La realización del Ejercicio Estratégico Bastión-2009, del 26 al 28 del pasado mes de noviembre y del Día de la Defensa Nacional el domingo 29, responden a una necesidad de primer orden, ante la actual situación político-militar, que hoy caracteriza la centenaria confrontación del imperio estadounidense contra la nación cubana. Muchas veces al referimos al […]
La realización del Ejercicio Estratégico Bastión-2009, del 26 al 28 del pasado mes de noviembre y del Día de la Defensa Nacional el domingo 29, responden a una necesidad de primer orden, ante la actual situación político-militar, que hoy caracteriza la centenaria confrontación del imperio estadounidense contra la nación cubana.
Muchas veces al referimos al bloqueo y su constante incremento, como el acto criminal que es, enfatizamos sus impactos y costos para la economía, la vida y los derechos humanos de los cubanos y cubanas, pero no siempre lo colocamos en su fundamental condición de acto de guerra, contra la nación, en instrumento de subversión de las condiciones de paz y estabilidad del país. A ello se suma que luego de la algarada de visión positiva y diálogo, en marzo-abril, vísperas de la Cumbre de las América de Trinidad y Tobago, y de la rectificación de algunas de las más draconianas medidas de la fascista administración de George W. Bush, contra la comunidad cubana en el exterior y sus familiares en Cuba, Barak Obama, el actual mandatario de Estados Unidos, ha dado continuidad a la política anticubana, e iniciado una ofensiva de fuerte impronta golpista y militarista contra los procesos políticos revolucionarios y progresistas que avanzan en América Latina. Más que justificado, entonces, que la dirección de nuestro país nos recuerde y conmine a ejercitar la preparación para la guerra, como ineludible coste de defensa y disuasión para la paz.
La especie de que Cuba es un estado militarista, ha logrado calar en algunos sectores de la sociedad internacional. Se trata en este caso de obviar el constante peligro de terrorismo, guerra y embestida criminal en el que se desarrolla la vida cubana. Frente a la llegada del Presidente Obama y la retórica del nuevo administrador imperial, hay quienes no ven como un «gesto» positivo el ejercicio defensivo Bastión 2009.
Lo cierto es que los cubanos y cubanas amamos tanto la paz, que la inscribimos en voluntad constitucional, y la Ley de leyes de la nación cubana prohíbe la declaración de la guerra a cualquier otro país. Pero tanto desde la historia pasada como reciente, como en el actual escenario, hay abrumadores elementos para sustentar que la política de seguridad cubana, necesariamente debe caracterizarse por la percepción de la constante amenaza de agresión e intervención militar de Estados Unidos1.
La defensa nacional
En Cuba no sólo es inconstitucional iniciar un conflicto militar, sino que siempre el país adoptará las medidas necesarias para evitar una confrontación. Sin embargo, esta línea de conducta no se debe confundir con el hecho de que la aplicamos porque nos intimiden, o que en interés de preservar a nuestro pueblo y país de las terribles consecuencias de las acciones bélicas estemos dispuestos a ceder en los principios que defendemos. No lo estuvimos en la primavera de la Revolución, bajo la amenaza del arma atómica, menos hoy, cuando el país se ha convertido en un bastión para la resistencia y victoria.
Los cubanos y cubanas hemos estudiado nuestra historia militar y la de los pueblos hermanos. Un buen grupo de nuestros jefes y oficiales se adiestró en el arte militar soviético y egresó de las más importantes y prestigiosas academias de la URSS, ha tenido además el aporte de experiencias de su compromiso internacionalista con las revoluciones Argelia, Vietnam, Etiopía, Nicaragua, Granada, y con las campañas de liberación en África. Trescientos cincuenta mil oficiales y combatientes internacionalistas, cubanos y cubanas, fueron al continente africano desde 1965 a colaborar con la independencia de las naciones de sus ancestros esclavos. De ellos, cincuenta mil cumplieron misiones civiles en plena guerra, la mayoría como maestros y médicos. De África regresamos con nuestras armas y muertos heroicos, y la satisfacción de haber contribuido a la preservación de la independencia de Angola y otras naciones, al logro de la independencia de Namibia y al fin del régimen racista del apartheid en Suráfrica. Las fuerzas cubano-africanas rompieron el mito de la invencibilidad de los mercenarios blancos e infligieron decisivas derrotas al Ejército de la Sudáfrica imperialista. Con tales legados, las FAR y sus reservas resultan unas fuerzas armadas con un respetable cúmulo de resultados históricos y experiencias combativas.
