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Entrevista con el dramaturgo Sebastián Liera

Fuenteovejunica, un paseo por el infierno de la impunidad

Fuentes: Rebelión

Son las ocho o las siete menos diez, depende de si estamos en la Casa Colón, que aloja a la Biblioteca Básica de Yucatán, o en el Centro Cultural Obrero «Ricardo López Méndez» de la ciudad de Mérida. El evento al que asistimos es el mismo, o más menos; las experiencias que nos deparan uno […]

Son las ocho o las siete menos diez, depende de si estamos en la Casa Colón, que aloja a la Biblioteca Básica de Yucatán, o en el Centro Cultural Obrero «Ricardo López Méndez» de la ciudad de Mérida. El evento al que asistimos es el mismo, o más menos; las experiencias que nos deparan uno u otro espacio no lo serán. Primera llamada, portando una playera con la leyenda «Menos Balas, Más Teatro» que adoptaran la Compañía Teatral del Norte y su director Sergio Galindo de cara a una «guerra» que ha costado cerca de 50.000 vidas en lo que va de las dos últimas administraciones federales, Sebastián Liera, dramaturgo de la puesta en escena o, para decirlo acorde con el espectáculo, novoautor de la comedia, nos da la bienvenida, agradece a las instituciones que brindan su apoyo para la realización de la breve temporada que tendrá su proyecto teatral más reciente y llama nuestra atención sobre el hecho de que lo que estamos por presenciar es resultado de la segunda práctica escénica del proceso de formación que los estudiantes de la Licenciatura en Teatro de la Escuela Superior de Artes de Yucatán (ESAY) están obligados a cursar. Cinco minutos más tarde vendrán, una detrás de otra, con iguales minutos de distancia entre sí, la segunda y la tercera llamadas; el paseo novoaurisecular de la mano de Federico García Lorca que estas muchachas y estos muchachos han trazado con la palabra de distintos poetas del Renacimiento y el Barroco en lengua española, está por comenzar.

¿Qué pueden tener en común el Siglo de Oro español, Federico García Lorca y el teatro como «trinchera» para hacer frente a la emergencia nacional por la que, a decir del también poeta Javier Sicilia, atraviesa México al final de la primera década del Siglo XXI? La respuesta se antoja imposible hasta que nos vamos enterando por el programa de mano que en 1933, como parte de su trabajo para con las Misiones Pedagógicas emprendidas por el gobierno azañista de la Segunda República española, García Lorca escribió una adaptación de la que quizás sea la obra más famosa de Lope de Vega: Fuenteovejuna, para ser representada por La Barraca, la compañía de teatro universitario que junto con Eduardo Ugarte el autor de Mariana Pineda encabezara para llevar por los pueblos de la España de principios del Siglo XX, lacerada entre otros flagelos por el analfabetismo, lo mejor de su teatro clásico. Sebastián no sabe bien a bien cómo explicarlo, no encuentra un razonamiento cartesiano para conseguirlo; afirma, sin embargo, que trabajando en la dramaturgia de la puesta en escena de Fuente Ovejunica, Federico irrumpió de lleno para retomar el grito de libertad y dignidad que hace casi ocho décadas trazó con la pluma de Lope; grito que el franquismo quiso apagar, sin lograrlo, asesinándolo hace 75 años.

Así lo recuerda también Milethza Garza, una de las estudiantes-actrices del proyecto que ha aceptado entrarle a la propuesta pedagógica de jugar e imaginarse que es una cómica de la legua del Siglo XVII: María de los Ángeles Castillo, La Marigela, originaria de Sevilla que (siempre en la imaginaria creación de ella) emigró a la Nueva España hacia 1607: «en realidad, al principio de nuestra asimilación del texto y de la posible dramaturgia se habló más de la celebración del aniversario de Lope de Vega; fue hasta que recibimos el texto final que nos enteramos de que Federico entraba a la jugada y que sería el puente en lo temporal y en lo espacial.»

«De algún modo –interviene Sebastián, responsable de impartir las asignaturas de Actuación: Teatro Clásico y Práctica Escénica: Siglo de Oro en español de la Licenciatura en Teatro de la ESAY-, es como si Federico refrendara que el arte y la cultura de la mano de la educación son el mejor camino para reconstruir el tejido social de una nación, ora deshilado por la violencia estructural de un modelo de producción como el capitalismo que tenía sin instrucción básica a más de la mitad de la población infantil de la España de su tiempo, ora desgarrado por la violencia abierta y descarada, descarnada, de ése mismo modelo criminal en su fase imperialista y sus muchos rostros, el narcotráfico entre ellos.»

La Otra Chilanga (LOCh): Pero, siendo honestos, el narcotráfico ha existido en todos los tiempos, ¿no?

Sebastián Liera (SL): El tráfico de estupefacientes y sustancias que hoy llamamos tóxicas, sí; pero el narcotráfico como un entramado cuya columna vertebral es la oferta y la demanda de una mercancía que ha llegado a costar el plusvalor de vida que hoy tiene, en principio gracias a las políticas conservadoras en materia de salud, a cual más estúpidas e hipócritas, de gobiernos como el estadounidense, es un fenómeno propio del modelo de producción capitalista.

