Recomiendo:
0

En el aniversario de su nacimiento, conmemoramos a esta incansable luchadora con esta biografía

Juana Manso

Fuentes: RIMA

El 26 de junio de 1819 nació Juana Paula Manso.  Según la escritora María Gabriela Mizraje*, Juana es considerada la primera militante (feminista) del país, incansable fue su lucha por crear conciencia y ensanchar el espacio de participación de los sectores, para ella, más postergados: los niños y la mujer.  Fue la primera autora de […]

El 26 de junio de 1819 nació Juana Paula Manso.  Según la escritora María Gabriela Mizraje*, Juana es considerada la primera militante (feminista) del país, incansable fue su lucha por crear conciencia y ensanchar el espacio de participación de los sectores, para ella, más postergados: los niños y la mujer.  Fue la primera autora de novela histórica, y la primera en escribir historia pedagógica.

Educacionista, autora del primer compendio de Historia Argentina para escuelas, poetisa y propagandista en periódicos de educación, meeting públicos.  Decididamente anticlerical, en 1865 se convirtió al protestantismo.  Colaboradora y seguidora de Sarmiento, peleó por el cambio en la educación tomando como modelo el norteamericano.  Es considerada una de las personalidades femeninas decisivas del sigo XIX en Latinoamérica.

Su padre José María Manso se sumó a las actividades revolucionarias de mayo 1810; amigo de Bernardino Rivadavia, impulsó la creación de la Sociedad de Beneficencia, con el fin de fundar las escuelas como las Catalinas, y la de Montserrat.  Juana estudió en esta escuela y completó sus estudios con clases particulares de música.  A los 20 años bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas, su familia se exilió en Montevideo en 1840.  Será el auge del ideario romántico que se identificó con la figura de Esteban Echeverría.

En 1841 creó en su casa en Montevideo el Ateneo para Señoritas, en ella se educó a las jóvenes en aritmética, lectura, labores, el cuidado de los modales de las damas, lecciones de moral, gramática, francés, piano, canto y dibujo.  A los 22 años empezó a publicar, con seudónimo, sus poesías en los diarios El Nacional y El Constitucional.  José Mármol fue su amigo personal y crítico.  En 1842 bajo el sitio de Montevideo de Manuel Oribe, toda la familia Manso tuvo que exiliarse nuevamente, esta vez en Brasil.  Allí publicó un conjunto de coplas y análisis filosóficos que tituló: «Fragmento sobre una momia egipcia que se halla en Río de Janeiro».  Debió regresar a Montevideo por la difícil situación económica.  Allí Juana fue nombrada directora de una escuela de niñas.  En 1843 publicó las poesías «Una Tumba» y «Una lágrima para ella», y un manual para la educación inicial de niñas.  En 1844 contrajo matrimonio con el violinista Francisco de Saá Noronha.  Viajaron a Filadelfia, Estados Unidos, donde tuvo la primer hija.  La gira de su marido fracasó y sufrió por parte de él malos tratos cotidianos.

Mientras su marido agotaba el dinero, Juana volvió a la escritura.  Vivieron en Cuba durante un período, pero hacia 1848 regresó a Brasil, en el trayecto tuvieron la segunda hija.  Juana escribió junto a su esposo obras teatrales como La Familia Morel, A Saloia, A Esmeralda, Rosas, obteniendo gran éxito en Brasil.  En 1851 lanzó su primer semanario, el Jornal das Senhoras, con poemas, crónicas sociales, partituras, que se complementaron con artículos dedicados a la educación de la mujer y su emancipación.

Convocó a la mujer a luchar por sus derechos, por una vida digna y por la instrucción, sin dejar de generar polémica.  Juana publicó: «Vosotros, ricos, ¿por qué no las educáis ilustradas, en vez de criarla para el goce brutal?  Y vosotros, pobres ¿por qué le cerráis torpemente la vereda de la industria y el trabajo, y la colocáis entre la alternativa de la prostitución y la miseria?».

En 1852 publicó la novela Los misterios del Plata, donde denunciaba las persecuciones de Rosas.  Mientras empezó a disfrutar del éxito de su novela, falleció su padre y su esposo la abandonó, por este motivo decidió regresar a Buenos Aires.

Ya de regreso, publicó el Álbum de Señoritas hacia 1854 con el mismo estilo del Jornal, junto con un folletín de su novela histórica La Familia del Comendador.  Por su prédica antiesclavista y en defensa de la libertad de culto, fracasó la venta y ante la terrible situación económica que sufrió, debió regresar a Brasil.

En 1859 regresó su amigo José Mármol, él le presentó a Domingo Faustino Sarmiento.  Como ambos coincidían en promover las escuelas públicas y mixtas, cuando Sarmiento fundó la Escuela de Ambos Sexos Nº 1, Juana fue nombrada directora de ésta.  También participó de los Anales de la Educación, publicación creada por Sarmiento para difundir nuevos planes de enseñanza.

