La prensa oficial analiza los procesos electorales presidenciales de otros países pero no toca el caso cubano. Los medios no oficiales tampoco han dado prioridad al tema. Mientras los primeros no dan respuesta al porqué de esta ausencia, los segundos exponen indistintamente estar centrados en el diarismo, las carencias de información sobre el tema y […]
La prensa oficial analiza los procesos electorales presidenciales de otros países pero no toca el caso cubano. Los medios no oficiales tampoco han dado prioridad al tema. Mientras los primeros no dan respuesta al porqué de esta ausencia, los segundos exponen indistintamente estar centrados en el diarismo, las carencias de información sobre el tema y la falta de previsión.
«Cuba tendrá un nuevo presidente» sentenció -una vez más- Raúl Castro el 22 de diciembre pasado en la conclusión de su discurso ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. La mención a este hecho, junto a los acontecimientos más significativos del año, recalca la importancia de un suceso trascendental para el futuro de Cuba, pues por primera vez en 60 años la máxima dirección del Estado y el Gobierno -no así del Partido- no estará en manos de un miembro de la llamada Generación Histórica.
Aunque podría discutirse el tema de las cuotas de poder real que ostentaría la persona que pase a ocupar ese cargo en este escenario, lo que es incuestionable por varias razones, es la relevancia del hecho en sí, tanto nacional como internacionalmente.
Por ello, es de esperar que un acontecimiento de tal magnitud movilice la atención de los medios de comunicación del país, que en cumplimiento de sus funciones de vigilancia del entorno e interpretación de los acontecimientos deben ofrecer datos, claves para la comprensión del fenómeno y cuestiones a atender, lo cual contribuiría a la transparencia del proceso, la elevación de la cultura política de la ciudadanía, visibilizaría temáticas de interés y focos de preocupación, contribuyendo a una participación más activa en un proceso electoral en el cual las personas no ejercen el voto directo para elegir a las máximas autoridades del país.
El objetivo de este trabajo es analizar de qué manera han abordado -o no- el tema de la elección del próximo presidente de Cuba los medios de comunicación del país, tanto oficiales como no oficiales, lo cual servirá como un medidor de la funcionalidad de nuestra prensa en tanto servicio público y también como diagnóstico o llamado de alerta cuando aún restan poco menos de dos meses para que tenga lugar la elección del próximo presidente del país.
La existencia de una política informativa centralizada en Cuba, facilita que la agenda de los medios oficiales pueda esbozarse tomando como muestra a los dos diarios de circulación nacional (Granma y Juventud Rebelde) y al sitio web Cubadebate; mientras que para determinar la agenda en medios no oficiales producidos desde Cuba fueron seleccionados los sitios El Toque, OnCuba y Cuba Posible por ser estos, medios con áreas de interés amplias, que suelen abordar temáticas relacionadas con la política nacional y que cuentan con un importante número de lectores dentro y fuera de la Isla.
Mutis por el foro. La elección del nuevo presidente en los medios oficiales
La no existencia de campañas en los procesos electorales cubanos ni formulación de propuestas por parte de los candidatos, hacen que generen muchas menos noticias que sus similares de otros países. Y cuando hablo de noticias no me refiero a escándalos ni confrontaciones, sino a sucesos que contengan información públicamente relevante cuyo dominio sea de importancia para la sociedad.
A esto se suma la falta de publicidad que caracteriza al trabajo de los órganos encargados de preparar las elecciones y elaborar las propuestas de candidatos, dígase Comisión Electoral y Comisión de Candidaturas, las cuales ya fueron constituidas a nivel nacional desde el 15 y el 30 de junio pasados, respectivamente. Las noticias que aparecen sobre ambas comisiones suelen estar relacionadas con el trabajo para la constitución de las Asambleas Provinciales y Nacionales del Poder Popular, pero casi nunca hacen referencia a la conformación de las boletas para las máximas responsabilidades del país, de manera que lo que debería ser un proceso cuidadoso, serio y responsable parecería reducirse a labores puntuales, previas al día de la votación.
Sin embargo, la poca generación de noticias no quita que este proceso/acontecimiento pueda ser abordado desde otros géneros periodísticos en los que prima el análisis y la formulación de juicios valorativos por encima de la narración de acontecimientos puntuales. De hecho, los eventos relacionados con elecciones de altos cargos, por su complejidad y consecuencias, son muy dados a abordarse desde los géneros de opinión y el análisis y no existe medio de comunicación serio que deje pasar la oportunidad de ofrecer a sus públicos textos que profundicen en estos temas y procuren fijar rutas de interpretación o focos de atención.