LOCh: Ése diagnóstico, ¿no es demasiado reduccionista?

SL: Si me quedara sólo con esa parte del diagnóstico lo sería, porque está claro que el fenómeno del narcotráfico es harto complejo; pero si no se ve que esta parte es sustancial al fenómeno mismo y lo significa, no se puede entender la complicidad de administraciones gerenciales en los gobiernos lacayos al estadounidense ni la simbiótica convivencia que éste tiene con las mafias de diverso cuño dentro y fuera de su territorio-nación, raíz de la impunidad con la que los cárteles de la droga han actuado por lo menos durante los últimos cuarenta años.

LOCh: ¿Cómo haces para empatar todo este entramado con el universo de las asignaturas que impartes en la ESAY; en particular con una materia como el Siglo de Oro en español? ¿No es forzar demasiado?

Los poetas del Siglo de Oro español, nuestros contemporáneos.

SL: Digamos que los caminos son diversos y en su diversidad y complejidad encuentran una manera que podríamos llamar «natural» para entrecruzarse, una manera rizomática. La poesía dramática y lírica de los siglos de oro, en particular la barroca, es en esencia así: un gran rizoma de imágenes, respiraciones, símbolos y significados entreverados por la urdimbre propia de la palabra. Su teatro, por otra parte, dado su carácter litúrgico está también en estrecha relación con las pasiones y vicios de los hombres y las mujeres de su tiempo no sólo de manera lineal e individualista, que es la manera del ideal perfeccionista del progreso y, por ende, de la modernidad, sino, sobre todo, elíptica, rebuscada… y colectiva. De modo que lanzar la mirada a los siglos de oro desde aquestos siglos más cercanos y nuestros nos obliga a cierta fidelidad, más que con una forma de la que tenemos noticias por retazos, con una exigencia que continúa vigente y que hace a los poetas del Renacimiento y el Barroco en lengua española nuestros contemporáneos: hablar de las mujeres y los hombres de nuestro tiempo, de sus sueños y grandezas, de sus tragedias y miserias.

LOCh: Todo eso, digiriéndolo un poco más, puede tener sentido; de hecho suena a los postulados de la Generación del 27; pero, de allí a abordar el tema de un tejido social desgarrado por el narcotráfico con la trama de un pueblo que se hace justicia por su propia mano sigue estando muy forzado, ¿no crees?

SL: Pues, honestamente, no lo sé; pero nosotros no estamos hablando de narcotráfico. Estamos hablando de un sistema que se alimenta de la injusticia, de la impunidad, del abuso de poder, de la corrupción que como dijera Felipe González aceita la maquinaria del poder; eso, en parte, es Fuenteovejuna. Hablar de narcotráfico, sólo de narcotráfico, es asumir como propia la nada ingenua cortedad en las miras de la clase política al servicio del capitalismo; creo que Gramsci a eso le llamaba hegemonía, ¿no? El problema, la nuez del problema, quiero decir, no está en el narcotráfico; está en un modelo de producción cuyos sistemas políticos están perfectamente aceitados para que el narcotráfico y la tragedia asociada a éste sigan siendo la principal nota de nuestros noticieros, revistas y periódicos.

A mí no me interesa hablar de narcotráfico… no sólo de narcotráfico; para mí el narcotráfico es meramente anecdótico; me interesa hablar de aquello que sirve de caldo de cultivo para que un mercado criminal sustentado en políticas que, insisto, son estúpidas e hipócritas sea posible: las más de 40.000 personas asesinadas en lo que va del sexenio calderonista, casi 50.000 si sumamos las de la administración foxista, y a saber cuántas más si contamos las que perdieron la vida en los sexenios de López Portillo, De la Madrid, Salinas de Gortari y Zedillo no murieron por el narcotráfico; murieron, unos, porque la miseria los orilló a volverse carne de cañón de los cárteles de la droga o de las fuerzas policiales y armadas o de ambos; otros, porque un funcionario de seguridad nacional o pública, un gobernador o un empresario asociados con el crimen organizado les ha ordenado ser los peones de una guerra civil por la repartición de territorios y las rutas comerciales de aquello, cosas o personas, que trafiquen; otros, porque su pluma resultó incómoda por indiscreta y pretendió lanzar luz sobre los verdaderos «señores del narco» que, como dijera Anabel Hernández, están en el poder; otros, porque la estatura moral de sus actos no les ha permitido quedarse de brazos cruzados y se dieron a la tarea de intentar proteger los derechos más elementales de los más vulnerables, y otros, porque estuvieron en el lugar y el momento aquellos en que también la Muerte daba su rondín cotidiano.

Lo hemos dicho de mil y una formas: la estrategia de Calderón, que en realidad no es suya, sino un dictado de las doctrinas intervencionistas estadounidenses, está equivocada si y sólo si lo que quiere es restituir el tejido social que el modelo de producción capitalista ha roto; pero si, como creemos algunos, ¿no quiere hacerlo?: el narcotráfico no es la causa de que el tejido social esté deshilachado, es uno de muchos de los efectos. Fuente Ovejunica, nuestra versión de la Fuenteovejuna de Lope, quiere lanzar la mirada hacia algunos de los «aceites» propios del sistema: el abuso de poder y la impunidad, antes que a los efectos que resultan de ellos.

