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Con 79 años, el fundador de grupo paramilitar anticastrista Alpha 66 habla

La CIA me propuso asesinar a Fidel en Chile

Fuentes: Granma

Fue la CIA la que informó a Antonio Veciana Blanch, diez meses antes de que tuviese lugar, de un viaje del Presidente de Cuba a Chile; le propuso encargarse de organizar su asesinato, le orientó que se realizara durante una conferencia de prensa, y aseguró su transporte con las armas hasta Santiago en un vehículo […]

Fue la CIA la que informó a Antonio Veciana Blanch, diez meses antes de que tuviese lugar, de un viaje del Presidente de Cuba a Chile; le propuso encargarse de organizar su asesinato, le orientó que se realizara durante una conferencia de prensa, y aseguró su transporte con las armas hasta Santiago en un vehículo diplomático norteamericano.

Lo afirma el propio Veciana, quien, con 79 años, escogió confesar a las ondas de una radio de Miami una parte de los crímenes que cometió, a lo largo de casi cinco décadas, por encargo de los servicios de inteligencia norteamericanos, en su guerra sucia contra Cuba.

Fundador de Alpha 66, identificado como cómplice del complot para asesinar a Kennedy, este matón formado en la Operación 40 fue condenado, en 1974, en Nueva York, por narcotraficante.

Al pretender replicar a una entrevista publicada recientemente por GI con el General (r) Fabián Escalante Fonts, Veciana dio su versión de varios hechos terroristas en los cuales estuvo implicado, en el programa «La noche se mueve», de la radio de Miami.

«Yo estaba en Bolivia trabajando para la USAID como asesor del Banco Central», explicó el jefe terrorista, al abordar el tema del intento de atentado de Chile, ocurrido en 1971.

Esa «ayuda al desarrollo» otorgada a Bolivia por esa agencia oficial de Estados Unidos vinculada, desde su creación, a actividades de inteligencia, era amplia, revela. «Habíamos un grupo de cubanos… En el Banco Central, estaba yo como asesor bancario. En el Banco Minero, estaba Rafael Dalmau. En el Banco Agrícola, Charles Bacon que, a pesar de su nombre americano, era cubano de nacimiento, y la CIA tenía otros personajes trabajando dentro del Ministerio del Interior».

UN FUNCIONARIO DE LA CIA ME DICE QUE FIDEL VA IR A CHILE

Cierto día, «un funcionario de la CIA me dice que Fidel va ir a Chile y me pregunta si estoy dispuesto a participar en la organización del atentado», cuenta Veciana. «Yo estuve cuatro años con base en Bolivia. No había leído nunca que Castro iba a Chile. Hasta que me llamó desde Perú alguien de la CIA».

La agencia norteamericana se encarga de coordinar el contacto con carabineros chilenos que conspiran contra el régimen democrático del socialista Salvador Allende.

«Me informó que yo podía tener confianza en las dos personas que me iban a visitar de parte de los carabineros de Chile».

En varios momentos de la entrevista, Veciana se niega a confirmar que uno de estos personajes era el coronel de carabineros Eduardo Sepúlveda. «Yo no le puedo asegurar si era Sepúlveda o si era alguien más», dijo en una frase algo enigmática. Más tarde insistirá: «Pudiera ser Sepúlveda pero yo no conocía Sepúlveda. Usaban nombres falsos».

«Estos señores fueron a verme en La Paz y tuvimos dos reuniones. Entonces me informaron que efectivamente se proyectaba un viaje de Fidel Castro a Chile y que probablemente sería bastante extenso. Ellos suponían que por lo menos iba a estar dos semanas en Chile y que estaban dispuestos a cooperar…»

«YO FUI EL ORGANIZADOR»

En el curso de la entrevista de tres horas, difundida en tres emisiones distintas, Veciana insiste en atribuirse la dirección de la operación que se desencadena y en echar de lado a su rival Luis Posada Carriles, que maneja operaciones de la CIA desde Caracas.

«Yo fui el organizador», repite al expresar su insatisfacción con estos cómplices chilenos. «Yo les solicité cierto apoyo que nunca lo dieron. Yo solicité que me dieran uniformes de carabineros, que me dieran más facilidades. Y me dijeron: simplemente te vamos a dar la información».

¿Dónde Veciana buscará entonces el apoyo que necesita? En Miami, por supuesto. Ahí está la gran reserva de matones y conspiradores constituida por la CIA desde hace años. Y encabezando impunemente esa jauría de terroristas, están sus socios de Alpha 66, con oficinas en Flager Street.

«Mandé un telegrama en clave a Alpha 66… Aquí hay personas todavía que pueden aseverar eso… Para ver si había hombres de acción dispuestos a funcionar.»

Veciana decide finalmente viajar a lo que sigue siendo, hoy día, el santuario del terrorismo continental.

«Andres Nazario (Sargent, entonces Jefe de Alpha 66) me recibió… Entrevistamos a varias personas».

