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III Encuentro de Redes, Corriente de IU

¿Izquierda Unida ante un nuevo ciclo político?

Fuentes: Rebelión

Redes es una corriente en proceso de constitución en Izquierda Unida que agrupa a compañeros y compañeras de colectivos ya constituidos (Manifestu en Asturies, Batzen en Euskadi, Llista Quarta en Cataluña) o presentes en Madrid, Castilla-León, Andalucía, Extremadura, Valencia, Galicia y Baleares. El proceso de debate de Redes comenzó tras la VIII Asamblea de Izquierda […]

Redes es una corriente en proceso de constitución en Izquierda Unida que agrupa a compañeros y compañeras de colectivos ya constituidos (Manifestu en Asturies, Batzen en Euskadi, Llista Quarta en Cataluña) o presentes en Madrid, Castilla-León, Andalucía, Extremadura, Valencia, Galicia y Baleares. El proceso de debate de Redes comenzó tras la VIII Asamblea de Izquierda Unida, en el marco de la candidatura encabezada por Gaspar Llamazares, y se ha ido concretando hasta la fecha en tres encuentros celebrados en Madrid, Bilbao y Valladolid. Lo que sigue son las conclusiones políticas de este último encuentro.

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Si en los últimos encuentros de Redes en Bilbao ya señalábamos un cierto punto de inflexión en las políticas del Gobierno Zapatero, ese giro a la derecha empieza a mostrarse con más claridad hoy. Quizás, más que un giro a la derecha, podamos hablar de que posiblemente hemos llegado a los límites del cambio que el PSOE ha podido protagonizar; IU ha de saber recoger las demandas de la izquierda social que el gobierno no podrá cumplir.

No es que podamos evaluar la primera mitad de la legislatura como nítidamente de izquierdas, ni mucho menos, pero algunas medidas recogían (aunque «descafeinados») algunos de los anhelos de esa mayoría social de izquierdas que salió a relucir tras el ciclo de movilizaciones de 2001 a 2004. Los ocho años de gobierno del PP hacían bueno casi cualquier gesto, y centraron las reivindicaciones de la izquierda lejos del cuestionamiento del modelo socioeconómico, centrándose en cuestiones de libertades públicas, política internacional, o del orden moral.

El PSOE ha podido desarrollar esta agenda sin presiones a su izquierda y generar una sensación de cambio importante entre amplios sectores de la izquierda social; nuestra crítica al modelo socioliberal que realmente defiende el PSOE no debe cegarnos con respecto a cuál es la percepción social de su gobierno.

Algunos factores más contribuyen a esa buena percepción del gobierno, que las encuestas ratifican:

  • La oposición de la derecha que ha elevado el tono del discurso considerablemente y ha movilizado a su base social, plegando a los sectores más a la izquierda en defensa de las propuestas del gobierno.

  • La timorata posición de IU ante las mismas, y la falta de visibilización de lo que hayamos podido influir realmente en esas políticas.

  • La renuncia a la movilización de la izquierda social para evitar que el centro del debate político se limitara a las críticas por la derecha.

La oposición de la derecha.

La derecha ha contrarrestado acertadamente (para sus intereses) la moderada ola progresista con la que se inició la legislatura apostando por la movilización de todos sus recursos. Han articulado un discurso muy duro desde la escuela privada y concertada, desde los púlpitos, desde los medios conservadores, desde la judicatura, etc. llevándolo más de una vez a la calle en importantes movilizaciones. Esto ha polarizado el debate político, y ha establecido una divisoria izquierda-derecha cuya frontera estaría entre los dos principales partidos. Las diferencias a la izquierda de esa frontera han quedado totalmente difuminadas.