Una revisión de los textos publicados durante el último año tanto en los dos diarios de circulación nacional como en Cubadebate, hace pensar que quien único toca el tema del relevo presidencial en Cuba es el propio Raúl Castro cuando hace mención a ello en alguna de sus intervenciones públicas.
Salvo algunas referencias muy tangenciales en trabajos de opinión, no se encuentran en los medios nacionales comentarios, reportajes, editoriales que analicen en profundidad el contexto en que ocurrirá dicho relevo, los retos que implica, las personas que pudieran ser electas para el cargo, las aspiraciones y preocupaciones populares en torno al suceso. Nada. Sin embargo, llama la atención la diversidad, amplitud y en muchos casos seriedad, de los trabajos que versan sobre estos temas cuando las elecciones ocurren en otros países del mundo.
Nicaragua, Kenya, Chile, Brasil, Venezuela, Alemania, México, Estados Unidos, Honduras, Rusia, Bolivia, Paraguay fueron algunos de los países cuyos procesos electorales se analizaron desde estos medios. Incluso, dos textos publicados en Granma y Cubadebate analizaron el superciclo electoral de toda América Latina en 2018 y ni siquiera mencionan a Cuba.
Podríamos pensar que estamos ante un buen ejemplo del síndrome del catalejo, o tal vez del temor a que la participación de los medios en los procesos electorales pueda desbocar en favoritismos, o de la escasa autonomía de los medios cubanos o simple y llanamente sea una evidencia más de la falta de publicidad que caracteriza a muchos de los procesos trascendentales que tienen lugar en el país.
Las elecciones a delegados municipales en Cuba sí recibieron una amplia cobertura en los medios oficiales y no solo noticiosa. También abundaron los trabajos de opinión que mayormente resaltaban lo que los autores consideraban las fortalezas y ventajas del sistema electoral cubano. No obstante, también hubo lugar para algunos textos en los cuales se señalaban cuestiones a corregir y fortalecer.
Incluso, Juventud Rebelde en uno de los trabajos incluidos en el Suplemento Especial que dedicó al suceso, consultó a varios profesores universitarios para analizar el proceso electoral en su conjunto. Sin embargo, en ninguno de los comentarios, señalamientos y recomendaciones presentadas por los especialistas se hizo referencia al proceso de nominación y elección de los principales cargos del Estado y el Gobierno del país. Tampoco en el Podcast dedicado a las elecciones ni en su prometida continuación en la que se respondería a «¿Cómo es la Cuba que soñamos y qué se necesita para alcanzarla? ¿Qué sucederá en Cuba tras las elecciones del 2018?». Al parecer, la parquedad que caracteriza a nuestra Ley Electoral en este punto, ha contagiado a quienes se acercaron a analizar críticamente desde los medios oficiales a nuestro sistema electoral.
El cuarto de al lado…
La tenencia de una agenda temática no regida directamente por orientaciones oficiales y con una mayor cercanía a ciertos intereses públicos que no aparecen con frecuencia en la prensa tradicional, haría pensar que el tema de la elección presidencial tendría mucha mayor presencia en los medios cubanos no oficiales. Sin embargo, no fue así.
El Toque, durante el período de las elecciones a delegados, presentó un extenso análisis de los resultados de esta etapa, junto a una serie de comentarios que -a diferencia de los publicados en los medios oficiales- se enfocaron en cuestiones criticables de este momento del proceso electoral y en la percepción por parte de los autores de falta de participación real o en exceso formal. Sin embargo, los análisis y comentarios publicados en este medio no han tratado el tema de la elección del próximo presidente de Cuba.
En el caso de OnCuba, en un trabajo publicado el 3 de enero titulado «2018, sin bola de cristal» señalan la elección presidencial como el principal suceso del año en el país en materia política y apuntan que «por primera vez en décadas la Isla no será gobernada por uno de los dos hermanos Castro. Todas las miradas apuntan al primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel, lo que entrañaría un cambio generacional en la presidencia de Cuba. Sin embargo, hasta el momento nadie ha sido señalado como candidato de esta sucesión».
No obstante, tampoco constituyó un tema atendido dentro de la agenda de ese medio, algo llamativo ya que cuenta con un importante staff de columnistas prestigiosos y sagaces que acostumbran a poner bajo análisis disímiles aspectos y acontecimientos de la sociedad y política cubanas. En los trabajos publicados en 2017 en OnCuba, la cuestión de la elección presidencial apareció solo en ocasiones, como un factor contextual, como mención a un suceso de importancia, pero sin profundizar en el tema.
Cuba Posible, el otro medio analizado, fue el único que tocó de manera directa el tema que nos ocupa, pero solo fueron dos textos, publicados en ambos casos por Roberto Veiga.