LOCh: Bien, concedamos que con ello se explica la elección por Fuenteovejuna; pero…

Milethza Garza (MG): Bueno, no sólo se explica por ello; en el centro de la elección está la pregunta: «¿qué queremos decir?» y, realmente desde hace un tiempo, a través de las materias de Historia de las Ideas y de la propia materia de Actuación, gracias a los maestros que nos han acompañado a lo largo de nuestro proceso compartiéndonos su visión, porque estamos en la búsqueda de hacer un teatro de calidad que aporte algo a la sociedad practicándolo como el instrumento que coloca «algo» bajo la lupa y pueda ser punto de reflexión, tal y como sucedía desde sus inicios, ésa es la pregunta que ronda nuestras cabezas. En lo particular, al comenzar a buscar un texto dramático para representar me sentía atraída por los grandes textos de sor Juana, de Juan Ruíz [de Alarcón] y de Lope [de Vega]; pero, aún entre algunos de ellos, no terminaba por decidirme: si montamos la Dama boba, me preguntaba, ¿qué podemos aportar a la sociedad con el discurso que tiene? Y, ¿si montamos La verdad sospechosa? A parte del engaño y lo pretencioso que puede ser el humano, ¿qué más? Fue hasta después, tras reflexionar el contexto en el cual la sociedad yucateca se desenvuelve (entonces recién habían pasado los comicios por la alcaldía y pudimos tener casos frescos y vergonzosos de abuso de poder) o, aún más, el contexto de la sociedad del país entero, con los gobiernos corruptos tan asquerosos que nos caracterizan ante el mundo y que me avergüenzan; fue hasta entonces, decía, que encontramos la obra que podía servirnos como vía para poder decir algo acerca de tantos abusos a la propia sociedad de nuestra ciudad que intenta dormir y mantener las cosas sucias bajo el agua o como algo normal; como algo que viene siendo y será por siempre, por la sangre pasiva que caracteriza a esta cultura que no quiere despertar, que prefiere aguantar a cambiar el curso de su vida «normal»… esa obra fue Fuenteovejuna.

Federico nos visita cada noche con su mono azul.

LOCh: Y, ¿por qué Federico? ¿Dirías que lo que querían decir originalmente con Fuenteovejuna, lo siguen diciendo con la participación de García Lorca?

MG: Sí, creo que se ha podido redondear más el discurso ahora, con la entrada de Federico García Lorca a la dramaturgia resultante.

LOCh: ¿Sebastián?

SL: Estoy de acuerdo con Mile; la llegada de Federico nos ha ayudado a redondear el discurso inicial. Pienso, por ejemplo, en cómo debió haber sido la adaptación de Fuenteovejuna por parte del mismo Federico; quizás lo hago de manera idealizada, pero supongo que colaborando con la Segunda República hizo algo con lo monárquico que hay en Lope y que queda de manifiesto en ésta su obra más famosa cuando, a la par de una trama donde el Comendador es mostrado como un señor que detentando el poder abusa de su ejercicio violando mujeres y despojando de su patrimonio a los labradores con ostentación de su crueldad, presenta a los muy imperialistas Reyes Católicos como piadosos… no olvidemos que Fernán Gómez de Guzmán pertenece a una Orden distinta, y enemiga, a la de Isabel y Fernando: Fuenteovejuna no sólo cuenta la historia de un pueblo que se hace justicia por su propia mano; también quiere justificar la consolidación del Imperio español por la vía de desvelar el feudal abuso del poder que exhiben los enemigos de los Reyes Católicos, igual o más de tiranos.

LOCh: ¿Crees que Federico pudo haber cambiado el final de Lope?

SL: No creo que hubiera bastado con cambiar el final, la obra tiene varios cuadros en los que la pugna entre la Orden de Calatrava y la de Santiago está en el centro del drama; así comienza, incluso. Lo que creo es que a lo mejor dio más énfasis a lo republicano: un pueblo que no sólo se hace justicia por su propia mano sino que decide los caminos por los que habrá de trazar un destino más digno para sí, que a lo monárquico. Y, bueno, guardando las distancias y las proporciones, nosotros estamos haciendo lo mismo.

LOCh: ¿No se te antoja abordar la lucha por el poder que pone en la mesa Lope?

SL: ¡Por supuesto! Imagina nada más que, en principio, en lugar de órdenes eclesiales fueran cárteles de la droga. Isabel y Fernando podrían dejar su sitio, no sé, a Elba Esther [Gordillo] y [Manlio Fabio] Beltrones, quienes se habrían aliado, si es que no lo están ya, para llevar al PRI a la Presidencia en 2012; Rodrigo pueden serlo, aunque se pierda el rasgo de juventud y según para donde se quiera apuntar la artillería teatral, [Felipe] Calderón o [Marcelo] Ebrard. Si fuera Felipe, el Comendador puede ser Comendadora: su hermana Luisa María, Cocoa, o, mejor aún, Mario López Valdez, Malova; si fuera Marcelo, podrían serlo Juan Sabines o Leonel Godoy. Los cárteles en pugna serían entonces, por el lado priísta, los Zetas y, por los lados panista y perredista, el de Sinaloa o La Familia Michoacana o el del Golfo. Fuente Ovejuna podría ubicarse geográficamente en Chiapas, Sinaloa o Michoacán… Cherán, por ejemplo.

