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La Europa de Hitler y la línea roja de Casado que ha traspasado Vox

Fuentes: Cuarto Poder

Asegurar que la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, apoya a Podemos, afirmar que la Unión Europea se parece «a la Europa soñada por Hitler» o insinuar que China ha podido fabricar el coronavirus. Son solo algunos de los excesos que Vox cometió durante su defensa de la moción de investidura el miércoles y el jueves y que pusieron en bandeja que el PP de Pablo Casado decidiera votar «no» y presentar su nueva estrategia. La ultraderecha se quedó sola en el Congreso, firmando la moción de censura con menos apoyos (52 votos a favor y 298 en contra) de la historia. El «populismo antiliberal» de Vox le coloca, a ojos de los populares, en el «bloque de la ruptura» .

La instantánea de la soledad ha sustituido a la imagen de Colón de 2019. La alianza con la ultraderecha siempre ha sido incómoda para los liberales de Ciudadanos, pero no para el PP, el partido ‘madre’ de muchos de los votantes de Vox e incluso del propio Abascal. Sin embargo, el «dislate» de este miércoles ha hecho que el discurso antisistema y antieuropeísta de Abascal sea difícil de digerir incluso para Casado. «Esta moción no la dispara contra el Gobierno, sino contra el partido que le ha dado trabajo durante 15 años. Acepto el órdago. Hasta aquí hemos llegado«, aseguraba el líder popular recogiendo el guante en una intervención dura. Casado anunciaba así un giro de discurso: de aguantar insultos «durante dos años» a pasar al ataque, robando el protagonismo de la iniciativa más importante de Vox.

Sin embargo, no es posible la ruptura de los ‘populares’ con los ultraderechistas mientras éstos apoyen Gobiernos autonómicos en Madrid, Andalucía o Murcia, pero el lenguaje de Vox sí incomoda el proyecto de futuro de las «derechas» españolas que están condenadas a gobernar juntas o a fagocitarse. Ahora, el PP marca distancias y recupera la iniciativa. «Ofrece a la izquierda una garantía de victoria perpetua», le reprochó Casado, que también aseguró que el discurso extremista de Vox permite a la izquierda una «colonización cultural de una parte de la derecha». Es decir, perjudica al bloque en su conjunto.

La tercera pata del trío de las derechas, Ciudadanos, también había advertido que la radicalidad del discurso ultraderechista perjudica cualquier alternativa a Sánchez. El miércoles la líder naranja, Inés Arrimadas, intervino en el debate para desaconsejar a Abascal sus mensajes más radicales: «Venir aquí a decir que en 80 años el peor gobierno es este, ¿de verdad cree que no es un arma que utilizarán después?», le reprochaba sobre la insistencia de en que la dictadura franquista es mejor que el actual Gobierno democrático.

Lo único que convierte a Casado en moderado hoy es la autodenominación y el contraste con los postulados más extremistas de Vox, pero el líder del PP también ha dejado claro que continuará con la «guerra cultural», pero «en la de aquí y en la de ahora». «Frente al revisionismo histórico defendemos el consenso constitucional y la monarquía, frente al feminismo dogmático creemos empleo para dos millones de mujeres, por la seguridad, mantengamos la prisión permanente revisable y mantengamos la lucha contra la inmigración ilegal sin racismo ni buenismo».

Los votantes del 78 y el giro Feijóo

Tras dos años intentando reagrupar el espectro electoral con diversas fórmulas, el PP pasa al ataque. En su discurso, ha descrito la hoja de ruta que seguirá, con la oportunidad que deja un Vox exaltado y un Ciudadanos en horas bajas. Casado ha apelado a los votantes de Vox, a los «socialdemócratas avergonzados» y a los «regionalistas que quieren seguir viviendo en la España del 78» frente a un Abascal que rechaza el sistema de autonomías.

Lo hará ampliando el espectro electoral, siguiendo la estela del barón que ha logrado arrasar en las elecciones y cortar el paso a la ultraderecha: Alberto Núñez Feijóo, que ganó los comicios gallegos el pasado julio con mayoría absoluta y sin que Ciudadanos ni Vox consiguieran en el Parlamento autonómico ni un solo escaño.

Es más, Casado se ha dirigido explícitamente a los votantes de Vox, a quienes confiesa entender y de quienes cree que «no merecen pasar por radicales o extremistas»: «Conozco muy bien el desencanto que llevó muchos de ellos a alejarse del PP, les entiendo, tanto que esa fue la razón por la que me presenté a presidir mi partido».

La derecha de Estado

Por tanto, Casado orilla a Vox al espectro radical pos78 en el que también mete a Podemos. Si en la foto de Colón fortalecía la frontera derecha-izquierda, ahora Casado pretende dividir a los partidos entre «rupturistas y reformistas, populistas y demócratas, radicales y centristas»: «Usted es parte del bloque de la ruptura con Sánchez e Iglesias».

De esta forma, Casado ha aprovechado para perfilarse como la alternativa seria frente a un Vox centrado en la «política de destrucción», que solo puede hacerle de muleta. Es una estrategia que conoce bien el PSOE, que en 2017 se presentaba como la «izquierda de Gobierno» frente a un Podemos rupturista. Es la vieja estrategia del cambio tranquilo en tiempos de incertidumbre máxima.

Casado no ha dado un paso atrás. De hecho, ha mencionado todas las iniciativas con las que ha hecho frente al Gobierno de coalición en sus diez meses de funcionamiento, organizando «rebelión de los alcaldes», «derrotando» al Gobierno en los tribunales y «doblando el pulso a Sánchez» en Europa con su reforma judicial. Ha presentado al PP como «la política adulta» frente a un Vox que no está capacitado para «presidir la cuarta economía de Europa».

Fuente: https://www.cuartopoder.es/espana/2020/10/23/europa-hitler-la-linea-roja-de-casado-que-ha-traspasado-vox/