Cuando faltaba poco menos de un año para las elecciones, Veiga alertaba acerca de la falta de información que existía en la ciudadanía sobre el tema y el desconocimiento de las propuestas que los futuros dirigentes asumirían para hacer frente a los diversos desafíos que afronta el país.
Un mes después, este autor planteó a rajatabla «Y después de Raúl: ¿quién y cómo?» y desarrolló su análisis en torno a tres preguntas fundamentales: ¿Cómo será propuesto? ¿Cómo resultará electo? y ¿Quiénes elegirán? al futuro presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. Moviendo sus ideas en los marcos que impone la Ley Electoral vigente, Veiga dibujó escenarios posibles que podrían fortalecer la legitimidad de la persona que ocupe dicho cargo. A pesar de lo que pueda sugerir el título, este es un trabajo que versó más sobre los cómo, que sobre el quién o quiénes.
Sin embargo, luego de estos dos textos, no han vuelto a aparecer trabajos en Cuba Posible que retomen el tema, a pesar de caracterizarse este medio por una auscultación constante y aguda de muchas de las problemáticas raigales de la sociedad cubana.
A la búsqueda de respuestas.
Una vez dibujado este panorama se impone una interrogante: ¿por qué el tema de la elección presidencial no recibió atención en los medios de prensa nacionales? Y, a quiénes mejor para formularle esta pregunta que a los directores o editores de los medios analizados.
A todos ellos se les hizo llegar vía correo electrónico o por sus cuentas de Facebook dicha interrogante, con el objetivo de conocer las causas o los criterios de tipo periodístico, contextuales, políticos o de otra índole que expliquen o justifiquen tal ausencia.
Los directores de Granma, Pelayo Terry (en funciones hasta el 8 de noviembre de 2017), de Juventud Rebelde, Yailín Orta (en funciones hasta el 5 de diciembre de 2017) y de Cubadebate, Randy Alonso, hasta el momento no han dado respuesta, lo que acrecienta el supuesto de que la postura del silencio como práctica, no solo es ante las temáticas complejas sino también ante el intercambio de criterios.
En el caso de los medios no oficiales, José Jasán Nieves, Coordinador General de El Toque señaló que en dicho medio «seguimos la actualidad según se va produciendo. La elección de un nuevo presidente no ha ocurrido aún (de hecho, fue postergada) razón por la cual no ha entrado dentro de nuestras prioridades de agenda. Sí lo fue la elección para delegados municipales del Poder Popular y, siguiendo ese mismo patrón temporal, lo será la de los diputados a la Asamblea Nacional».
Aunque personalmente creo que los medios de comunicación deben tener una proyección que les permita ir más allá del diarismo, lo cierto es que en un ecosistema mediático variado y plural -como pudiera darse en el espacio virtual cubano- esta línea informativa asumida por El Toque es una opción válida -una entre tantas- y han sido coherentes con esta. Aunque, si bien el tratamiento «en caliente» de los hechos tiene ventajas innegables, ajustarse invariantemente a esta postura puede conllevar el riesgo de perder la posibilidad de fijar agenda, atraer audiencias y encuadrar perfiles de interpretación sobre acontecimientos venideros que resultan de interés para el medio y su público.
Mónica Rivero, editora de OnCuba, señaló la ausencia de información de calidad como la principal causa que impide realizar un tratamiento serio del tema. Sin dudas la información es la materia prima del periodismo y sin ella algunos temas se convierten prácticamente en imposibles de tratar con rigor investigativo, pero mientras no exista un mecanismo legal que solucione el problema del acceso a la información en Cuba solo quedan dos alternativas: 1- Encontrar otras formas de acceder a la información que sin faltar a la ética periodística posibiliten cumplir con la función social de los medios; 2- Abordar los temas desde la opinión y el análisis pues aun cuando se corre el riesgo de ser criticados por «subjetivos y carentes de basamento» -por los mismos que escamotean las informaciones que por su relevancia y naturaleza deberían ser de carácter público- al menos permiten la posibilidad de poner el tema en la agenda y tematizar las principales preocupaciones al respecto.
Y no se trata de hablar por hablar, ni de hacer un periodismo especulativo o irresponsable, pero lo cierto es que si la falta de información se convierte en un freno para el trabajo periodístico, los medios no oficiales terminarán reproduciendo los mismos vacíos informativos que tanto criticamos en los medios oficiales y que según se ha demostrado en múltiples investigaciones, tienen entre sus principales causas la cuestión del acceso a la información y los problemas con las fuentes.
