En las culturas ancestrales de América, que tradicionalmente no utilizaban la escritura, los ancianos siempre fueron los recipientes donde se guardaron los conocimientos. De hecho, para los incas, tayta quiere decir padre o anciano, pero también maestro. Muchos de los indios amazónicos consideran aún hoy a las abuelas como las responsables de transmitir a los […]
En las culturas ancestrales de América, que tradicionalmente no utilizaban la escritura, los ancianos siempre fueron los recipientes donde se guardaron los conocimientos. De hecho, para los incas, tayta quiere decir padre o anciano, pero también maestro. Muchos de los indios amazónicos consideran aún hoy a las abuelas como las responsables de transmitir a los niños los conocimientos de su pueblo a través de sus canciones. Esa es la labor que lleva a cabo la abuela Margarita, heredera de las tradiciones del pueblo chichimeca, civilización anterior a los aztecas que habita en el norte de México, y del maya. Margarita visitó Tenerife para llevar a cabo un temascal, baño de vapor tradicional. «Temascal viene de temascali, cali, casa y temas es caliente. Es como entrar al útero de la tierra y sirve para sacar todo lo que nos estorba de nuestro cuerpo», explica. Con sus ritos, sus canciones y sus costumbres, Margarita abre la puerta a otro modo de ver la vida y el ser humano.
LA VERDAD.- Las relaciones de usted no son sólo con las personas, son también con las montañas, con las piedras, los árboles, el mar, ¿qué le dicen los árboles, las montañas y el mar cuando viene a Canarias?
MARGARITA.- «El mar es el mismo mar Atlántico que baña mi país, es un solo mar y es inmenso. Los árboles, las piedras, las montañas, el mar y los hombres somos una unidad. Al llegar aquí veo que, aunque muchos no sean los mismos que en México, aquí como allí, los unos no están enfrentados con los otros».
L.V.- Usted practica las enseñanzas y conocimientos que le legaron sus antepasados, los chichimecas, ¿puede el hombre del mundo aprovechar ese conocimiento?
M.- «El mundo ahorita es tecnológico. La Madre Tierra está llena de tecnología y de industria pero hay muchas industrias que dañan a la Madre Tierra y la dañan muchísimo. Un día nuestro amor a la Tierra nos volverá a unir y las abandonaremos, desaparecerán. Entonces la tecnología nos servirá para medir la distancia entre nuestras capacidades de clarividencia, intuición, poder de ubicuidad, clariaudiencia y las de las computadoras y veremos que hay muy poquita distancia. Ese día comenzaremos a usar de nuevo lo que tenemos dentro».
L.V.- ¿El ser humano tiene sus propias computadoras interiores?
M.- «Sí. Mi papá se fue a los Estados Unidos atrabajar cuando yo era chica. Era ilegal. No tenían plata para telefonear ni nosotros teléfono desde el que escucharle y eso le hacía sufrir mucho. Sufrían todos. Con él había un señor de Guajaca también ilegal que, cada sábado, ayudaba a los demás a ir a ver a sus esposas. Nomás no les podían hablar, pero podían verlas, tocarlas y sentirlas. Era un ser humano con facultades que podía hacer funcionar las facultades de los otros».
L.V.- Para su pueblo, los ancianos como usted atesoran, guardan y protegen todos los conocimientos de una cultura ancestral, ¿cuál es el legado que nos llega hasta hoy?