LOCh: O los Municipios Autónomos en Rebeldía Zapatistas.

SL: O los MAREZ, claro; aunque, para linchar a Leonel o a Luisa María me imagino más a los compas de Cherán que a los de las Juntas de Buen Gobierno zapatistas… El caso es que al final de cuentas bastará con que Beltrones y la Gordillo hagan acto de presencia, perdonen los excesos de brutalidad ciudadana que hubieran llevado a los compas a linchar a Cocoa o a Godoy, y, colorín colorado, el dinosaurio ha regresado.

LOCh: Pues, ahí está el argumento para un buen chou de teatro-cabaret, ¿no?

SL: No lo sé… puede ser.

LOCh: Regresemos a Lorca, ¿cómo es que entra en el juego de la puesta en escena?

SL: El maestro José Ramón Enríquez, quien es una de mis influencias más determinantes en lo que al teatro de los Siglos de Oro toca, dice en Guerrero en mi estudio a través de Alonso: «Me llegan los fantasmas igual que ustedes, como quieren. Yo debo obsequiarles un trago de aguardiente y un trozo de pan blanco.»

LOCh: ¿Estás diciendo que Federico simplemente llegó?

SL: Nos visitó, sí; quizás se quedó con algo en el tintero cuando estaba haciendo su adaptación en 1933… de hecho, nos hizo una revelación: su Luna en Bodas de sangre es una especie de Laurencia resonándole en la entraña; a su «Dejadme entrar, que bien puedo/ en consejo de los hombres;» de Laurencia, la Luna podría acompañarla en coro con su «dejadme entrar, ¡ay, dejadme!»

LOCh: Entonces, ¿les visitó?

SL: Nos visita. Cada noche, entra de la mano de Karla Franco con su mono azul de La Barraca y comienza a pergeñar en su libreta de apuntes los retazos de Fuenteovejuna que ha escogido para nosotros; poco a poco, conforme él va escribiendo o dibujando sus monitos que le conocemos u otros nuevos, a él lo visitan a su vez otros personajes: las y los cómicos de la legua que ensayarán, justamente, Fuenteovejuna.

La genealogía que heredamos, piezas de rompecabezas.

LOCh: Pero, no nada más ensayarán Fuenteovejuna.

SL: No, ellos tienen un plan algo distinto al de Federico, igual que Federico lo tiene respecto de nosotros, y aprovecharán el ensayo para repasar la estructura que Lope mismo volviera canónica para el Corral de Comedias, de una loa, tres jornadas, dos entremeses intermedios y un final de fiesta o mojiganga.

LOCh: Milethza, a nosotros, y por nosotros me refiero a La Otra Chilanga, nos parece muy raro que una escuela de actuación tenga entre sus materias centrales una sobre Siglo de Oro español. Creemos que puede ser una asignatura mucho más teórica que práctica y no terminamos por entender cuáles pueden ser las directrices metodológicas que una materia así pueda tener para ustedes que piensan volverse actores y actrices y no investigadores ni historiadores. ¿Qué les aporta metodológicamente para su formación actoral el Siglo de Oro español?

MG: En realidad, nuestra escuela no sólo se enfoca en la actuación; el programa que seguimos nos aporta gran bagaje de conocimientos, sea para el trabajo práctico del actor, sea para el trabajo teórico en cuanto a análisis de textos dramáticos. También, una gran parte del programa incluye materias prácticas para la producción y dirección de proyectos, y hay una gran parte del programa dedicada a materias de historia del teatro… esto, más que nada, es para que los egresados de la carrera podamos ser capaces de crear una propia poética y un criterio amplio que también pueda ser crítico. Es por eso que el teatro del Siglo de Oro entra como pieza de rompecabezas a completar la estructura, ya que juega un papel súper importante en la genealogía de la que somos herederos.

LOCh: Y, ¿qué creen ustedes que puede aportar el Siglo de Oro español para su público, o públicos, del Siglo 21? ¿Por qué el espectador del Siglo 21 iría a ver una puesta en escena del Siglo XVII y no un montaje que le sea contemporáneo?

MG: Mucho del público que existe en la ciudad [de Mérida] agradece un montaje teatral que cuente una historia de manera redonda y tradicional, pues es una sociedad muy acostumbrada a ello. Es apenas hace poco tiempo que se comienza a acostumbrar al tipo de teatro contemporáneo, de vanguardia, que tiene mucho acercamiento al performance… el teatro de época les atrae por todo el aparato de producción que conlleva… pero, aprovechando estos puntos, lo que he aprendido a lo largo de la carrera es que se puede resignificar el discurso para hacerlo actual; eso es lo que hacemos con nuestro montaje de Fuente Ovejunica.

LOCh: Si no tuvieras que montar algo de Siglo de Oro por estar estudiando actuación, ¿te interesaría de todos modos que te invitaran a la puesta en escena de un texto del Siglo de Oro español?

