El testigo «estrella» de las campañas contra la Revolución Cubana es la libreta de racionamiento. Según los códigos de la sociedad occidental-liberal burguesa, todo lo que signifique «normar» la vida de los ciudadanos , se interpreta como un atentado a las «libertades individuales»: una dictadura, o por lo menos una evocación a los años del […]
El testigo «estrella» de las campañas contra la Revolución Cubana es la libreta de racionamiento. Según los códigos de la sociedad occidental-liberal burguesa, todo lo que signifique «normar» la vida de los ciudadanos , se interpreta como un atentado a las «libertades individuales»: una dictadura, o por lo menos una evocación a los años del racionamiento alimentario en Estados Unidos y Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Para evitar la desnutrición
Irónicamente el país que supuestamente «limita» la libertad de sus ciudadanos es el único de América Latina donde no existe desnutrición. Una afirmación semejante no vino de las autoridades cubanas, sino de la representante en la isla del Programa Mundial de Alimentación, (PMA).
Myrta Kaulard aseguró a la prensa que solo el dos por ciento de los infantes cubanos menores de cinco años tiene algún déficit nutricional, y es debido mayormente a malos hábitos alimentarios.
Lo que ante un estadounidense común se presenta como una agresión a su libre albedrío, para los cubanos realmente es sinónimo de seguridad. Porque independientemente de sus ingresos, o si le envían o no remesas del exterior, cada mes, las familias cubanas adquieren una cantidad de productos alimenticios y de higiene personal subsidiados por el Estado, a precios en moneda nacional muy inferiores a la inversión que se realiza para producirlos.
En Las Tunas el hogar de Teresa Jardines y Luis Jiménez, compuesto además por la hija de ambos y la madre de Teresa, por ejemplo, durante el año 2005 dispuso cada mes de 9,04 kilogramos de arroz e igual cantidad de azúcar. Aun cuando los precios del petróleo siguieron subiendo, esa misma familia cada 30 días dispuso de 1,28 kilogramos de sal, 2,32 kilogramos de granos y 0,88 kilogramos de aceite.
Con el recrudecimiento del asedio estadounidense a Cuba en mayo del 2004, la familia Jiménez-Jardines recibe con menos frecuencia que antes, las remesas que envía el hermano de Teresa desde Estados Unidos. Al mismo tiempo en un año la economía cubana dejó de ingresar entre 93 y 104 millones de dólares en la esfera del turismo, no obstante la familiar tunera que he tomado como referencia tampoco dejó de recibir, mensualmente: 24 huevos y 448 gramos de café.
Entre mayo del 2004 y abril del 2005 Cuba perdió tres mil 983,3 millones de dólares por el costo de los fletes y de uso de intermediarios para adquirir alimentos como resultado de las presiones de Washington para impedir las ventas al país. Sin embargo en ese mismo período el domicilio de los dos profesores tuneros, adquirió cada semana en la red normada cantidades variables de pollo, pescado, jamón y picadillo de carne mezclado con soya.
El costo de todo ese suministro mensual de alimentos está por debajo de los dos dólares (al cambio de 25 pesos por dólar vigente en las Casas de Cambio, CADECA).
Un asunto de equidad
Según los cálculos hechos por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) el mundo produce suficiente alimentos para todos. La agricultura mundial produce el 17 por ciento más de las calorías per cápita que hace 30 años, a pesar de que en ese mismo lapso la población global ha crecido en el 70 por ciento.
La FAO ha establecido que el límite mínimo nutricional de una persona se encuentra en dos mil 720 kilocalorías (kcal) per cápita diarias. Sin embargo, la propia organización advierte que el principal problema es que muchas personas en el mundo no tienen suficiente tierra para cultivar o ingresos para adquirir los alimentos.
Para combatir ese problema es que aún existe en Cuba la libreta de racionamiento. Directamente los alimentos adquiridos por «la libreta» como popularmente se conoce, garantizan mil 233.2 kcal per cápita, o sea alrededor del 53 por ciento de las recomendaciones nutricionales. Sin embargo el consumo social alimentario en Cuba (que es el obtenido por la población gratuitamente o a precios muy bajos en círculos infantiles, hospitales, comedores escolares y obreros) fue en el 2005, de 3 mil 305 kilocalorías y 85,5 gramos de proteínas per capita diarias, superior a las normas establecidas por la FAO.
