Acaba agosto, se inicia el «curso» y las distintas empresas editoriales inundan las calles con coleccionables de todo tipo. Una de estas campañas versa sobre la Guerra Civil y de ahí mi curiosidad sobre la que lanza el grupo que publica el diario «El Mundo».Y es sorpresa aunque no es la primera vez que expone […]
Acaba agosto, se inicia el «curso» y las distintas empresas editoriales inundan las calles con coleccionables de todo tipo. Una de estas campañas versa sobre la Guerra Civil y de ahí mi curiosidad sobre la que lanza el grupo que publica el diario «El Mundo».Y es sorpresa aunque no es la primera vez que expone su «visión» sobre el conflicto. La última el pasado domingo 21 de agosto como inicio a una serie de entrevistas a varios personajes dividida en 7 capítulos. Y el editorial no tiene desperdicio.
Paso en primer lugar a relacionar las entrevistas a estas personalidades que dan su versión sobre la Guerra Civil, entrevistas no muy extensas pero de las que he sacado alunas apreciaciones muy singulares.
Siete son, como he dicho, estas conversaciones. Comienza el novelista Stanley G. Payne, después el historiador Josep Fontana, para seguir con el sindicalista Nicolás Redondo, el cineasta Luis G. Berlanga, el historicista Ricardo de la Cierva, el ex Secretario General del PCE, Santiago Carrillo y el nieto del dictador Primo de Rivera, Miguel ídem de ídem.
Como se notará califico al Sr. Payne como novelista ya que de sus palabras solo puedo sacar la conclusión que podría ser un regular escritor de novelas del oeste, muy propias de su ascendencia tejana. Califica de forma impropia que «la Guerra Civil fue de malos contra malos», manera simplista y canalla de explicar el levantamiento fascista y la posterior guerra que desangró nuestro país derivando en 40 años de dictadura. Me gustaría componer una visión más acorde con las ideas que desarrollaban los golpistas y trasladar una explicación que he sacado de una entrevista que un periodista, John Whitaker [1], paisano del Sr. Payne, hacía a Gonzalo de Aguilera Munro (Conde de Alba de Yeste) [2] terrateniente salmantino, capitán del ejército y oficial de prensa de Franco. Este elemento decía que «tenemos que matar, matar y matar, ¿sabe usted?, son como animales y no cabe esperar que se libren del virus del bolchevismo. Al fin y al cabo, ratas y piojos son los portadores de la peste. Ahora espero que comprenda usted qué es lo que entendemos por regeneración de España…Nuestro programa consiste en exterminar a un tercio de la población masculina, con eso se limpiaría el país y nos desharíamos del proletariado. Además también es conveniente desde el punto de vista económico. No volvería a haber desempleo en España, ¿se da cuenta?».Para ampliar como pensaban esta parte de los «malos», el capitán, portavoz elegido por Franco y Mola de las ideas del bando nacional, se encargaba de airear, sin el más mínimo rastro de vergüenza, a periodistas extranjeros ideas que le hicieron ser protagonista de una sesión del Congreso de EE.UU. en 1937 [3]. «Todos nuestros males vienen de las alcantarillas. Las masas de este país no son como sus americanos, ni como los ingleses. Son esclavos. No sirven para nada, salvo para hacer de esclavos. Pero nosotros, las personas decentes, cometimos el error de darles casas nuevas en las ciudades en donde teníamos nuestras fábricas. En esas ciudades construimos alcantarillas, y las hicimos llegar hasta los barrios obreros. No contentos con la obra de Dios, hemos interferido en su voluntad. El resultado es que le rebaño de esclavos crece sin cesar. Si no tuviéramos cloacas en Madrid, Barcelona y Bilbao, todos estos líderes rojos habrían muerto de niños, en vez de excitar al populacho y hacer que se vierta la sangre de los buenos españoles. Cuando acabe la Guerra destruiremos las alcantarillas. El control de natalidad perfecto para España es el que Dios nos quiso dar. Las cloacas son un lujo que debe reservarse a quienes las merecen, los dirigentes de España, no el rebaño de esclavos», para añadir en otra entrevista hecha a el periodista inglés PeterKemp, que «El gran error que han cometido los franquistas al empezar la Guerra Civil española ha sido no fusilar de entrada a todos los limpiabotas. Un individuo que se arrodilla en el café o en plena calle a limpiarte los zapatos está predestinado a ser comunista. Entonces ¿por qué no matarlo de una vez y librarse de esa amenaza?».
