La súbita presencia en territorio norteamericano de Luis Posada Carriles, el anticastrista cubano responsable de explosionar en pleno vuelo un avión de Cubana de Aviación provocando la muerte de 73 civiles, entre otras acciones terroristas contra Cuba, ha provocado una difícil situación para el gobierno de Estados Unidos, días antes de la votación de su […]
La súbita presencia en territorio norteamericano de Luis Posada Carriles, el anticastrista cubano responsable de explosionar en pleno vuelo un avión de Cubana de Aviación provocando la muerte de 73 civiles, entre otras acciones terroristas contra Cuba, ha provocado una difícil situación para el gobierno de Estados Unidos, días antes de la votación de su resolución contra Cuba en Ginebra. Posada Carriles, tras entrar ilegalmente en territorio norteamericano, ha solicitado asilo político para burlar las ordenes de captura que tiene en varios países. El problema salpica también a los 25 países de la UE a quienes el presidente Fidel Castro ha pedido que se pronuncien tras haber anunciado su copatrocinio de la resolución anticubana de Estados Unidos.
En el enfrentamiento entre EEUU y Cuba en la arena de la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra cada uno de ellos suele recurrir a sus tradicionales armas. El gobierno Bush a los encarcelamientos de anticastristas en Cuba. Sin importar el delito ni la actividad, Estados Unidos los convierte a todos en mártires periodistas encarcelados por expresar sus opiniones. De nada suele servir que Cuba explique que los «periodistas» no pasaron por la universidad, ni escribieron nada que no fuese previamente dictado por agentes norteamericanos, ni que sus delitos estén contemplados en los códigos penales de la mayoría de los países y no tengan relación alguna con la libertad de expresión.
Cuba responde acusando a Estados Unidos de su vinculación y complicidad con el terrorismo contra la isla, ese que dice Bush combatir en todo el mundo. El personaje más destacado, pero no el único, de esas acciones contra Cuba se llama Luis Posada Carriles. Fugado de la prisión Venezolana tras ser condenado a veinticinco años de cárcel por haber hecho explosionar en pleno vuelo un avión civil de Cubana de Aviación en 1976, se refugió en Centroamérica donde traficó con armas y trabajó para la contra nicaragüense a las órdenes de Oliver North desde territorio hondureño en el escándalo que se conoció como Irangate. Fue también asesor de los más derechistas gobiernos centroamericanos. Desde el guatemalteco Vinicio Cerezo hasta estrecho colaborador de varios ministros salvadoreños bajo las presidencias de Calderón Sol y Francisco Flores.
En noviembre de 1994, según reconocería el propio Posada Carriles, lograron introducir armamento en la IV Cumbre Latinoamericana de Jefes de Estado en Cartagena (Colombia) para atentar contra el presidente cubano sin lograrlo.
En 1997 La Habana sufrió una cadena de atentados con bomba en diferentes instalaciones turísticas que llegaron a provocar la muerte de un ciudadano italiano. En septiembre y octubre de ese año serían detenidos los autores de los atentados, quienes reconocieron estar a las órdenes de Posada Carriles.
También intentó en agosto de 1998 en República Dominicana atentar contra Fidel Castro con motivo de la Cumbre de Cariforum.
Carriles no cesó de reconocer en diversos medios de comunicación su implicación en estas acciones terroristas. Afirmó en el diario The New York Times en noviembre de 1994 su intención de atentar contra Fidel Castro en Cartagena de Indias. En noviembre de 1996 confirmó en el Canal 23 de la televisión de Miami sus intenciones de continuar las acciones armadas contra Cuba. En julio de 1998 declaró también en The New York Times haber organizado los atentados del año anterior en instalaciones turísticas de La Habana que provocaron la muerte del turista italiano Fabio di Celmo. Cínicamente, Posada declaró públicamente que Fabio di Celmo había muerto por estar «en el lugar equivocado en el momento equivocado».
En noviembre del año 2000, las fuerzas de seguridad panameñas volvieron a detenerlo y encarcelarlo cuanto preparaba un atentado contra el presidente cubano durante la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado. Fue juzgado y sentenciado a varios años de cárcel por los tribunales de Panamá. Tras pasar menos de cuatro años en prisión fue indultado, junto con otros tres anticastristas, por la presidenta Mireya Moscoso, al parecer tras recibir ésta la cantidad de cuatro millones de dólares.
Sus tres colaboradores, con nacionalidad norteamericana, fueron recibidos como héroes en Miami a pesar de su tenebroso historial. Guillermo Novo atentó contra la sede de las Naciones Unidas en 1964 durante el discurso del Che y posteriormente fue juzgado y condenado en Estados Unidos por el asesinato del ex ministro chileno Orlando Letelier y su secretaria, de nacionalidad norteamericana, en Washington el año 1976. Gaspar Jiménez, junto a Guillermo Novo, fue el responsable del secuestro y desaparición de dos diplomáticos cubanos en Argentina en 1976. Ese mismo año asesinó a un técnico cubano en Mérida (México). Novo fue condenado también por tráfico de drogas y armas por la justicia mexicana pese a lo cual logró evadirse. El último de los indultados en Panamá e instalados posteriormente en Miami fue Pedro Remón Rodríguez, quien había sido ya condenado por los tribunales de Estados Unidos por asesinar en Nueva York a un diplomático cubano y a un emigrado cuyo delito fue defender el diálogo entre los cubanos del exterior e interior de la isla. Los tres, a pesar de su historial delictivo probado no por Cuba sino por tribunales de numerosos países, incluido Estados Unidos, pudieron seguir en libertad en Miami.
Sólo Posada Carriles quedaba sin poder refugiarse en Estados Unidos. No tenía acreditada residencia norteamericana y su trayectoria de crímenes y reclamaciones judiciales en varios países le impedían vivir en la legalidad. Ha sido ahora, en un delicado momento diplomático, cuando quien cometió uno de los más sangrientos atentados de la aviación civil aparece en territorio norteamericano pidiendo «asilo político». Mientras Estados Unidos y la Unión Europea afirman trabajar juntos en la lucha contra el terrorismo y en su exigencia para exigir «democracia y respeto a los derechos humanos al gobierno cubano», un prófugo de la justicia, convicto y confeso de múltiples atentados terroristas contra civiles de varios países, que afirma haber entrado ilegalmente en Estados Unidos, se permite convocar a través de su abogado una rueda de prensa para pedir asilo. Es el momento en que tanto el gobierno Bush como los veinticinco países de la UE que han copatrocinado su resolución contra Cuba en Ginebra, digan al mundo si su lucha contra el terrorismo y los derechos humanos es para todos los casos o sólo para quien señale el dedo de Bush.
Sin ninguna duda, tal y como notificaron desde la nave espacial Apolo XIII en 1970 a su centro de control, Houston tenemos un problema. Un problema que se llama Luis Posada Carriles.