Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular (parlamento) de Cuba y miembro del Buró Político del Partido Comunista de ese país, escribe en exclusiva para BBC Mundo sobre la figura del presidente Fidel Castro, a propósito del cumpleaños 80 del mandatario, que se celebra este domingo.
Diciembre 23, 1958. Reunión del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Asunto: Cuba y la inminente caída de Batista. Allen Dulles, jefe de la CIA resumió: «debemos impedir la victoria de Castro» (1).
Consta en documentos desclasificados mucho más tarde. A Cuba dedicó la Casa Blanca muchas horas aquel año para «impedir la victoria de Castro».
No lo consiguieron. Fidel Castro triunfó el 1º de Enero de 1959 y desde ese día enfrentó la enconada oposición de Washington. Otro documento confesaba: «la mayoría de los cubanos apoyan a Castro… debemos adoptar rápidamente todas las medidas posibles para debilitar la vida económica de Cuba… provocar el hambre y la desesperación para derrocar al Gobierno» (2).
Esta política genocida dura casi medio siglo. También el engaño y su arma predilecta «la fabricación de una oposición dentro de Cuba alimentada con financiamiento clandestino externo y la organización de grupos exilados que sirvan de cobertura a las actividades de la Agencia» (3).
¿Y quién es ese Castro que febrilmente quieren derrotar?
Ante todo alguien que nadie aquí identifica con ese nombre. Para los cubanos es simplemente Fidel.
Alguien incomprensible si no se conoce la historia de Cuba.
Una historia de lucha incesante por la independencia y la justicia iniciada en 1868, en la que abundaron fracasos y derrotas.
Mientras Fidel Castro era un estudiante entre los cubanos predominaba la frustración y el pesimismo, la falta de fe en que pudieran alcanzarse algún día aquellos ideales fundadores de la Nación.
Pocos lo creyeron cuando asaltó el Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953. Pero admiraron aquella acción extraordinaria que golpeaba la apatía y el cinismo entonces dominantes. No a todos convenció su promesa de volver en 1956 a continuar la lucha. Volvió y poco a poco desde la Sierra Maestra la insurrección cubrió toda la Isla.
El había rescatado la confianza del pueblo en si mismo.
Forjó la unidad más amplia, guió con sabiduría y firmeza frente al genocidio y la implacable hostilidad del Imperio; con absoluto apego a la verdad, confiando siempre en la lealtad, patriotismo y capacidad de sacrificio del pueblo; en permanente comunión con él, lo acompañó en el combate contra los invasores en Playa Girón, o en medio de los huracanes, y en las fábricas, granjas, escuelas, en cualquier rincón del país. Trabajador incansable, transformó el oficio de Presidente en total entrega al cumplimiento del deber.
Esas cualidades se las reconocen todos los cubanos quienes en él ven reflejados sus mejores anhelos y en él depositan confianza y cariño. Ese es Fidel.
Fidel le llaman también desde el Himalaya hasta los Andes millones de desposeídos que recuperan la vista y la salud gracias a programas concebidos por él.
Poco importan los billones de dólares que otros han gastado en el intento inútil de derrotar al Castro inventado por su propaganda.
No pudieron impedir la victoria de Fidel, el único y verdadero. Jamás podrán derrotarlo. Sobran motivos para felicitarlo y agradecerle.
(1) Foreign relations of the United State, 1958-1960, Volume VI, Cuba, United States Government Printing Office, Washington, DC, 1991, página 302.
(2) Idem, página 885.
(3) Inspector General’s Survey of the Cuban operation and associated documents, October 1961. Central Intelligence Agency, February 1998.