tan estratégica desde el punto de vista del acceso a recursos naturales, como lo es Afganistán, Washington ha exacerbado lo que ya era de por sí una situación explosiva en el Oriente Medio, ahora de proporciones graves porque la llamada «guerra antiterrorista» (la historia de cobertura favorita que, junto a la guerra anti-narco sustituyó al «anti-comunismo de la guerra fría», y es usada para la agresión, invasión y ocupación de áreas donde se localizan los principales yacimientos de recursos naturales no-renovables), ya expande su operación además de Irak y Afganistán, a Paquistán, Yemen y otros países de manera unilateral, sin que exista estado formal de guerra. Me refiero a ataques aéreos no-tripulados para realizar un vasto programa de ejecuciones extra-judiciales con decenas y centenas de víctimas civiles a la semana. Un programa iniciado por el republicano Bush II y que persiste y se intensificó con la Casa Blanca bajo la presidencia del demócrata Obama.
Como lo he sañalado en otra oportunidad17, siguiendo planteamientos de varios estrategas como el Mariscal Sokolovskii, la guerra y sobre todo la guerra nuclear no es una agrupaciòn de factores independientes, sino un componente de un sistema complejo en el cual los factores económicos, políticos, diplomáticos, ideológicos, culturales, institucionales y psicosociales, entre otros, resultan ser interdependientes, relacionándose recíprocamente en lo causal y no causal.
El colapso de la URSS mostró lo falaz que resulta suponer que la distensión signifique una modificación sustancial en el locus de la guerra, al pasar de la confrontación -Este Oeste a la confrontación (por el dominio de los recursos naturales no renovables) entre naciones capitalistas industrializadas y el Tercer Mundo. Ya planteamos que sería difícil argumentar que la necesaria dimensión coperativa de una situación non-zero sum implique reducción alguna de los riesgos de guerra general termonuclear, ya que, como lo muestra Castro, la dinámica de este tipo de conflicto emana de la violencia estructural inherente al presente sistema de explotación e imperialismo. Pero de esto Castro no concluye que sea innecesario prestar atención a las doctrinas norteamericanas, ya que la naturaleza misma del conflicto es afectada por la forma en que los seres humanos, organizados en aparatos burocráticos, lo conciben. Ejemplo claro es el esfuerzo didáctico-práctico de Fidel, ofreciendo a nuestro público síntesis de los capítulos del libro Las Guerras de Obama: muestra hoy asomos de Woodward, aunque furtivos, al marco de referencia linguístico-emocional, analítico-conceptual, y de sociología de grupo y poder, presente en el proceso de toma de decisiones en la Oficina Oval -y sus tensiones y compulsiones con el Departamento de Defensa, Jefes del Estado Mayor Conjunto, y que desemboca, insisto, en decenas y centenas de muertes, heridos, tragedias diarias a familias, en Oriente Medio: en la brutal ocupación de Irak, en ataques y asesinatos con escuadrones de fusilamiento rural y urbano en Afganistán, Pakistán, Yemen. La «Guerra Preventiva», en un área tan volátil como el Oriente Medio, caracterizada ahora por una persistente campaña de agresión político-ideológica, económica, de sabotaje y desestabilización contra Iran, una agresión bajo el Derecho Internacional que ocurre en medio del crimen de lesa humanidad que representa la guerra de agresión contra Irak y Afganistán es un «contexto bélico» de alta volatilidad y predisposición al caos y la intensificación bélica sin control temporal o espacial. Sobre esto Castro insiste de manera enfática conciente de que es una irresponsabilidad asumir que estos conflictos «limitados» se puedan mantener bajo control. Peor aún si los que deciden piensan que es «factible» mantener bajo límites una guerra nuclear «limitada» contra Irán. Ya Castro y con el un creciente conglomerado de ciudadanos, analistas y estrategos de todos los continentes, concuerdan en que es un gran riesgo, asumir la posibilidad de mantener una guerra nuclear limitada en Oriente Medio, sin que resulten afectadas directamente la poblaciòn y las infraestructuras de la nación o naciones