Franco dedicó unas palabras significativas al corresponsal del Chicago Tribune, Jay Allen, «Estoy dispuesto a exterminar, si fuera necesario, a toda esa media España que no me es afecta». Muy ilustrativo.
Pero el Sr. Payne añade en la entrevista, a la pregunta sobre la posición de Estados Unidos en el conflicto, que «también era generalizado el deseo de no intervenir, ni siquiera de vender armas a ninguno de los dos bandos». Cuanta miserabilidad, alguien duda de la posición del poder económico en la Guerra, alguien está «ausente» sobre la postura de los grandes emporios económicos a favor de la reacción, alguien no se ha enterado todavía cual fue la posición de la familia Bush respecto a Hitler. Para rematar el insulto desprecia a los miles de estadounidenses que formaron parte de las Brigadas Internacionales. Minimiza la aportación de los aquí llegados, «quiso decir más bien poco. Casi todos esos 2500 eran comunistas. Por otra parte, en EEUU había mucha más propaganda a favor de los republicanos que de los nacionales…» Parece ser que la heroica entrega de aquellos que lo abandonaron todo para luchar por la legalidad, la libertad y la justicia, en resumen, contra el incipiente fascismo que asoló poco tiempo después Europa, solo merecen el displicencia por parte del cowboy.
Josep Fontana analiza sobre los orígenes de la conflagración exponiendo que «el único origen del conflicto fue la negativa de la derecha y de los militares a aceptar la victoria del Frente Popular en 1936» y es, solo en parte, una de las causas a las que habría que añadir, según mi modesta opinión, el laboratorio que estaban preparando en España para el levantamiento fascista a nivel internacional. Hay una parte muy interesante que presenta Josep Fontana: «La Guerra Civil estuvo a punto de empezar la misma noche de las elecciones de febrero de 1936 cuando Gil Robles incita al entonces jefe del Gobierno a anular los comicios y a permanecer en el cargo ofreciéndole el apoyo de la derecha y del Ejército. Al día siguiente el general Franco se entrevista con el presidente del Gobierno para intentar convencerle de que declare el Estado de Guerra con el único objetivo de impedir que se respete el resultado de las elecciones y el traspaso de poderes. No hay origen de la Guerra Civil más claro que ese». Que se puede pensar, estaba la suerte echada.
Nicolás Redondo nos habla de que «el peligro inminente que suponía el avance del nazismo y del fascismo llevó a algunos a defender la revolución», y es que esa llamada revolución solo era la lucha de clases desatada por la incapacidad, por la negativa de las clases dominantes (económicas, políticas, militares, eclesiásticas…) de admitir que el pueblo español era libre y capaz de decidir por si mismo su futuro.
Luis G. (García) Berlanga da una visión muy suya, entre ácrata (como el se autodenomina) y triste (que sin lugar lo fue). Su lucha por la República y la aventura maldita en la División Azul. En ese esperpento nos cuenta (sería motivo para rodar alguna película) como «Apenas estuve un año y hubo varias causas. La principal es que a mi padre le amenazaba una pena de muerte y que aquello podía ayudar a una sentencia más benévola. Otra era cierto espíritu de aventura que, a la vez, suponía escapar de una posible depuración por haber estado con los republicanos. Lo cierto es que acababa de tener un fracaso amoroso y estaba desesperado. La División Azul me curó de ese tormento sentimental, que en definitiva es siempre motivo principal de todas las decisiones. Respecto a la condena de mi padre, fue tiempo perdido». Y es que a su padre le salvó un hermano de Luis que negoció un precio con algunos generales, lo que el cineasta llama «el estraperlo de la muerte».
El golpe maestro lo da el inefable Ricardo de la Cierva, en su línea delirante asevera que «en España, entonces, no había demócratas… Ni la República era democrática, ni el Alzamiento lo fue. Entonces, nadie se sublevó en España por la democracia». Juego de palabras encubridoras de su afecto al régimen.