MG: Sí . E n particular , algo que me ha llamado la atención desde que en la preparatoria tuve acercamiento a l os textos de Lope de Vega y de s or Juana, es el teatro en verso ; para mí es un reto, algo que nunca creí poder dominar y ahora que ya lo pude experimentar veo que así como es difícil, también es algo muy gratificante y enriquecedor.

LOCh: Tenemos entendido que hay otros textos en juego dentro de su montaje. Sebastián nos explicaba cuando lo entrevistamos por el estreno de Los sueños, ¿sueños son?, el proyecto anterior de la misma asignatura, que lo que pretende es enfrentar tanto al actor como al espectador ante el formato que sabemos tenían los espectáculos áureos, sobre todo los del Barroco español, en aras de lo que él llama una exploración genealógica. ¿Cómo han experimentado ustedes ese «enfrentamiento»? ¿Cómo crees que sea la experiencia de su público ante un espectáculo que se conforma, como acaba de decir, de una loa, tres jornadas, dos entremeses y un final de fiesta?

MG: Desde el principio me asustaba mucho la idea de montar una obra que fuera demasiado larga, ya que por toda la experiencia que he tenido a lo largo de mi vida, tanto actoral como de espectadora, sé que el público no soporta más de dos horas en su butaca. Si lo que pretendemos es que el público que asista a vernos esté conectado durante toda la representación con lo que se está diciendo, aparte de que por ser teatro en verso, mucho de lo mismo puede no entenderse, si ya se cansó y desea que termine no lo lograremos. Por ello siempre traté de que Sebastián, como nuestro guía, estuviera enterado de mi punto de vista para construir en algo concreto; como él siempre me dijo que este punto de la duración del evento era algo a considerarse y que por lo tanto habría que hacerse una gran edición a todas las obras para poder ajustarnos a un espectáculo de dos horas máximo, mi preocupación disminuyó. Entiendo que en lo colectivo nuestra tarea de recreación del ambiente del Corral de Comedias sería también limitada, ya que en el siglo XVII el público estaba acostumbrado a que la jornada teatral durara hasta cinco horas; pero no olvidemos que se llegaba a un ambiente de feria o de celebración que no permitía aburrirse, ambiente que en la actualidad es un tanto difícil de recrear.

En la fragua de la palabra, un postrecito.

LOCh: ¿Milethza fue entonces la actriz que no te dejó convertirte en el Luis de Tavira de Mérida, Sebastián?

SL: Bueno, no es que aspire a convertirme en el Luis de Tavira de Mérida; somos muy dados a los reduccionismos así que ni siquiera sé qué deberíamos entender por eso de ser «el Luis de Tavira de Mérida», el maestro Tavira es tantas cosas y se dice que es otras tantas que darle vueltas al tema es materia de una especie de Ventaneando teatral…

LOCh: Órale, pues, tú no quieres entrarle a lo de ser o no el Luis de Tavira de Mérida; pero ya me dijiste la Paty Chapoy de La Otra Chilanga.

SL: A lo que yo aspiro y suspiro es a irme haciendo de una poética que tenga lugar en los espacios, digamos, áulicos: una pedagogía, si quieres personal, de los procesos de creación del actor, del poeta dramático, del director de la escena o del ente que sea su sucesor en el Siglo 21 si, como sostienen Rubén Ortiz y Rodolfo Obregón, la puesta en escena brechtiana perdiera vigencia; una poética que tenga, también, su lugar en lo escénico, tangible e intangible: las dramaturgias del poeta, de la puesta en escena y del actor; las exploraciones en el terreno de las tecnológicas que se puedan poner en juego para beneficio de la escena…

LOCh: ¿La función pública?

SL: Me considero un promotor, un animador sociocultural; creo que el modelo de producción capitalista y el sistema político que le acompaña en México no pueden hacer compatible los oficios de la promoción y la animación socioculturales, de clara inclinación política por decir lo menos contestataria, y la parasitaria labor del funcionario público mexicano: en este país, el funcionario público es un burócrata con más o menos poder que participa del juego de la clase política, un juego que como todos sabemos es un cochinero.

Lo importante aquí es preguntarnos por qué el público teatral no está educado para atestiguar la experiencia de un montaje que dure tres, cuatro, cinco o seis horas de representación si éstas son las justas para decir lo que se quiere decir desde la escena del modo en que se le quiere decir, o, peor aún, por qué el actor, el dramaturgo último de la escena, no tiene la condición para participar de un proyecto con tales exigencias.

Si como público nos cansamos ante funciones tan largas, no necesariamente es porque la puesta en escena sea un mazazo al occipital… que, a veces, desafortunadamente sí lo llega a ser… sino porque el modo de vida consumista en el que sobrevivimos nos ha malacostumbrado a la sucesión vertiginosa e instantánea de imágenes, sabores y sensaciones de tal modo que queremos que nos sirvan un Brecht o un Chejov como si se tratara de una hamburguesa y unas papas fritas.

