De la subida del 8% de los precios en España en 2022, más de seis puntos fue responsabilidad de las corporaciones, con los sectores energético, alimentario y bancario como protagonistas.
La inflación causada por la avaricia ha emergido como un fenómeno económico preocupante que afecta a gran parte de los países europeos. A medida que los precios de los bienes y servicios aumentaban, se hacía evidente que algunos sectores empresariales se estaban aprovechando de la situación para incrementar sus márgenes de beneficio de manera alarmante. Como ejemplo, dos datos realmente preocupantes del Observatorio de Márgenes Empresariales: la industria energética elevó sus márgenes al 26,8% en plena ola inflacionaria, mientras que los de la industria alimentaria llegaron hasta el 10,7%. Estos beneficios excepcionalmente altos generan algunas preguntas sobre la posibilidad de limitar los márgenes empresariales de compañías que obtienen ganancias significativas en tiempos de crisis. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a permitir un incremento desmesurado de los beneficios empresariales mientras gran parte de la población no consigue llegar a fin de mes?
La OCDE ha incorporado un nuevo término para describir esta tendencia: la avarinflación (greed-flation). Es decir, la inflación procedente de la avaricia. Este concepto refleja cómo algunas empresas están impulsando la inflación no solo mediante el aumento de los precios, sino también a través de márgenes de beneficio excesivos. Si bien la contribución de los beneficios empresariales a la inflación ha ido en aumento en la mayoría de países europeos, éste es un fenómeno que tiene un peso realmente significativo en España. Según datos de la propia OCDE, de la subida del 8% en los precios durante el año 2022, más de seis puntos se atribuye a la actuación de las empresas, mientras que apenas un punto y medio se relaciona con aumentos salariales.
El impacto de los beneficios empresariales en el crecimiento de los precios en 2022, por tanto, es innegable. Así lo corroboran hasta siete organismos oficiales, entre los que se encuentran, además de la ya citada OCDE, el Banco de España o el Fondo Monetario Internacional (FMI). Organismos poco sospechosos de ir contra los intereses empresariales.
Los márgenes de beneficio de las grandes empresas, tradicionalmente en el rango del 10% al 11%, se elevaron al 13% durante la crisis inflacionaria de 2022. En 2023 ya se sitúan en el 13,7%. En este caso, ponerle el apellido “grandes” al término “empresas” resulta crucial. Porque, a diferencia de lo que ha ocurrido con los márgenes de las grandes corporaciones, las pequeñas enfrentan un margen negativo del 101,9%. Estas cifras sugieren un problema económico y social de gran calado que necesita abordarse de manera urgente.
Si analizamos sectores específicos, es imprescindible hablar de algunos en concreto: el energético, el alimentario y el bancario. Los tres desempeñan un papel crucial en la dinámica económica, pero, sobre todo, en el día a día de la ciudadanía. Las prácticas y los márgenes de beneficios de las empresas que se enriquecen cuando encendemos la luz, ponemos la calefacción, comemos, realizamos una transferencia bancaria o un pago con tarjeta de crédito, tienen un impacto directo en nuestra vida cotidiana.
Las empresas del sector energético han visto más que triplicados sus márgenes desde finales de 2019, superando los 97.800 millones de euros de beneficio. Esto implica que sus márgenes se han incrementado un 262% desde el inicio de la pandemia. En otras palabras, han crecido 25 veces más que los salarios. En paralelo, el sector alimentario, con un incremento del 10,7% de sus márgenes, enfrenta críticas por sus prácticas comerciales y su impacto en los precios de los alimentos. Los beneficios empresariales del sector alimentario han pasado de 35.000 millones de euros, antes de la pandemia, a los 42.000 millones de euros actuales. Un sector que es un ejemplo claro de concentración empresarial, con las cinco grandes distribuidoras controlando más del 50% del mercado español y con poder suficiente para hacer y deshacer a su antojo. La reducción del IVA sin medidas que impidan el aumento de los márgenes de beneficio, además, ha demostrado no ser una política eficiente para aliviar la presión económica sobre la ciudadanía. De hecho, podemos observar que el 48,4% de los productos que han sufrido una rebaja del IVA, lejos de reducir su coste, han incrementado su precio con respecto a principios de año.
