“Renovó la manera de hacer humor en España, fue crítica con la sociedad de su tiempo y satirizó de forma irreverente y cáustica al poder, sus gentes y las costumbres de la época”
Escritores, dibujantes de viñetas y humoristas como Manuel Vicent, Francisco Umbral, Chumy Chúmez, Forges, El Roto, José Luis Coll, Gila, El Perich o Manuel Summers. Aparecen destacados en el libro Lo mejor de Hermano Lobo, revista que vio la luz el 13 de mayo de 1972 y se publicó hasta el verano de 1976, con el subtítulo –en la cabecera- de Semanario de humor dentro de lo que cabe.
También aportaron sus textos escritores y periodistas como Eduardo Haro Tecglen (Pozuelo); Monsterrat Roig; Rosa Montero; Manuel Vázquez Montalbán (Sixto Cámara); Luis Carandell y Jaime Millás, entre otros.
“Renovó la manera de hacer humor en España, fue crítica con la sociedad de su tiempo y satirizó de forma irreverente y cáustica al poder, sus gentes y las costumbres de la época”, valora la citada antología, editada por Temas de Hoy en 1999.
La obra citada incluye un artículo del humorista gráfico José María González Castrillo (Chumy Chúmez), que se remite a los orígenes de Hermano Lobo; así, en 1972, cuando se cumplían 25 años “de mi parto (de ser parido no de parir) pensé que había llegado el momento de competir con el padre, que era madre, La Codorniz” (el comentario toma como punto de partida los comienzos de Chumy Chúmez –noviembre de 1947- en La Codorniz, “La revista más audaz para el lector más inteligente”).
Según el editor de izquierdas José Ángel Ezcurra, “Hermano Lobo, en un pispás, se convirtió en un inmenso éxito editorial (…); en un principio fue Triunfo”, que a finales de los años 60 del siglo XX “atravesó una crisis muy seria y peligrosa (…)”; y también “(al principio fue) Chumy Chúmez”, quien le habló por primera vez a Ezcurra sobre el proyecto de Hermano Lobo; Ezcurra fue el fundador de Triunfo, revista en la que también colaboró el humorista y escritor.
La Sala Estudi General de La Nau (Universitat de València) acoge hasta el 14 de mayo la muestra Hermano Lobo (1972-1976). Un huevo duro para el caudillo, en la que ejercen la función de comisarios dos historiadores y profesores del área de Periodismo de la Universitat (UV), Francesc Martínez Gallego y Antonio Laguna Platero.
La nota informativa de la UV recuerda las palabras del escritor y actual columnista del periódico El País, Manuel Vicent, colaborador en la época de Hermano Lobo: “La revista se fabricaba con todo el equipo de humoristas y escritores en unas cenas de los jueves en el restaurante Casa Picardías (de Madrid); era incluso divertido ir a declarar al Tribunal de Orden Público –TOP- (en el Palacio) de las Salesas, que al final se tomó como una excursión casi deportiva”.
Según los profesores Laguna y Martínez, la existencia de publicaciones satíricas como Hermano Lobo –y también otras: Por Favor (editada en Barcelona entre 1974 y 1978); o El Papus, contra la que atentó la ultraderechista Triple A- demostraban que la supuestamente aperturista Ley de Prensa e Imprenta (conocida como Ley Fraga), de 1966, “no era más que un ligero retoque (…) a la ya deteriorada y casi fúnebre dictadura”.
La Universitat destaca portadas como la del 12 de abril de 1975 (número 153), con la imagen de un juez preguntándole al reo si éste conoce sus derechos; el acusado responde de modo afirmativo, a lo que el magistrado exhorta: “Pues olvídelos”; “sí, señor”, concluye la persona procesada.
Tres años antes, la revista de humor salió a la calle editada por Pléyade, la misma casa editora que publicaba Triunfo; el primer número de Hermano Lobo alcanzó una tirada de 100.000 ejemplares (en ediciones siguientes se llegó a los 150.000; y el máximo de ventas llegó a cotas de 170.000). Hasta el 5 de junio de 1976 vieron la luz un total de 213 números.
Otro punto destacado por la UV es la censura y la represión; “la revista fue expedientada, multada y finalmente secuestrada en dos ocasiones” (seis expedientes: en junio de 1972; febrero y diciembre de 1973; mayo de 1974 y tanto febrero como octubre de 1975; el número 153 –del 12 de abril de 1975- fue objeto de un “secuestro completo” por “menosprecio a la Justicia”, según la querella del fiscal); en cuanto al contenido, también “la censura se convirtió en una inagotable fuente de inspiración”.
Medio siglo después del primer número, los paneles de la exposición informan que el semanario atravesó por tres etapas; la primera (1972-1973), de nacimiento y notables tiradas (más de 100.000 ejemplares); el manifiesto inicial de Hermano Lobo, que publicó Triunfo el 13 de mayo, señala como objetivo “remover la placidez de esa cabaña ovina a la que todos pertenecemos por nacimiento”.
La segunda etapa, entre 1974 y 1975, es la de estancamiento, con un declive en las tiradas, “cierto cansancio del modelo”, y el surgimiento de competidores como El Papus (1973) y Por Favor (1974).
El último periodo –relanzamiento fallido– incluye los años 1975 y 1976; en la revista se constatan cambios: en el diseño, por el incremento en el número de páginas, la publicación de fotografías eróticas o el aumento en la nómina de colaboradores, para reforzar la síntesis entre humor gráfico y análisis, detalla la muestra de la Universitat.
Hermano Lobo no insertó anuncios publicitarios; pero sí otros con doble sentido y en forma de montaje, por ejemplo en la sección Chumypublicez.
La portada del primer número, a la venta por 15 pesetas, tiene como protagonista a un torero con montera y corbata, sentado en una silla y la bandera de Estados Unidos en el antebrazo. En las páginas interiores -16- podía leerse un Elogio del boniato (artículo de Manuel Vicent); otro texto dedicado a “La sabia naturaleza”, con la firma “Nihil obstat Imprimatur Tip y Coll); una fábula acerca de La hiena y el murciélago (de Rómulo y Remo) o la sección 7 preguntas al lobo.
Asimismo una Viñeta de Summers se centraba en un féretro con una cruz destacada en el camposanto, del que surgen las palabras siguientes: “… Y ahora que ya no me pueden ustedes hacer nada… ‘¡Soy de izquierdas!’”.
El número 152 (semana del 5 al 11 de abril de 1975) dedica las páginas centrales a La reconciliación nacional; al dibujo de un personaje masculino acompaña la leyenda “¡¡Si es que no puede ser!!… Les ofreces la reconciliación y te piden indultos y amnistías”; la tradición reconciliadora de España, “que empezó en Covadonga”, tendría como punto culminante el día 7, a las 6,15 horas, anunciaba un artículo de Licántropo.
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