Este no fue un jueves más, pues, como todos los seguidores de Temas saben, los últimos jueves de cada mes la revista organiza un debate sobre cuestiones de la realidad cubana. En esta ocasión trató sobre Internet y las redes sociales. El panel -moderado por Rafael Hernández, director de la revista- lo integraron la investigadora […]
Este no fue un jueves más, pues, como todos los seguidores de Temas saben, los últimos jueves de cada mes la revista organiza un debate sobre cuestiones de la realidad cubana. En esta ocasión trató sobre Internet y las redes sociales.
El panel -moderado por Rafael Hernández, director de la revista- lo integraron la investigadora y profesora del Instituto Internacional de Periodismo Milena Recio, la periodista y editora del sitio web Cubadebate Rosa Miriam Elizalde, el periodista, bloguero y activista por los derechos a la libre orientación sexual Francisco Rodríguez (Paquito), el académico Juan Fernández y el bloguero Iroel Sánchez.
La primera parte del debate giró entorno a qué entendemos por Internet. Milena Recio la describió como un espacio de socialización, un lugar donde compartimos experiencias de vida. Luego, remarcó que todo lo que allí hacemos no ocurre en un universo paralelo, sino que se trata de una continuación de lo que hacemos fuera de ella:
«Las redes sociales e Internet no son un reflejo de los movimientos de relación que existen en el mundo real, sino un continuo de esos modos de relación. Un continuo de ida y regreso, no solo hacia Internet, porque esta también modela, modifica y conforma las maneras en que somos socialmente hablando, incluso individualmente».
Rosa Miriam Elizalde secundó esta visión de Internet al referirse a ella como una herramienta absolutamente nueva en la sociedad humana, con la capacidad de ser herramienta y, al mismo tiempo, una forma organizacional; la cual, además de modificarse constantemente a una velocidad inusitada, también transforma al individuo que la utiliza. Ha llegado, incluso, a transformar la realidad cotidiana, explicó, pues esta ya no está conformada solamente por el mundo físico, sino que también se le ha agregado otro escenario: el mundo virtual.
«La vida cotidiana no es la misma de hace 30 años -aseguró-, por eso muchas veces no nos entendemos con los jóvenes que han vivido en la franja de lo que los teóricos llaman ‘los nativos digitales’, y experimentaron un cambio generacional, pues ya tienen dentro de su ADN un importantísimo cambio evolutivo. Incluso, se habla de una singularidad, ellos son otra cosa, han vivido en la ecología digital, se han apropiado de esa otra realidad en su relación con la cultura, con el mundo».
El bloguero Francisco Rodríguez comentó sobre su experiencia con una bitácora personal que tiene desde hace casi tres años. Algo que comenzó como una necesidad personal de comunicación transformó su vida de una manera que él nunca llegó a sospechar:
«A partir de ese momento me fui identificando con las luchas por los derechos a la libre orientación sexual e identidad de género. Me asocié a grupos de personas que abogan por el cese de discriminaciones y prejuicios que todavía tenemos. O sea, contar una experiencia personal se convirtió en una causa. Lo que tiene lugar en Internet no es ajeno a lo que ocurre en nuestra cotidianeidad, sino que extiende el campo de lo que podemos hacer y posibilita encontrar nuevos marcos para organizarnos en función de determinados propósitos, que no siempre resultan fáciles de lograr por las vías tradicionales».
Por su parte, Juan Fernández se opuso a considerar a Internet de una manera casi mística, atribuyéndole un impacto desmesurado en la sociedad contemporánea:
«Internet no es más que una tecnología, una tecnología extraordinaria, es cierto; pero decir que es determinante en el devenir histórico y en las relaciones sociales de la actualidad es caer en un determinismo tecnológico. Internet es una tecnología, y como tal impacta en la sociedad, pero no es autónoma ni neutral, sino que refleja los valores de aquellos países que la desarrollaron y la controlan».
Iroel Sánchez siguió este hilo de argumentación cuando explicó la forma en que Internet y las redes sociales reproducen las jerarquías que ya existen en el mundo físico. Invitó a los presentes a analizar la lista de los medios de comunicación más importantes del mundo y estudiar cómo se posicionan en Google y Facebook. Demostró que en ambos sitios las estrategias de posicionamiento funcionan de la misma manera, por tanto, para encontrarse en los primeros lugares hace falta tener la tecnología, publicidad y dinero. Algo que siempre está controlado por las mismas personas: los accionistas de los medios.
«No quiere decir esto que el sistema sea invulnerable y que no pueda tener una modificación -señaló-, pero tampoco debemos creer que Internet puede cambiar por sí misma las jerarquías existentes en la realidad».
Sin embargo, la profesora Milena Recio reafirmó la idea de un cambio en las estructuras sociales motivado por la irrupción de las nuevas tecnologías. Según ella, es cierto que en la sociedad que habitamos permanecen muchas jerarquías tradicionales, pero avanza inevitablemente hacia un orden reticular. La forma en que hoy nos relacionamos con la información, también se basa en la novedad de esas tecnologías. A fin de cuentas, Internet es mucho más que una herramienta capaz de poner en contacto a personas alejadas físicamente, es un nuevo espacio que tiene el ser humano para relacionarse de manera que antes no conocía.
