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Pedagogía para la Revolución

La Campaña Nacional de Alfabetización (IV)

Fuentes: Rebelión

El triunfo de la campaña Nacional de Alfabetización en Cuba fue el resultado directo de la capacidad que desarrolló la dirección revolucionaria cubana para aglutinar al pueblo y estimular su propio protagonismo en la construcción de un inédito movimiento educacional de masas. A su vez la movilización de recursos humanos y materiales que la realización de […]

El triunfo de la campaña Nacional de Alfabetización en Cuba fue el resultado directo de la capacidad que desarrolló la dirección revolucionaria cubana para aglutinar al pueblo y estimular su propio protagonismo en la construcción de un inédito movimiento educacional de masas. A su vez la movilización de recursos humanos y materiales que la realización de tal empeño demandaba, precisaba de la incorporación de los instrumentos de las ciencias, y en particular de las Ciencias de la Educación. A la Pedagogía le correspondió una parte importante de la realización de las finalidades estratégicas de la Dirección revolucionaria.

La alfabetización como proceso pedagógico, la determinación de los principios de dirección de ese proceso, los fundamentos teóricos de los contenidos, y la selección de los procedimientos y técnicas más idóneas, de acuerdo a la propia historia de la educación nacional, a los adelantos científicos y las circunstancias específicas del momento histórico que vivía el país, no podían ser tareas a enfrentar desde la política, sino retos a resolver desde la ciencia.

La armas de la ciencia

El triunfo del concepto de participación popular de la estrategia fidelista precisó de la continuidad del proceso de maduración, análisis y trabajo político que se desarrollaba en el seno de los profesionales y técnicos de la educación, en particular en la propia Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental y en los nacientes Consejos Municipales de Educacióni. Durante la precampaña desarrollada en ese año de 1960, en las seis provincias existentes, no llegaban a 20 mil los alfabetizados.

Como preparación de la Campaña, la Comisión Nacional de Alfabetización asumió el proyecto de la revista Arma Nueva, instrumento de propaganda y asesoramiento, e intensificó los cursos de preparación de alfabetizadores, pero el problema radicaba en que no obstante los esfuerzos realizados, los resultados concretos aún distaban de ser los esperados en la concepción inicial del Plan Urgente de Alfabetización.

El diagnóstico que se realizó de los esfuerzos de alfabetización durante 1959 y 1960, y el constante análisis crítico de la gestión de los dirigentes de la alfabetización, permitieron una evaluación rigurosa de las realidades que se confrontaban. El balance de la precampaña, mostró, en sentido general, una deficiencia operacional. La actividad de alfabetización no se controló de manera correcta, por lo que la cuantificación de labor de alfabetización de un número de iletrados se perdió. Se pudo determinar que inicialmente la alfabetización no estaba al ritmo de las exigencias sociales; adolecía de una concepción política y primaba en la misma el tecnicismo y los mecanismos burocráticos. En general se mantenía la afectación de trabajo de masas por subjetividades cuya raíz estaba en la persistencia de criterios corporativistas: En tales apreciaciones la alfabetización debía ser un proceso metódico, equilibrado, minuciosamente estudiado por un equipo de profesionales y técnicos altamente calificados. Les iba razón en su celo por el componente tecnológico del proceso, pero en las circunstancias cubanas del momento, el reto estaba precisamente en mantener una alta calidad en la propuesta pedagógica desde nuevas maneras de hacer y pensar el proceso pedagógico. El reto era trascender hacia una pedagogía social capaz de conducir el gigantesco movimiento cultural de masas desatados por la Revolución.

En octubre de 1960, por orientación del Ministro Armando Hart Dávalos, la Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, fue objeto de una completa reorganización y tomó el título de Comisión Nacional de Alfabetización. «Tras las declaraciones de Fidel – testimonia Hart – los esfuerzos que por iniciativa del Ministerio, se venían haciendo pueden multiplicarse. La idea que sosteníamos de la masificación y democratización de los servicios educacionales y culturales, encuentra un medio mucho más propicio. Nuestra comisión debía reestructurares entonces, sobre nuevas basesii.

La Comisión Nacional sería desde entonces presidida por el Ministro de Educación, y contaría además con un coordinador nacional. A ese nivel de dirección se le adjuntaban los responsables del MINED que participaban en la educación de adultos y el aseguramiento, representantes de otros ministerios, y sobre todo se incluían los representantes de las organizaciones, de masas y sociales. La incorporación de las nuevas organizaciones revolucionarias a la Comisión Nacional de Alfabetización sería un paso trascendental, en la concepción de la dirección, la responsabilidad y la participación en la educación y la instrucción, de las masas revolucionarias.