Quizás esta táctica de acoso y derribo responda más a una ausencia de alternativa y una reacción a la defensiva ante el desmoronamiento de su «orden», que a una verdadera ofensiva política. Pero, sea como fuere, esta presión ha llevado a una situación paradójica en la cual, los proyectos quedan seriamente recortados a favor de una óptica conservadora, pero siguen siendo sacados adelante con el apoyo o consentimiento de la mayoría parlamentaria de izquierdas, y la oposición del PP. La LOE es seguramente el caso paradigmático de una propuesta insuficiente, contestada por la derecha española en la calle, en cuya tramitación influyeron decisivamente CiU y la patronal concertada, y que acabó siendo apoyada por la mayoría de las fuerzas de izquierda (no por IU en este caso).

Pero esta dinámica podría estar tocando a su fin. En el debate del Estatut, el gobierno ha acabado optando por el pacto con CiU dejando seriamente tocada la alianza con el tripartito catalán, y la propia existencia del mismo. ERC parece plantearse seriamente votar en contra del nuevo texto y prepararse para elecciones anticipadas. En IU (y en IC-V más tímidamente), parece que la presión interna cada vez es mayor a favor de un cambio en el modelo de oposición. Las reformas fiscal y laboral en ciernes, así como el resurgimiento de posturas pronucleares, o el carácter insuficiente de los proyectos de Ley de Dependencia e Igualdad, pueden empujar definitivamente hacia ese giro.

En este sentido, hay que señalar, como lo han hecho nuestros compañeros de la Llista Quarta en EUiA, que el borrador del Estatut, como consecuencia de la «autocensura» constitucional que se han impuesto los partidos del Tripartito, no reconoce el derecho de decidir por sí mismo del pueblo catalán, ni se ha mantenido la promesa de Zapatero de respetar lo acordado por el Parlament de Catalunya. O que hay una clara asimetría en el trato que el Gobierno ha otorgado a la propuesta de reforma estatutaria del Parlamento Vasco, evitando su toma en consideración, como han subrayado nuestros compañeros de Batzen y Ezker Batua-Berdeak en su conjunto.

Sin movimiento en la izquierda, cuando es necesaria la movilización

Ha sido decisiva la ausencia de movilización de la izquierda social en la situación a la que nos hemos referido. Resulta muy difícil realizar una oposición institucional dura que no cuente con el apoyo de una cierta contestación social; pero también hay que ser conscientes de que la ausencia de crítica política favorece poco la movilización. Este círculo vicioso debe llevarnos a no deslindar ambos planos de acción.

La influencia institucional de IU y otras fuerzas de izquierda es pequeña y sólo ha tenido un cierto peso cualitativo por su carácter de «bisagra» en el juego parlamentario. Pero en los últimos meses se ha demostrado que ni siquiera eso está asegurado; el PSOE está dispuesto, cuanto menos, a tener abiertos varios frentes de acuerdo, lo cual nos deja como convidados de piedra.

El caso del Estatut ha sido paradigmático. Aunque desde IU se defienda que el resultado final es bastante aceptable, ya sólo el hecho simbólico del pacto con CiU y el recorte al texto del Parlament, dan muestras de cómo el PSOE es capaz de cambiar el apoyo de su aliado «natural» (el tripartito), por otro quizás más cómodo. ZP no sólo ha conseguido escenificar un recorte «tranquilizador» hacia parte de su base social, sino que además ha puesto de manifiesto un distanciamiento de su socio más problemático: ERC. ¿Habría habido igual resultado con un clima de movilización a favor del texto salido del Parlament?

Las manifestaciones de Barcelona y Bilbao del día 18 de Febrero, demostraron que es posible aprovechar desde la izquierda olas de movilización e influir en el debate político a partir de las mismas. EUiA y EBB estuvieron presentes, demostrando que no hay por qué tener miedo a participar en movilizaciones en las que otras fuerzas tienen un papel predominante. La cuestión de los derechos democráticos nacionales, y en concreto el derecho a decidir, es otra dimensión de conflicto en la que la izquierda tiene que ser protagonista, desde una concepción federalista de libre adhesión.

