Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), un total de 990.671 personas migrantes y refugiadas entraron a Europa desde África y Oriente Medio a través de rutas terrestres o marítimas en 2015. La cifra quintuplica la del año anterior. De las personas que trataron de entrar en la «fortaleza» europea, principalmente por Italia y […]
Según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), un total de 990.671 personas migrantes y refugiadas entraron a Europa desde África y Oriente Medio a través de rutas terrestres o marítimas en 2015. La cifra quintuplica la del año anterior. De las personas que trataron de entrar en la «fortaleza» europea, principalmente por Italia y Grecia, casi 3.700 perdieron la vida durante la travesía. «Los conflictos no remiten, por lo que si no ofrecemos alternativas a las personas que huyen de las guerras y las persecuciones, el Mediterráneo volverá a ser una gigantesca común en 2016», ha alertado la secretaria general de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Estrella Galán.
Ante escenarios similares, el escritor Eduardo Galeano invitaba a la esperanza: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». La frase figura en el prólogo del libro «23 Relatos sin fronteras», obra de otros tantos escritores de la «Generación Bibliocafé» -grupo de autores surgido en 2012 en Valencia y que publica obras colectivas- con la colaboración de CEAR-País Valencià y 10.12.48 Fundación por los Derechos Humanos. Se trata de 23 historias contra la intolerancia y la injusticia, tal como las definen los escritores, que protagonizan personas forzadas a abandonar su país por el hambre, las guerras y las persecuciones por motivos políticos, religiosos o étnicos. Al-Sayed, Jorge, Konghò, Rosi, Abdòn, Alexey, Sahdí, Habib, Julia, Carina, Bernard, Nadia, Mariana, entre otros.
El libro de 178 páginas, presentado por primera vez en la Feria del Libro de Valencia en abril de 2015, se compone de relatos breves sobre la acogida, el desplazamiento y la solidaridad, que protagonizan migrantes africanos, de Europa o Centroamérica, pero también españoles que buscan un futuro mejor en Alemania. La portada, sencilla y elocuente, ocupada enteramente por la fotografía (obra de Ana Yturralde) de un joven negro de mirada profunda, anticipa las historias que narra el libro, desnudas, directas y desgarradoras. En el primer relato del texto Franz Kelle define así al continente africano: «Los conflictos y las hambrunas tiñeron esta tierra de marcha, de despedidas sin rumbo. Nómadas en pos de una vida mejor. O simplemente en busca de vida, allá lejos, donde todo sobra y se desborda, donde cuentan que los restaurantes tiran la comida mientras sus clientes se lamentan de lo mal que les van las cosas. Su infierno es nuestro anhelo».
Integran el libro cuentos como «El retorno», de Josep Asensi, sobre un inmigrante que, ya jubilado, retorna de Alemania a su pueblo en la provincia de León. La desaparición de los paisajes familiares y el miedo a la soledad y el desarraigo le llevan a la absoluta frustración. En «El secreto de Carina» la autora, Susi Bonilla, introduce vívidas descripciones que podrían encajar en la realidad de muchos desplazados: «Teníamos hambre, sueño y sed, pero los deseos de sobrevivir eran más grandes. La madrugada se llenaba de luces, sirenas y una avalancha que te empujaba mientras las heridas sangraban cada vez más». En el relato «Harta…pero menos», Susana Gisbert aborda la realidad de la mutilación genital a partir de una maestra que sufre brutales represalias, por comprometerse en la protección de una niña de siete años. «El último viaje de Frédéric Bartholdi», de Javier Lacomba, se basa en la relación que traban una niña y el autor de la Estatua de la Libertad, que recibe dura, severa y con un punto de crueldad a los migrantes que arriban a Nueva York.
A pesar de que en los 23 relatos se retrata a protagonistas y espacios heterogéneos, también puede trazarse un hilo conductor: «La problemática de los diferentes personajes, pero además se trata de casos generales con los que casi todas las personas pueden identificarse; son historias sobre el desplazamiento y la acogida, aunque no sólo se incluye la parte negativa, también hay historias de solidaridad», explica Ángela Nzambi, de origen guineano, responsable de Voluntariado e Incidencia de CEAR-País Valencià y miembro de la «Generación Bibliocafé», que ha publicado en el libro el relato «Ventanas». Los escritores coinciden en que han tratado de «meterse en la piel» de las personas forzadas a emigrar. Ya en los títulos se sugieren muchos de los contenidos que embastan la obra colectiva: «La muchacha rumana» (Santiago Álvarez), «Al otro lado» (José Luis Sandín), «Antinomias del exilio» (Aristides Rosell), «Vivencias de un extranjero en España» (Nacho Gisbert), «Buscar algo mejor» (Carmen Barrachina) o «Ciento cincuenta y cuatro disparos» (María Tordera).