agresoras18. Peor aún si la decisión de hacer o no una «guerra nuclear limitada» queda al arbitrio de funcionarios militares de campo. «…La dificultad con la guerra limitada», decía un analista del fenómeno, «… es que no existen instituciones que la limiten; su limitación depende de un contrato tácito entre las partes. Además de esta objeción, existe el hecho de que en la práctica una guerra limitada sirve para condicionar al público hacia la guerra como algo normal del estado de cosas. Más aún, siempre se enfreta al problema de la intensificación (escalada) en la eventualidad de que uno de los bandos (o una tercera o aún cuarta fuerza) decida no jugar el juego y comportarse irracionalmente».19
Son estas preocupaciones, compartidas por Sokolovsky, que adquieren más peso con la acentuación de la conmoción general y multidimensional que enfrentamos desde la crisis de acumulación detectada y agrandándose desde los años 60-70 del siglo pasado. Es dificil que hoy cualquier confrontación, digamos como la que se podría desatar en torno a Irán y de la cual hemos tenido advertencias serias, contundentes, de Fidel Castro y otros, pueda confinarse a un conflicto convencional. En especial ahí, en Irán, en las narices mismas de Rusia, ahí donde está una de las principales reservas petroleras: y ahí, en cercanía inmediata del Estrecho de Ormuz, por donde transita el 40% del petróleo mundial, ello, como se viene insistiendo desde 1980, por «las repercusiones económicas globales que tendría cualquier interrupción prolongada del suministro petrolero, hecho que ocurrirá en cualquier circunstancia en la cual se militarice el conflicto y se agreda a cualquier nación productora de potróleo. Cautelosos analistas militares de EU de entonces, advertían que, «…no hay seguridad alguna de que los límites y restricciones, en un teatro de operaciones militares en que intervengan armas nucleares, puedan mantenerese en efecto».20 De acuerdo con los datos usados por Collins y Mark, una versión simplificada del proceso de intensificación bélica en Oriente Medio, cubriría los siguientes peldaños (no significando que la secuencia sea inalterada. Se podría pasar de un peldaño a otro o modificarse y comprimirse temporalmente varios de ellos, dependiendo de la intensidad de la crisis, de la gran incertidumbre y multiplicidad de variables y acontecimientos inesperados):
1. Confrontación regional. 1.1 apoyo militar a participantes independientes; 1.2 apoyo militar a aliados locales; 1.3 demostraciones de fuerza; 1.4 hostigamiento; 1.5 bloqueo; 1.6 ataques aéreos contra instalaciones petroleras; 1.7 ataques navales aéreos contra fuerzas de otra potencia; 1.8 combate terrestre convencional; 1.9 ataque táctico-nuclear.
2. Operaciones de diversión(en el sentido militar de desviar la atención) 2.1 en Europa; 2.2 en cualquier otra parte.
3. Interdicción marítima.
4. Interdicción de terminales petroleras distantes
5. guerra convencional a escala global
6. guerra estratégica nuclear «limitada»
7. guerra general termonuclear.
Quisiera cerrar esta breve reflexión, que sólo cubre algunas dimensiones de lo que es un aporte histórico de vasta dimensión y calidad, dejando constancia de la relación, de la hermandad de esa «persona» con los seres vivos, y no sólo con la humanidad. Es un vínculo con el «contexto», con la biosfera. Ahí también resalta su relación con nuestros ancestros cuyos rastros fósiles ya detectados se miden en más de ocho millones de años. Me refiero al sentido de sobrevivencia ante el peligro,a la capacidad animal para detectar, olfatear, ahí donde está el riesgo mayor, inminente. El terror a la conflagración, el reconocimiento de que el apocalipsis está ahí y es real, hace que su «praxis» anti-apocalíptica se acentúe y despierte más la conciencia. El terror a la guerra general no lo llevó debajo de la cama: lo sacó todavía más a las calles, a las plazas del mundo. A los foros, todos ellos, escritos, orales, electrónicos, asambleas, sin descanso. Y su mensaje es esencialmente eso: dar la gran pelea por la vida, mientras este planeta gire alrededor del sol. Esa capacidad no sólo se mantiene, sino que se agudiza con el pasar del tiempo.