El capítulo sexto está dedicado a la conversación con Santiago Carrillo. Desde luego es un personaje de primera línea tanto en cuanto tuvo su protagonismo en la Guerra y conoce bien entresijos de la situación anterior, actual y posterior del conflicto. Hay una parte en la que incide en la preparación del levantamiento desde los primeros años 30, cuestión en la que coinciden muchos. En múltiples ocasiones, personas de edad avanzada, militantes y luchadores de izquierda que he conocido, me han argumentado los preparativos que ya se iban haciendo desde la instauración de la IIª República en el año 1931. Hay una cuestión que plantea en la entrevista y en al que coincido plenamente. Se refiere a esta hornada de nuevos «investigadores//historiadores»encabezados por un personaje llamado Pío Moa. «…Pío Moa, si no recuerdo mal, era un dirigente del FRAP. El FRAP aparecía como una organización terrorista de izquierdas. Incluso comunista radical, pero -aunque sin duda había gente honesta que creía en lo que hacía- había personajes que eran confidentes del comisario Conesa», continua sobre la extrañeza en que una persona que pasó tiempo en la cárcel vea de repente a Dios y se convierta. De neoconversos está el patio de la desvergüenza y la traición lleno.
Finaliza este repaso por la llamada «La Guerra Civil desde el siglo XXI» con la intervención de Miguel Primo de Rivera. «Las puertas de esta casa (El Pardo) estarán siempre abiertas para ti» comenta que le dijo Franco cuando le recibió para proponerle ser consejero del Movimiento y el primer rechazo de Miguel a serlo. La primera, la segunda aceptó. No voy a extenderme en muchas consideraciones sobre lo aquí leído, pero hay un par de cosas interesantes. Una la visión que tenía su tío y padrino, José Antonio Primo de Rivera. La entrevistadora, la periodista Elena Pita, le apunta sobre la visión que tenía sobre el sufragio universaly la calificación de este como una farsa. La respuesta deja clara la doctrina joseantoniana: «José Antonio consideraba que los votos, las papeletas, no podían tener todos el mismo valor unificado, sino que dependían de quién los emitiera» Algo así como pretendían al poner los sobres de un blanco más o menos matizado para las elecciones, un blanco impoluto para la derecha, y otro más desaseado para las candidaturas del Frente Popular.
Para rematar la faena enuncia algo por lo que habría que incidir y, como políticamente incorrecto, está tapado por «intereses superiores». La transición atada y bien atada. El entrevistado responde a la pregunta sobre si es cierto que fue el primero en conocer la voluntad sucesoria del generalísimo y que, contra su expreso mandato, se la transmitió al futuro rey. «Franco me llamó y para mi sorpresa me enseñó el borrador del nombramiento de Don Juan Carlos como Príncipe de España y futuro sucesor suyo. <
El editorial del periódico, referido al inicio de estas líneas, me llamó la atención. El título «La Guerra Civil, aún en carne viva» nos deja, al menos en principio, la idea clara que la cuestión no está cerrada, y no está cerrada, por que no se ha depurado las responsabilidades de un levantamiento terrorista contra la legalidad democrática expresada por el pueblo español en las urnas (ya sabemos por las ideas de Primo de Rivera, José Antonio, del deprecio al sufragio universal). El ideario del diario El Mundo deja claro que ya debía se motivo del «desván de los hechos históricos» y les molesta que los deudos de tantos asesinados reclamen el derecho a saber y a conocer, al menos, donde están los restos de sus familiares asesinados, fusilados o paseados, por los asesinos fascistas.
Acusa a «la actitud del actual Gobierno y de sus aliados parlamentarios la que más ha contribuido a devolver la Guerra Civil a la actualidad política. Bajo el pretexto de honrar a las víctimas de los vencedores, iniciativas como la retirada de la estatua de Franco, el homenaje a Companys o la polémica sobre los papeles de Salamanca han contribuido al rebrote de viejas conductas que el punto y aparte de la Transición parecía haber desterrado definitivamente».
En primer lugar agradecidos tendrían que estar a esta actualidad propiciada por el Gobierno (pocas ganas tiene el gobierno y el partido que le sustenta si no se le empuja a cumplir con la justicia) y los apoyos parlamentarios para que el grupo editorial que sustenta al periódico pueda lanzar esta colección y aumentar tiradas y ventas. No me creo que sean una onG sustentadora de los fines de «buscar la verdad».
En segundo lugar no parece que sea un delito que los descendientes de aquellos que fueron masacrados intenten recuperar su memoria, ya que la honra y la dignidad nunca la perdieron por su defensa de la legalidad REPUBLICANA.