Pero si el actor también se cansa, ¿a qué se debe? ¿Cuál tipo de actor, el actor que se forma dónde, no aguanta una práctica escénica de tales exigencias? ¿El que se subió al escenario creyendo que sólo bastaba memorizar una retahíla de palabras y repetirlas en bastardilla? ¿El que ingresó a una escuela de teatro imaginando que se inscribía a cualesquiera de los centros de formación de cuadros de la decepcionante televisión nacional? ¿El que busca ser un mercenario de las tablas antes que un hombre o mujer de teatro?

LOCh: ¿Te quedaste con ganas de montar Fuenteovejuna completa, como eje de las cuatro obras breves?

SL: Me quedé con las ganas, pero a priori; Mile tiene razón, yo no podía, no puedo, siquiera hacer una propuesta así; no hay condiciones para ello: necesitaríamos un laboratorio de dos o tres años que, en primer lugar, formara al actor en la fragua de la palabra, del verso…

LOCh: ¡Ya!, lo que tú quieres es ser el José Luis Ibañez de Mérida.

SL: ¡Dale!

LOCh: Es broma, mi querido Sebastián; es broma.

SL: Lo sé, lo sé… Ésa formación en la fragua de la palabra, retomo la idea, tendrá que ir de la mano del laboratorio de la puesta en escena o de la práctica escénica… Yo estoy convencido que el resultado de un trabajo así de arduo produciría un espectáculo, un montaje, que sería delicioso para el público.

LOCh: ¿Alta repostería teatral?

SL: Más bien de una cocina de grandes dimensiones; la puesta en escena áurea, más que un postrecito o un pancito hojaldrado, es una gran bacanal.

LOCh: ¿Fuente Ovejunica sería, por ahora, sólo un postrecito?

SL: Sí; uno que apunta a lo que podría ser, pero que en efeto aún no lo es.

¿Una sor Juana queer?

LOCh: En el programa de mano se lee: «paseo novoaurisecular con sabor a donaire, introito joserramoniano, festejo queer sorjuanino, famosa tragedia a lo Lope, entremeses benaventino y cervantino y égloga de la Encina»; ¿qué clase de capirotada preparaste esta vez?

SL: Bueno, lo de un paseo novoaurisecular, sigue respondiendo, como en el proyecto anterior, a la idea de que el espectador del Siglo 21 haga un viaje a los Siglos de Oro en español de la mano de algún personaje, digamos, emblemático.

LOCh: Como Federico.

SL: Así es. El introito joserramoniano quiere traer a colación la expresión acuñada por Torres Naharro para sus propias obras breves; pero, 400 años después, se teje con la palabra del maestro José Ramón Enríquez, quien para su adaptación de Rinconete y Cortadillo de Cervantes escribió un texto de presentación que nos cayó como anillo al dedo para abrir Fuente Ovejunica.

LOCh: ¿El festejo queer sorjuanino?

SL: Se trata del festejo de Los empeños de una casa, de sor Juana, que como recordarás tiene por personajes cuatro alegorías, Fortuna (Lolito Bamaceda), Mérito (Darío Cervantes), Acaso (Munir Bates) y Diligencia (Jair Zapata), convocadas por la Música «para celebrar, cual es/ de las dichas la mayor,»

LOCh: Pero, ¿por qué queer?

SL: Lo queer, como lo estamos entendiendo, le da una vuelta de tuerca a la noción de género en la perspectiva de ídem; para lo queer, conceptos como homosexual, lesbiana, bisexual, travestí, transexual, transgénero o intersexual, con todo y la diversidad que concitan, no alcanzan, ni alcanzarán, para dar cuenta de ésa misma diversidad: llegará un momento en que la secuencia de siglas que ahora ya es LGBTTTI será ridícula, si es que no lo es ya, pues, en el afán de incluir todas las especificidades para no ser discriminatorios y mantenerse políticamente correctos lo que terminan haciendo es un no-lugar en el que cabemos todos los demás. Me explico: decir heterosexual como distinto a homosexual, lesbiana, bisexual, travestí, transexual, transgénero o intersexual es en sí mismo homogeneizador…

LOCh: O, por el contrario, una manera clara de marcar distancia entre un pensamiento heterocentrado que, como dice Beatriz Preciado, asegura el vínculo estructural entre la producción de la identidad de género y la producción de ciertos órganos como órganos sexuales y reproductores, y otro de «desterritorialización» del cuerpo que supone una resistencia ante lo que se considera «normal».

SL: Bueno, sí; el discurso centrado en lo hetero lleva consigo un discurso biopolítico que hace como si la «normalidad» heterosexual fuera una identidad más entre la mar de multitudes de identidades y no la identidad dominante, con privilegios, que es. A lo que yo me refiero, y seguramente lo haga mal, cometiendo errores conceptuales porque no soy un especialista en el tema, es que me parece que la especificidad termina abriendo la puerta a una nueva discriminación, porque no se reconoce que no todos los bugas somos iguales entre nosotros, como tampoco lo son los gays o las lesbianas entre sí, ni los bisexuales son micha y micha «hombre» y «mujer», ni la intersexualidad es biológicamente de una manera. La diversidad es mucho más compleja que una lista de especificidades que tarde o temprano será discriminatoria; en cambio, en lo queer cabemos todos.

