I En esta hora de dolor y recuento resulta incuestionable el enorme impacto de las ideas de nuestro Comandante en Jefe en el pensamiento más revolucionario y creativo en múltiples esferas del saber. Será preciso un estudio más profundo de su pensamiento para lograr aquilatar cuanto y como logró adelantarse a su tiempo este líder […]
I
En esta hora de dolor y recuento resulta incuestionable el enorme impacto de las ideas de nuestro Comandante en Jefe en el pensamiento más revolucionario y creativo en múltiples esferas del saber.
Será preciso un estudio más profundo de su pensamiento para lograr aquilatar cuanto y como logró adelantarse a su tiempo este líder extraordinario, cuyo legado hoy forma parte del patrimonio de la humanidad.
No obstante, podemos hoy anticipar que una de las esferas donde resultó muy notable su conocimiento práctico para la solución a numerosos problemas de la vida política y social de los pueblos, fue la de la economía internacional.
Fidel no fue profesionalmente un economista y su análisis de los problemas económicos y sociales presentes en las relaciones internacionales no emergió de un estudio puramente académico de las complejas realidades del mundo actual, aunque hay constancia de sus estudios autodidactas sobre estos temas. En verdad fue la asimilación de conceptos funcionales a la política más revolucionaria, derivados del estudio de la historia y de la experiencia práctica en el caso de Cuba, lo que condujo a la formulación de conceptos que constituyen un aporte teórico singular en el ámbito de las relaciones económicas internacionales.
Las bases para esos análisis encontraron una matriz en la combinación del marxismo con el pensamiento de José Martí y lograron una expresión concreta en múltiples aspectos, tanto en la estrategia de desarrollo, como en la política económica aplicada en Cuba, así como en la promoción de una política -en muchos aspectos original- para el enfrentamiento al imperialismo y la salida del subdesarrollo en el Tercer Mundo.
Entre los múltiples elementos que han conformado las ideas de Fidel Castro sobre las relaciones económicas internacionales reviste especial importancia su visión del desarrollo como una constante a lo largo de los años.
Como se conoce, el análisis de los problemas del desarrollo ganó importancia después de la segunda guerra mundial, cuando emerge un nuevo equilibrio sociopolítico en el mundo con la descomposición del sistema colonial, el surgimiento de la comunidad socialista en Europa y el inicio en Asia de la construcción socialista en China, Corea y Vietnam.
Las discusiones académicas sobre las vías para acceder al desarrollo en los países pobres se dirigieron inicialmente hacia teorías que trataron de igualar las condiciones originarias de surgimiento del capitalismo con la situación del Tercer Mundo, para fundamentar la idea de que era posible lograr el desarrollo de los pueblos más atrasados en los marcos del sistema capitalista. Esta tesis se contraponía al enfoque que concebía el subdesarrollo precisamente como una consecuencia del desarrollo capitalista de los países colonizadores.
Una de las tesis de los apologistas del capital fue la identificación del proceso de desarrollo básicamente como un fenómeno de crecimiento, en cuya cuantificación cifraban el logro de las transformaciones esenciales para desarrollarse. Múltiples ensayos se publicaron a partir de los años 50 basados en una visión de este tipo.
Para otros autores de trabajos publicados en esa época, -que resultaban minoritarios, incluso en el ámbito de la teoría marxista- quedaba clara la diferencia entre crecimiento económico como condición necesaria pero no suficiente del desarrollo. Pero no resultaba explícita aún la necesidad del avance social para alcanzar el desarrollo y este como un proceso incompatible con la dominación capitalista.
Ajeno a estos debates académicos, pero poseedor ya entonces de una cultura marxista en ciernes, Fidel Castro plantearía en 1953 en el juicio por el asalto al cuartel Moncada una visión integradora del desarrollo de componentes económicos y sociales al expresar «El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política.»[1]
Años más tarde se expresaría: «En el Programa del Moncada, que con toda claridad expusimos ante el tribunal que nos juzgó, estaba el germen de todo el desarrollo ulterior de la Revolución. Su lectura cuidadosa evidencia que nos apartábamos ya por completo de la concepción capitalista del desarrollo económico y social.»[2] Por otro lado, también se precisaría su idea sobre el desarrollo al plantearse en 1981 «El desarrollo no solo es económico, sino también social. Puede haber un crecimiento económico, deformado o dependiente, que no sirva a este objetivo ni conduzca a los fines esperados. Una política económica y social acertada debe tener como centro y preocupación al hombre.»[3]
Una vez cumplido el Programa del Moncada en octubre de 1960 y creadas las bases de la propiedad social, se planteo la necesidad de elaborar una estrategia de desarrollo para el país donde el peso de la industrialización como política central para ello había comenzado a ganar fuerza desde 1959.