La detección del riesgo y la voz de alarma que despierta al vecino, está en su conciencia, y en su organismo ante la catástrofe, sea ecológica-que se acelera y expande a océanos, glaciares, forestas y casquetes polares- o de una guerra mundial. Está ahí presente, en su organismo, la presencia del acoso a todo nivel que representan los despliegues «antibalísticos» en el área geográfica inmediata a Rusia (recuerden que desde la perspectiva estratégica de hoy la disuasión sigue siendo un factor fundamental para la estabilidad estratégica) y esos despliegues antibalísticos, repito, que persisten con Obama, (un gobierno que muestra inquietantes continuidades con las políticas de su antecesor,(entre otras, en materia de usurpación de funciones judiciales y legislativas) 21, de mantenimiento de cláusulas autoritarias en las «leyes marciales», de «comisiones militares», y en general de «estado de excepción», cuya vigencia existe en paralelo con con la persistencia e intensificación de la militarización y paramilitarización de su política exterior hacia América Latina y el Caribe, con una diplomacia de fuerza, guerrerista, en pos de recursos naturales: América Latina es percibida como «su» reserva estratégica, de ahí su enorme hostilidad, propiciando golpes de Estado como en Honduras y hacia naciones defensoras de su soberanía: Cuba, Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador, o Bolivia, que integran la ALBA/UNASUR. A lo que se agrega un articulado esquema de guerra política, sicológica y de fuerza militar alrededor de Irán, otra nación que, insisto, ejerce soberania y jurisdicción sobre yacimientos petroleros super-gigantes: es un escenario complejo en cuyo contexto es alto el orden de probabilidad de un proceso de intensificación bélica como el que acabo de delinear ante Uds: como se reconoce entre la comunidad de analistas de EUA, de Rusia y de otros países, el medio ambiente es complejo y el campo de batalla volátil. Sugiero a Uds revisar las entregas que se han publicado sobre las «Guerras de Obama», desde el lunes en La Jornada y que en ese contexto, tomen nota de que, como lo acaba de informar el New Zealand Herald del 6 de agosto, cuando le preguntaron al Almirante Mike Mullen, jefe del estado mayor conjunto -el oficial de más alto rango- en entrevista en el programa «Meet the Press», si EU tenía un plan militar para atacar a Irán, respondió: «We do» (si lo tenemos).22 Todo cuerpo militar tiene planes de contingencia. En los años 30 (y después) EUA ha tenido (y no duden que tienen) planes de invasión y ocupación contra Canadá y México, y ambos vecinos a su vez, han elaborado esquemas de respuesta (Ahora, gracias a Felipe Calderón, el Comando Norte de EU, establecido en 2002, se felicita de estar implantando en las fuerzas armadas mexicanas la noción de dejar a un lado la función de defensa nacional frente a un hipotético enemigo externo, (ellos) y proceder con una irracional y atroz «guerra no convencional» con la hipótesis de que el enemigo está ahí, en México, entre los civiles ( ya esta torpe, por decirlo de manera muy generosa, adopción por parte de Calderón de la agenda de seguridad de Washington para México ha generado más de 30 mil mexicanos muertos). Y Mullen ha sido, junto a Hillary Clinton, uno de los principales portadores de la noción que hay que «formar» a las fuerzas armadas mexicanas, desde la experiencia en counter-insurgency y anti-terrorista de las fuerzas armadas de EU en la guerra y ocupación de Afganistán.
Ese mismo alto oficial nos está diciendo que hay un plan de ataque contra Irán. En el citado artículo de Gwynne Dyer ( ver nota 19), un periodista independiente que trabaja en Londres, se indica que según Richard Clarke, quien fue el principal consejero en la guerra anti-terrorista de Bush, no hay manera en que EUA pueda «ganarle» (a Irán) en un escenario «no nuclear». Clarke dice que «EU podría ganar» «lanzando cientos de armas nucleares en las bases militares, la infraestructura nuclear e industrial y las ciudades, y matando entre cinco y 10 millontes de personas.» Luego agrega: «short of that, nothing works». En una entrevista con el New York Times hace cuatro años Clarke dijo que el gobierno de Bill Clinton había considerado una campaña de bombardeo convencional contra Irán, pero que los militares profesionales no se lo aconsejaron: «Después de un largo debate, los niveles más altos de los militares no podían ver la forma en que en un conflicto así EUA saliera favorecido», dijo Clarke. «Una campaña de bombardeo con armas convencionales no funcionaría. Lo único sería el uso de armamento nuclear» según el texto. Ello por la dimensión del país (cuatro veces el tamaño de Irak), su población de 80 millones, su ejército de casi medio millón. «Detener las exportaciones petroleras de Irán (hacia China, Japón, etc) elevaría inmediatamente los precios. Además generaría inesperadas reacciones entre los recipientes del petróleo. También se menciona que Irán puede bloquear el 40 por ciento de las exportaciones mundiales de petróleo hundiendo tanqueros provenientes de Irak, Arabia Saudita y otros productores del Golfo, con cohetes anti-barco «Noor» que son una versión de los cohetes chinos YJ-82 con un rango de 200 km, suficiente para cubrir los puntos clave del Golfo. En el artículo se indica que ese cohete vuela a dos veces la velocidad del sonido, a pocos metros de la superficie del mar y tiene una probabilidad de éxito por cada lanzamiento estimada en 98%. Finalmente, el escenario en Afganistán-Paquistán se complicaría mucho más (no olvidar que Paquistán, con armas atómicas, tiene tensas relaciones con India, otra nación con arsenal atómico. Y luego, en el escenario está la carta suelta de Israel, en una ecuación en que Washington estimula su armamentismo y que, con posesión de unas 80 bombas atómicas, jugaría en el escenario como un «electrón libre». A tal punto es la situación explosiva que ya S. Brzezinsky, (asesor de seguridad nacional de Carter), consternado porque Israel ataque a Irán -convencido de que se elevaría a un nivel inaceptable el orden de probabilidad de una intensificación bélica sin control, propuso disuadir a Israel de agredir a Iran, advirtiéndole que de hacerlo se le atacaría. Lo que deja entrever que hay indeterminanción respecto al grado de control que ejerce EUA sobre el uso del arsenal atómico de Israel.
