Las recientes declaraciones de varios concejales, comenzando por el primer teniente de alcalde Sariego, continuando con el concejal de urbanismo Sanjurjo, con el concejal de la zona rural Faustino García (Tino Venturo) y de la propia alcaldesa Fdez. Felgueroso, todos insisten en mantener hermético el pleno municipal ante cualquier opinión de los ciudadanos, incluyendo a […]
Las recientes declaraciones de varios concejales, comenzando por el primer teniente de alcalde Sariego, continuando con el concejal de urbanismo Sanjurjo, con el concejal de la zona rural Faustino García (Tino Venturo) y de la propia alcaldesa Fdez. Felgueroso, todos insisten en mantener hermético el pleno municipal ante cualquier opinión de los ciudadanos, incluyendo a los movimientos vecinales, salvo aquellos que por una razón u otra se mantengan adictos al gobierno municipal, como ha sucedido hasta ahora. Es decir, si se consultan ellos mismos es seguro que no habrá discrepancias.
Las 23 sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA), que anulan el actual Plan de Urbanismo no han sido tenidas en cuenta y todo indica que el Ayuntamiento está dispuesto a continuar en la misma línea de desafío tanto a los vecinos de la zona rural, especialmente, como a los propios tribunales de justicia, comenzando por el TSJA.
Queda claro que el sentido democrático del equipo de gobierno municipal se ciñe a pactar y a negociar con los magnates de la construcción, con los del negocio fácil y rápido y los del mundo de las finanzas. Cuando todavía la burbuja inmobiliaria causante de la crisis aún no ha terminado ya están planificando otra burbuja mayor, sin duda, y más peligrosa porque las consecuencias, ahora, serán más duras.
Esta política de negocios rápidos y, además, basados en la especulación, propician unos resultados tan concretos como que el 42,9% de los jóvenes menores de 25 años estén en el paro, sin empleo y sin esperanzas de tenerlo. Y, si nos referimos al desempleo en general, el 20% de paro es un «objetivo» alcanzable seguramente en cuestión de semanas, ni siquiera de meses.
Sucede que cuando los escasos recursos disponibles se destinan a la especulación y a las grandes inversiones sin sentido, los empleos para los trabajos cotidianos y para las necesidades básicas quedan sin cubrir. Resulta ser una paradoja porque sobreviene el desempleo a pesar de que todos estén necesitados de que los demás trabajen, de que haya trabajo para todos. La corrupción y el despilfarro son los mayores causantes del paro, y es lógico, porque se juega con unos recursos limitados que al ser sustraídos del buen uso dejan sin posibilidades a la gente, tanto más cuanto más haya sido la corrupción y el despilfarro.
Se ha repetido hasta la saciedad que esta crisis es sistémica y que no es accidental, sino que falla la propia estructura económica y política de los gobiernos responsables de la organización y de la gestión de la cosa pública y de sus recursos que, en este caso y en Gijón, corresponde administrar al Ayuntamiento. El despilfarro, la gestión a espaldas o en frente de los ciudadanos y hasta la presumible corrupción, merodean los despacho municipales o los contiguos, que para el caso es lo mismo.
En estas condiciones el gobierno municipal de Gijón ha iniciado la revisión del Plan de Urbanismo con el mismo esquema y con el mismo procedimiento con el que fue anulado el anterior en el mes de julio. El Plan será tumbado otra vez y los concejales y la alcaldesa culparán de nuevo a los ciudadanos. Pero repetir la crisis asolará a más gente y con más daño aún. La responsabilidad, por segunda vez, será enteramente del del Ayuntamiento en pleno, de sus concejales, defensores de los magnates de la construcción y de sus intereses.
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