La concepción cubana se basa en la defensa del territorio, de la soberanía y la independencia nacional del país, dentro de la doctrina de «Guerra de todo el Pueblo». Esta doctrina expresa la solución de masas dada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz y la dirección de la Revolución, a los problemas de la defensa, en días en que arreciaba el peligro de una invasión por parte de la administración ultraconservadora de Ronald Reagan (1980-1988), con la certeza incorporada de que nuestros aliados soviéticos no intervendrían si ello se producía. La organización y preparación masiva del pueblo en las Milicias de Tropas Territoriales, las Brigadas de Producción y Defensa y las Zonas de Defensa frenaron entonces las intenciones imperialistas de una agresión directa.
El poderío militar del único potencial enemigo que tiene Cuba, el relativamente pequeño tamaño de la población y de la economía, y la vocación de paz del país, imponen que la defensa no se pueda concebir como tarea exclusiva de fuerzas profesionales, sino una tarea de toda la nación. Precisamente la «Guerra de todo el Pueblo» como concepto base de la doctrina militar cubana, significa que, en caso de una agresión militar a gran escala, la orden de combate está dada para toda la nación, cada revolucionario sabe lo que tiene que hacer y tendrá para ello un medio, un lugar y una forma de enfrentar al enemigo durante la invasión y la posible ocupación de parte del territorio, haciendo de todo el país un campo de batalla, sin espacio a la tregua o la rendición, peleando a toda hora, en todo momento, por las más disímiles formas de resistencia, producción de medios de vida y de combate y ataque, hasta lograr la victoria definitiva, la expulsión de los invasores y la restitución del poder revolucionario.
Como se puede fundamentar desde el propio concepto de «Guerra de Todo el Pueblo», nuestra propuesta defensiva enfatiza su naturaleza disuasiva. Nos preparamos para que sea evidente a los grupos de poder del imperio que el coste político, material y humano de una agresión militar contra Cuba les sería prohibitivo y carecería de perspectiva de triunfo. Es por esta filosofía de la paz con dignidad e independencia que, en nuestro caso, la preparación para la defensa tiene como fin evitar la guerra, haciéndola tan cara para el enemigo que le resulte irrealizable.
El logro de tal capacidad disuasiva para la paz en el país debe reconocer que la guerra es el fenómeno más complejo de la sociedad humana y su organización previa para asegurar la victoria reviste también una complejidad extraordinaria. A tal tarea, entonces, se le ha dedicado y dedican ingentes esfuerzos y recursos.
Sustenta la defensa nacional un dispositivo de ciencia, técnica y docencia que ha alcanzado un notable desarrollo profesional. Se cuenta con modernas universidades militares, escuelas y cursos que preparan en la teoría y la práctica acumulada a los nuevos oficiales, clases y soldados. También existen unidades dedicadas a promover el arte, la literatura y el disfrute estético de los combatientes. Este sector de científicos, académicos, artistas y estudiantes de las FAR y el MINIT aportan a las tareas de paz y constituyen uno de los más significativos destacamentos de la intelectualidad científica, técnica y artística del país.
Las Fuerzas Armadas cumplen, además, una importante misión en la preservación de la vida, de las propiedades y recursos, frente a los frecuentes fenómenos climatológicos adversos, los desastres naturales y otras amenazas. La Defensa Civil reproduce para estas situaciones especiales la composición organizativa popular de tiempo de guerra, y en conjunto con los ministerios y organismos de la administración central, provincial y municipal, protege a los ciudadanos y ciudadanas, garantiza la vitalidad del país y su seguridad, trabaja para recibir los menores impactos y daños, y crea las condiciones para iniciar la fase de recuperación y vuelta a la normalidad, una vez cese la situación peligrosa. También asume la Defensa Civil, la realización de los trabajos de salvamento y reparación urgente de averías en los focos de destrucción o contaminación.
El servicio militar
La principal escuela de defensa de los ciudadanos y ciudadanas es el servicio militar, que en el caso de las mujeres tiene un carácter voluntario. Consiste en el cumplimiento directo de las obligaciones militares en unidades o dependencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias o el Ministerio del Interior por espacio de no menos un año.
La inmensa mayoría de los jóvenes cubanos cumple su servicio militar al terminar sus estudios preuniversitarios o concluir la formación técnico-profesional. Nuestras FAR se emplean a fondo en la tarea de reclutamiento y preparación de los pre-reclutas. Cuentan con el entusiasta apoyo de las organizaciones juveniles y sociales. Un destacado lugar se les concede a las familias antes y durante el tránsito de los jóvenes en las unidades militares.