El escenario es volátil y multifacético. En su análisis han de incluirse los efectos atmosféricos de cualquier escenario en que se usen armas en rangos de 50/100 kilotones, algo que la comunidad científica ha realizado en modelos de computación sobre el desastre humano, ambiental y económico del uso de un porcentaje minúsculo del arsenal disponible en el mundo. Ya Castro exploró este aspecto con algunos de los principales científicos y diseñadores de estos estudios, disponibles al público y a la comunidad científica en medios como el Scientific American y el Bulletin of Atomic Scientists, entre otras revistas.
Además, conviene tener presente la proximidad a Rusia de ese «campo de batalla» así como las observaciones y advertencias del General Leonid Ivashov, a quien ya mencioné. Ahora es el presidente de la Academia Rusa de Problemas Geopolíticos. Sus análisis sobre la situación ruso-iraní son de importancia capital y fueron, dados a conocer desde el sitio Global Research
Señoras y señores,
En las tesis para la era atómica de Günther Anders se precisa que «la distinción entre las generaciones actuales y las del futuro ya no tiene más sentido; y aún podemos hablar de una liga de las generaciones a la cual nuestros nietos pertenecen tan automáticamente como nosotros mismos Ellos son nuestros vecinos en el tiempo».
«No solamente nuestro horizonte espacial debe ser ampliado, sino también el temporal».
Fidel Castro marca guías clave, deja muchas pistas para la gran travesía humana al futuro: entre cientos de ellos escogí tres de esas guías dirigidas a la conciencia universal:
1) «La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales.»
2) «Si se quiere salvar a la humanidad de esta autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos paises para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.»
3. «Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercen Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecologica del planeta? Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismo, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debemos haber hecho hace mucho tiempo.»
Ciudad Universitaria, México D.F. 15 de Octubre, 2010.
1 En su imprescindible libro para aprehender el riesgo actual: La Sexta Extinción, Barcelona, Tusquets Editores, 1998
2 Fromm, Erich, The crisis of psychoanalysis, Londres, Penguin Books, 1973, p 211
3 Saxe-Fernández, John, Petróleo y Estrategia, México, Siglo XXI, 1980 p 14 y ss
4 Sweezy, Paul, «On the new global disorder», Monthly Review, abril de 1979, pp 1-9
5 Petróleo y Estrategia, op cit p 14-15
6 Durante los Encuentros de Economistas organizador por la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) y la Asociación de Economistas de América Latina, durante varios años, en el Palacio de Convenciones en la Habana, donde su pericia comunicativa, una vorágine, un verdadero Iguazú de ideas, propuestas, reflexiones, profundidades, muta las horas en minutos),
7 Mills, C.W., The causes of world war three, Nueva York, Ballantine Books, 1963.
8 Ivashov, citado por Fidel Castro: Diálogo de Civilizaciones. La Habana: Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2007 pp 9-10
9 Un galón equivale a 3.78 litros de petróleo. Un Barril tiene 159 litros (42 galones). El Pentágono usa suficiente energía en 12 meses como para mantener en funcionamiento el sistema urbano de transporte masivo de Estados Unidos en su totalidad, por 14 años, según datos recabados por Michael Renner: State of the World Report Watch. El Pentágono es el principal consumidos -y cliente- de las grandes petroleras, y por razones militares la gran mayoría del petróleo que consume viene de «América del Norte» (México-Canadá) y tiene preferencia, por la misma razón, de las fuentes petroleras localizadas «dentro» del Hemisferio Occidental, siendo la principal de ellas la reserva petrolera venezolana, ciertamente la mayor del Hemisferio y, según cifras recientes, la de mayor dimensión del mundo.