LOCh: Ora sí sonaste más liberal que Foucault.

SL: Quiero decir, los «todos» que no respondemos al canon que alguien, desde algún sitial de poder social, político, económico o cultural, deseé imponernos como identidad de género y sexual. Lo queer, al menos como lo entiendo, es por definición lo «anómalo», lo «raro», lo «bizarre«. El género, en cuanto a lo identitario, no a lo gramático, es una construcción social que resulta de muchos elementos en juego; según el discurso hegemónico de una moral determinada por lo religioso, por una cultura conservadora, hay un rango o patrón que es lo «normal». Sin embargo, existimos gente que no cabemos ni en ésa «normalidad» ni en las diversidades que buscan su reivindicación desde la confrontación o negación de dicha «normalidad»; gente que somos diferentes en nuestras diferencias y que, además, nos rehusamos a ser clasificados en un catálogo de especificidades; gente que somos queer.

LOCh: Me parece, Sebastián, que andas algo errado en tu definición de lo queer y, más todavía, en la idea que tienes de ti mismo cuando afirmas que tú eres queer; pero, como dices tú: no lo sé. Dicho así, pareces concebir las multitudes queer como algo opuesto a las estrategias identitarias.

SL: Como lo estamos entendiendo, se trata del reconocimiento de lo Otro, lo diverso, lo diferente, dentro de lo Otro mismo. Dijera el Comandante Brus Li: «Todos somos iguales porque somos diferentes»; ésa es, quizás, nuestra única igualdad: yo soy diferente a todas, a todos, y todas y todos los demás también lo son.

LOCh: Bueno, el debate de lo queer se presta para mucho más que el tema de esta entrevista; vamos, pues, a cerrar el punto para nos desviarnos. Sólo explícanos ¿por qué dices que su versión del festejo de Los empeños de una casa es queer?

SL: Porque, creo… bueno, creía, ahora ya no estoy tan seguro… responde a dicha estética: la Música, pudiendo ser indistintamente un hombre o una mujer, genéricamente hablando es un personaje femenino. Así, pues, lo encarna una actriz: Katenka Ángeles; pero, ella trabajó hacia la «construcción» de un personaje masculino, no uno femenino, que se traviste de una mujer…

LOCh: ¿Una actriz que encarna a un hombre que se traviste de mujer?

SL: Sí; las cuatro alegorías, en cambio, están representadas por hombres travestís de alguna forma cercana a lo drag queen.

LOCh: ¿Cómo ha sido la respuesta del público a dicha propuesta?

SL: Diversa, como la propuesta misma quiere serlo: desde quienes nos invitaron a presentarnos y al saber de qué se trataba cancelaron la invitación, hasta quienes nos invitaron justo para reivindicar lo diverso de la diversidad sexual y de género.

LOCh: En las otras obras, ¿tienes exploraciones similares?

SL: Bueno, en la Égloga que se representa la mesma noche de Atruejo, de Juan de la Encina, la representación es un reflejo del festejo, pues, los cuatro personajes masculinos están interpretados por actrices: la misma Milethza, Ángeles Pech, Elidé Uc y Lizeth Aguilar; en los entremeses fue donde nos pusimos más tradicionales, con actores y actrices encarnando a personajes masculinos y femeninos, respectivamente…

MG: A excepción de Ángeles en La guarda cuidadosa.

SL: ¡Ah!, sí; es verdad. Ángeles encarna al sacristán Grajales; pero eso respondió a que la repartición de personajes masculinos se agotó entre los hombres y aún quedaba Grajales por resolver.

LOCh: No fue una decisión estilística, entonces.

SL: En el teatro todas las decisiones lo son; pero, digamos que no es una decisión que responda a las mismas intenciones estilísticas que acercan al festejo sorjuanino o la égloga de la Encina a lo queer.

Fuente Ovejunica o las fuenteovejunas del Siglo XXI

LOCh: Y, ¿Fuenteovejuna?

SL: Estilísticamente es un salto mortal hacia atrás en el que no siempre sabemos cómo vamos a caer. Para empezar, de los casi 3 mil versos que tiene la obra original de Lope, sólo estamos poniendo en escena unos 350…

LOCh: ¡La décima parte!

SL: Literalmente, la diezmamos; sí.

LOCh: ¿Por qué conserva el nombre, entonces?

SL: No lo conserva. Para muchos estudiosos, Fuenteovejuna es o una pieza didáctica (que en su época ello correspondía a los autos sacramentales) o una tragedia cuyo personaje era el pueblo mismo de Fuente Ovejuna; un personaje colectivo cuyo error trágico es el linchamiento del Comendador. Pero si Fuenteovejuna se permuta en un ensayo de cómicos de la legua o de Corral constantemente interrumpido por los yerros de esos mismos cómicos, en su mayoría graciosas y graciosos, lo que tenemos es un espectáculo aún por definir en cuanto a teoría de géneros… podría ser una tragicomedia, no lo sé… pero tamizado por el donaire de esas y esos graciosos: una Fuente Ovejunica.

LOCh: ¿Algo así como una Fuenteovejuna edulcorada?