¿Se acaba la libreta?
Para asombro de muchos en el mundo, el principal enemigo de la libreta de racionamiento en Cuba es el mismo presidente Fidel Castro. En varias de sus intervenciones más recientes, el mandatario cubano se ha referido a las intenciones del Estado de eliminarla Estudios internacionales señalan que en los países en desarrollo el 70 por ciento de los ingresos deben dedicarse a la adquisición de alimentos. Cuba, no escapa de esa tendencia, por tanto es una prioridad de su Gobierno aprovechar al máximo los fondos destinados a ese propósito.
Mucho más si se tiene en cuenta que el consumo anual global del país en arroz asciende a cerca de 700 mil toneladas, pero, aclara Pablo Fernández, especialista del Ministerio de Economía y Planificación, nueve de cada 10 toneladas se destinan a cubrir el consumo social y normado.
Igual sucede con los frijoles, según Fernández, el consumo anual de los granos del país se estima en más de 240 mil toneladas. En los mercados agropecuarios se venden alrededor de 10 mil, lo cual significa que la mayoría de los frijoles que se adquieren en el exterior van a hacia el consumo social y el normado.
Bajo el sistema actual el Estado gasta determinadas cantidades de dinero sin la garantía de que realmente esos son los gustos alimentarios de la población. Para que se entienda mejor, en la casa de Teresa y Luis, en Las Tunas, su hija de 18 años no consume café, sin embargo, igual recibe su cuota del producto.
Es propósito del Estado Cubano, y así lo ha manifestado su Presidente, mantener e incluso mejorar los niveles nutricionales de la población, una intención que no está necesariamente reñido con mantener sanas las finanzas.
Entre los más recientes esfuerzos en ese sentido emprendidos por el Gobierno de Cuba no se debe dejar de mencionar el programa para incrementar la producción de huevos, con vistas a alcanzar en el 2006 una producción de más de dos mil 200 millones de unidades.
Asimismo, se trabaja en la recuperación de la capacidad de producción de carne de cerdo, con vistas a alcanzar en el 2006, una producción total de 80 mil toneladas de carne en pie y preparar las bases para lograr 100 mil toneladas en el 2007. Tales programas prueban la intención gubernamental de avanzar en el objetivo de garantizar una alimentación adecuada para toda la población, hasta llegar a niveles que hagan innecesario el racionamiento.
¿Significa esto que la Revolución abandona a su pueblo?, por supuesto que no. Porque igualmente se brinda atención sistemática a todos los niños detectados con problemas nutricionales, como resultado de la aplicación del Primer Programa para medir el peso y la talla de todos los niños hasta 15 años. Recientemente concluyó un estudio integral de toda la población infantil, que evaluó aspectos como el estado nutricional, la atención educativa, el medio familiar y condiciones de vida.
Dichos estudios buscan diferenciar de manera particular los sectores de la población con mayores deficiencias alimentarias, a fin de darle una atención directa. De esta manera el sistema de compra y distribución de alimentos se configura a partir de necesidades específicas de productos concretos.
Políticas como esta ya se han puesto en marcha. Volviendo al caso de la familia Jiménez-Jardines, entre abril y agosto, ese núcleo familiar recibió a precios subsidiados 1,4 kilogramos de granos para aliviar los efectos de la sequía en el oriente del país. Además como en esa vivienda reside una persona mayor de 60 años, también le corresponde cada mes un kilogramo de arroz y uno de granos.
La libreta de racionamiento, por más de 40 años ha mantenido a salvo a los cubanos de la desnutrición, a pesar del permanente cerco que mantiene Estados Unidos sobre las importaciones de alimentos y otros productos desde Cuba. Desaparecerá, sí, cuando la economía cubana sea capaz de satisfacer las necesidades esenciales de las familias. Desde la Isla se hace todo lo posible para que ese momento llegue cuanto antes, sin embargo el cerco estadounidense, el principal escollo, no depende de La Habana, sino de Washington.