En tercer lugar es curioso que sea el principal partido de la oposición el que, aunque firmó el paripé del 20 de noviembre de 2002 en el Congreso, no se la haya creído nunca, al menos parte de sus dirigentes, quizá por ser algo más que herederos de la reacción golpista.
En cuarto lugar siguen en su política editorial de criticar la retirada de símbolos franquistas, cuestión que, si debería criticar, sería la de la nocturnidad, ya que el hecho se debería generalizar con la luz del día.
Por último, y en el colmo de la desfachatez, exponen en un artículo posterior, firmado por la periodista Victoria Prego, unas imágenes de esa retirada con la de un busto de Dolores Ibarruri «Pasionaria». Se mantiene el discurso de la igualdad de dos bandos, mensaje, por otro lado, peligroso, ya que no solo se podría considerar golpista si no que habría que plantear incógnitas sobre grupos que, por esa regla de tres, podrían legitimarse para atentar contra el régimen actual.
En definitiva, estos a los que nos tildaron de limpiabotas (profesión tan digna como cualquiera) seguimos reivindicando la reparación de tanta mentira histórica, el conocimiento exacto de las causas por las que los poderes fácticos se alzaron contra el pueblo español y sus representantes elegidos democráticamente, por el resarcimiento de las víctimas, moral y (aquí está el peligro) económicamente. Por que hay una última reflexión, ¿qué pasa con las grandes fortunas obtenidas por el saqueo, el despojo de haciendas y patrimonios, el trabajo esclavo, etc.?
En Talavera de la R. (también llamada en su día «del Tajo») 3 de septiembre de 2005 (69 aniversario de la entrada de las tropas franquistas/terroristas en nuestra ciudad).
* Emilio Sales Almazán. Responsable del Foro por la Memoria en Castilla La Mancha.
Notas de Rebelión
Aclaraciones de Eva Fernández sobre el artículo:
[1] La entrevista de Gonzalo de Aguilera al corresponsal John Whitaker se encuentra en el libro «We cannot escape history» aparecido en 1943, el cual (creo) no ha sido traducido al español. En una obra periodística del mismo autor aparecida un año antes es posible que también se incluya, pero ambas fuentes son igualmente fiables (la primera, p.e., fue citada por Southworth en «El mito de la cruzada de Franco»). Concretamete, en el capítulo «A Slight Case of Murder», se muestra la evidencia a cargo de un testigo presencial como Whitaker, que presenció ejecuciones en masa de tanto prisioneros de guerra como civiles no políticos en la ruta Talavera-Santa Olalla-Toledo, y además recogió las declaraciones de Yagüe sobre los 4000 de Badajoz y las de El Mizzian sobre una violación en grupo.
[2] Gonzalo de Aguilera Munro no fue «Conde de Alba de Yeste», sino Conde de Alba (o Alva, según Whitaker) de YELTES, grande de España (ver http://albadeyeltes.iespana.es/historiacondado.htm), en efecto terrateniente salmantino, capitán del ejército y oficial de prensa de Franco. A este personaje le dedica Paul Preston un artículo magistral en la publicación «Science & Society titulado «The Answer Lies in the Sewers: Captain Aguilera and the Mentality of the Francoist Officer Corps», publicado en 2004 (vol. 68, number 3, Fall 2004). Posiblemente esté también en español en «cuadernos de çafra» y en alguna obra reciente sobre la Guerra Civil del año 2005. El artículo no tiene desperdicio, pues revela datos de la biografía del Conde bastante negros, como que asesinó a sus dos hijos varones, siendo su nieta «por avatares del destino» la actual Condesa de Alba de Yeltes. Sobre la entrevista a Peter Kemp, estoy rastreando la fuente original «Mine were of trouble» y/o «Legionario en España». Sería interesante adjuntar siempre las fuentes originales para que cada lector las localice y compruebe por su cuenta.
[3] La mencionada sesión en el congreso demuestra lo «en broma» en que fueron hechas las declaraciones sobre un genocidio planificado. Esto es precisamente en lo que se basa la (extrema) derecha en sus páginas web para negar esa evidencia tan abrumadora y, de paso, desacreditar a Preston que en algunas cosas no, pero en esto, insisto, lo ha bordado. A modo de comentario, qué pena que esas declaraciones se hicieran fuera de nuestro país, así son éstas aún desconocidas para el gran público.