En otros territorios, ha habido movilizaciones, menores desde luego, pero que apuntan hacia una reactivación de conflictos locales, sobres los cuales Izquierda Unida tiene que intervenir. Hay una constelación de medianas y grandes empresas del sector industrial con conflictos laborales sobre la mesa, movilizaciones en torno a cuestiones energéticas (térmicas en Madrid, refinería en Extremadura…), movilizaciones en torno a los conflictos que plantea la movilidad y la construcción de infraestructuras para el transporte, etc.

Hay que ser conscientes, desde luego, de que la situación de los movimientos sociales críticos, en su mayoría, oscila entre la colaboración con el Gobierno tratando de influir, y la desarticulación. Al margen de territorios donde influye la cuestión nacional, es muy difícil pensar en grandes movilizaciones hoy en día. Pero ello no debe ser óbice para que hagamos lo posible por romper con esta inercia que deja la calle a la derecha

Seguramente, podemos explicar buena parte del resultado final del trámite de la LOE en términos de escasa movilización de izquierdas, dejando el centro del debate en el tema de la laicidad, y no en los conciertos, por ejemplo.

La fuerza negociadora que nos falta en escaños hemos de buscarla en el apoyo social a propuestas más a la izquierda.

Izquierda Unida ha negociado «en frío», y seguramente ello ha debilitado nuestras posiciones.

¿Hemos sido realmente «influyentes y exigentes»?

Hemos de ser muy autocríticos con la actitud que IU ha tenido en muchas ocasiones ante esta situación. Nuestra «oposición influyente» no ha influido siempre todo lo que debiera, y cuando lo ha hecho, no siempre ha sabido gestionar esos logros, de modo que han pasado casi desapercibidos para la ciudadanía. Buena parte de la culpa en esta cuestión, la tiene la situación interna a nivel federal, al no haber sabido, podido (y reconozcamos que en ocasiones querido) implicar al conjunto de la organización en la explicación de nuestra línea política y los logros de la misma.

La ausencia de influencia se debe en buena medida a esa negociación sin movilización a la que hacíamos referencia. Aún así, no ha sido desdeñable, si solamente nos fijamos en nuestro escaso peso parlamentario, pero pocas veces hemos sabido hacer llegar a la ciudadanía cuál era la impronta de IU en iniciativas que han tenido buena acogida.

Y es que el punto más débil ha estado en la «oposición exigente»; no se ha exigido todo lo que se debiera, y, de nuevo, tampoco se ha remarcado suficiente lo que sí se ha exigido. Haya sido más o menos cierto en cada caso, la percepción social ha sido la de que partíamos de un «SÍ de entrada» a todas las propuestas importantes del Gobierno, a partir del cual señalábamos nuestros matices.

La ciudadanía ha podido difícilmente conocer cuáles eran las exigencias de IU que se asumían por el Gobierno, ya que se negociaban en comisiones bilaterales, mientras el debate político se centraba en la trifulca PP-PSOE. Nunca ha sido visible nuestra desavenencia con las propuestas del Gobierno, difícilmente se ha podido interpretar que hayamos actuado como una fuerza de oposición, por más constructiva que esta fuera.

Hemos apoyado ciertas mejoras entendiendo que se presentaba una oportunidad de cierto cambio social, en la que nuestro papel era influir en colaboración con el Gobierno. Pero hemos de admitir que el balance entre lo que realmente contribuimos a transformar y la percepción social de nuestra actividad empieza a ser negativo.

Hacia la redefinición de nuestra oposición

Hemos defendido y seguimos defendiendo, que hemos de tratar de influir hacia la izquierda en la política del gobierno; no podemos recurrir, como invitan otros sectores a situarnos en la desafección más absoluta con respecto al Gobierno. La ciudadanía sabe que PSOE y PP no son lo mismo, y si volvemos a caer en ese error, lo pagaremos.

