– El ministro del que se dice que Pedro Sánchez casi nunca se cierra a sus propuestas.
– En el tiempo con Albares al frente del MAEC se intensificaron las muestras de relaciones con Marruecos.
“Nuestro gran amigo Marruecos” y “mi amigo Bourita” –ministro de Exteriores marroquí- han sido, quizás, las palabras más alardeadas por el ahora otra vez máximo responsable de la diplomacia española, José Manuel Albares, que llegó por primera vez al cargo el 21 de julio de 2021 tras el cese de la ministra Arancha González Laya con el transfondo de la atención en España del líder del Frente POLISARIO, Brahim Gali, para ser tratado de COVID-19 y la entrada masiva de un millar de jóvenes marroquíes en Ceuta, auspiciada por las fuerzas fronterizas de Marruecos, en julio de 2021. Y González Laya fue presentada como la pieza con la que se apaciguó a Marruecos.
Por el contrario, las palabras “Sáhara Occidental”, la que fue la provincia 53 española, y especialmente “saharaui”, el pueblo al que España no descolonizó y entregó a Marruecos, que bombardeó a los habitantes del territorio con n fosforo blanco y napalm, apenas merecen la atención del ministro.
Por estos hechos, doce altos cargos militares y de la policía de Marruecos se encuentran procesados en España en la Audiencia Nacional desde 2015 por delitos de genocidio contra el pueblo saharaui, con orden internacional de detención. Actuaron entre 1976 y 1991 en el Sáhara Occidental, donde se produjo “un ataque sistemático contra la población civil saharaui por parte de las fuerzas militares y policiales marroquíes”.
La atención a Brahim Gali en España, que tiene documentación española, fue por razones humanitarias y Marruecos la utilizó para retirar a su embajadora en Madrid, Karima Benyaich, desencadenando una crisis peor que la de Perejil en 2002, aunque, según publicó la prensa, Rabat admitió que su malestar se debió a la negativa del Gobierno español a reconocer como marroquí el Sáhara Occidental, como hizo Estados Unidos con Donald Trump aún en la Casa Blanca.
Aunque Albares se volcó en una relación estratégica con Marruecos, los problemas se fueron sucediendo, como fue el asalto a la valla de Melilla, que ocasiono 23 muertos si la información provenía oficialmente de Marruecos y más de 70 según organizaciones de Derechos Humanos marroquíes.
En el tiempo transcurrido con Albares al frente del MAEC se intensificaron las muestras de relaciones con Marruecos, y llegó la carta que el presidente Pedro Sánchez envió al rey de Marruecos, Mohamed VI, el 14 de marzo de 2022, reconociendo su propuesta de autonomía de para el Sáhara Occidental como “la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”, además de la XII Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos que tuvo lugar en Rabat los días 1 y 2 de febrero de 2023.
Mención aparte merece el inédito gesto de que un presidente español fuese con su familia de vacaciones a Marrakech, como hizo Pedro Sánchez a primeros de agosto de este año, lo que origino la indignación del Partido Popular: “Soberbia”, “provocación”, “esperpento”, resaltando que se hizo con la crisis por el Sáhara y el espionaje con el sistema Pegasus como telón de fondo.
Y José Manuel Albares, el ministro ante cuyo departamento en la plaza de la Provincia de Madrid todos los lunes, desde hace mas de dos años y medio, saharauis y simpatizantes de la causa piden que al ser España la Potencia Administradora de derecho del Sáhara Occidental actúe por los presos políticos saharauis, condenados a arbitrarias y severas penas, según han denunciado asociaciones internacionales de juristas y ONG de Derechos Humanos, sigue al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores sin que se vislumbre al responsable de Exteriores preocupación alguna por el pueblo saharaui.
No obstante, el 23 de marzo de 2022 dijo que España no iba a abandonar los saharauis y que las nuevas relaciones con Marruecos se basarían en la “transparencia, el respeto mutuo y los acuerdos adoptados y la abstención de toda acción unilateral”. El “no abandono” fue ante la comisión de Exteriores del Congreso para explicar el acuerdo con Marruecos que supuso el apoyo de España al plan marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental presentado en 2007 y se explicó como una nueva etapa en las relaciones con Marruecos.