COMISIÓN NACIONAL DE ALFABETIZACIÓN

Movimiento 26 de Julio

Partido Socialista Popular

Directorio Revolucionario 13 de Marzo

Confederación de Trabajadores de Cuba

Federación Nacional de Trabajadores

Azucareros

Ministerio de las Fuerzas Armadas

Revolucionarias

Instituto Nacional de Reforma Agraria

Milicia Nacional Revolucionaria

Asociación de Jóvenes Rebeldes

Federación Estudiantil Universitaria

Confederación de Estudiantes de Segunda Enseñanza

Federación de Mujeres Cubanas

Federación de Asociaciones Campesina

Federación Nacional de Colegios Privados

Colegio Nacional de Periodistas

Colegio Nacional de Maestros

Colegio Nacional de Pedagogos

Frente Independiente de Emisoras Libres

Asociación Nacional de Publicitarios

Fuente: Museo Nacional de la Alfabetización,

La Habana.

La nueva concepción del trabajo de la Comisión, permitió también que a su seno fluyeran de manera más expedita – además de las excelencias técnico docentes -, las experiencias organizativas y de trabajo de masas de los comunistas cubanos y del movimiento magisterial revolucionario. La participación de Gaspar Jorge García Galló (1906-1992) y Raúl Ferrer Pérez (1915-1993), sería en tal hecho decisivasiii.

Sin sustituir a la escuela como agencia fundamental, ni al maestro como el elemento dirigente y dinamizador por excelencia; la nueva integración que se propiciaba en la Comisión Nacional de Alfabetización ampliaba el horizonte de las acciones educativas e instructivas más allá del marco habitual del Ministerio y de la escuela, lo enriquecían con el aporte de los sujetos sociales y políticos. Sin embargo esta decisiva concepción sobre la educación, aún no estaba madura entre todos los agentes del proceso revolucionario. A la primera reunión convocada en la nueva composición de la Comisión Nacional -el 7 de octubre- sólo asistieron ocho de las veintidós organizaciones, instituciones y departamentos gubernamentales convocadosiv. Fue necesario convocar por Hart una segunda reunión para el día siguiente. En esta, el Ministro Hart, expone el plan de la campaña, solicita la más estrecha colaboración de todos los presentes e insiste en que las personas designadas para la Comisión, deben disponer del tiempo completo para esta tareav.

Con el objetivo de evaluar la marcha de la alfabetización y de todo el programa educacional, así como acelerar la constitución de los Consejos Municipales de Educación; se celebró el 10 de octubre de 1960, el primer Congreso Nacional de estos nuevos organismos. Los análisis realizados en el Congreso demostraban que en las bases se habían gestado iniciativas y formas de trabajo colectivo, que rebasaban los marcos organizativos y de gestión de la Comisión Nacional de Alfabetización. Definitivamente los Consejos en tanto estructura coordinadora debían superar los criterios tecnicistas y gremiales, e ir a una acción colegiada con las organizaciones revolucionarias y los más amplios sujetos de la sociedad civil.

Desde los Consejos Municipales de Educación, encargados de coordinar el trabajo de las organizaciones políticas y de masas en el frente educacional, se fortalecería la nueva concepción organizativa de la batalla alfabetizadora. La Comisión Nacional de Alfabetización sería estructurada en Secciones que garantizarían la realización de las importantes misiones a ella encomendada. Inicialmente se consideró las secciones Técnica, Propaganda, Finanzas y Publicaciones y una vez iniciada la campaña sería imprescindible incorporar la Sección de Administración y crear la sección de Estadística, Evaluación y Control.

A pesar de las dificultades que se enfrentaban, definitivamente nacía lo nuevo: Tanto a escala nacional como en el término municipal o local, la Comisión de Alfabetización constituirá el primer organismo unitario de la sociedad civil – de las instituciones estatales, locales, privadas, de los sujetos colectivos e individuales -, reunidos para resolver con sus recursos e iniciativas, los diversos problemas prácticos y políticos que generaba el esfuerzo alfabetizador.

La concepción didáctica

La concepción central de la alfabetización como tarea de pueblo donde el pueblo debía enseñar al pueblo, sería la base de la utilización en Cuba de los alfabetizadores populares, que actuarían bajo la dirección técnica de maestros. Estos objetivos revolucionarios con que se orienta y planifica la Campaña, determinarán también un enfoque didáctico revolucionario. Desde esos objetivos se determinarán los contenidos, métodos, medios, las formas de organización del proceso pedagógico, y su evaluación.