Ya en La Historia me Absolverá Fidel Castro había colocado la industrialización como un tema fundamental. También en el propio año 1959, al asumir el cargo de Primer Ministro, había destacado entre los propósitos del gobierno la inversión de 2 000 millones de pesos para el desarrollo industrial[4] y en su intervención en la Reunión de los 21 celebrada en Buenos Aires en mayo de ese año, se había referido al debate sobre la industrialización, unido a las fuentes de la inversión para desarrollarla y la conveniencia de la integración económica en América Latina.[5]
Favorecían este enfoque a favor de la industrialización acelerada como vía más rápida para el desarrollo un conjunto de factores: el papel históricamente jugado por la industria en los países desarrollados, incluyendo la experiencia de los países socialistas en Europa; la visión de rechazo a la monoproducción azucarera que había primado hasta entonces; la influencia de las tesis del desarrollismo y la industrialización sustitutiva de importaciones promovida por la CEPAL y por los asesores internacionales que trabajaron en Cuba durante los primeros años como Michael Kalecki[6] y Juan F. Noyola[7] entre otros; las capacidades ociosas existentes en la industria -que llegaban al 60% de sus potencialidades- y la voluntad de buscar soluciones rápidas para dar respuesta a las demandas populares.
La introducción de estas valoraciones se concretaría en el Plan Cuatrienal de Desarrollo 1962-1965,[8] donde la estrategia económica implícita en el mismo contemplaba la industrialización acelerada a partir del desarrollo de la industria pesada, la diversificación de la agricultura y la sustitución de importaciones.
De no menor importancia en la aplicación de la estrategia de desarrollo basada en la industrialización sería el inicio de la planificación como elemento central del incipiente sistema de dirección económica del país.
La concepción del plan supondría, como política permanente, contemplar también los aspectos sociales junto al desarrollo industrial: «Este plan tiende a la solución de una serie de problemas. Está, por ejemplo, primero que nada, el aumento de los bienes de consumo necesarios para el pueblo. Una de las metas. La creación de todos los empleos posibles, del máximo de empleo posible para el pueblo; los planes de educación, es decir, crear las condiciones que permitan estudiar a toda la población escolar de nuestro país; las construcciones de viviendas necesarias a satisfacer las necesidades de nuestro pueblo; los servicios, por ejemplo, del transporte, que son tan importantes. Y, fundamentalmente, crear las bases de una industria capaz de construir maquinarias y de asegurar el desarrollo de nuestra economía.»[9]
Sin embargo, esta estrategia de industrialización no avanzaría exitosamente tomando en cuenta un conjunto de factores. Para Fidel quedaría claro que la experiencia mostró que la capacidad de ahorro interno no alcanzaba para un proceso de desarrollo de este tipo, por lo que se requería del financiamiento externo indispensable para lograrlo, unido a un nivel de calificación superior de los trabajadores.
Uno de los elementos más interesantes en este momento fue la capacidad de Fidel Castro para comprender que debían crearse determinadas condiciones para siquiera aspirar al desarrollo del país por la vía de la industrialización.
De tal modo, ya en 1963 se implemento una estrategia de creación de condiciones para la industrialización del país a partir de los recursos que se disponían en esos momentos: la producción de azúcar y la producción agrícola no azucarera, considerando en ella prioritariamente la ganadería y la producción de alimentos.
En el discurso pronunciado el 2 de enero de 1965, Fidel Castro señalaría: «La agricultura será, pues, la base de nuestro desarrollo económico, y la agricultura será la base de nuestro desarrollo industrial.» Más adelante -en septiembre de 1966 se precisaría: «No se ha desechado la industrialización sino que se ha puesto el énfasis principal en el desarrollo económico del país, dando a la agricultura el máximo de impulso durante estos años.»[10]
Unido a esa definición se previó contar con un volumen de recursos financieros externos indispensables, a partir de las negociaciones que aseguraron la exportación de azúcar al mercado de la URSS bajo condiciones más favorables que las del mercado mundial. Para ello se elaboró un plan que permitiría incrementar las exportaciones en 400 millones de pesos mediante la producción de 10 millones de toneladas de azúcar en 1970, cual demandaba un programa de inversiones por 844,3 millones de pesos. Para asegurar el incremento de otras producciones y exportaciones agropecuarias, se estimaba una inversión de otros 660 millones de pesos.
