Miranda, 21 Jun. AVN.- Una actividad humana, considerada como garante del equilibrio de la vida en el planeta por aprovechar el proceso de polinización hecho por las abejas y del que resulta la producción de semillas y frutos, es definida la apicultura (técnica de criar abejas) por quienes desarrollan este maravilloso oficio en nuestro país […]
Miranda, 21 Jun. AVN.- Una actividad humana, considerada como garante del equilibrio de la vida en el planeta por aprovechar el proceso de polinización hecho por las abejas y del que resulta la producción de semillas y frutos, es definida la apicultura (técnica de criar abejas) por quienes desarrollan este maravilloso oficio en nuestro país y conmemoran este miércoles su día.
Entre los principales productos derivados de esta actividad, destaca la miel que se encuentra en más de 15 tipos, densidades, colores, olores y sabores de acuerdo a la especie de flor consumida por las abejas o antófilos, así como la zona del país donde se realice la labor apícola.
El apicultor José David Machado, quien cuenta con más de 50 años de experiencia, explicó que la mejor miel de Venezuela se producen en zonas montañosas, debido a la gran variedad de flora existente en estos pulmones vegetales.
«Por ejemplo, la miel de Maturín es de mastranto, es monofloral porque la floración no es variada, mientras que en las zonas montañosas hay de mango, bucare, aguacate, zamuro, majagua, son multiflorales. El nombre se le da por el tipo de flor que consume la abeja», destacó.
Respecto al color, Machado explicó que la miel cristalina es resultado de las abejas que ingieren flores blancas y si es muy oscura es por la ingesta de flor de mango, ambas serán siempre mieles puras aunque presenten características diferentes.
Manifestó que la densidad o espesor depende de la humedad del néctar que consuman. «Cuando recogen el néctar, tiene 80% de humedad y para que se convierta en miel debe llegar a 20%, imagínate el trabajo de las abejas», acotó.
Desde su apícola, ubicada en el sector Gavilán del municipio El Hatillo, Machado explicó que cada colmena está constituida por un cajón o nido de cría, donde se encuentra la reina (reproductora), los zánganos (fecundador) y las abejas obreras que construyen, limpian y protegen el panal; buscan y alimentan las crías; y polinizan las flores.
Para que una colmena sea productiva debe ser habitada por 100.000 abejas, que generen entre 50 y 60 kilos de miel por ciclo -que varía según la zona geográfica- con una temperatura que no supere los 37 grados centígrados.
«Si no hay muchas obreras, lo que hacen es buscar néctar para ellas alimentarse, por ello, se recomienda tener una buena reina que garantice el aumento de la población. Y si hay frío, no nacen las crías», señaló Machado.
Las reinas pueden vivir cinco años, pero su vida productiva es de dos, por lo que el apicultor recomienda cambiarla cuando se detecte su improductividad, notoria al disminuir la colocación de huevos.
«Si los hexágonos de la colmena están todos llenos de huevos, no hay duda de que la reina es buena», explica, además debe moverse a todos lados, de no hacerlo es señal de que está muy vieja.
Las colmenas son fuentes de salud
La cera de abejas (obtenida del opérculo o celdas del panal), el propóleo (resina que extraen las abejas en las yemas de los árboles), la jalea real (segregada por las glándulas hipofaríngeas de las obreras jóvenes), la leche de zángano (adquirida al exprimir la larva) y el polen que producen las plantas con semillas, son otras de las tantas bondades naturales que generan las colmenas.
Todas ellas, utilizadas actualmente por el ser humano con fines terapéuticos que van desde la cura de un simple malestar general hasta el tratamiento de enfermedades cancerígenas, indicó Nadji Brito, apiterapeuta y especialista en apicuntura bioenergética desde hace 17 años.
Su labor consiste en la utilización de apitoxina (veneno de abejas) por su alto nivel antiinflamatorio, antibacterial, antiviral, antidepresivo y analgésico, con la que, según Brito, ha logrado sanar «innumerables pacientes en el país».
La esclerosis múltiple, lupus, parkinson, fibromialgia, artritis deformante, reumatoide y psoriásica, así como la disfunción eréctil en los hombres son algunos de los padecimientos tratados por la doctora, al combinar el uso del veneno de las abejas (colocado en puntos de acupuntura) con los rubros extraídos de las colmenas.
«En estos momentos estoy estudiando el tratamiento para el Virus de Insuficiencia Humana (VIH) a través de la utilización del veneno de las abejas, también he tratado a pacientes con cáncer y los resultados son asombrosos», aseguró.
El Helicobacter pylori, una bacteria común en el estómago humano, difícil de combatir con antibióticos, es posible de «eliminar por completo con un tratamiento de miel, polen y propóleo que es el antibiótico natural 500 veces más efectivo que uno producido en laboratorio. Tengo pacientes que lo comprueban».
Para la doctora Brito, las colmenas son fuentes de salud naturales que deben ser preservadas ante la práctica de su eliminación con fuego hecha por miedo o desconocimiento, por lo que es necesario que haya una ley para su resguardo.
Propuso que los cuerpos de bomberos posean un listado de apicultores por zona geográfica con el fin de solicitar ayuda para remover panales. «No deben tumbarlos ni quemarlos, me da dolor cada vez que esto ocurre, las abejas equilibran la vida en el planeta».
Las abejas para José Luis Blanco, miembro de la Federación Bolivariana de Apicultores (Feboapive), son inofensivas, no atacan si no las molestan y resaltó que de su fertilización depende el sabor y calidad de los frutos que llegan a nuestra mesa.
Para cada cucharada de miel que degustamos cada abeja debe hacer unos 5000 viajes, desde la colmena hasta las flores. «Si ellas trabajan para nuestra alimentación, por qué maltratarlas, respetemos sus espacios».
Los colores oscuros irritan a las abejas, por ello se recomienda que al visitar zonas boscosas se utilicen ropas claras, con tonos beige, blanco y amarillo.
Masificación para el desarrollo económico
Ejecutar planes de financiamiento a pequeños y medianos productores para expandir la actividad apícola, es fundamental para el fortalecimiento de la producción nacional y desarrollo económico.
José Luis Blanco, miembro de Feboapive, informó que el sector requiere del apoyo del Estado para adquirir azúcar a precio justo, un alimento necesario para las abejas en temporadas de invierno.
«Cuando hay mucho frío o está lloviendo las abejas no salen, hay pocas flores, entonces es necesario alimentarlas con azúcar, la cual se diluye con agua para formar un jarabe, esto le da la energía necesaria hasta que llegue el verano», explicó.
El alto costo del azúcar impuesto por quienes promueven la guerra económica es para Blanco un gran problema que «ha provocado el cierre de muchas colmenas, pues todos los apicultores no tienen el dinero para costear el alto costo de este rubro».
Pese a la situación, aseguró que aún existen apicultores dando la batalla por la preservación de la actividad apícola.
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