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Sales y soles

Huelga de amores

Fuentes: Gara

Hay que parar el mundo. Detener esta locura. Sobran motivos… faltan huelgas. Gente dispuesta a plantarse. Huelga con mayúsculas, como la que sueña Gioconda Belli en uno de sus poemas. «Quiero una huelga donde vayamos todos. Una huelga de brazos, de piernas, de cabellos, una huelga naciendo en cada cuerpo. Quiero una huelga de obreros, […]

Hay que parar el mundo. Detener esta locura. Sobran motivos… faltan huelgas. Gente dispuesta a plantarse. Huelga con mayúsculas, como la que sueña Gioconda Belli en uno de sus poemas. «Quiero una huelga donde vayamos todos. Una huelga de brazos, de piernas, de cabellos, una huelga naciendo en cada cuerpo. Quiero una huelga de obreros, de palomas, de chóferes, de flores, de técnicos, de niños, de médicos, de mujeres». El mundo detenido. Por inhumano. Por inmundo.

«Quiero una huelga grande, que hasta el amor alcance. Una huelga donde todo se detenga, el reloj, las fábricas, el plantel, los colegios, el bus, los hospitales, la carretera, los puertos», fantasea la poeta nicaragüense. En Colombia, un grupo de mujeres acaba de anunciar este martes que va a intentarlo. Una huelga grande, que hasta el amor alcance.

«Ésta es nuestra manera de decirles a nuestros esposos que no queremos quedar viudas y que nuestros hijos no merecen crecer sin un padre al lado», explica Ruth Macias, de 18 años y madre de dos niños. «Aunque no nos han querido escuchar, estamos seguras de que de esta manera si entenderán». Las parejas de un centenar de pandilleros y sicarios de la ciudad de Pereira van a declararse en «huelga de piernas cruzadas». No mantendrán relaciones sexuales con sus maridos, novios o compañeros hasta que abandonen la violencia. La huelga, que aún no tiene fecha, durará una semana y transcurrido ese tiempo el plante cesará sólo si los hombres se comprometen a no usar más armas de fuego y a reducir los niveles de violencia en todos sus actos.

Con cerca de medio millón de habitantes, y situada a unos 350 kilómetros de Bogotá, Pereira es una de las ciudades más violentas de Colombia. En 2005 registró 488 homicidios, la tasa más alta del país (97 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el doble de la media nacional). El 87% de las víctimas son jóvenes pandilleros de entre 14 y 25 años de edad. Varias encuestas realizadas por la alcaldía han revelado que «la actividad preferida por los pandilleros es hacer el amor, y que están en la delincuencia no por necesidad económica sino por un referente de poder y seducción sexual». La idea se le ocurrió a una de las mujeres. «¿Qué tal si les dejamos de dar lo que más les gusta, el sexo?». Una huelga en los huevos. Donde más duele.

Existen precedentes. Exitosos. En el norte de América, los indios iroqueses se organizan en igualdad. Los hombres son los jefes pero son las mujeres quienes los eligen, quitan o ponen. El Consejo de Matronas decide sobre buena parte de los asuntos fundamentales de su pueblo. No siempre fue así. En el año 1600, los iroqueses participaron en varias guerras sin contar con la opinión de sus compañeras. Las mujeres se declararon en huelga de amores. Al poco tiempo, asustados por tener que dormir solos, abandonados a su cuerpo, los hombres terminaron por aceptar el gobierno compartido.

Hay que parar el mundo. Con una huelga de ojos, de manos y de besos. Una huelga de servicios mínimos, fememínimos. Los hombres, en ayunas. Las mujeres, amándose, gozando, disfrutando unas con las otras. Hasta que el mundo pare. Hasta que el macho aguante. «Si Adelita se fuera con otra, Emiliano Zapata estiraría la pata», pintan, avisan, las bolivianas del colectivo Mujeres Creando en una de sus grafiteadas. Una huelga grande, que hasta el amor alcance…