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Entrevista con el genial pianista cubano que presenta sus dos nuevos discos en Madrid y Barcelona

Frank Fernández rescata las obras completas de Ignacio Cervantes y Manuel Saumell, padres de la música cubana

Fuentes: Rebelión

«Si hay un país donde existe libertad de creación es en Cuba»

El artista cubano Frank Fernández, uno de los mejores pianistas del mundo, presenta estos días en Madrid y Barcelona sus dos nuevos discos.

El primero de ellos y más importante, recoge en un doble CD las obras completas de Ignacio Cervantes (1847-1905) y de Manuel Saumell (1817- 1870). Este disco es un hito histórico y cultural, del cual Frank Fernández se siente doblemente satisfecho. Por una parte, porque difunde las obras de estos dos compositores, auténticos padres de la música cubana. Y en segundo lugar porque después de más de un siglo, por vez primera se graban de forma íntegra las obras completas de Cervantes y Saumell.

El segundo de los discos integra la «Rapsodia en Blue» de George Gershwin y el Concierto No. 21 de W. A. Mozart.

Ambos discos se encuentran ya a la venta, y han sido editados por la Sociedad Autor. También se pueden adquirir vía web [http://www.portalatino.com / [email protected]].

Los conciertos que dará en su gira por el estado español serán en:
Madrid. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. C/ Alcalá 13. El 5 de febrero a las 19.30 horas. Barcelona. SGAE Catalunya. Passeig de Colom 6. El 9 de febrero a las 19.30 horas.

Poeta del teclado

Frank Fernández nació en Mayarí (Cuba), el 16 de marzo de 1944, y comenzó a tocar el piano «de oído» a los 4 años de edad. Un año después tuvo como primera maestra a su madre, Altagracia Tamayo, directora de la Academia Orbón en su pueblo natal.

Como pianista de música clásica se formó con algunos de los mejores maestros del mundo. A lo largo de sus 44 años como artista, atesora críticas que le califican como «un ser tocado por la divinidad», «uno de los magistrales intérpretes de los momentos más sublimes de la música universal» o «algo sin precedentes, un pianista inolvidable», entre otras.

Pero su dimensión le lleva más allá de la música clásica. Frank Fernández ha escrito más de 650 obras para diferentes formatos, desde ballets, coros y sinfonías pasando por obras para agrupaciones de música popular, bandas sonoras para cine (entre ellas la de la película Fresa y Chocolate), televisión y radio. Ha trabajado también con artistas como Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Pancho Amat…

Su currículum es asombroso, pero su sensibilidad y su sencillez son cautivadoras. Conquista con su conversación y con su música. Y su sola presencia transmite esa sensibilidad, que le es natural, tanto en una entrevista como en el escenario.

Ha compuesto infinidad de obras de los más diversos estilos y ha trabajado con todo tipo de intérpretes y creadores. No hay fronteras entre géneros y estilos al crear pero ¿existen fronteras con el público? ¿Se llega a todo tipo de público con cualquier género y estilo?

Hay características externas en los públicos. En Japón, por ejemplo, el público demuestra un gran respeto con la actuación, pero se nota si ha gustado por la duración y la intensidad del aplauso. En Europa eso es distinto, uno nunca sabe si el aplauso obedece a su alto nivel cultural o por la interpretación. En Latinoamérica los aplausos obedecen únicamente a si les gustó más, que al hecho de si la obra acabó o no. El éxito no se logra si no hay una fuerte comunicación con el público.

El poder de la comunicación hace que los públicos no sean diferentes. Sus diferencias son más bien formales. Alguien dijo que: «los individuos que conforman una sala llena pueden no ser muy inteligentes, pero una sala llena, en conjunto, siempre es muy sabia».

En cuanto a los géneros musicales, también influyen en los públicos. Yo diría que los públicos de la música clásica son más tímidos que los que frecuentan la música popular o ligera. Las desinhibiciones pertenecen más a los públicos que aman los géneros populares, quizás porque la ignorancia es más osada y más valiente.

¿Es necesario contar con una cultura musical elevada para poder apreciar en profundidad a un músico?

Yo creo que no. Lo que es determinante es el «entrenamiento» y no los conocimientos. La reiteración de algo hasta hacer de ese algo un reflejo y una sensibilidad. Es posible disfrutar de cualquier género de música. Pero cada vez hay menos «entrenamiento» en lo clásico y más para la música popular. Y no siempre de las mejores expresiones dentro de la música popular, sino de los estereotipos creados por la comercialidad.

¿Cómo influye el momento histórico que vivimos en la creación de Frank Fernández?

El arte no tiene patria, los artistas sí. El arte es un hecho cósmico que trasciende de la geografía, los artistas no. No sólo les afecta su momento histórico sino que éste conforma su creación artística. Y a los artistas, el momento que les toca vivir casi siempre les hace, injustamente, dependientes.

