Los océanos tienen un rol fundamental en la regulación del clima del mundo y el mantenimiento de las condiciones para la vida humana en la tierra. Y son una fuente crucial de sustento y bienestar económico en muchos países en desarrollo, incluidos los pequeños estados insulares en desarrollo.
Pero los habitantes de las islas del Pacífico están profundamente preocupados por el destino de los océanos si los líderes mundiales no cumplen las promesas hechas para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales en la 27 Conferencia de las Partes (COP27) sobre Cambio Climático, que se realizará en noviembre.
“Todos tenemos que hacer más. El objetivo está fijado. En el próximo año, en el período previo a la próxima conferencia sobre el cambio climático, habrá una enorme brecha de emisiones. No estamos traduciendo eso en compromisos tangibles sobre el terreno que nos permitan decir, como humanidad, que estamos en la trayectoria correcta”, dijo a IPS Cameron Diver, jefe del Programa de Cambio Climático y Sostenibilidad Ambiental de la regional e intergubernamental Comunidad del Pacífico.
El océano Pacífico es el más grande del mundo y abarca un tercio de la superficie del planeta. Es por ello un importante sumidero de carbono.
De hecho, los océanos absorben casi una cuarta parte de todas las emisiones de carbono asociadas con las actividades humanas cada año.
Pero, a partir de mediados de este siglo, la continuación de las altas emisiones generará una disminución en la capacidad de los océanos para capturar dióxido de carbono de la atmósfera, informa el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Y esto comprometerá su papel en la regulación del clima y los fenómenos meteorológicos extremos.
Los impactos socioeconómicos del cambio climático en este escenario “podrían ser catastróficos. Tendrá un impacto masivo en las personas que, en última instancia, viven sus vidas con el océano”, enfatizó Diver desde Numea, la capital del territorio francés de Nueva Caledonia, donde la Comunidad del Pacífico tiene su sede principal.
Explicó que el aumento del nivel del mar disminuiría la tierra cultivable y provocaría el desplazamiento de la población, mientras que los niveles más altos de acidificación de los océanos amenazarían los arrecifes de coral y la pesca costera. La inseguridad alimentaria es un riesgo muy real, dado que 70 % de los habitantes de las islas del Pacífico obtienen sus proteínas de la pesca costera.
En la nación del atolón polinesio de Tuvalu, en el Pacífico central, “todas las comunidades de Tuvalu viven alrededor de la costa. Estamos rodeados por el mar, y la erosión costera es un gran problema que impacta en nuestra alimentación, especialmente inundando nuestros pozos de pulaka”, dijo a IPS Teuleala Manuella-Morris, director nacional de la organización ambiental no gubernamental Live and Learn.
“Pulaka (Cyrtosperma merkusii, también conocido como pantano de taro) es un cultivo de raíces y se produce en pozos que se excavan para llegar al agua de lluvia atrapada en la bandeja de agua. Sin embargo, estos pueden volverse salados durante sequías o ciclones cuando las olas logran entrar en los pozos de pulaka”, detalló.
Las marejadas y los ciclones están destruyendo muchos de estos cultivos, se quejó.
Los habitantes de las islas del Pacífico se han convertido en algunos de los activistas más fuertes del mundo para la conservación y el desarrollo sostenible del mar, un papel que está impulsado por su dependencia del llamado continente azul.
“Todas las islas del Pacífico dependen del atún y otros recursos marinos para los ingresos del gobierno, la seguridad alimentaria, los medios de subsistencia y los servicios ecosistémicos», detalló a IPS Graham Pilling, director adjunto del Programa de Pesca Oceánica de la Comunidad del Pacífico.
En términos de ingresos, explicó, «esto es particularmente notable para muchos pequeños estados insulares en desarrollo y territorios del Pacífico donde hay recursos limitados para proporcionar flujos de ingresos alternativos, como en Tokelau y Kiribati”.
No es solo el Pacífico sino todos los océanos del mundo los que se verán amenazados si las emisiones de carbono continúan aumentando. Y esto tendría graves consecuencias para los más de 260 millones de personas en todo el mundo cuyo sustento depende de la pesca marina y los países en desarrollo que se benefician de los 80 000 millones de dólares que genera el sector en ingresos por exportaciones.
Con el tiempo, el aumento de los gases de efecto invernadero (GEI) provoca una mayor acidificación y agotamiento del oxígeno en los mares y cambios en la circulación de las corrientes marinas.