Por su parte el subdirector de Cuba Posible, Lenier González, respondió: » Cuba Posible no es un medio de prensa. En tal sentido, nunca se planteó en su planificación de trabajo para el año 2017-2018 trabajar el tema electoral», lo cual da lugar a un señalamiento y una observación. El primero es que si Cuba Posible se trazó una planificación para dicho período y no incluyó en ella el tema de las elecciones presidenciales -aun cuando fue identificado como una prioridad por su director en uno de sus trabajos- estamos, a mi juicio, ante una falta de previsión. La segunda es que si tomamos en cuenta que Cuba Posible funciona como un espacio de debate en el cual confluyen personas de disímiles orientaciones ideológicas sin que exista una política editorial definida y respaldada por un plan de trabajo temático al estilo de un medio convencional, entonces dicha plataforma pudiera verse como un reflejo de una parte de la esfera pública cubana en la cual se evidencia que ni siquiera entre intelectuales e investigadores dedicados a estudiar cuestiones trascendentales para el país existe la preocupación o la previsión para colocar este tema en la agenda, o que ni siquiera ellos cuentan con los elementos que se requieren para abordar públicamente un tema como este, o que no están dispuestos a asumir los costos políticos y personales que ello acarrearía. En cualquiera de estas opciones, estamos ante una situación preocupante.
¿Por qué es importante lo que parece que no importa?
La indiferencia hacia el tema de la elección presidencial no solo es en los medios; tampoco puede decirse que este sea «la comidilla» en las calles cubanas. Las tendencias de búsquedas en Google realizadas desde el país en 2017 muestran que además del huracán Irma, los reality shows del momento y Bad Bunny, los cubanos también «googlearon» repetidamente Donald Trump, pero no así a Raúl Castro o Miguel Díaz-Canel, el presunto relevo en el máximo cargo del Estado y el Gobierno en Cuba.
Y aunque no pueda respaldar la siguiente afirmación con evidencia obtenida científicamente, estoy casi seguro de que los cubanos estuvimos más pendientes, interesados e informados sobre las pasadas elecciones presidenciales norteamericanas que sobre las venideras elecciones cubanas. Menuda paradoja, que tiene su reflejo en nuestros medios de comunicación.
Este problema no solo tiene entre sus causas la desatención al tema por parte de los medios de comunicación, sino también un grupo de condiciones contextuales que han provocado en una parte de la población cierta indiferencia o despreocupación hacia un proceso que sienten demasiado lejano a ellos y que hasta ahora había sido una cuestión de puro trámite pues siempre existía la certeza de quién resultaría electo. Ahora «la jugada no está cantada», desde afuera mucho se especula sobre el desenlace y las claves del «partido», y desde el terreno, nosotros, seguimos mirando al cielo, como si «el juego» aún no hubiera empezado.
Una oportuna y responsable implicación de los medios de comunicación en el tema podría generar debates, inquietudes, expectativas que contribuirían al crecimiento de la participación política real en una sociedad con frecuencia marcada por la apatía y el formalismo, favorecería el trabajo de la Comisión Nacional de Candidaturas y de los diputados encargados de elegir en «nombre del pueblo», legitimaría aún más a la persona seleccionada por el hecho de contar con un respaldo manifiesto y evidente y pondría a la vista de la agenda política temas y preocupaciones que los ciudadanos esperan que sean resueltas -o al menos atendidas- por quien resulte electo.
Este sería el escenario deseado, pero en el caso de que la participación de los medios como herramientas de socialización de la política sea marginada exprofeso con el objetivo de limitar a unos pocos lo que debería responder al interés de todos; entonces, la responsabilidad se convierte en necesidad impostergable, en obligación. Toca a los medios -sobre todo a aquellos que poseen mayores cuotas de autonomía- poner en evidencia los costos de estas prácticas, señalar los aspectos a corregir, despertar conciencia y cumplir con su función de vigilantes de los intereses de la sociedad.
Quedan poco menos de dos meses para que tenga lugar la elección del próximo presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en Cuba, y al menos yo, al igual que muchos otros cubanos, desearía encontrar información y análisis en los medios nacionales -porque en la prensa extranjera sí lo hay, aunque no siempre de calidad- sobre las perspectivas, proyecciones y condiciones de este acontecimiento. Una de las cuestiones de política interna de más importancia para el país en las últimas décadas no puede ser un asunto dirimido a espaldas del soberano ni una decisión de último minuto, porque sería contraproducente para el proceso revolucionario, para el país, para los cubanos y para la persona que resulte electa, que necesitará ganarse unas cuotas de legitimidad que no le vendrán de un pasado histórico como a los anteriores gobernantes.
Para esa labor de concientización política cada minuto cuenta y los medios de comunicación, al igual que el sistema político, tienen un papel fundamental. Aunque este es un trabajo que debió realizarse desde mucho antes, ahora solo queda aprovechar el tiempo restante y confiar en aquel refrán popular de que es mejor tarde que nunca.
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