AFP / Orlando SIERRA. Un indígena lenca con el rostro tapado en el lugar donde se construye la central hidroeléctrica en Reitoca, Honduras, el 12 de marzo de 2018 Protegiéndose del sol abrasador en una galera de madera y carpas, indígenas lencas resisten desde enero en una protesta contra la construcción de una hidroeléctrica […]
AFP / Orlando SIERRA. Un indígena lenca con el rostro tapado en el lugar donde se construye la central hidroeléctrica en Reitoca, Honduras, el 12 de marzo de 2018
Protegiéndose del sol abrasador en una galera de madera y carpas, indígenas lencas resisten desde enero en una protesta contra la construcción de una hidroeléctrica en el único río que los abastece de agua en una comunidad del Pacífico de Honduras.
«¿Y Progelsa? ¡Fuera!», gritan los indígenas, en alusión a la empresa Promotora de Generación de Energía Limpia (Progelsa), que inició la construcción hace dos años.
Los pobladores han construido su campamento de protesta bajo un árbol de encino sin hojas en la polvorienta calle de acceso a la hidroeléctrica y a su comunidad, Reitoca, perdida entre montañas áridas a 60 km al sur de Tegucigalpa.
AFP / Orlando SIERRA. Unos hombres trabajan detrás de un cartel que advierte de peligro en la obra de construcción de la central hidroeléctrica en Reitoca, Honduras, el 12 de marzo de 2018
«Si nos dejamos quitar este río estaríamos firmando la sentencia de muerte» de 33.000 pobladores de diez comunidades, dice a la AFP Andonie Ruiz, uno de los indígenas que montaba guardia en el campamento.
Y agrega: «Estamos en el Corredor Seco, donde solo se registran lluvias durante unos cuatro meses al año».
El Corredor Seco cruza el litoral Pacífico de Guatemala, Honduras y Nicaragua, en una franja de bajo régimen de lluvias y condiciones de pobreza.
«Vamos a luchar pacíficamente con mucha gallardía, con mucha energía» contra la construcción de la represa, asegura por su parte Madgaleno Flores, otro de los indígenas.
AFP / Orlando SIERRA Indígenas lencas levantan sus puños en señal de protesta contra la construcción de la central hidroeléctrica en Reitoca, Honduras, el 12 de marzo de 2018
Pobladores de este municipio de unos 15.000 habitantes se rotan días y noches desde el 15 de enero en grupos de 20 a 30 personas en el campamento.
Ramón Cárcamo, jefe de las cuadrillas de trabajadores de Sermaco, la empresa contratada por Progelsa para llevar a cabo la obra, dijo a la AFP que por la protesta paralizaron la construcción de la cortina del embalse, cuando habían levantado 20 metros de altura de los 50 metros que contempla el diseño.
«Aquí no volvemos»
«Ya nos vamos, aquí no volvemos», lanza Cárcamo desde el volante de su vehículo todo terreno frente al campamento.
En medio de un calor desértico, la empresa comenzó el pasado fin de semana a retirar volquetas, retroexcavadoras, cargadoras y toda clase de maquinaria y equipo.
Cárcamo indicó que unas 400 personas han trabajado durante más de dos años en la planta.
Progelsa acusó el 31 de enero a los pobladores de cometer «actos vandálicos» contra el proyecto, avanzado en 70%.
Aparte de la cortina de concreto, están construidos túneles, algunos provistos de alcantarillas de hasta dos metros de altura, y una parte de la sala de máquinas para dos turbinas, con capacidad para generar 7,5 megavatios/hora cada una.
AFP / Orlando SIERRA. Vista de las obras de construcción de la central hidroeléctrica en Reitoca, Honduras, el 12 de marzo de 2018
El río transcurre en el fondo de un cañón formado por dos laderas que se elevan unos 200 metros. Un derrumbe de piedras durante la construcción de los túneles y la carretera a lo largo de seis kilómetros sepultó la corriente a lo largo de unos cien metros.
Por el derrumbe y los túneles por donde la empresa desviará el río de su cauce hacia las turbinas, los pobladores temen quedarse sin la única fuente de agua para consumo humano, animal y sus cultivos.
«Tenemos documentos (de propiedad) que datan de 1735 y estamos amparados en el Convenio 169 de la OIT», sostiene Andonie Ruiz, en alusión a la norma de la Organización Internacional de Trabajo que obliga a realizar una consulta previa para construir obras en territorios habitados por comunidades indígenas.
Los pobladores de Reitoca temen a los militares y policías, que han amenazado con desalojarlos violentamente.
Por una lucha parecida, fue asesinada en 2016 la dirigente ambientalista e indígena Berta Cáceres. Están detenidos nueve sospechosos, incluyendo cinco personas vinculadas a la empresa Desarrollos Energéticos S.A. (DESA).
Cáceres había denunciado que DESA la amenazaba de muerte por liderar la oposición a una hidroeléctrica en el río Gualcarque, en el oeste de Honduras.
Austra Berta Flores, madre de Cáceres, aseguró que el gobierno ha concedido licencias ambientales para la construcción de 49 represas y exploraciones mineras en diferentes zonas indígenas del país.