La necesidad de una cartilla revolucionaria como decisivo medio de enseñanza es una de los primeros retos a resolver. Las experiencias de las cartillas mambisas de Moralitos y Daniel Fajardo, y de los programas de alfabetización de la Universidad Popular «José Martí» en la época de Mella, serían nuevamente puestas en acción. Ahora, también con la experiencia de los maestros y alfabetizadores del Ejército Rebelde. A los ya experimentados alfabetizadores del Ejército Rebelde, y de la primera Comisión Nacional de Alfabetización y Educación Fundamental, se les solicitó sus criterios sobre uno u otros procedimientos, sobre la cartilla que utilizaban, sus ventajas y desventajasvi.

Hacía falta una cartilla cuyo contenido revolucionario y político no solo fuera motivación adecuada desde el punto de vista histórico y psicológico, sino que expresara esta motivación en forma comprensible y lo más ajustada posible al lenguaje y las expresiones del campesino cubano. Con este propósito en ese mes de agosto ya se inició la investigación acerca del vocabulario activo y pasivo del campesino cubano. La encuesta fue aplicada al azar, en tres niveles de adultos mayores de 16 años en diversas zonas del país. La muestra en total abarcó a 3000 personas, de las que 360 eran analfabetas. Se estudiaron guías de conversación y se grabaron cintas magnetofónicas. De este modo se investigó el lenguaje del hombre y la mujer de la Cuba profunda, y sus cosmovisiones cívicas, culturales y económico-sociales. Se pudo comprobar, aún en las zonas más remotas del país, como el analfabeto cubano dominaba un amplio vocabulario y tenía madurez y conciencia ciudadana bien probadas.

Las metodologías de Ana Echegoyen Montalvovii y de Laubachviii utilizadas hasta entonces, aunque eran convenientes desde el punto de vista técnico, no se adaptaban a las necesidades de vincular la instrucción con la educación político – ideológica. Para lograr eficacia pedagógica y política, en la educación popular, se puso en acción una audaz concepción metodológica -retomada hoy por el movimiento de educadores populares que crece en América Latina -, que requiere la incorporación y desarrollo de los elementos vivos y actuantes del saber, de la praxis trascendente de los sujetos participantes. Así nacieron los principales instrumentos didácticos de la campaña: La Cartilla Venceremos, el libro Ahorrar, producir y organizar, para las nociones elementales de cálculo y el Manual Alfabeticemos para orientar al alfabetizador como enseñar la lectura y la escritura.

La Cartilla Venceremos se preparó del modo más sencillo y comprensible. Se basaba en un método combinado analítico sintético e incluía niveles crecientes de dificultad fonética, lingüística y gramatical. En su redacción se tuvieron en cuenta tres puntos fundamentales:

  1. El analfabeto

  2. El alfabetizador

  3. La realidad de nuestro país

Se tomaron quince asuntos de interés nacional con los que se formaron igual número de lecciones. Los temas, seguidos cada una de dos o tres ejercicios con arreglo al método analítico compuesto, basado en la graduación de las dificultades, se orientaban en el propósito de crear las habilidades de lectura y escritura. Como importante elemento de motivación psicológica y reafirmación sociocultural se enseñaba al analfabeto a escribir su nombre. Con ello desde los primeros encuentros el iletrado se libraba de la utilización de su huella dactilar en lugar de la firma, elemento que era percibido como algo vergonzante. Los temas seleccionados se caracterizaban por su orientación revolucionaria. Estas lecciones estaban apoyadas por fotografías y por contenidos temáticos de ampliación que aparecían en el manual «Alfabeticemos», con los que el alfabetizador debía desarrollar conferencias e intercambios con sus alumnos.

La Cartilla Venceremos, el Manual Alfabeticemos, y el libro Ahorrar, producir y organizar, conformaron el conjunto de instrumentos pedagógicos en los que se plasmó el aporte de la Campaña cubana a la didáctica de alfabetización de adultos. Fueron el resultado de un trabajo colectivo de asesores y técnicos que lograron combinar armónicamente las necesidades técnico-pedagógicas, la Pedagogía, la Didáctica, la Psicología Pedagógica y otras ciencias -Historia, Comunicación y Lingüística en especial-, con los objetivos políticos e ideológicos de la alfabetización.