Como se conoce, esa meta no se alcanzó producto de errores subjetivos básicamente en el terreno de la política económica. Al respecto no debe pasarse por alto otro elemento que marcaría la diferencia entre Fidel y otros dirigentes en el mundo: su honestidad y enorme espíritu autocrítico ante los errores y las deficiencias visibles en la economía al asumir personalmente su responsabilidad. En el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado en 1975, Fidel señalaría: «Nuestra gestión económica no ha sido todo lo eficiente que podía haber sido. (…) En la conducción de nuestra economía hemos adolecido indudablemente de errores de idealismo y en ocasiones hemos desconocido la realidad de que existen leyes económicas objetivas a las cuales debemos atenernos.»[11] En otras ocasiones se reiterarían estos enfoques, el último de los cuales se realizaría en su discurso de la Universidad de La Habana el 17 de noviembre de 2005 cuando señaló «Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra.»[12]
Por otra parte, es conveniente señalar que no se materializaron adecuadamente las interesantes conclusiones de los debates sobre la construcción socialista que tuvieron lugar entre 1963 y 1964 en el seno de la dirección cubana.[13], caracterizados por una intensa polémica en el contexto de las reformas económicas que se debatían en los países socialistas europeos y China, aportándose entonces -particularmente por el Che- una visión propia de la política económica a adoptar como país socialista en la búsqueda del desarrollo. En este punto cabe apuntar, que aunque el Comandante en Jefe no participo directamente en la polémica, sus opiniones eran coincidentes con las del Che entonces.
La valoración crítica de la política soviética basada en el cálculo económico enarbolada por el Che y su propuesta del Sistema de Financiamiento Presupuestario, introdujeron al país en una confrontación de ideas con destacados economistas marxistas de aquellos años como Charles Bettelheim[14], Ernest Mandel[15] y Paul Sweezy[16]. A la altura de 1987 en un memorable discurso, Fidel Castro resaltaría el valor de las ideas económicas y políticas del Che y su validez universal para la construcción de la nueva sociedad.[17]
La experiencia de los años 60 llevó a una importante formulación por parte de Fidel Castro en 1969. En el discurso del 20 de diciembre de ese año, se expuso: «Marx concibió el socialismo como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo ya es incluso condición del desarrollo.»[18]
La valoración del socialismo como sistema y la necesidad de recursos financieros externos para el desarrollo llevaba a la conclusión de que -en la experiencia de la Revolución cubana- solo con la colaboración del socialismo como sistema sería factible avanzar hacia el desarrollo. Así había quedado formulada expresamente esa idea en el discurso del 1º de mayo de 1971, cuando se afirmó: «…nosotros hemos podido avanzar no solo porque hemos hecho cambios sociales y los hemos sabido defender, sino porque hemos establecido el nuevo orden económico internacional en nuestras relaciones con los países socialistas.»[19]
Más adelante esta tesis se complementaría con una visión más integral acerca del significado del sistema socialista para el desarrollo, cuando el 2 de diciembre de 1976 se planteó: «…debemos decir que la primera y genial concepción del socialismo fue la del socialismo como consecuencia del desarrollo. Mas, cuando una parte del mundo se desarrolló extraordinariamente y otra se quedó increíblemente subdesarrollada, el socialismo como sistema se ha convertido ya, incluso, en una condición del desarrollo.»[20]
Esta idea tendría que enfrentar el desafío histórico que representó, años después, la desaparición del socialismo en Europa y de la URSS en 1991, cuando fue preciso generar otras fuentes alternativas de recursos externos sin renunciar al socialismo.
Una expresión concreta del papel del sistema socialista para emprender el camino al desarrollo se materializaría con el ingreso de Cuba al CAME en julio de 1972 y los acuerdos económicos alcanzados con la URSS en diciembre de ese año, los que sentaron las bases institucionales para comenzar el proceso de industrialización de la economía cubana en los marcos el sistema de división internacional socialista del trabajo, proceso que tendría particularidades propias en el caso cubano.
