Alejandro Andreassi Cieri (Buenos Aires, 1948) es profesor del Departament d’Història Moderna i Contemporània en la Universitat Autònoma de Barcelona. Sus líneas de investigación se centran en la historia del trabajo y del movimiento obrero así como de los fascismos europeos. Es autor de «Arbeit macht Frei». El trabajo y su organización en el fascismo […]
Alejandro Andreassi Cieri (Buenos Aires, 1948) es profesor del Departament d’Història Moderna i Contemporània en la Universitat Autònoma de Barcelona. Sus líneas de investigación se centran en la historia del trabajo y del movimiento obrero así como de los fascismos europeos. Es autor de «Arbeit macht Frei». El trabajo y su organización en el fascismo (Alemania e Italia), Barcelona, El Viejo Topo, 2004, y entre sus publicaciones más recientes destacan: «El significado del socialismo en los textos de la revolución conservadora alemana», en Rebeldes y reaccionarios. Intelectuales, fascismo y derecha radical en Europa, 1914-1956, Barcelona, El Viejo Topo, 2011; «De pulsiones y autodeterminaciones: algunas reflexiones sobre Sigmund Freud y el Malestar en la cultura», Dipòsit digital de documents de la UAB, 2013; «El KPD en la Guerra Civil española y la cuestión del Frente Popular: algunas reflexiones», Hispania, vol. 37, nº 246, 2014; «Emancipación: breve recorrido por el término», Kult-ur. Revista interdisciplinària sobre la cultura de la ciutat , Universitat Jaume I, Vol. 2, Núm. 3 (2015).
Nos habíamos quedado en el punto siguiente. ¿Por qué crees que algunas comunidades científicas se prestan o incluso son partidarias de usos tan inhumanos, perversos y acríticos de sus teorías y conjeturas? ¿No hubieron científicos que se opusieron al uso ideologizado del saber científico?
Por supuesto que los hubo, como por ejemplo grandes antropólogos como Franz Boas o Ashley Montagu que cuestionaron duramente el determinismo biológico y la creación de jerarquías humanas de los eugenistas aliados al racismo biológico, o sociólogos como Ferdinand Tönnies que criticaron duramente a personajes como Otto Ammon o Georges Vacher de Lapouges que desde una presunta antroposociología pretendían que las clases sociales tenían correlación con la dolicocefalia o braquicefalia de los cráneos de los individuos estudiados por ellos.
¿Por qué crees que las aportaciones de Darwin dan tanto juego para eso que suele llamarse socialdarwinismo y no una sino en muchas ocasiones y en muchos países?
Al referirnos al socialdarwinismo, su surgimiento se debe más que a las aportaciones de Darwin a una interpretación sesgada y retorcida de las mismas. Si los socialdarwinistas basaban sus afirmaciones en el concepto de la supervivencia de los más fuertes, esa idea debe más a Spencer que a Darwin. En realidad, esta presunta traslación del pensamiento de Darwin a la fenomenología de lo social bebe más en un evolucionismo no darwiniano, como muy bien sostienen autores como Peter Bowler, lo cual es acorde con la afanosa búsqueda secular de sentido toda vez que el siglo XIX ha proclamado la muerte de dios, mientras que Darwin sitúa su teoría de la evolución en un marco en el que la selección natural está presidida por la aleatoriedad y no por una teleología como sostiene incluso quien se considera uno de sus seguidores principales y uno de los introductores del trabajo de Darwin en Alemania: Ernst Haeckel.
¿Qué balance haces de las aportaciones y posiciones poliéticas de un gran científico como Virchow?
Virchow era políticamente un demócrata que había participado en el 48 alemán. La derrota de este movimiento y su oposición a Bismarck le llevó a concentrarse en la actividad científica, desde la cual obtendría notables resultados. Uno de los que más vinculación tiene con el tema de la biopolítica es su teoría del «Estado celular» en la que piensa al organismo de los mamíferos y especialmente del humano como una estructura democrática donde cada célula es equipotencial respecto a las demás. Lamentablemente su teoría celular fue desvirtuada por quienes reivindicaban sobre los mismos sustratos biológicos una jerarquía en la organización de los seres vivientes que se reproducía en la naturaleza y la sociedad. Su enorme prestigio como médico y antropólogo le permitió equilibrar en los círculos académicos la presión de quienes propugnaban una visión biodeterminista y jerarquizante de la sociedad alemana especialmente en el seno de los círculos de antropología hasta su muerte en 1902. Sin embargo no pudo sustraerse a los paradigmas de su tiempo y aceptó dirigir el amplio estudio antropométrico de escolares en toda Alemania, aceptando estudiar y por lo tanto clasificar a los niños alemanes de cultura judía como un grupo étnico separado de los otros niños alemanes.