M.- «Nuestros pueblos, nuestro continente, eran una sola humanidad y una cultura. Durante los últimos 5 siglos nuestras culturas han pasado de labio a oído para poder ser rescatadas. Muchos de nuestros ritos como el temascal, la Danza del Sol, la Danza de la Tierra, la de la Noche se guardaron por todo este tiempo y se escondieron en los sitios más inhóspitos. Se buscaban los lugares más escondiditos para seguir celebrándolos y así conservarlos. Ahora, es el tiempo de poder irse abriendo a la humanidad y por ello nuestros conocimientos se están abriendo a todos cada vez más. De nuestros antepasados, de labio a oído, nos llegó un mensaje que dice: `Que los hombres cuiden a las mujeres, que los padres y las madres cuiden a sus hijos, sus hijas, a los niños, a los jóvenes. A los abuelos y abuelas que cuiden de que no se pierda el conocimiento. Pásenlo de labio a oído pero cuiden de que no se pierda. Porque vendrá un día en que el conocimiento se impartirá en círculos abiertos´. Ahora nuestro conocimiento se comparte ya de forma amplia, incluso hay libros que lo recogen. El que haya más o menos tatas y nanas (ancianos y ancianas-maestros y maestras) y que los compartan se debe en el primer caso a que a que el sincretismo ha mezclado las prácticas católicas con las nuestras y han ido desapareciendo las nuestras y sus maestros, y en el segundo, a que la tecnología llega a todos los lugares. Muchos de nuestro abuelos y abuelas también están en asilos y hospitales. Creo que al perder el poder de compartir sus conocimientos han entrado en una etapa de demasiados sentimientos interiores -los propios y los de las creencias diferentes- y se han enfermado».
L.V.- Entonces, ¿usted coindice con los Encuentros de Ancianos que celebran los diferentes pueblos indígenas de América desde hace años y en los que se anuncia que en el décimo pachacutec (actualidad), Viracocha retornará a los Andes, Qetzatcoalt a México, la Mamá Grande a Colombia y la cultura ancestral de América y sus conocimientos volverán a salir a la luz después de 7 generaciones de oscuridad y de permanecer ocultos?
M.- «Hay un poema de mi pueblo muy hermoso que habla de Qetzalcoalt y que me gustaría compartir. Dice: Del rojo corazón de Qetzalcoalt brotó la flor de oro y la semilla. El dulce trino y la luz de la estrella en la frente de un pueblo. Nace el Sol, humanidad, flor y pájaro en el centro vital del pensamiento. Está en el viento, es ala, es nube, agua que encarna en el maíz. Qetzalcoatl mágico y cósmico es. Es joya, piedra preciosa que tiene inmersos la luz y los colores, destellos del río de oro que lleva incrustadas el habla, el canto, la voz de la flauta y la pirámide del conocimiento. Es el trueno que hace vibrar los metales de su voz en la garganta de la humanidad y en la de los pájaros. Crece como árbol florido en la boca humana y en el pico de las aves. Es el vino del amor, delicia del calor de la mujer, tesoro y quietud del guerrero, útero donde nace la vida. Qetzalcoalt mágico y cósmico es. Muchas veces pensamos en Qetzalcoalt con forma humana pero yo creo que su regreso anuncia un cambio para la humanidad. Que en México se llame Qetzalcoalt, en los Andes Viracocha y en otros lugares de otra forma, eso da igual. Es el anuncio del mismo cambio y yo tengo mucho gusto de que pueda suceder. Por otra parte se puede ver algunos de los cambios que ya se están produciendo y que confirman que esto va a suceder».
L.V.- ¿De qué se compone el hombre?
M.- «Hay un canto que me encanta y que dice: Tierra mi cuerpo, agua mi sangre, aire mi aliento y fuego mi espíritu. Tierra mi cuerpo, agua mi sangre, aire mi aliento y fuego mi espíritu. Nosotros nos componemos de cuerpo y espíritu. También estamos compuestos por aire. El aire circula por todo nuestro cuerpo cuando entra y sale. Todo nuestro cuerpo es recorrido por una corriente de aire continua. Lo curioso es que también somos en un 80% agua y menos del 20% tierra. Nosotros decimos que el aire es nuestra manera de pensar y nuestra manera de pensar es como el aire, que el agua son nuestros sentimientos y la tierra es la parte maciza de nuestro cuerpo. Por lo tanto, hemos de cuidar nuestra manera de pensar para no enfermar el agua que está dentro de nosotros y que no se nos pudra y eche a perder nuestra parte física que es la Tierra».
