Traducido para Rebelión por Juan Vivanco
En los últimos días las relaciones entre Italia y Cuba han sufrido un deterioro que se veía venir, pero no por ello es menos violento.
La naturaleza de la Conferencia de los grupos anticastristas de La Habana
Una parte del mundo político y periodístico italiano había decidido respaldar abiertamente la Asamblea para promover la Sociedad Civil en Cuba, inaugurada el 20 de mayo por los grupos anticastristas cubanos más vinculados al gobierno de Bush. A pesar de la ausencia notoria de otros exponentes de la «disidencia», preocupados por la tendencia extremista de la conferencia, el apoyo de los grupos paramilitares de Miami y el acatamiento de las posiciones estadounidenses, en Italia varias fuerzas políticas y varios periódicos no han dudado en sumarse, de un modo tan miope como servil, a la operación montada por el gobierno de Bush contra Cuba.
Corriere della Sera se ha prestado a una operación política de EEUU
Varios periódicos italianos -en particular Corriere della Sera y La Repubblica– habían decidido forzar la situación y mandaron por vías oblicuas y no oficiales a sus corresponsales para cubrir la conferencia habanera. La decisión de ambos periódicos privó a los colegas expulsados de la cobertura legal necesaria para hacer su trabajo en el marco de unas relaciones «normales». Si por un lado la política estadounidense y la miopía europea no permiten que Cuba sea un país «normal», por otro la neutralidad profesional del periodista desaparece cuando se presta -más o menos conscientemente- a una encerrona política. No ha pasado sólo en Cuba. Sucede con frecuencia en el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv (del que te expulsan a la mínima si el objeto del viaje choca con las normas de seguridad de las autoridades israelíes), pero también en las calles y plazas de nuestro país, cuando los agentes del orden público cada vez hacen menos caso de nuestros carnés de periodistas y tienden a vernos como activistas políticos, más que como informadores (no sólo en Génova en 2001, sucede más a menudo de lo que se piensa).
La prueba de que Corriere della Sera decidió participar en la encerrona política del 20 de mayo en Cuba es la reserva previa de las dos primeras páginas del periódico del sábado 21 para la noticia. Tanta «sensibilidad» con la situación cubana no es ninguna casualidad. La dirección de Corriere lo tenía todo dispuesto para que el periódico desempeñara una función política anticubana. La expulsión del colega Battistini fue un incidente que sirvió para dramatizar una crónica y una posición política-editorial decididas de antemano. La tendencia cada vez más proestadounidense de Corriere della Sera debería preocuparnos un poco más que el caso Battistini.
El fracaso de la manifestación del Partido Radical
El 20 de mayo el Partido Radical y los «neo» fascistas de Azione Giovani (lo de «post» ha quedado superado con su brusca vuelta a los orígenes de Alleanza Nazionale) habían convocado en Roma y en Milán sendas manifestaciones ante la embajada y el consulado cubanos. Estas manifestaciones fueron un sonoro fracaso, pues quedaron eclipsadas por las contramanifestaciones de apoyo a Cuba celebradas en Roma, Milán y Florencia, y por la mayor importancia que concedieron los medios al caso Battistini. Pero el fracaso de las manifestaciones de los radicales y los fascistas no se debió a estas circunstancias. Tuvieron que enfrentarse a la realidad de un movimiento de solidaridad con Cuba muy firme, libre del enfoque eurocentrista y estrechamente relacionado con los movimientos sociales a escala internacional que, en el mundo y especialmente en Latinoamérica, tienen una percepción de Cuba y sobre Cuba distinta de la que suele haber en Europa. La contramanifestación de solidaridad con Cuba organizada en el último momento frente a la embajada superó, desplazó y bloqueó a la de los radicales, obligados a mantenerse alejados de la entrada de la embajada, ante la que se desplegaron pancartas contra el bloqueo estadounidense y por la libertad de los cinco patriotas cubanos, y se exhibieron carteles de solidaridad con Cuba.
La campaña contra Cuba también ha dado alas al matonismo fascista
Los fascistas, una vez más, provocaron un altercado delante de la embajada cubana con una protesta no autorizada que contó con la pasividad de las fuerzas del orden. Estos métodos e iniciativas son inconcebibles delante de cualquier embajada extranjera. Si alguien hubiese intentado hacer lo mismo en la embajada de EEUU o la de Israel, la represión, tanto de las fuerzas del orden como del personal de seguridad de la embajada, habría sido inmediata y feroz. Los fascistas, en cambio, sólo tuvieron que soportar las salpicaduras del aspersor del jardín y los gritos de tres activistas tres (italianos) del Comitato 28 giugno que se enfrentaron a ellos abiertamente ante la verja de la embajada. La reacción de los fascistas fue típica: patadas e insultos contra uno de los tres activistas que había tirado al suelo una de sus octavillas. Una vez más las fuerzas del orden dejaron que los fascistas hicieran de las suyas y luego intervinieron contra los miembros del Comitato 28 giugno, identificándoles por «perturbar una manifestación no autorizada» (!?). Toda una paradoja: las fuerzas del orden no sólo no detienen una manifestación no autorizada y agresiva contra una sede diplomática, sino que tampoco permiten que sea perturbada.
Habría que ver lo que ocurriría si alguien tratase de generalizar esta forma de protesta delante de la embajada de EEUU de la calle Veneto.
Las repercusiones diplomáticas en las relaciones entre Italia y Cuba. ¿Doble rasero?
El ministro de Asuntos Exteriores, Fini, se ha apresurado a condenar a Cuba por la expulsión de Battistini. Mientras sus juventudes atacaban la embajada cubana de Roma, el ministro no podía ser menos. No recordamos ninguna intervención del ministerio de Asuntos Exteriores en 2002, cuando expulsaron del aeropuerto de Tel Aviv a Luciana Castellina, Vittorio Agnoletto y otros representantes de los movimientos italianos que pretendían viajar a la Palestina arrasada por los tanques de Sharón. Ni cuando hace años expulsaron de EEUU a dos jóvenes investigadores italianos procedentes de Chiapas. El alarde de firmeza del ministro Fini responde al esquema infecto del doble rasero y, lo que es peor, a un servilismo con Estados Unidos que al parecer ha contagiado también a algunos sectores del centroizquierda, pero se enfrenta a la creciente hostilidad de la opinión pública italiana y europea.
¿Qué va a hacer la Unión Europea?
En junio la Unión Europea tiene que actualizar su posición común frente a Cuba. Es probable que un amplio abanico de gobiernos y fuerzas políticas europeas aproveche la ocasión para endurecer las sanciones contra Cuba y someterse aún más al acoso del gobierno de Bush contra la isla. Pero podrían calibrar mal dos cosas:
1) sus interlocutores entre los grupos de «disidentes» cubanos (Osvaldo Payá, Manuel Cuesta Morúa) se han distanciado de la conferencia de La Habana y quedarían a merced de los grupos extremistas filoestadounidenses;
2) Cuba está demostrando que puede prescindir de la Unión Europea. Sus relaciones con el resto de América Latina, China y la India empiezan a ser una alternativa real al chantaje de EEUU y la Unión Europea.
Parece que las relaciones internacionales tienden a un mayor policentrismo, que está socavando el monopolio mundial de las viejas y nuevas potencias coloniales… e imperialistas. Desde hace unos años, otro mundo quizá sea más posible.