En este sentido nuestro país subrayaría la dualidad del proceso de integración económica socialista de Cuba con América Latina. Al respecto el comandante Fidel Castro destacaría: «Somos parte de la comunidad socialista, a la cual nos integramos, y somos parte también de la comunidad de pueblos latinoamericanos, a la cual nos integraremos plenamente algún día, y con aquellos gobiernos capaces de adoptar posiciones independientes y progresistas estamos dispuestos a hacer el máximo a nuestro alcance en los terrenos de la colaboración y el intercambio económico, cultural y científico-técnico.»[21]
Una proyección institucionalmente más definida de las ideas de líder de la Revolución cubana sobre el desarrollo encontraría un cauce propicio con la presidencia del Movimiento de Países No Alineados (MPNA), que Cuba ocuparía entre 1979 y 1983.
El discurso pronunciado por Fidel Castro en Naciones Unidas el 12 de octubre de 1979 a nombre del MPNA recogió un detallado análisis de la situación socioeconómica del Tercer Mundo y planteo la necesidad concreta de recursos para el desarrollo a partir de la reducción de los gastos militares por un valor de 300 000 millones de dólares en el contexto de la batalla por el establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI). Al respecto se afirmaría: «El mundo invierte cada año en gastos militares más e 300 000 millones de dólares (…) Pedimos para 10 años de desarrollo menos de lo que hoy se gasta en un año en los ministerios de Guerra y mucho menos de la décima parte de lo que se gastará en 10 años con fines militares.»[22]
Sobre esta significativa tesis, si bien ya desde una fecha tan temprana como junio de 1960 se señalaría: «Todos los pueblos subdesarrollados esperan que de una verdadera solución pacífica de los problemas del mundo, surjan los recursos que una gran parte de la humanidad necesita para su desarrollo…»,[23] una propuesta tácticamente estructurada y factible políticamente solo comenzaría a desarrollarse por el comandante Fidel Castro a partir de finales de los años 70.
Para alcanzar este objetivo, se partiría de elaborar un mensaje que resultara convincente para la población de los propios países desarrollados y en esa dirección se explicaría: «Porque ellos tienen dos problemas y dos grandes temores. El hombre del Tercer Mundo no tiene casi tiempo de acordarse de la guerra, porque se está muriendo virtualmente todos los días; los del mundo rico (…) tienen sin embargo, dos grandes preocupaciones: la guerra y el desempleo (…) Podemos asociar nuestras preocupaciones con las preocupaciones por la paz y el desempleo que existen en el mundo industrializado. Debemos ser capaces de trasmitir ese mensaje.»[24]
A lo largo de los años 80 se incrementaría por parte de Fidel Castro la elaboración de tesis que permitieran no solo denunciar los problemas generados por el capitalismo en el mundo subdesarrollado, sino también ofrecer alternativas para enfrentarlos generando un consenso de aceptación en todas partes, incluyendo el engarce del financiamiento para el desarrollo con la paz en el mundo, mediante la reducción del gasto militar y el peligro de la guerra.
Sin duda el análisis más detallado y completo de los problemas presentes en los años en que Cuba ocupó la presidencia del MPNA, se encuentra en el libro «La crisis económica y social del mundo»[25] que se presentó como el informe de Fidel Castro a la VII Cumbre de los Países No Alineados celebrada en Nueva Delhi en marzo de 1983.
Entre los múltiples aspectos destacables presentes en las páginas de este libro, se incluye un profundo análisis de la llamada crisis energética; el enorme costo -que solo comenzaba a percibirse- del endeudamiento externo y los contradictorios fenómenos que empezaban a aparecer en la esfera monetario-financiera; se inicia -tempranamente- el análisis de los problemas de deterioro del medio ambiente y sus efectos en la agricultura; se señalan los impactos de la irrupción de las empresas transnacionales en el Tercer Mundo; se reiteran los problemas que llevan al intercambio desigual y se retoman los temas relativos al armamentismo y su negativo impacto para el desarrollo.