Pero desde luego hay que replantearse el modelo de negociación «en frío», desde posiciones de debilidad, como fórmula de influencia. No sería conveniente pegar un bandazo que desorientara a nuestra base social, por lo que se trata de dotar de un nuevo contenido a la expresión «oposición influyente y exigente». Y hay circunstancias propicias para ello:

  • En primer lugar y primordial: el abandono expreso del PSOE de la centralidad de una mayoría parlamentaria de izquierdas junto con IU-ICV y ERC. Tanto si se produjera un cambio de socios en toda regla hacia CiU y PNV, como si el PSOE pretendiera jugar «a dos bandas», IU no puede quedar como convidado de piedra. Sobre todo porque ello no responde al mero juego parlamentario, sino a un cambio en las líneas políticas generales del Gobierno.

  • Ese giro seguramente se dará en toda su crudeza al centrarse en cuestiones socioeconómicas, y especialmente en las reformas fiscal y laboral que el gobierno prepara. Los sindicatos han mostrado una posición crítica ante ambas, lo cual permite que nuestras posiciones queden arropadas por una cierta contestación social, que hemos de contribuir a llevar al máximo. Sea con apoyo o sin él, estas dos cuestiones han de ser «casus belli» para IU.

  • La capacidad del Gobierno de rentabilizar a su favor algunos de los temas en los que el PP ha centrado su oposición, como el Estatut o la negociación con ETA, dejarán en las próximas semanas a la derecha ante la necesidad de replantear su modelo de oposición o quedar aislada1. Quizás entonces IU pueda tener una posición más cómoda.

  • Un posicionamiento más crítico con las políticas del Gobierno, puede ayudar a pacificar la situación interna de IU y a lograr puntos de encuentro con amplios sectores. Ello debe llevar a incentivar la integración de aquellos sectores que han planteado su crítica en términos políticos y no en clave interna y personalista.

Todo ello debe llevarnos a:

  • Tener una posición nítidamente más crítica con las políticas del Gobierno, y en especial con aquellas referidas a cuestiones socioeconómicas que sean continuistas con respecto a las del PP.

  • Practicar un modelo de negociación e influencia en el Gobierno que se apoye en la movilización social de izquierdas, en confluencia con los sindicatos de clase y los movimientos sociales críticos.

  • Remarcar un perfil propio que nos haga claramente reconocibles ante la sociedad, de cara a hacer más sencillo el trabajo de nuestras gentes en sus territorios ante las próximas citas electorales.

  • Cohesionar de nuevo a la organización en su pluralidad política y territorial.

Un «nueva mayoría»

IU debe ser capaz de tirar hacia la izquierda del Gobierno Zapatero, ya sea para conseguir mejoras concretas para la ciudadanía, o bien para señalar los límites de las posibilidades de cambio del PSOE, cuando no sea posible. Es la única fuerza estatal con capacidad para hacerlo. Debe hacerlo desde sus escasas fuerzas institucionales, y sobre todo desde la calle, creando un sistema de alianzas con otras izquierdas (tengan o no correlato electoral), yendo más allá de su coalición con IC-V. Esa fue l apolítica que aprobamos muy mayoritariamente en la VIII Asamblea, y que está siendo imposible aplicar por el bloqueo interno.

IU ha de saber salir de esa situación de bloqueo, haciendo corresponsable de sus decisiones a mayorías más amplias; desde Redes estamos dispuestos a hacer todo lo posible por desbloquear esta situación. Este objetivo es fundamental para poder cumplir con esa misión de intervención social hacia la izquierda, y ejercer nuestro papel de izquierda alternativa y transformadora.