10 Ibid, p 11
11 Ibid p13
12 ibid pp 14-14
13 Ibid
14 Barnet, R. The Lean Years, New York, Simon & Schuster, 1980
15 Anders, Günther, «Tesis para la Era Nuclear», Prometeo: Cuadernos de Teoría y Técnica No. 2, Diciembre 1975, Universidad Nacional, Heredia, Costa Rica. Traducción de Eduardo Saxe Fernández.
16 Barnet, Richard, The Lean Years, New York, Simon & Schuster, 1980 p.19. Sobre el uso de instrumentos no-militares, de inversión y comercio para el control por ejemplo del manejo de la reserva petrolera mexicana consultar Saxe-Fernández, Petróleo y Estrategia, México, Siglo XXI, 1980; «TLC: los cruces de la geopolñitica y geoeconomía del capital», en Pablo González Casanova y John Saxe-Fernández, coordinadores, El Mundo Actual, México, Siglo XXI, 1996; Joh Saxe-Fernández, La Compra-Venta de México, México/Barcelona, 2002; para puntual análisis y documentación que actualiza la problemática consultar Michael T. Klare, Resource Wars, New York, Metropolitan Books, 2004; Blood and Oil, New York Metropolitan, 2006 y de manera especial su Rising Powers Shrinking Planet: the New Geopolitics of Energy, New York, Metropolitan Books, 2008.
17 En Petróleo y Estrategia, op cit.
18 Sokolovsky et al en Saxe-Fernández, J. Petróleo y Estrategia, op cit p 35-36
19 Ibidem.
20 John M. Collins y Clyde Mark, Petroleum imports from the Persian Gulf: the use of US armed force to ensure supplies, Issue Brief N. IB 79046, The Library of Congress, Congressional Research Service, Major Issues System. 21 mayo 1979 citado en Saxe-Fernández, J. Petróleo y Estrategia, op cit p.37.
21 Indicando la presencia de tendencias e intereses con fuerte gravitación. Como en el lanzamiento y mantenimiento de un enorme programa de asesinatos y ejecuciones extrajudiciales; de persistentes violaciones al derecho penal internacional (emanado del Derecho de Núremberg) y el rompimiento mismo con normas, códigos, leyes secciones vitales del propio derecho constitucional de EUA.
22 Dyer, Gwynne, «Nothing short of nukes will work», New Zealand Herald, 7 August, 2010
23 Gen. Vladimir Ivashov «Why Russia will not sell the S-300 Air Defense System to Iran», Global Researtch, 2010 Ivashov continúa: «¿Cuál podrá ser la motivación detrás de esta reciente decisión de Rusia? Obviamente, dice Ivashov, surge de varias fuentes. Ostensiblemente no enterado de la existencia de un arsenal nuclear Israelí, Moscú por años ha jugado el papel de domador de las supuestas ambiciones nucleares de Irán y votado por sanciones contra ese país en el Consejo de Seguridad de la ONU. En realidad, Teherán ha propuesto varias veces transformar el Oriente Medio en una zona libre de armas nucleares. Un plan bien recibido en el mundo Árabe, pero que parece ser un taboo para el ministerio ruso del exterior. ¿Por qué será?».
La observación que sigue fue todavía más llamativa. Ivashov dice que «Igor Yurgens, jefe del Institute of Contemporary Development, un instituto de investigación ruso bien conectado, dijo en el Centro Nixon, en Rusia, en una mesa redonda celebrada el 28 de Julio de 2010, que no todo el mundo en Rusia considera el colapso de la URSS como una catástrofe geopolíticas (como sí lo considera el ex-presidente y actual primer ministro V. Putin al describir ese evento histórico)».El 10 de Octubre Sergein Chemeaov, quien encabeza el conglomerado Russian Tecnologies, dio a conocer que Rusia pagará a Irán 800 millones de dólares como compensación de la no entrega del S-300, por orden del presidente Medvedev, quien impidió la venta bajo el argumento de que «violaría sanciones adoptadas por la ONU».
Fuente: http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/11/17/fidel-castro-la-gran-travesia-humana-al-futuro/