«No se mantienen las mismas jerarquías -repuso-, pues Internet nos da la capacidad de visibilizar espacios y realidades que antes no se veían. Las tecnologías que existían en los 70 y 80 no se habían dispersado y democratizado del modo en que lo han hecho las actuales. Entonces, no seamos fetichistas de las tecnologías, pero tampoco obviemos la realidad de que ellas han provocado un cisma en nuestra sociedad».
Incentivado por las preguntas del público, el debate se desplazó entonces al estado de la conectividad en Cuba y los retos que tenemos como nación dentro del mundo digital. Una vez más, Milena Recio habló primero:
«Ya es casi imprescindible crear una universidad para los no informáticos, para que las personas comunes y corrientes podamos comprender las particularidades de la hora actual tecnológica y que lo hagamos acompañando el incremento de la conectividad en Cuba. Esa conectividad va a llegar, es un proceso irrefrenable.
«Pero, ¿qué tan preparados estamos para ese momento? Los cubanos estamos preparados en muchos sentidos, tengamos en cuenta que hablamos de una sociedad donde el nivel de escolaridad promedio es de preuniversitario. Pero este proceso de informatización -que no se refiere únicamente a la conectividad, sino al modo de apropiación y uso de la tecnología- debe partir de un proceso de alfabetización. Que en este momento tiene la misma importancia que la Campaña de Alfabetización de 1961».
Remarcó que esta nueva campaña alfabetizadora es una de las tareas más urgentes que tiene hoy el país. Debe ser un trabajo colectivo que nos aproxime a un enfoque propio, con el tono y el sentido socialista de nuestra sociedad. De este modo, seremos capaces de apropiarnos de la tecnología del modo en que mejor nos sirva a los cubanos, y no de la manera en que se nos quiera imponer: «Es decir, que nuestra población, nuestros ciudadanos, nuestra dirigencia, nuestros empresarios, nuestros niños, todos avancemos hacia un modelo de sociedad donde la información y los flujos de información tengan un valor primordial».
Poco después, Rosa Miriam Elizalde apoyó esta posición al destacar la importancia de la apropiación cultural de las nuevas tecnologías. O sea, que sus usos vengan potenciados por un proceso de alfabetización. Especialmente en Cuba, donde se vive una circunstancia excepcional, pues la apropiación cultural de estas tecnologías comenzó mucho antes que el desarrollo de la infraestructura. Dentro del espectro de la población cubana, aseguró, casi 5 millones de personas están en la franja de los llamados nativos digitales, aquellos que nacieron después de los años 80:
«Alguien preguntaba: ¿Es posible una discusión abierta sobre las nuevas tecnologías en nuestra realidad? Yo diría que no solo es posible, sino que además existe. Los más jóvenes intercambian memorias flash con contenidos, o sea, hay una interacción con la información que a ellos les interesa. También existen mecanismos de mercado que están creciendo, muchas veces con regulaciones propias. Pero hay otros elementos que gravitan alrededor del uso de Internet, como el hecho de que EE.UU. destine más de 20 millones de dólares para crear apropiaciones en un sector que a ellos les interesa. Todos son fenómenos que están incidiendo, lo que sucede es que, como los medios tradicionales muchas veces no traducen estas realidades tal como ocurren en la vida cotidiana, los entornos de Internet y las redes sociales están sustituyendo funciones de esos espacios tradicionales. Pero la discusión existe y no se pueden vivir al margen de ella».
Por su parte, Juan Fernández propuso analizar las dinámicas económicas que rigen Internet. Al respecto, señaló que, a diferencia de la telefonía y tecnologías similares, en el esquema económico de Internet el flujo del dinero va en un solo sentido, hacia fuera. Por tanto, para un país como Cuba, que no es dueño de las redes principales, Internet representa una importación. Es decir, más allá de las inversiones internas de infraestructura, para lograr que Internet llegue a todas las casas es necesario un enorme gasto de importación.
Para Fernández, «es importante acceder a Internet, aunque sea una importación, porque el beneficio que genera para la economía y la sociedad es indirecto. El reto que tenemos para acceder a Internet está en convertir a las Tecnologías de la Informática y las Comunicaciones en algo provechoso para la economía y la sociedad en su conjunto de una manera incuestionable».
«La clave está en cómo encontramos nosotros, en nuestras condiciones, esa viabilidad -apostilló Iroel Sánchez-. Teniendo en cuenta que somos «una sociedad penalizada», como dijo Galeano cuando intentó conectarse desde Cuba. En esas condiciones nosotros tenemos que estudiar qué potenciamos, a qué destinamos los recursos, no solo en las estructuras superiores, sino también en las inferiores, para lograr que nuestra sociedad se dinamice y renovarla de la misma manera que estamos renovando otras esferas. Porque nuestra sociedad, gracias a la Revolución, está mejor preparada para eso. Tenemos que ser consecuentes en nuestras políticas, desde nuestra realidad económica, pero potenciando una cultura del uso de estos recursos a favor del proyecto que queremos defender».