Algunas tareas pendientes

a) Entre las tareas inmediatas que REDES hace suyas esta la de colaborar a la creación de las condiciones necesarias para el diálogo y el proceso de paz. Un paso en este sentido es la extensión de los organismos unitarios de solidaridad con los encausados en el macroproceso 18/98.

b) Asimismo, en la puesta en prácticas de las conclusiones de la Presidencia federal de IU, apoyaremos la campaña por un empleo estable y contra las reestructuraciones y, en concreto, la conferencia de trabajo sobre la crisis del sector de la automoción.

c) Como somos parte e impulsores del movimiento en defensa de ese otro mundo posible que se articula, particularmente en los foros, llamamos a participar en el encuentro de Movimientos Sociales a celebrar en Madrid los días 1 y 2 de abril. A trabajar por defender una mayor implicación de IU en ese esfuerzo a través de colaborar a la presencia, sobre todo de Jóvenes, en el IV Foro social Europeo de los días 4,5,6 y 7 de mayo a celebrar en Atenas y estudiar la manera de ampliar el eco entre la ciudadanía, particularmente inmigrante, de la celebración del II Foro social Mundial de las migraciones en Rivas.

d) La violencia de género sigue siendo una terrible realidad en el estado español. Apoyamos la campaña de las plataformas contra la violencia de género y las organizaciones feministas de hacer concentración en las instituciones y lugares de trabajo y estudio después de la primera victima mortal de cada mes.

Las posiciones en cuestiones de género se encuentran profundamente enconadas en IU, tanto por los propios debates del movimiento feminista, como lamentablemente también por las dinámicas internas. Consideramos necesario un debate sosegado en torno a todas estas cuestiones entre todas las mujeres de IU. Por ello, continuaremos el debate sobre feminismo iniciado en nuestros II Encuentros en Bilbao, creando un grupo de trabajo sobre la Ley de la Igualdad, la Ley de Dependencia y la prostitución.

e) Nos marcamos el trabajo municipalista como una de las señas de identidad de esta corriente, que debe serlo también de IU. Los poderes locales han sido el poder territorial olvidado en la instauración de la democracia. Es necesario iniciar la tercera descentralización, desde las Comunidades a los Ayuntamientos, 25 años después. Esta ha de contribuir a definir un marco competencial y financiero capaz de ajustar las necesidades y los recursos, garantizando la materialización de los derechos de los ciudadanos, mediante el acceso igualitario a los servicios de proximidad y la corrección de las desigualdades.

La Ley del Gobierno Local ha de suponer el reconocimiento y consolidación municipal, reivindicar un marco financiero que permita alcanzar entre el 33-37% del gasto público para dar servicios, que no sólo se limite a la capacidad recaudatoria local, sino que incorpore mecanismos / cauces regulados de transferencia desde el Estado a las autonomías y desde ahí a las corporaciones, cuya realidad excede el 37% del gasto, mientras han de sortear un déficit financiero del 13%. Tal y como hoy está planteada, sin Ley de Financiación, viene a lastrar el futuro y no permite superar una situación definida por un marco municipal sin recursos económicos, sin contemplar modificaciones competenciales y tutelados por las comunidades autónomas.

Para la izquierda transformadora, el nuevo marco normativo para la acción política local tiene tres señas identitarias/objetivos: la cohesión social, la sostenibilidad ambiental y la participación ciudadana bajo las premisas de la democracia participativa, principio regidor en la toma de decisiones.

Son necesarios mecanismos que ayuden a la implicación ciudadana y la organización de su tejido social a través criterios de participación en la elaboración y asignación presupuestaria en sus distintos campos, así como en la propia implementación y gestión e las políticas públicas. Es necesaria la implicación directa de los ciudadanas y ciudadanos en la planificación del desarrollo de los municipios para conseguir sus demandas más inmediatas, vivienda (pública y en alquiler), verdaderos equipamientos (parques, escuelas, hospitales…) o la defensa de su modo de relacionarse contra el modelo de ciudad planificada a golpe de iniciativa inmobiliaria.

Valladolid, 4 de marzo de 2006

1 Simultáneamente a la celebración de nuestro encuentro, el PP celebraba su Convención en Madrid, certificando la imposibilidad de los sectores más moderados de imponerse a los Acebes y Zaplana, y a la tutela del propio Aznar. Esta orientación seguramente dejará en una posición incómoda al PP para afrontar la coyuntura inmediata.