Entre las muchas consecuencias del incremento de las temperaturas está el aumento del estrés térmico en los arrecifes de coral. El blanqueamiento masivo de corales conduciría al deterioro y la mortalidad de los corales y la vida marina que sustentan.
El colapso de los ecosistemas marinos costeros y de arrecifes tendrá repercusiones para las poblaciones costeras que dependen de la pesca costera y el turismo para obtener alimentos e ingresos.
Para 2050, solo 15 % de los arrecifes de coral en todo el mundo serán capaces de crecer de forma sostenible, según la organización de desarrollo sostenible Pacific Environment (SPREP, en inglés).
Impacto en pesquerías
Mientras tanto, la pesca en alta mar, especialmente la industria del atún, proporciona ingresos gubernamentales esenciales y decenas de miles de puestos de trabajo en las Islas del Pacífico.
El mercado del atún es global, y el océano Pacífico occidental y central es la fuente de 60 % de la captura mundial de atún. Dos tercios de todo el atún capturado es adquirido por barcos pesqueros extranjeros, y 90 % es capturado por otros países para su procesamiento, informa el Foro de las Islas del Pacífico.
Las principales naciones que surcan las aguas del Pacífico incluyen Japón, Estados Unidos, Corea, China, Taiwán, Filipinas e Indonesia.
Las tarifas de acceso a la pesca, por ejemplo, ascienden a u$s 128,3 millones o el 70,6 % de los ingresos del gobierno por año en Kiribati y 31 millones de dólares o 47,8 % de los ingresos del gobierno en las Islas Marshall.
Sin embargo, un estudio reciente de un grupo de científicos internacionales, incluidos varios de la Comunidad del Pacífico como Steven R. Hare, Graham Pilling, Simon Nicol y Coral Pasisi, destaca las graves consecuencias del calentamiento global para el futuro de las pesquerías de atún de la región.
Se prevé que los cambios en el océano alejen a las poblaciones de atún de las aguas tropicales.
“Los resultados del modelo sugieren que, en general, el cambio climático puede conducir a una reducción de la abundancia de atún en las aguas de muchos países y territorios de las islas del Pacífico, y es probable que los recursos clave de atún se muevan más al este hacia alta mar fuera de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de Islas del Pacífico”, dijo a IPS Simon Nicol, científico principal de pesca de la División de Pesca de la Comunidad del Pacífico.
Añadió que «dada la contribución del atún al producto interno bruto (PIB) anual de las naciones del Pacífico, la abundancia reducida y la mayor variabilidad en las capturas anuales impondrán factores de estrés del tipo ‘Crisis financiera mundial’ en los servicios gubernamentales proporcionados por las Islas del Pacífico de forma regular».
El estudio, publicado en la revista Nature Sustainability, concluye que, para 2050, la captura de atún con redes de cerco en 10 países insulares del Pacífico podría disminuir en un promedio de 20 %, lo que generaría una pérdida de 90 millones de dólares en tarifas de pesca extranjera por año.
Los efectos más generales en la vida de los isleños podrían ser economías más precarias, inseguridad alimentaria y mayor desempleo.
Las repercusiones del cambio climático en los océanos se experimentarán no solo en el Pacífico sino también en las naciones dependientes de los océanos Índico y Atlántico.
Esto podría afectar la vida de más de 775 millones de personas en todo el mundo que dependen de los recursos marinos para su supervivencia socioeconómica y poner en peligro el mercado mundial de recursos e industrias marinos y costeros, que actualmente está valorado en unos tres billones (millones de millones) de dólares anuales.
El año pasado, los líderes de los países del Foro de las Islas del Pacífico emitieron una declaración en la que pedían una acción global significativa.
«Observamos con gran preocupación que, según las tendencias actuales, superaremos los 1,5 grados centígrados ya en 2030, a menos que se tomen medidas urgentes, con impactos adversos significativos en el océano», indica el documento.
Diver también enfatizó que las promesas climáticas deben ser adoptadas no solo por los líderes mundiales sino por todos.
“Necesitamos un enfoque de toda la sociedad. Necesitamos que toda la sociedad cumpla con sus obligaciones. No podemos confiar simplemente en el sector público para hacer esto; tiene que ir a través de todos los sectores. Se necesita un enfoque integrado”, sostuvo.
La COP27 se llevará a cabo en la ciudad de Sharm El Sheikh, en Egipto, del 7 al 18 de noviembre de este año.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
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