En ellos Juana postuló el aprendizaje basado en la observación y la reflexión, el respeto a las necesidades y grados de maduración del niño.  En 1862, escribió el Compendio de la Historia de las Provincias Unidas del Río de La Plata, manual de historia con lenguaje sencillo para los primeros años de enseñanza.

Durante 1864 escribió en la sección a su cargo titulada «Mujeres Ilustres de la América del Sud» en La Flor del Aire.  En él rescató la vida de mujeres de la política.  En esos años escribió el drama teatral La Revolución de Mayo de 1810, y el relato Margarita, en donde refleja la hipocresía de las relaciones de pareja en el siglo XIX.

En 1865 escribió el artículo «La escuela de Flores», en el que criticó duramente a los gobiernos de América Latina por no destinar los suficientes fondos a la educación.  Mantuvo asidua comunicación con Sarmiento que se había instalado en Lima, quien la impulsó a que funde bibliotecas populares.

Con la partida de Sarmiento, Juana estuvo muy sola en la pelea por mantener la escuela mixta, ya que no recibía muchos recursos y la superaba el número de niños.  Hacia 1865 se le prohibió tener niños varones de 8 años, lo que la llevó a renunciar.  Comenzó su lucha por fundar bibliotecas populares con la ayuda de vecinos prestigiados.  En 1866 fundó la primera biblioteca en la ciudad de Chivilcoy.

Juana a los 47 años organizó conferencias y lecturas públicas, que en varias oportunidades culminaron en actos de violencia, ya que en ellos denunció la desigualdad, la hipocresía de dogmas que condenan a la mujer.  Inició juicios a quienes la calumniaban, defendió la secularización del matrimonio, la educación, etc.

En 1867 colaboró en la campaña por la presidencia de Sarmiento, mientras él permanecía en Estados Unidos, ella lo mantuvo al tanto de todo.  En 1868 triunfó y Juana promovió la fundación de bibliotecas, distribuyó Los Anales, fue la primera mujer vocal del Departamento de Escuelas en 1869, impulsó en 34 establecimientos su método de enseñanza.  Desterró el castigo físico, introdujo el inglés, las planillas por asistencia, la realización de concursos para los puestos directivos, promovió un proyecto de profesionalización docente en la legislatura de Buenos Aires.

En 1871, fue incorporada por Nicolás Avellaneda en la Comisión Nacional de Escuelas, siendo la primera mujer que ocupó ese cargo.  La atacaron brutalmente para que renuncie.  Cayó enferma en 1874.  En 1875 a los 55 años falleció, Juana Manuela Gorriti acompañó sus restos.  Recién en 1915 fueron traslados al Panteón del Magisterio en Chacarita.

* María Gabriela Mizraje, «Argentinas de Rosas a Perón», Biblos, Buenos Aires, Año 1999.



La condición de la mujer

¡Si los hombres pudiesen comprender todas las mortificaciones y las profundas amarguras que despedazan el corazón de la mujer!  ¡El único porvenir que le dejaron y la única esperanza de su vida entera es el amor!  Por eso el casamiento es para ella el fin de su existencia.  ¿Y qué es lo que encuentra ella casi siempre?  La decepción.  O una tiranía insoportable o el abandono más completo.

¿Y por qué ella encuentra eso?

Porque el casamiento para la mayor parte de los hombres es el único medio de satisfacer un deseo, un capricho o simplemente cambiar de estado.  O asegurar su fortuna.

Y porque el hombre dice: «Mi mujer» con el mismo tono de voz con que dice «mi caballo», «mis botas», etcétera.

¡Y ya se sabe que al caballo, la mujer y las botas, siendo cosas de su uso, él se encuentra dispensado de dedicarles todo tipo de atención!  Se deja a la mujer en la ignorancia más profunda, ¡Y después aseveran que ella no tiene el suficiente juicio para conducirse por sí misma!  ¡Destinada expresamente a ser víctima de todos los preconceptos y vulgaridades de la estupidez!

Todo lo que hace está mal; si mira, si habla, si se ríe.  ¿Y por qué?, preguntamos nosotras.

¡Nadie nos dará la razón de este absurdo!  (…)

Es en las clases pobres de la sociedad donde más funesto resultado se observa del embrutecimiento de la mujer.

Todas las carreras industriales le están vedadas.

Por eso, sólo en la condición de sierva puede encontrar el pedazo de pan que haya de mitigarle el hambre.

Repárese qué error de nuestras «Américas»; en Europa y Estados Unidos, la mujer puede ejercer casi todas las profesiones que entre nosotros la preocupación les niega.  (…)

¿Cómo?  ¿La mujer puede tener otra influencia que no sea sobre las ollas?

¿Otra misión además de la de las costuras, otro porvenir que no sea hacer el rol de la ropa sucia?  ¿De verdad?

Juana Manso, Jornal das Senhoras

Otras fuentes: Mónica Deleis, Ricardo de Titto, Diego L.  Arguindeguy, «Mujeres de la Política Argentina», Editorial Aguilar, Buenos Aires, Argentina, 2001.