A los futuros soldados se les ofrece una detallada información sobre su inmediata vida militar, y siempre hay varias opciones de servicio por las que pueden optar libremente. Se trata de que este período de sus vidas les sea útil profesionalmente y sientan que se ubican en actividades que además de importantes son atractivas. Se respetan las opciones religiosas y las posibilidades y aptitudes de los jóvenes. Los muchachos que constituyen el único sostén familiar reciben una prestación de asistencia social mientras permanezcan en servicio activo. Lo importante es que todos los hombres aptos para la defensa y las muchachas que voluntariamente lo decidan cumplan con su deber militar, lo ejerciten y tengan un medio y un lugar para ser útiles a la defensa de la Patria. Precisamente entre las misiones principales del servicio militar activo está la de preparar al ciudadano para cumplir su deber con la defensa del país desde las filas del Servicio Militar de Reserva , las Milicias de Tropas Territoriales , las Brigadas de Producción y Defensa o cualquier otra responsabilidad que se le encomiende.
Para quienes sólo conocen los actos de reclutamiento, generalmente forzados, de los ejércitos burgueses, es bastante difícil entender que en Cuba éste es un proceso que transcurre, más que con plena normalidad, con peculiar complacencia por parte de los jóvenes y sus familias. Los muchachos en la tensión de «probarse» en las tareas que saben complejas y en la disciplina militar, padres y madres en la expectativa de esa «prueba».
Es amplio y consistente el consenso social, sobre la certeza, la eficacia y el alto contenido humanista de los métodos de reclutamiento y atención a los jóvenes reclutas de las FAR y el MINIT. En los meses de servicio militar, los jóvenes cubanos completan su primera madurez y las familias acompañan, disfrutan y agradecen ese tránsito a la plena ciudadanía socialista que proporciona la educación y cultura militar. Al cumplir su tiempo reglamentario de servicio, no son pocos los que optan por continuar en sus unidades como militares activos, trabajadores civiles, o ingresar en las academias militares para formarse como oficiales. Durante su permanencia en la vida militar, muchos jóvenes deciden ingresar en las filas de la Unión de Jóvenes Comunistas.
La defensa en el período especial
En los años del período especial, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del interior (MININT), lograron mantener y desarrollar en las nuevas condiciones económicas del país una defensa fuerte, estable, moderna y popular. El sistema defensivo nacional ha alcanzado importantes avances en la planificación y organización de la defensa, desde la nación hasta los territorios y zonas de defensa, con el propósito de hacerlos corresponder, a partir del desarrollo de nuestras concepciones defensivas, con las formas actuales de hacer la guerra por el enemigo imperialista y las posibilidades de sus medios de combate.
Lejos de decaer, ha ganado en efectividad la preparación para la defensa, tanto de los militares en activo, como de los dirigentes y funcionarios civiles y la población en general, con un empleo más racional y eficiente del tiempo que dedica nuestro pueblo a tan sagrado deber. El Ejercicio Bastión 2009, ha corroborado los altos niveles de preparación de los órganos y cuadros de mando y dirección, su operatividad y permanente disposición combativa.
Desde la caída de la Unión Soviética en 1989, no hemos adquirido armamentos, porque tienen precios prohibitivos. Con la colaboración de toda la inteligencia acumulada en el país modernizamos y ajustamos perfectamente los que tenemos al tipo de guerra popular y revolucionaria que libraríamos si nos invadieran. Cientos de medios de combate, aviones, tanques y equipos, miles de fusiles y módulos de combate, permanecen protegidos y en perfecto estado técnico. El armamento popular está desconcentrado, listo siempre para utilizarlo, muy cerca de los ciudadanos.
Decenas de las más importantes ciudades del país y las regiones militares de los Ejércitos también están protegidas con sistemas de túneles que les permiten preservar a las tropas y la población de los golpes masivos que contra el país desarrollarían la aviación y la marina enemiga, continuar su vitalidad, hacer frente al enemigo, y destruir sus fuerzas cuando pisen el suelo de la Patria.
El adiestramiento continuo de los combatientes con nuevos métodos, economía de recursos y mayores resultados en el estudio y acondicionamiento ingeniero del Teatro de Operaciones Militares, garantiza niveles superiores de protección a las tropas, la población, el armamento y la técnica de combate y mejores condiciones para resistir y vencer una hipotética agresión militar de Estados Unidos. Para ello, los reservistas, las milicias y las brigadas de producción y defensa, realizan reuniones sistemáticas de estudios militares, comprobaciones y ejercicios tácticos.