También se retomaría el tema de la industrialización y su papel esencial para el desarrollo al destacar: «…no cabe duda de que la industrialización del Tercer Mundo equivale, en términos estratégicos, a sentar la principal base material y tecnológica para acceder al desarrollo.»[26]
La crisis de la deuda externa que se desata a partir de 1981 alcanza un punto de mayor intensidad en 1985, lo que propicia que se desate una campaña continental contra el pago de la deuda encabezada por Fidel Castro. Nuevamente la tesis central es compensar el impago a los acreedores con una reducción de los gastos militares y en torno a estas ideas se celebran durante el segundo semestre de 1985 importantes reuniones en La Habana con participantes de los movimientos sociales de América Latina. Sobre esta solución se plantearía: «Entonces, ¿hay recursos? Sí, hay recursos, ¿a qué se dedican? A preparar la muerte de la gente, a la guerra, a la carrera armamentista, a los gastos militares. (…) nosotros no hablamos de la deuda de América Latina, hablamos de la deuda del Tercer Mundo. Como máximo, y en dependencia de los intereses, un 12% de los gastos militares serían suficientes.»[27]
Durante los años 80 y también partiendo de la experiencia práctica de la Revolución cubana, comenzaría a materializarse el papel de ciencia y la técnica como elemento clave en una política de desarrollo. Ya en un memorable discurso del 15 de enero de 1960, el Comandante en Jefe anticiparía: «El futuro de nuestra patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento…»[28]
Esa idea estratégica revelaría la importancia del factor humano para el desarrollo de un país a través de la educación y apuntaría desde muy temprano a destacar lo que hoy se considera un factor clave para el desarrollo en todo el mundo, pero especialmente para aquellos que -desde el subdesarrollo- aspiran a avanzar rápidamente hacia una sociedad moderna, así como el socialismo como sistema para avanzar hacia la economía del conocimiento.
En tal sentido, el desarrollo alcanzado en Cuba por la biotecnología y las tecnologías de la información ofrecerían un testimonio incontrastable del valor de estas ideas.[29]
Resumiendo, las ideas de Fidel Castro en el ámbito de las relaciones económicas internacionales entre 1959 y 1991 tendrían como elementos a destacar, en tanto que aportes conceptuales de importancia, lo siguiente.
• El socialismo es condición para el desarrollo en lo interno y como sistema internacional.
• El subdesarrollo es una consecuencia del desarrollo del capitalismo.
• Si bien el desarrollo agropecuario y la industrialización son factores ineludibles en la estrategia de desarrollo del Tercer Mundo, la educación y la ciencia resultan factores determinantes para alcanzar el desarrollo en la actualidad.
• La integración económica es un elemento indispensable para desarrollarse. En el caso de Cuba, esa integración resultaría dual: por un lado con los países socialistas europeos y por otro lado con América Latina.
• El pago del servicio de la deuda externa se ha convertido en el obstáculo más crítico para la salida del subdesarrollo.
II
Al comenzar la crisis del Período especial se pondría a prueba la fortaleza del socialismo en Cuba, no ya para continuar el proceso de desarrollo, sino para preservar lo logrado y no sucumbir al enorme impacto de la crisis, proceso en el cual las ideas de Fidel mostrarían nuevamente su valor. Se pasó así del desarrollo a la resistencia, adoptándose una estrategia centrada en resistir el impacto de la crisis al menor costo social posible, al tiempo que se reinsertaba la economía cubana en las nuevas condiciones de la economía mundial.
Como elementos de esa estrategia en el contexto de las relaciones económicas internacionales, Cuba adoptaría un conjunto de medidas de emergencia para enfrentar la crisis que supuso la desaparición abrupta y sin compensaciones del socialismo en Europa. Entre esas medidas destacan: la reorientación del comercio exterior, primero hacia Europa y Asia y después hacia América Latina; la apertura a la inversión extranjera directa (IED); la renegociación de la deuda externa; y la introducción de una serie de elementos como concesiones reversibles en el contexto de una economía socialista.
Un elemento clarificador en este último aspecto se expuso por Fidel Castro en el discurso pronunciado el 6 de agosto de 1995 al señalar: «Hemos dicho que estamos introduciendo elementos de capitalismo en nuestro sistema, en nuestra economía, eso es real; hemos hablado, incluso, de consecuencias que observamos del empleo de esos mecanismos. Sí, lo estamos haciendo. (…) ¿Quién tiene el poder? Esa es la clave, porque si lo tiene el pueblo, si lo tienen los trabajadores, no los ricos, no los millonarios, entonces se puede hacer una política en favor del pueblo, respetando los compromisos que se hayan acordado con determinadas empresas extranjeras…»[30]
Un elemento que se introduce con fuerza en estos años es la protección del medio ambiente y la necesidad de conjugar la misma con el proceso de desarrollo, tema especialmente abordado en el discurso pronunciado por el Comandante en Jefe en la Cumbre de la Tierra celebrada en junio de 1992.