Todos los candidatos se dan cuenta de que, al proponerles participar en un atentado contra Fidel Castro, se les pide el suicidio.

«No estaban dispuestos a dar sus vidas.»

LOS «ASESINOS»: EL ISLEÑO DOMINGUEZ Y MARCO RODRIGUEZ

Veciana regresa, decepcionado, a Bolivia después de cuatro días. Sin embargo, cuenta, un nuevo mensaje en clave de Sargent le llegó pronto, anunciando que se había encontrado a dos individuos dispuestos a sumarse al complot.

«Regresé a Miami… Las dos personas pertenecían al grupo de Orlando Bosch». Habían trabajado con Poder Cubano (el grupo de Bosch) y en la CORU: eran ‘El Isleño’ Domínguez, creo que su nombre era Antonio, y Marco Rodríguez. Yo les propicié todas las formas para ir a Venezuela, y en Venezuela, hay ciertos funcionarios de Venevision que me dieron todas las facilidades».

El plan era convertir a los dos matones en camarógrafos de Venevisión para luego infiltrarlos en una conferencia de prensa del Presidente cubano en Santiago de Chile.

¿De quien era la idea? De la propia CIA, confirma Veciana.

«Ellos sugirieron lo de la cámara… sugirieron hacer el atentado aprovechando la conferencia donde iba a haber 600 ó 700 periodistas».

Personal de la CIA participó en la preparación del atentado: «Después se fue complementando con las personas que, como expertos, fueron recomendando: se puede hacer esto, no se puede hacer esto…»

«Teníamos quién conocía cómo se desarrollaban las conferencias de prensa que daba Cuba: posiblemente las personas que fueran al acto, iban a tener que dejar las cámaras en la antesala y las iban a revisar. Pero usando un arma pequeña y escondiéndola en cierto sector de la cámara, cuando ellos se pongan a correr, no va ser detectada el arma», confiesa.

Así Domínguez y Rodríguez «fueron entrenados como camarógrafos… y les conseguí las credenciales de Venevision».

La preparación de los dos terroristas es minuciosa.

«Hubo que entrenarlos porque como eran cubanos, tenían que conocer el lenguaje venezolano… Estuvieron en Caracas alrededor de 60 ó 90 días entrenándose para que fueran indetectables como cubanos, sino como venezolanos», indica.

Se le pregunta entonces a Veciana: «¿Estas dos personas tenían entrenamiento como disparadores, como killers, como asesinos?»

El septuagenario contesta con un sorprendente candor: «Bueno, yo le diría asesinos».

«Eran hombres de acción de Poder Cubano que habían trabajado con Orlando Bosch».

Los dos «asesinos» llegaron a Santiago de Chile, «mucho antes de que Castro estuviera llegando, es decir, ellos estaban ahí y empezaron a hacer entrevistas al gobierno de Chile, como si fueran periodistas venezolanos».

Al empezar la entrevista, a una primera pregunta sobre el tema del atentado de Santiago, Veciana contestó: «Yo no fui a Chile». Pero al embullarse con su relato de los hechos, de repente, lo cuenta todo de su estancia en este país.

«Sí, cómo no, yo estuve en Chile», exclama y añade una extraña revelación.

EN UN CARRO DIPLOMATICO NORTEAMERICANO… ¡CON LAS ARMAS!

«Yo salí de La Paz a Lima en un carro diplomático de la embajada de Estados Unidos con las armas», admite de repente Veciana al señalar que otros agentes norteamericanos salieron de Lima para ir a Santiago de Chile a sumarse al plan.

«Habíamos rentado en la calle Huérfanos, en Santiago, el apartamento donde ellos (Domínguez y Rodríguez) iban a pasar como simples periodistas y nos encontramos en algún lugar de la frontera entre Chile y Perú y recorremos desde Arequipa, Tagna hasta Santiago».

«Estando ahí, yo tenía una base de apoyo mínima de tres personas que solamente sabían lo que se estaba preparando, cuando yo necesitaba cierto movimiento».

Retomando la anécdota del plan para culpar a la Unión Soviética del asesinato planeado, Veciana ofrece su propia versión.

«Alguien me sugirió: quien va cargar con la culpa de la muerte de Castro… ¿Quién va a hacer el anuncio público? Vamos a echar la culpa a la Unión Soviética… A mí me pareció una buena idea».

«Se manda al Isleño para que vaya a una casa solamente para preguntar por una dirección…» Ahí vive un presunto agente soviético.

«Era un profesor de la Universidad Central de Caracas que era un agente de la KGB… y había un fotógrafo que tomó fotografías para si había muertos por parte nuestra, poder decir que estas personas habían sido trabajando con la KGB».

¿Y qué pasa, mientras tanto, con Luis Posada Carriles?

«Posada no tiene nada que ver con esto», contesta Veciana con algo de desprecio hacia el actual héroe de la fauna mafiosa de Miami. «El era un poquito alardoso de su actividad anticastrista», comenta al señalar que la CIA le enseñó a mantenerse «compartimentado».