No dejas en buen lugar al positivismo científico y metacientífico en toda tu investigación. ¿Nos resumes tu críticas principal? Creo que aquí hay algunas aportaciones de interés de Emil Du Bois-Reymond.
No cuestiono al positivismo en su totalidad, creo que ha inspirado buena ciencia en el ámbito de las ciencias naturales. Lo que critico es la perspectiva que indica el positivismo decimonónico. Tienes toda la razón al citar a Emil Du Bois-Reymond, con su Ignorabimus expresaba su consciencia de los límites del positivismo decimonónico. Por ello fue criticado por Ernst Haeckel quien pretendía con su monismo materialista evitar toda metafísica, especialmente la religiosa y encontrar en la materia y su movimiento la última razón de todo. Otro ejemplo es el de dogmáticos como Carl Vogt que en base a un burdo reduccionismo biologista equiparaba al cerebro como un órgano secretor de pensamientos del mismo modo que el hígado secretaba bilis o el riñón orina. También Hipólito Taine que consideraba al ser humano como un animal superior que producía filosofía de la misma forma que los gusanos de seda hacen sus capullos y las abejas sus colmenas. Justamente porque a diferencia de Du Bois-Reymond, Haeckel, Vogt o Taine fueron absolutamente fieles a las consignas de ese positivismo decimonónico que sostenía la unidad del método científico y consideraba que el método de la ciencias naturales era adecuado al estudio de las sociedades, lo que les permitía afirmar, por ejemplo, que la sociología tenía como objeto el estudio de los fenómenos sociales considerados como «hechos naturales» sometidos a leyes causales al igual que otros fenómenos naturales, fundamentando un férreo determinismo en el que los seres humanos dejaban de ser agentes de su propia historia. Sin embargo como muy bien afirma John Burrow en su magnífico libro La crisis de la razón. El pensamiento europeo 1848-1914, en su lucha contra toda metafísica y especialmente contra el pensamiento religioso quisieron erigir una formulación que basada en la ciencia y la «divinidad del hecho» explicara absolutamente todo y acabaron construyendo una nueva metafísica mecanicista y reduccionista.
La figura del científico antihumanista al que haces referencia en algunas ocasiones, ¿no es una contradicción en sus términos? ¿Cómo puede alguien partidario de la racionalidad (científica) ser tan irracionalista (en términos antropológicos o de simple humanidad)?
No lo veo como una contradicción en sus términos. La racionalidad científica no asegura una actitud ética humanista. Me pregunto ¿Cuál es la escala axiológica de un científico que participa en la investigación en la industria armamentista o los que diseñaron la bomba, o en el desarrollo de la energía nuclear? En este sentido Adorno y Horkheimer han hecho referencia a la «razón instrumental» que funciona sin vincularse a ninguna instancia ética o moral. Lamentablemente la razón práctica kantiana que le permite deducir sus imperativos morales categóricos no ha sido respetada por algunos científicos, especialmente aquella que reza «actúa de modo que consideres a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de todos los demás, siempre como fin y nunca como simple medio».. Justamente es la ingente participación de medios académicos y científicos en la producción de dispositivos o sustancias que pueden ser letales lo que ha motivado la reacción de otros miembros de la comunidad científica en forma de organizaciones y manifiestos que exigen, por ejemplo, que las universidades no contribuyan al desarrollo de la tecnología armamentista ni la de investigaciones para desarrollar nuevas armas como, por ejemplo la Universidad de Bremen que en 1986 firmó una «cláusula civil» comprometiéndose a investigar exclusivamente con fines pacíficos, también entre nosotros la campaña en la que participan más de veinte organizaciones No Gubernamentales, y que cuenta con la colaboración técnica de la Cátedra UNESCO Paz y Derechos Humanos de la UAB, que ha promovido el manifiesto de «objeción científica» al que se han adherido ya más de 2.000 científicos investigadores de todo el Estado, o, como he mencionado antes, la elaboración del Código de ética médica de Nuremberg, inmediatamente después del final de la Segunda Guerra Mundial. La existencia de estos protocolos, convenios, acuerdos y campañas demuestran que la actividad científica sin controles éticos «externos» a su propia actividad no puede evitar por sí misma contribuir a actividades que pueden ser letales para la humanidad.