La Cartilla y el Manual fueron diseñados además, para ser los elementos básicos del trabajo de educación y formación político ideológica dentro del movimiento de masas de la alfabetización. Las lecciones cuidadosamente planificadas con la utilización de los instrumentos didácticos diseñados para este fin, articulaban de forma armónica la enseñanza y la formación de valores cívicos, la habilidad de la lectoescritura y el cálculo, junto con una actitud de respeto hacia el trabajo y el trabajador, de identificación con la propiedad social y el desarrollo programado de la economía, de esclarecimiento de los conceptos esenciales de igualdad, justicia social y dignificación humana, y el estímulo a su práctica consecuente. La relación entre los asuntos de la Cartilla y el Manual, constituyó el nervio central del proceso pedagógico.

RELACIÓN ENTRE LOS ASUNTOS DE LA CARTILLA Y EL MANUAL

CARTILLA

MANUAL

O E A

Tema XV: La unidad internacional

I N R A

Tema III: La tierra es nuestra

Las cooperativas de la Reforma Agraria

Tema IV: Las cooperativas

La tierra

Tema I: La Revolución y Tema III

Los pescadores cubanos

Tema IV

La Tienda del Pueblo

Tema IV

Cada cubano es dueño de su casa

Tema V: El derecho de la vivienda

Un pueblo sano en una Cuba libre

Tema XX: La salud

El I N I T

Tema XXI: La recreación popular

Las Milicias

Tema XVIII: el pueblo unido y alerta

La revolución gana todas las batallas

Tema II : Fidel es nuestro líder, Tema XXIII: La revolución gana todas las batallas, y Tema I

Ver Cartilla y Manual. Museo nacional de la Alfabetización.

Las propuestas de debate diseñadas en la alfabetización cubana constituían un reto de conocimiento y formación tanto para los alfabetizadores como para sus alumnos. En las clases se propiciaba una conversación en la que se abordaban las principales cuestiones de la actualidad nacional con la óptica de la Revolución. Los documentos docentes y la viva voz del alfabetizador -instructor y moderador de la reflexión del colectivo docente, y a la vez educador educado por la propia praxis de las masas, por los valores, la historia y la inteligencia que afloraban en el diálogo franco con el pueblo – articulaban con toda la dinámica sociopolítica revolucionaria que llegaba hasta los más recónditos parajes de la campiña criolla. Este fue un ejercicio masivo de pedagogía activa, de educación dialógica, que lograba instruir y proyectar los valores del socialismo en el gran sujeto colectivo.

Notas

i Ver: Virgilio Gómez Fuentes, «Los principios sociales aplicados a la organización y desarrollo de la gran Campaña Nacional de Alfabetización», en: María de los Ángeles Periú y otros, Realizaciones de la Revolución. Alfabetización, nacionalización de la enseñanza. Publicación del MINED, La Habana, 1961

ii Armando Hart Dávalos. Testimonio al autor, 27 de mayo del 2000.

iii El estudio de las Actas de la Comisión Nacional – y luego de la Mesa Ejecutiva que más adelante se crearía -, permiten constatar el protagonismo de García Galló y de Ferrer, en la dirección y organización del movimiento de masas que comienza a liderar la Comisión

iv Ver: Comisión Nacional de Alfabetización. Actas de la Comisión (Reunión del Ejecutivo). Acto no. 2, folio 9, 7 de octubre de 1961, en: Museo Nacional de la Alfabetización, Ciudad de la Habana.

v Ver: Comisión Nacional de Alfabetización. Actas de la Comisión (Reunión del Ejecutivo). Acto no. 2, folio 9, 7 de octubre de 1961, en: Museo Nacional de la Alfabetización, Ciudad de la Habana.

vi Matilde Serra Robledo (Comp.): El pueblo dice…Vivencias de la Campaña de Alfabetización en Cuba, Asociación de Pedagogos de Cuba, La Habana, 1999, p 150.

vii Destacada pedagoga cubana ( 1903 1970 ) que proponía un método ideofónico. La doctora Echegoyen al triunfo de la Revolución ocupaba la Cátedra de Metodología Pedagógica en la Facultad de Educación de la Universidad de La Habana

viii Psicólogo, educador y misionero evangélico (1884-1970 ). Fue el fundador de la Cruzada de Alfabetización Mundial. Desarrolló el programa «Cada quien enseñe a uno», y se convirtió en un influyente consejero en política exterior para los presidentes estadounidenses después de la II Guerra Mundial.