En un discurso muy sintético y profundo se afirmaría: «Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.»[31]
Una nueva etapa que señala una mayor profundización en el análisis de los fenómenos de la economía mundial, se inauguraría con la celebración de los eventos Globalización y Desarrollo, celebrados anualmente en La Habana de 1998 a 2009 y que fueran presididos por Fidel Castro. En estos eventos, donde participarían cientos de personalidades de todo el mundo -incluyendo representantes del Banco Mundial y el FMI- se debatieron ampliamente las características de la evolución de la economía mundial en estos años, ocasión propicia para retomar el estudio de diferentes temas por parte del Comandante en Jefe.
Una ponencia especial -a modo de discurso de clausura del evento correspondiente a enero de 1999- muestra una síntesis de las concepciones de Fidel Castro sobre los principales problemas de la economía mundial en esos momentos, lo que ofrece una valoración sintética de sus criterios sobre el tema a la luz de la experiencia de muchos años.[32]
Otros discursos de importancia en los eventos Globalización y Desarrollo se pronunciarían en el año 2002,[33] y 2003.[34] En estos discursos destaca el análisis de la coyuntura mundial y el debate en torno a conceptos de desarrollo que se exponen entre los participantes.
Finalmente un elemento de singular importancia es el relanzamiento de la necesidad de la integración económica entre los países de América Latina, que se materializa con los acuerdos de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) que se firma el 14 de diciembre de 2004.[35]
En general, una recapitulación de las ideas de Fidel Castro sobre las relaciones económicas internacionales puede encontrarse en el libro «Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet»[36] publicado en 2006, especialmente los capítulos 19 y 24.
Llegado este punto y tratando de resumir, en estos momentos puede concluirse que siempre serán visibles elementos esenciales en el pensamiento de Fidel Castro sobre las relaciones económicas internacionales: el vínculo indestructible entre la política y la economía al analizar las soluciones a los problemas de los países del Tercer Mundo y la necesaria diferenciación entre lo táctico y lo estratégico en la batalla por el desarrollo.
Pero sobre todo destaca el enorme compromiso ético y moral de las posiciones sustentadas por Fidel Castro, su lealtad a los principios y su amor al hombre como actor fundamental y beneficiario mayor de todo proceso de desarrollo.
Otros análisis deberán profundizar en la enorme riqueza de las tesis de Fidel sobre el proceso de desarrollo y a su divulgación y conocimiento debemos dedicar nuestro mayor esfuerzo como el mejor homenaje a su memoria.
Notas
[1] Ver Fidel Castro «La Historia me Absolverá» Ediciones Políticas, La Habana, 1973, p. 43
[2] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 26 de julio de 1973» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/
[3] Ver, Fidel Castro «Desarrollo, subdesarrollo y Tercer Mundo» Editora Política, La Habana, 1991 p. 78. Discurso en la inauguración del II Congreso de la Asociación de Economistas del Tercer Mundo, Ciudad de La Habana, 26 de abril de 1981.
[4] «…porque estamos pensando que se invierta, por lo menos, 2 000 millones de pesos en industrias. Debemos declarar que esta época, la época revolucionaria, marca una era buena para las inversiones industriales…» Ver Fidel Castro «Discurso en el acto de toma de posesión como Primer Ministro el 16 de febrero de 1959» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/c160259e.html
[5] Ver Fidel Castro «Discurso ante el Consejo Económico de los 21, Buenos Aires, 2 de mayo de 1959» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f020559e.html
[6] Michael Kalecki (1899-1970) fue un destacado economista polaco que realizo importantes análisis en la teoría de los ciclos económicos considerándose como antecesor de las ideas de John M. Keynes. Aplicó sus tesis a la economía socialista y ocupo importantes cargos en el gobierno socialista de Polonia.
[7] Juan F. Noyola (1922-1962) fue un destacado economista mexicano que trabajo en CEPAL de 1950 a 1959.Cuando triunfó la Revolución cubana, se trasladó a nuestro país como jefe de la misión de la CEPAL (1959-1960). Terminada esta misión de asistencia técnica, decidió quedarse en Cuba; aqui participó en la creación de la Junta Central de Planificación (JUCEPLAN) en la que se desempeñó hasta su muerte -ocurrida en 1962- como director de Planeación, Inversiones y Balances.
