La «conexión checa» que supuestamente iba a proveer un apoyo estratégico al agente de la CIA Robert Kent, inventor del grupúsculo «Friends of Cuban Libraries«, para atacar a Cuba en el Congreso Mundial de Bibliotecarios de Oslo, es conformada por un oficial de la inteligencia militar norteamericana de origen checo, que emigró a Estados Unidos […]
La «conexión checa» que supuestamente iba a proveer un apoyo estratégico al agente de la CIA Robert Kent, inventor del grupúsculo «Friends of Cuban Libraries«, para atacar a Cuba en el Congreso Mundial de Bibliotecarios de Oslo, es conformada por un oficial de la inteligencia militar norteamericana de origen checo, que emigró a Estados Unidos en 1951.
Estados Unidos se gasta anualmente decenas de millones de dólares del dinero de los contribuyentes para atacar a Cuba. La administración que abandonó a la población negra de Nueva Orleáns es esa misma que mantiene un costoso aparato propagandístico, en Florida del Sur, para dañar la imagen de la Isla.
Entre los individuos que siempre tienen presupuestos para agredir la imagen internacional de Cuba, se destaca Robert Kent, «bibliotecario» en Nueva York que dice representar a una reducida red de llamados «bibliotecarios» que creó la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana, en el curso de los últimos años con unos informantes remunerados.
En la ejecución de sus campañas, Kent pretende disponer de misteriosos «apoyos» de Europa del Este. Sin embargo, la realidad es que la «conexión» europea del agente norteamericano se reduce a unos pocos individuos, tales como el checo «Stanley» o «Stan» Kalkus.
Su verdadero nombre es Stanislav Kalkus, y es hijo de un negociante checo de extrema derecha que, después de la derrota nazi se enfrentó a las nuevas autoridades.
«Stan» Kalkus emigró de Checoslovaquia a Austria en 1948, y luego a EE.UU. en 1951, donde se instaló en Chicago.
Según confidencias a amistades suyas, a penas un año después de su llegada a América del Norte fue reclutado por la inteligencia militar norteamericana.
A partir de ese momento se sumó a las fuerzas armadas de Estados Unidos y, durante muchos años, «trabajó» en la esfera de la inteligencia en varias partes del mundo.
En los años 70, pasa a ser Director de la Biblioteca de la US Navy, en Washington. En 1979 y 1980, fue Presidente de la Asociación de bibliotecarios militares de Estados Unidos.
Kalkus se jubila, «oficialmente», en 1992.
Pero el amigo y «apoyo» de Robert Kent se mantiene activo en su verdadera actividad.
Aprovechando los cambios políticos en Europa del Este y la necesidad para EE.UU. de insertar estratégicamente su gente en la región, el militar «jubilado» reaparece en un puesto de profesor asistente de Ciencias Bibliotecarias en la Universidad Karlova, de Praga, República Checa.
Es desde ahí que desarrolló su «colaboración» con Kent.
¿Se habrá reintegrado en lo que fue su patria? No. El «bibliotecario checo» Stanislav «Stan» Kalkus sigue viviendo, por lo menos la mitad del año, en Rhode Island, EE.UU., donde se encuentra su verdadera residencia.
En el Congreso Mundial de los Bibliotecarios de Oslo, en agosto, el agente Kalkus valoró imprudente exhibirse al lado de Robert Kent, cuya imagen deteriorada confinó al aislamiento.
Kent, un viejo agente de la CIA, se quedó excluido de los podium.
«El Sr. Kent se presenta como representante de un grupo que tiene dos miembros», recordó Elíades Acosta, director de la Biblioteca Nacional José Martí, quien encabezaba la delegación de Cuba en el debate final de la sesión del FAIFE, donde Kent irrumpió con su habitual show anticubano.
«Ese momento del Sr. Kent es un ritual», dijo Acosta. «Me hubiera gustado haber escuchado su opinión sobre el Acta Patriótica norteamericana».
«¡En Cuba no se queman libros como se quemó la Biblioteca Nacional de Bagdad!», subrayó el bibliotecario cubano mientras Kent enseñaba claras muestras de nerviosidad.
BIBLIOTECARIO «POLACO» Y CANDIDATO AL SENADO DE EE.UU.
La conexión de Europea del Este, de la cual se jactó Kent en unas oportunidades, comporta otros personajes cuya trayectoria es también algo extraña tales como Silvia Stasselova, Universidad Técnica de Eslovaquia, donde es jefa de la biblioteca y del «centro de información».
Stasselova se dice Presidenta de la «Asociación Slovaqua de Bibliotecarios».
Sin embargo, esa asociación no es la Asociación Nacional de Bibliotecarios, creada en 1920, sino una asociación a parte, creada… en 1990 y que reúne unos individuos vinculados a esa misma actividad.
Otro compinche europeo del Este del agente Kent en sus aventuras y desventuras anticubanas es Wojciech Siemaszkiewicz, un polaco de Cracovia que fue «disidente» profesional en su tiempo.
Siemaszkiewicz se manifiesta a favor de Kent en protestas que distribuye generosamente en Internet.
Sin embargo, hay que saber de ese otro personaje de la «conexión», que es colega de Kent en la New York Public Library y vive en New Jersey, donde es conocido por su proselitismo de extrema derecha.
En ese estado cercano a Nueva York, trató en el 2001 de obtener la candidatura republicana para el Senado. Fracasó.
A los «Europeos del Este», Kalkus, Stasselova y Siemaszkiewicz se suman en la campaña anticubana sobre el tema de las bibliotecas, la «ONG» francesa Reporteros sin Fronteras que reconoce, desde poco y por no tener otro remedio, recibir financiación National Endowmnent for Democracy (NED) y de la USAID, dos agencias estadounidenses utilizadas por la administración norteamericana en sus intentos de desestabilización de países cuyos gobiernos no comparten su visión imperialista del mundo.