Ángela Nzambi considera que el texto es una «herramienta artística» cuyo fin es «sensibilizar», de hecho, permite llegar a la población de una manera más «sutil» que el rotundo mensaje político. Más aún, la venta de los libros no es una relación mercantil con un cliente, sino que, al contrario, incluye un trabajo a conciencia de «sensibilización». Además de «23 relatos sin fronteras», en CEAR-País Valencià se realiza con el mismo fin un taller de teatro impartido por la actriz Isabel Requena, que comenzó a finales de 2013. El grupo trabaja con la representación escénica y la poesía de diferentes países y autores africanos, árabes y latinoamericanos. Por otro lado, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado ha colaborado en la película del director Samuel Sebastián titulada «La larga noche de la imaginación».
La «Generación Bibliocafé» se constituyó a partir de los talleres literario y de escritura impartidos durante dos años y medio. Desde su nacimiento en 2012, el colectivo ha publicado una decena de libros, todos ellos en torno a un tema específico: «016. Relatos que se deben contar» (sobre la violencia de género); «Sesión continua» (22 relatos sobre el mundo del cine); «Animales en su tinta» (acerca del mundo de las mascotas) «Relatos a fuego lento» (en torno a las recetas gastronómicas), entre otros. El grupo resume sus objetivos en sólo dos: «divertirse con lo que más les gusta, la literatura, y promocionar su obra».
En el texto editado en colaboración con CEAR y 10.12.48 Fundación por los Derechos Humanos, se trata el drama de las personas refugiadas de manera descarnada y sin lenitivos, a partir de la subjetividad y ahondando en la experiencia vital de cada persona emigrante. Pero también se incluyen reflexiones de fondo. Arístides Rosell define en uno de los relatos el «exilio» con una ristra de sinónimos: «destierro, herida, tristeza, añoranza, desarraigo, confluencia…». También como una «enfermedad crónica», que se supera con mecanismos de defensa «que te inmunicen contra el desprecio, las carencias del afecto y las dolencias del alma. Irte significa abandonarlo todo». «Bertrug» («estafa» en lengua alemana) es una historia de Mario Reyes contada a través de una carta, en la que el protagonista narra a su prima las penalidades en el país de destino, donde llega tras un viaje de 20 horas en autobús. El relato termina con el precario alojamiento en una escuela abandonada y la resignación ante un puesto de trabajo que no existe y una estafa consumada.
Julia es un personaje que aparece en el cuento «La muchacha rumana», de Santiago Álvarez. De manera cruda, terrible y despiadada aparece como una persona que por dinero tuvo que dejar a su familia y emigrar. «Cada mujer debe entregar una cantidad al final del día, y no cumplir la cuota significa problemas». Julia sólo incumplió con la cuota asignada una vez, por lo que padeció torturas durante semanas. No es mejor el día a día de Marcelo y su madre, quienes no pasaron una jornada sin miedo desde que decidieron abandonar su país.
Aparecen en el texto «Carga infame», de Luis Berbel Torrente, donde se describe una realidad brutal, la del tren conocido como «La Bestia» o el «Devoramigrantes», en el que mueren todos los años centenares de personas que huyen desde Centroamérica a Estados Unidos. «Es el tributo que se paga por obtener la libertad y la oportunidad de una vida mejor», dicen los explotados. «La bestia ha de alimentarse de cuando en cuando y cobrarse el favor». Todas estas pequeñas historias son autónomas entre sí pero también componen una secuencia completa, la de la violencia y la emigración forzosa. Aunque también la de los lazos solidarios. Sin estadísticas, porcentajes ni contingentes. Una semana antes de la impresión del libro murieron 700 personas debido al naufragio de un barco frente a las costas de Libia.
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