[8] Para la elaboración de este plan se utilizaría el estudio realizado por Kalecki a finales de 1960 bajo el título de «Hypothetical Outline of the Five Year Plan 1961-1965 for the Cuban Economy» La Habana, 1960.
[9] Ver Fidel Castro «Informe en la Reunión sobre los Planes para el Desarrollo Económico de la Nación para 1962 el 20 de octubre de 1961» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1961/esp/f201061e.html
[10] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 2 de enero de 1965» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1965/esp/f020165e.html y la entrevista concedida a la revista Sucesos de México, el 10 de septiembre de 1966.
[11] Ver Fidel Castro «Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba. Informe Central» Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1978, p. 104.
[12] Ver Fidel Castro «Discurso del 17 de noviembre del 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html
[13] Un resumen de estos debates se encuentra en el libro Ernesto Che Guevara «El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964», Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.
[14] Chales Bettelheim (1913-2006) Economista y filosofo marxista francés. Desarrollo profundos análisis de los procesos de transición al socialismo. Trabajo en Cuba como asesor a inicios de los años 60 y mantuvo una interesante polémica con el Che.
[15] Ernest Mandel (1923-1995) Economista marxista belga. Se considera uno de los líderes del trotskismo después de la muerte de Trotsky. Su Tratado de Economía Marxista se publicó en Cuba en 1968.
[16] Paul Sweezy (1910-2004) Economista marxista norteamericano fundador de la revista Monthly Review. Autor de los importantes libros Teoria del Desarrollo Capitalista y El Capital Monopolista.
[17] Al respecto Fidel Castro señalaría «Pero hay muchas ideas del Che que son de una vigencia absoluta y total, ideas sin las cuales estoy absolutamente convencido de que no se puede construir el comunismo…» Fidel Castro «Acto Central por el Vigésimo Aniversario de la Muerte de Ernesto Che Guevara» en Ernesto Che Guevara El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004 p. 359.
[18] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 20 de diciembre de 1969» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1969/esp/f201269e.html
[19] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 1º de mayo de 1971» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1971/esp/f010571e.html
[20] Ver Fidel Castro «Discurso del 2 de diciembre de 1976» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1976/esp/f021276e.html
[21] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 18 de enero de 1977» en www.cuba.cu/gobierno/discursos/1977/esp/f180177e.html
[22] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 12 de octubre de 1979» en Fidel Castro «Desarrollo, subdesarrollo y Tercer Mundo» Editora Política, La Habana, 1991, p. 141-142.
[23] Ver Fidel Castro «Comparecencia por el canal 2 de la televisión el 24 de junio de 1960» en Fidel Castro, ibid. p. 135.
[24] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 3 de agosto de 1985» en Fidel Castro, ibid. p. 146 y 147.
[25] Ver Fidel Castro «La crisis económica y social del mundo. Sus repercusiones en los países subdesarrollados, sus perspectivas sombrías y la necesidad de luchar si queremos sobrevivir» Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1983. Este libro se editó también en inglés, francés, ruso, alemán y árabe, entre los idiomas fundamentales y se distribuyó en todo el mundo.
[26] Ibid. p. 127.
[27] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 3 de agosto de 1985» en Fidel Castro (1991) p. 142.
[28] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 15 de enero de 1960» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1960/esp/f150160e.html
[29] Ver de Agustin Lage «La Economía del Conocimiento y el Socialismo. Preguntas y respuestas» Editorial Academia, La Habana, 2015 y Colectivo de Autores «Cuba. Crecer desde el conocimiento» Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
[30] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 6 de agosto de 1995» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1995/esp/f060895e.html
[31] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 12 de junio de 1992» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1992/esp/f120692e.html
[32] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 22 de enero de 1999» http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1999/esp/f220199e.html
[33] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 15 de febrero de 2002» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2002/esp/f150202e.html
[34] Ver Fidel Castro «Discurso pronunciado el 14 de febrero de 2003» en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2003/esp/f140203e.html
[35] Ver el texto del acuerdo entre Cuba y Venezuela en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2004/esp/a141204e.html
[36] Ver de Fidel Castro «Cien horas con Fidel. Conversaciones con Ignacio Ramonet» Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, Segunda Edición, 2006.
José Luis Rodríguez es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM). Fue Ministro de Economía de Cuba.