Finalmente, tenemos otra de las joyas de la corona de los beneficios empresariales en 2022 y 2023, auspiciado por unos beneficios caídos del cielo (o de las cuentas corrientes de los hipotecados, para ser más exactos) y gestados, simplemente, porque el Banco Central Europeo decidió que era el momento de subir los tipos de interés. Dicho sea de paso, y aunque no sea el objetivo de este artículo analizar las subidas de tipos, una vez más se demuestra que subir tipos para hacer frente a una inflación de oferta quizá no sea la mejor de las decisiones.
Los beneficios del sector bancario generan debates sobre la relación entre las ganancias estratosféricas de una gran banca que pulverizó récords en 2022, con unos beneficios de más de 20.850 millones de euros (un 28% más que en 2021), y la estabilidad financiera. Especialmente en un contexto donde miles de empleados han sido despedidos y cientos de sucursales han cerrado. Hablemos de cifras: en el mismo período en el que aumentaba un 73% el número de banqueros que cobraba más de un millón de euros en España, la banca cerraba una oficina cada dos días. El 40% de todas las oficinas en tan solo cinco años. Si echamos la vista atrás hasta la crisis de 2008, los beneficios de la gran banca española ascienden hasta 164.774 millones de euros, a la vez que despidieron a 37.000 trabajadores (38% de la plantilla) y cerraron 9.351 oficinas. ¿Cuál ha sido el truco? Una inyección de dinero público de más de 120.000 millones de euros.
Ante esta realidad, es sorprendente ver cómo la consejera delegada de Bankinter rechazaba enérgicamente el impuesto sobre los beneficios extraordinarios de la banca. Los datos financieros de Bankinter muestran que, tan solo durante el primer trimestre de 2023, ganó un 20% más que el año anterior y disparó sus márgenes por intereses un 63%. Los resultados del primer semestre de 2023 tampoco se quedan cortos. Bankinter tuvo 418 millones de euros de beneficios, un 54% más, a pesar del impuesto extraordinario. Hechos que, sin duda, plantean preguntas legítimas sobre la equidad económica y la necesidad de medidas fiscales adicionales.
Aun así, seguirá habiendo quien diga que todos hemos perdido en esta crisis. Pues no. Ni mucho menos. Si hacemos una pequeña comparativa sobre cuánto se han incrementado los márgenes empresariales en España y en Europa, el resultado también es ilustrativo. La variación de los márgenes empresariales entre el primer semestre de 2021 y el primer semestre de 2022 en España ha sido del 7,9%. Es decir, han crecido un 7,9%. Sin embargo, en la media de la eurozona los márgenes de beneficios de las empresas se han reducido un 3,1%, incluyendo países como Francia (-11%), Italia (-3,6%), Alemania (-2,5%) o Países Bajos (-2,1%).
Los salarios, por su parte, han sufrido un golpe significativo. Una de las causas principales ha sido, indudablemente, la avarinflación. Los márgenes empresariales españoles se han disparado, tal y como hemos visto, pero no ha ocurrido lo mismo con los salarios. Mientras España ha sido el tercer país de la eurozona con mayor incremento de los márgenes empresariales (solo después de Estonia y Bélgica), es el cuarto país donde menos han subido los salarios (2,6%). Como resultado, y teniendo en cuenta las evoluciones de la inflación y del incremento de los salarios desde el inicio de la pandemia, podemos apreciar cómo el poder adquisitivo de la clase trabajadora ha caído un 11%. En otras palabras: actualmente somos capaces de comprar un 11% menos de lo que éramos capaces de comprar hace tan solo cuatro años.
Todos estos datos ponen en evidencia que los beneficios empresariales han jugado un papel sustancial en el aumento de la inflación en la eurozona. De hecho, según el FMI, los beneficios empresariales han sido “responsables del 45% de las subidas de precios desde principios de 2022”, mientras que “los costes laborales supusieron el 25%”. Las rebajas de impuestos, por su parte, tuvieron un impacto deflacionista, bajando los precios y conteniendo la inflación. En este contexto, surge la pregunta: ¿cuál es la solución para contrarrestar este problema? La respuesta es sencilla: controlar los márgenes empresariales y no permitir que unos pocos se forren a costa de las miserias de la mayoría. Es fundamental que se tomen medidas para controlar y regular la avarinflación si queremos asegurar una distribución más equitativa de la riqueza y una economía sostenible a largo plazo.
Julen Bollain es doctor en Estudios sobre Desarrollo, profesor e investigador en Mondragon Unibertsitatea. Acaba de publicar Renta Básica: Una herramienta de futuro (Editorial Milenio, 2021), con prólogo de Daniel Raventós y epílogo de Guy Standing.