L.V.- Para el pueblo chichimeca del que usted procede y otros pueblos originarios del actual México la muerte tiene una significación muy especial…
M.- «Donde yo vivo se murió hace poquito una vecina de un ranchito cercano, doña Chayo. Pensaba llevarme mi tabaco para agradecer que nos hubiéramos conocido. Hacía quesos y muchas veces le compraba y los compartíamos. Era una abuelita de más de 90 años y habíamos tenido una relación muy bonita. Cuando iba a salir de mi casa la sentí. Me tocó y me dijo que me llevara la sonaja y el tambor. Yo le dije: `Doña Chayo, su gente piensa de otra manera y no voy a llevarlos´. `Llévatelos´, me ordenó. `Tienes que hacer lo que debes de hacer´. Agarré un rebozo para llevar el tambor y la sonaja escondiditos. Cuando llegué, pedí a la familia permiso para tocar mi sonaja y mi tambor y me contestaron que lo hiciera. Solemos pensar que la muerte es una separación muy drástica y total pero les hablé que cuando dejamos el cuerpo nuestros sentidos se despiertan, están más vivos. Yo por ejemplo no puedo saber a simple vista cuántos limones tiene ese limonero pero si yo le pregunto a alguien que se murió y que me responde, éste es capaz de decírmelo y no se equivoca en uno. Ni el más escondido se deja de contar. La visión es mucho más amplia, el poder. La muerte es sólo un pequeño cambio. Yo le canté a doña Chayo delante de su gente y todos cantaron conmigo, con el tambor y la sonaja: La muerte no es muerte, es tan sólo un cambio y con la creación doña Chayo está gozando, y con el creador doña Chayo está gozando. Creo que gastamos más energía en enfermarnos y en morirnos que en estar sanos y, después de estar sanos, elevarnos cuando sentimos que ya es suficiente nuestra vida en esta tierra. Ya hay autores de libros que lo cuentan».
L.V.- Y, ¿qué permanece?, ¿el espíritu?
M.- «El Gran Espíritu es un misterio. Nosotros pensamos que está lejos cuando realmente está dentro de todos. Cuando uno deja el cuerpo abre también esa posibilidad matemática de verse a uno mismo. Es algo muy amplio, otra visión de las cosas».
L.V.- Usted habla con el fuego, ¿de qué conversan?
M.- «El fuego es muy lindo y se puede mantener un diálogo con él si crees. Te contaré de una mujer de Mexicali que tenía un problema en la piel y era sumamente blanca. Nosotros lo llamamos mitiligo. La primera vez que vino a danzar iba totalmente tapada porque el sol le molestaba y no podía estar cerca del calor. Actualmente trabaja con el fuego, habla con el fuego y éste ahora la cuida. Si pudiéramos ver el fuego desde otro punto de vista veríamos cosas diferentes, igual que con los cuatro elementos. En 1992, en un encuentro de ancianos, íbamos totalmente mojados desde Zacatecas camino de Michoacán. Iba un abuelito con su flauta y su tamborcito y dijo, `voy a decirle a las nubes que ya no les llueva pa que no los mojen´. Entonces comenzó a tocar su tambor y su flautita y realmente ya no llovió más. Cuando íbamos llegando a una vieja hacienda que nos habían dejado para dormir cayó un aguacero tremendo, pero esperó hasta que los últimos llegaron corriendo. Tenemos un canto que dice: Soy el poder dentro de mí, soy el amor del Sol y la Tierra, soy Gran Espíritu y soy eterna, mi vida está llena de dicha…Así es el poder que hay dentro de uno «.
L.V.- Las Islas sufren hoy un proceso por el que desaparecen espacios naturales por el exceso de edificación, ¿cómo afecta a los que vivimos aquí?
M.- «A todos los niveles. Cuando vi las terrazas de cultivo aquí sólo pude decir: `Esto también es la Madre Tierra, aquí hay una cultura´. Pude mirar hacia atrás y pude ver lo que había aquí, el amor a la Tierra, vi reconocer a la Tierra como madre y al Sol como padre igual que en Ámérica. Todo lo demás nos aleja de ser naturales, de la naturaleza».