SL: Una Fuenteovejuna que en sí misma sirva de hilo conductor entre las cuatro obras breves; pero que, fiel a la carga social que la hace parecer una obra didáctica, a través de la comedia se abre semióticamente para dar cabida a las fuenteovejunas que nos rodean en el Siglo XXI.

LOCh: ¿Por ejemplo?

SL: El feminicidio, la injusticia contra el indígena, la homofobia, el abuso de poder, la violación a derechos humanos y garantías individuales, la inseguridad, la impunidad.

LOCh: Fuenteovejuna, perdón que insista, es una obra cuya fama trasciende, entre otras cosas, porque tiene por tema la organización de todo un pueblo que después de haber sido sometido y humillado decide hacerse justicia por su propia mano. No obstante, la obra colinda entre lo que pareciera ser una apología de la misma violencia que denuncia, al instigar el linchamiento del personaje que los ha tiranizado, y la legitimación del mismo orden que ha hecho posible la existencia de dicho personaje: la monarquía. Ya decíamos unas líneas arriba que sería interesante saber cómo resolvió el muy pacífico y republicano García Lorca la disyuntiva entre el linchamiento y la preeminencia del poder monárquico en su adaptación; pero, a reserva de ello, ¿cuál es la resolución de ustedes?

MG: En este final del que habla Sebastián se logra ver de nuevo el abuso de poder de las autoridades con la tortura al pueblo para buscar la verdad, como en la obra original. Lo que se edita es la parte en la que se rinde pleitesía a los Reyes Católicos; sólo se queda la parte en la que el Juez rinde cuentas ante ellos, al tiempo en el que se van mencionando casos verdaderos de la actualidad de Yucatán de abusos de poder, de violencia e intolerancia, etcétera, dejando un final abierto a la reflexión tras los versos: «o los has de perdonar,/ o matar la villa toda.»…

SL: Así, perdón que interrumpa, el parte de la tortura no se le rinde a un monarca, como es de esperarse que hiciera Lope; sino al público. ¿Quién es el público?, la sociedad civil, el pueblo del que habla el artículo 39 de nuestra Carta Magna para decir que de él emana y en él reside el poder de la República. Sin embargo, ése «pueblo», ésa «sociedad civil», el público, no hace nada; se queda de brazos cruzados ante la interminable sucesión de casos que deberían indignarle. De esta manera, la escena casi final es una fotografía o, más todavía, una pequeña muestra de laboratorio de cómo estamos reaccionando como sociedad ante las chingaderas de la bola de cabronas y cabrones que nos malgobiernan: sentaditos en nuestras sillas, inmóviles, inmutables, quizás conmovidos o encabronados, pero sin hacer nada para que eso cambie.

LOCh: ¿La han visto activistas contra la violencia de género, compas de La Otra Campaña, defensores del derecho a la diversidad sexual y otros derechos humanos, banda del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad?

SL: No. Dejamos algunas invitaciones «prendidas» de los «muros» en sus páginas de Facebook y hemos insistido en la difusión vía Twitter, además del empleo de los métodos tradicionales: entrevistas en la prensa escrita y electrónica, carteles, perifoneo, mantas publicitarias y la invitación de boca en boca; pero aún no hemos recibido respuesta suya, ojalá y tengan un tiempo para darse su vuelta por los lugares donde nos estemos presentando.

Esfuerzo, dolor, estrés, felicidad, compasión, rebelión.

LOCh: Uno de los principales problemas a resolver por el gobierno de Manuel Azaña en la Segunda República española, lo recordaba Sebastián al principio de nuestra entrevista, era el alto índice de analfabetismo y la falta de escolarización de buena parte de la población infantil; ése es el marco en el que surgen las Misiones Pedagógicas y la razón de ser de La Barraca y el trabajo de Federico García Lorca adaptando obras del Siglo de Oro español. Actualmente, se habla de que una de las principales «trincheras» para hacer frente a la violencia por la que atraviesa México es la educación; el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad habla, por ejemplo, de fortalecer el desgarrado tejido social y el arte, la cultura y la educación parecen ser las «armas» más viables para lograrlo. ¿Ustedes estarían dispuestos a emprender su propia «misión pedagógica» y llevar su Fuente Ovejunica por distintos pueblos de su país o de su estado para contrarrestar tanta violencia?

MG: Sí.

SL: Por supuesto.

LOCh: Casi para terminar; Milethza, ¿qué puedes decir que te llevas al término de este proceso de puesta en escena, ya como estudiante de una escuela de actuación, ya como actriz, ya como ciudadana?

MG: Una experiencia enriquecedora y fortalecedora que me trajo una mayor madurez en todos esos roles.

LOCh: Ahora sí; para terminar, ¿hay algo que quisieran agregar, alguna pregunta que quisieran responder y que no les hubiéramos hecho?

SL: Por mi parte, sólo que el próximo 19 de agosto, como es de suponerse, vamos a tener una función de homenaje para Federico y que esperamos que puedan acompañarnos.

LOCh: ¿Milethza?

MG: Solamente que deseo que este trabajo de gran esfuerzo, dolor, estrés, felicidad, compasión y rebelión pueda trascender más allá de Yucatán y pueda servir de algo a la gente que lo presencie.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.