La defensa, sin duda, ha movilizado importantes recursos que se hubieran podido destinar al desarrollo y mejora del nivel de vida del pueblo. Sin el gasto de los materiales de los silos, donde se preservan nuestros aviones, tanques y equipos militares, los problemas de vivienda serían menores, pero la seguridad de las familias estaría menos protegida, y esta realidad la comprenden y asumen los ciudadanos y ciudadanas revolucionarios. La capacidad que ha alcanzado el pueblo de Cuba para entender y actuar en la situación de amenaza a la paz y seguridad nacional es un legado cultural de la historia de la nación.
Más allá de los imprescindibles gastos de acondicionamiento ingeniero que prioritariamente tuvo que asumir el país, el mantenimiento de las FAR, no constituye una carga onerosa para el presupuesto estatal. Nuestras fuerzas armadas mantienen una reducida composición profesional, y la mayoría de las unidades activas están integradas por los jóvenes soldados del servicio militar activo y las muchachas del servicio militar voluntario femenino. Las FAR poseen un fuerte y nutrido sistema empresarial, tanto de industrias militares como de sectores de producción y servicios al Estado, el turismo y la población, donde laboran miles de trabajadores civiles. La mayoría de estas empresas funcionan con eficiencia y generan utilidades. Las FAR producen alimentos y ya abastecen el 79 por ciento de sus necesidades en 24 grandes empresas agropecuarias militares.
En los años más duros del período especial, el aporte del Ejército Juvenil de Trabajo (EJT) a la sobrevivencia alimentaria del pueblo se recordará siempre como una de las páginas más hermosas de la cooperación pueblo uniformado-masas. En las previsoras medidas tomadas por las FAR para cumplir la voluntad rectificadora del Partido y en el diseño y resultados de su sistema empresarial, encontró el Estado cubano, luego del derrumbe soviético y su impacto en el sistema de la economía nacional, un fuerte asidero de experiencias para el rediseño económico productivo del país.
Con las armas de la legalidad socialista
Desde nuestro Estado de derecho, la Revolución ha actuado para protegernos. Las nuevas circunstancias que atravesamos, propiciatorias para la aparición de conductas patógenas en sectores de nuestra sociedad, han hecho de la profilaxis y la lucha contra la delincuencia un reñido escenario de defensa de la socialidad socialista y la moralidad revolucionaria.
Es evidente que la naturaleza antisocial de la delincuencia no sólo es antagónica con el proyecto socialista, sino que también propicia su manipulación por la contrarrevolución anticubana. El trabajo enemigo sobre la psique y el pensamiento de estos grupos, la labor de creación de una quinta columna de mercenarios y las medidas en curso de control y represión de actividades económicas ilícitas, de despilfarros, desvío de recursos y robos al patrimonio estatal y privado, constituyen factores capaces de incitar, entre delincuentes y diversos tipos de desclasados, las más bajas pasiones e instintos contra el proyecto socialista.
Mientras más avance el movimiento revolucionario, más se agudizará el interés de estos grupos minoritarios por anexar sus vidas a una sociedad donde piensan encontrar vías de sobrevivencia y constituirán, por tanto, una base social para estimular acciones desestabilizadoras. No pocos de los actos vandálicos y terroristas que se han planificado y ejecutado contra la nación fueron realizados por elementos delincuentes reclutados y/o estimulados por la CIA y la mafia contrarrevolucionaria.
En el último decenio, frente a la aparición de nuevas modalidades de actividad enemiga, el aumento de los planes terroristas de la mafia cubano americana, el narcotráfico internacional y el tráfico humano que estimula la asesina Ley de Ajuste Cubano, se han tenido que incrementar los tradicionales altos niveles de enfrentamiento alcanzados por los combatientes del Ministerio del Interior en el cumplimento de sus misiones de defensa y mantenimiento del orden y la seguridad del país y sus fronteras.
Cuba respondió a la ley genocida Helms-Burton, con la Ley 80, «de Reafirmación de la Dignidad y la Soberanía Nacional» ( 1996 ). Desde el primer artículo, la Ley declara «ilícita, inaplicable y sin valor alguno» el engendro imperialista, base actualizada de la política criminal del bloqueo.
Después de dos años de continua agudización del bloqueo, con el recrudecimiento de la aplicación de la Ley Helms Burton, tras la aprobación por el Congreso de Estados Unidos de nuevas disposiciones que la hacían más peligrosa aún, la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó el 16 de febrero de 1999, la Ley 88 «Ley de Protección de la independencia nacional y de la economía de Cuba», cuyo principal propósito -en consecuencia con lo dispuesto en la Ley 80- fue la tipificación de las conductas socialmente peligrosas de los colaboradores de la Helms Burton, así como las sanciones penales correspondientes a tales actos antipatrióticos.