Me ubico en España: ¿hubo algo de todo esto, de biologización de la política, en la España fascista?
Por supuesto. Son muy conocidos los «estudios» de Antonio Vallejo Nájera con los que pretendía analizar los «raíces biopsíquicas del marxismo» y que realizó con numerosos prisioneros republicanos, ya que, para Vallejo Nájera las ideología comunista, socialista o anarquista de los defensores de la Segunda República sólo podía ser producto de un desarrollo biológico «defectuoso» del sistema nervioso central y de su psiquismo al que consideraba de carácter innato, identificando marxismo con inferioridad mental. Ricard Vinyes elaboró un excelente estudio sobre Vallejo Nájera, «Construyendo a Caín. Diagnosis y terapia del disidente: las investigaciones psiquiátricas militares de Antonio Vallejo Nágera con presas y presos políticos», Ayer , 44 (2001), pp. 227-250 y recientemente se ha publicado un magnífico libro sobre biopolítica durante la dictadura franquista que es posiblemente el trabajo más completo sobre el tema escrito hasta la fecha. Se trata del libro de Salvador Cayuela Sánchez, Por la grandeza de la patria. La biopolítica en la España de Franco (1939-1975), Madrid : FCE, 2014.
Lo ocurrido en la Unión Soviética con la temática de las dos ciencias, la burguesa y la proletaria, ¿tiene alguna relación con todo esto de la biologización de la política en Alemania?
En parte sí, ya que por ejemplo los estudios de genética que estaban muy desarrollados en la década de 1920, fueron marginados por el régimen estalinista, justamente por el papel esencial que jugaba en la Alemania nazi la eugenesia.
No te pregunto para que dejemos de leer tu libro, preciamente lo contrario es mi propósito. De tu investigación, ¿qué punto, qué hipótesis, qué afirmación te parecería más esencial?
La biopolítica cumplió una función en la legitimación, conformación y consolidación en Alemania de un vertiginoso proceso de modernización capitalista que, salvo el paréntesis de la República de Weimar, se desarrolló mediante atajos autoritarios bajo el Kaiserreich y dictatoriales bajo el nazismo. El biologista aplicado al análisis de la sociedad y sus conflictos permitió definir como «antinaturales» y ajenas «a la condición humana» la democracia, el socialismo y la igualdad. Especialmente la dictadura nazi pretendía haber encontrado en la Naturaleza las leyes que regían a las relaciones humanas a nivel económico, social y político y que, mientras pretendían dar legitimidad científica al viejo sueño burgués de considerar a la sociedad de clases del capitalismo industrial con su división del trabajo el resultado del cumplimiento de las leyes de la Naturaleza, consideraban a los seres humanos como simple sustrato material en los que objetivar la eficiencia, la productividad y la potencia militar para culminar la incesante redefinición de la nación alemana, lo que denomino como un proceso permamente de construcción y afirmación de la nacionalidad, que necesitó de un proyecto imperial racial y desencadenar la guerra más devastadora para reafirmarse.
Voy acabando. ¿Cuánto tiempo te ha llevado una investigación de estas características?
La investigación en archivos y las lecturas de fuentes secundarias aproximadamente unos seis años y la redacción del ensayo alrededor de dos años.
¿En qué andas metido en estos momentos?
Participo con Joan Tafalla y Albert Medina en la elaboración de un ensayo sobre la historia de la Unión Europea y el euro, remontándonos a sus antecedentes de preguerra.
¡Perfecto, magnífico!¿Quieres añadir algo más?
En primer término agradecer tu generosidad e interés por este libro, es una enorme ayuda para su difusión.
En segundo término una pequeña reflexión final: el análisis del pasado tiene valor si sirve para hacernos reflexionar sobre los contextos y fenómenos del presente, descubrir las líneas de continuidad entre uno y otro tiempo así como los puntos de ruptura e inflexiones que pueden dar lugar a un nuevo tiempo. Pero más allá de la posible continuidad y ruptura que detectemos, creo que no debemos olvidar que tanto los hechos analizados en el libro como los de nuestro presente se produjeron y se producen en el seno de una civilización a la que llamamos capitalismo. En ese sentido sigo a Brecht en los versos con los que culmina su gran obra La resistible ascensión de Arturo Ui.
Fuente: El Viejo Topo, abril de 2016.