José Manuel Albares ha sido revalidado como ministro de Asuntos Exteriores y aparece otra vez en la prensa como el gran amigo de país que respalda la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, a pesar de que la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla -uno de los argumentos para el giro sobre el Sáhara – “siguen en el limbo y de las periódicas provocaciones de Rabat, como la inclusión de las ciudades autónomas en el mapa de Marruecos publicado por la embajada en Madrid”, según El Independiente.
LA CONTINUIDAD DE ALBARES EN LA PRENSA
El continuidad de Albares refleja en los medios de comunicación lo que va a suponer su continuidad a favor del gran amigo marroquí. Para El PAÍS, bajo el titulo “El ministro que dio el golpe de timón sobre el Sáhara”, “el cambio de posición de España sobre el conflicto del Sáhara fue la gran apuesta de Albares, quien convenció al presidente de que encastillarse en la posición mantenida durante 47 años de conflicto no tenía ningún beneficio para España. La prioridad era recuperar las relaciones con Marruecos, que tenía la llave de paso de la inmigración irregular y se había convertido en el principal socio de las empresas españolas fuera de la UE, con permiso de Estados Unidos y el Reino Unido”.
En El MUNDO, José Manuel Albares es señalado como el ministro que relanzó la imagen internacional de Sánchez, retomó las relaciones con Marruecos y ahora renueva el mandato al frente de Exteriores con la certeza de trabajar con plena confianza con el presidente, Pedro Sánchez, que “casi nunca le dice que no a sus propuestas”, según su entorno.
Y añade: “Cuando Marruecos exigió la cabeza de Arancha González Laya para comenzar a cerrar la crisis provocada por la acogida humanitaria de Brahim Gali, Albares fue llamado a filas y le pusieron al frente del Ministerio de Asuntos Exteriores con una misión prioritaria: encauzar la relación con el reino alauita.
En El Confidencial se incluye una crónica de EFE en la que se apunta que a la crisis con Marruecos, y ligada con la misma, le sucedió la de Argelia, aparentemente resuelta y en vías de una progresiva normalización de las relaciones con España.
El Español, por su parte, afirma que El expediente Marruecos seguirá siendo el principal reto de Albares, pero que no hay que olvidar las múltiples derivadas que lo acompañan: “Durante más de cuatro décadas, España supo mantener un equilibrio diplomático con sus dos vecinos más inmediatos al sur: Rabat y Argel. Sin embargo, la crisis del Sáhara provocó una ruptura de relaciones por parte del Gobierno de Argelia que sólo recientemente, y muy poco a poco, empieza a relajarse”,
En ABC, al titular “José Manuel Albares, el ministro de Exteriores que restableció las relaciones con Marruecos”, se le añade: “Sánchez premia al diplomático por la gestión de crisis con Rabat. Mantiene la cartera después de 28 meses marcados por una gestión personalísima del Ministerio”.
El Independiente cita a Albares como uno de los más leales escuderos de Pedro Sánchez y se apunta: “El presidente desoye así el malestar que el mandato de Albares ha provocado en la carrera diplomática a propósito de sus modos de dirigir el Ministerio e incluso las desavenencias que el diplomático ha mantenido con otros miembros del Consejo de Ministros durante 28 meses marcados por el histórico cambio de posición en el contencioso del Sáhara Occidental, alineándose con las tesis de Marruecos”.
En la caída de Arancha González Laya se asegura que “complotó Albares, entonces embajador de España en París», según fuentes de Exteriores citadas por El Independiente.
“Albares emergió entonces –añade– como el principal culpable de haber quebrado 47 años de neutralidad activa de España en el conflicto de su excolonia, el último territorio en África pendiente de descolonización. Un consenso que habían mantenido inalterable sucesivos gobiernos del PP y PSOE y que Albares sacrificó para contentar a Marruecos en un contexto agravado por el espionaje mediante Pegasus de los móviles de Sánchez y varios de sus ministros, incluido Defensa e Interior, con la sombra de Rabat gravitando sobre un capítulo nunca esclarecido. La falta de transparencia y la vaguedad de la que ha hecho gala Albares al tratar de argumentar la aproximación a Marruecos -el ministro ha repetido hasta la saciedad que era en beneficio de «ceutíes, melillenses, canarios y andaluces»- han alimentado las sospechas y las hipótesis más variopintas sobre el chantaje marroquí a Moncloa.