En Cuba nadie es perseguido, hostilizado, ni presentado ante los tribunales por sus ideas políticas. Nuestras órganos del orden interior y seguridad, la fiscalía y los tribunales combaten y juzgan, con todo el respeto a las disposiciones procesales y jurídicas internacionales, a los individuos que cumplen las misiones antipatrióticas y subversivas que la ley castiga. Los juicios son públicos, y los ciudadanos incriminados por actividades contrarrevolucionarias tiene derecho a nombrar y escoger sus defensores y a presentar tantas pruebas de su inocencia como deseen. Quienes son sancionados y cumplen penas por estos delitos no son, por lo tanto, «presos políticos», sino delincuentes castigados por trabajar al servicio de un gobierno extranjero que nos agrede.
Frente a los peligros externos e internos, en el criterio de que la defensa de la obra común no puede ponerse en riesgo, se han establecido severas penas para quienes cometen delitos terroristas y crímenes contra el pueblo trabajador, sus hijos e hijas. Y una cultura revolucionaria que ama, protege y promueve la vida ha tenido, incluso, que optar por el más severo de los castigos.
La pena de muerte prevista en nuestra legislación, para que se aplique sólo de forma excepcional, cuenta con el apoyo mayoritario de la población y de sus representantes en la Asamblea Nacional. En el seno de la sociedad cubana se respetan y comprenden los argumentos de los ciudadanos y amigos que por razones filosóficas, religiosas y otras no comparten la ejecución de tal pena. La Revolución aspira a eliminar esa condena de su Código cuando el imperio que nos acecha y ataca tome medidas efectivas para rectificar su errónea y agresiva política. Por esa razón se propuso por parte del Consejo de Estado, y fue aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular, suspender la aplicación de la pena a un grupo de individuos que habían sido juzgados y condenados, incluídos terroristas, y cambiarlas por cadenas perpetuas o 30 años, según se considere.
El factor decisivo
Las complejas directivas trazadas para mantener y acrecentar la capacidad y disposición combativas de las FAR y el MININT, en medio del período especial, solo podían alcanzarse con un consciente protagonismo del hombre y la mujer cubanos, de su sentido del deber, de la disciplina, el esfuerzo, la iniciativa y el talento de los mandos, el cuerpo de oficiales y especialistas, los sargentos y soldados de las fuerzas regulares, de los consejos de defensa, los cuadros del Partido, los reservistas, milicianos, brigadistas y pobladores que, desde tiempo de paz, trabajan en interés de la preparación para la defensa, completan los dispositivos territoriales, actualizan la concepción estratégica del país y conforman constantemente el escudo que protege el orden y la seguridad del país. Estas direcciones precisan además de un alto grado de coordinación y cooperación, de una eficiente organización y de la unidad de todos los patriotas y todos los recursos del Estado y la sociedad civil socialista cubana, bajo el liderazgo y la dirección del Partido.
La concepción cubana popular y revolucionaria de la defensa de la Revolución no sólo se basa en la organización y perfeccionamiento del aparato militar. Lo más trascendental está en el alto nivel de participación y compromiso ciudadano. El apoyo a las tareas de la defensa se expresa en el financiamiento que realizan los obreros, trabajadores, intelectuales, estudiantes y pobladores a las Milicias de Tropas Territoriales. Miles de estos cubanos y cubanas, fueron los artífices en las difíciles circunstancias del período especial, de la construcción de los sistemas ingenieros de los túneles populares. En tal labor se acumularon millones de horas de abnegado y duro trabajo voluntario.
Cada cubano y cubana revolucionario cuida su preparación combativa y conoce sus medios de defensa, el lugar y la misión que tendría que realizar en caso de una agresión militar del imperio. Y en tal cualidad descansa todo el sistema defensivo nacional. Descansa la paz y la seguridad de la obra que hemos edificado, la vida de nuestros hijos y familia.
La concepción defensiva de la Revolución Cubana incluye, además, la conciencia del protagonismo que le corresponde a la sociedad civil revolucionaria frente a acciones de desestabilización de corte subversivo y delincuente. Es el concepto de que las calles y plazas de Cuba son de los revolucionarios, y para garantizar tal presencia no se precisa de fuerzas policiales ni militares, serán siempre las masas las que se encargarán de defender con su presencia combativa los espacios que les pertenecen.
1 Ver: Reinaldo Taladrid Herrero: ¿Existe la posibilidad de que se desate una agresión militar de los EEUU contra Cuba?, Cubadebate, Rebelión, 28-11-2009, http://www.rebelion.org/css/noticia.css
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.