¿Los momentos de crisis aceleran la creación artística o es esto un mito?

La música es la última de las artes que evoluciona. Por tanto no la acelera, la música sufre menos apuro, pero la conforma. La música, incluso el instrumento, queda transtornada al tratar de expresar las contradicciones de la época que necesita de cambios. Beethoven, por ejemplo, escribió obras para orquestas que no existían, y hubo que ampliarlas. Toda esa revolución social histórica (la época de Napoleón, de quien era un gran admirador) incide en Beethoven que descubre una música. Aunque le acusaron de estúpido y de loco y tuvo que pasar tiempo para que fuera valorado.

¿Establece distintos criterios según lo que va a componer (bandas sonoras, sinfonías…) o el motor siempre es el mismo?

Eso es para los aficionados. Los que nos dedicamos a esto no creemos en la inspiración, creemos en el trabajo constante y diario, «que la inspiración nos pille trabajando». Yo trato de crear en todos los momentos de mi vida. Y la vida es muy corta para poder expresar todo lo que un artista, medianamente profesional, lleva dentro.

En alguna ocasión ha dicho que «la creación artística es una necesidad espiritual encargada de evidenciar los valores humanos».

Sí, creo que el arte purifica, limpia. Y tengo entendido que en las mejores escuelas del mundo se incluyen asignaturas relacionadas con el arte, aunque sea en estudios que nada tienen que ver con esta materia. Está demostrado que el arte mejora el rendimiento dentro de otros muchos campos del saber.

¿Considera que la actual política cultural en Cuba favorece la creación artística?

Absolutamente, es quizá lo más grande que ha dado la Revolución. Sobre todo porque parte del concepto de que el talento está en las mayorías. Este concepto no quiere decir que dentro de las grandes masas todos los individuos puedan ser geniales artistas, sino que mientras más posibilidades tengan las personas de acceder al conocimiento artístico más fácil es que los grandes artistas no se frustren en su tarea, al tener un público culto y numeroso que le anima en su tarea. Si alguien no tiene acceso a la cultura y no tiene una escuela cercana no va a poder desarrollar su talento. Si sucede al revés, obviamente se aprovecharán más talentos. En Cuba estamos en este segundo caso y esto supone un apoyo al desarrollo artístico descomunal.

Yo soy fruto de ese trabajo. Salí con 14 años de mi pueblo [en el Oriente del país] coincidiendo con la marcha victoriosa de los rebeldes hacia La Habana. Yo fui detrás de ellos y llegue a La Habana tras la estela de los rebeldes. Y no me iré de La Habana hasta que los rebeldes no se vuelvan a Oriente.

Desde las filas de la disidencia se está alimentando una fractura dentro del campo de la cultura ¿es ésta una división real -entre modos opuestos de entender el arte-, o interesada desde un punto de vista político?

Todos los pianistas buenos que yo conozco, disidentes o no, se parecen mucho en la forma de tocar. Así los pintores, escritores, etc. Los que no se parecen son los artistas «prefabricados». Si hay un país donde existe libertad de creación es en Cuba. Quizá demasiada. Yo eliminaría un poco.

En sus conciertos de Madrid y Barcelona viene a presentar las obras de Manuel Saumell e Ignacio Cervantes ¿Con qué criterio ha decidido revivir a estos dos compositores?

Cervantes y Saumell son los padres de la música cubana. Estos dos compositores son los primeros que en el siglo XIX escriben una música cuyas características sonoras permiten llamarla «cubana». O sea, el primer compositor cubano fue Esteban Salas, un sacerdote de Santiago, pero su maravillosa creación tenía todo el encanto europeo de los compositores de principios del siglo XIX en Latinoamérica. Sin embargo, los primeros que hacen una música que pertenece a la identidad nacional son estos dos autores que presento en mi disco.

¿Qué tiene Cuba para poseer un panorama musical tan rico y tan diverso?

Cuando la «Inteligencia Superior», la «Naturaleza, «Dios» o el «Cosmos» hicieron el reparto, se quedó corto en las riquezas materiales de la isla de Cuba -si lo comparamos con las riquezas cercanas de Venezuela, Colombia o México- y como compensación pienso que nos dio espíritu de lucha, talento para las artes, el deporte y la ciencia, bellas playas, gente linda… Algo nos tenía que tocar.

¿Cuál era el papel de los trovadores en la cultura tradicional cubana?

Siempre ha sido el mismo. Antes y ahora. La canción amatoria y la canción social. Narrar, contar, reírse y sufrir.

¿Se considera un trovador?

Por lo menos soy el único músico que no canta y que pertenece al movimiento de la Nueva Trova.