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Entrevista a Eugenio del Río sobre De la indignación de ayer a la de hoy (III)

«La fascinación por la experiencia china se veía facilitada por el desconocimiento que teníamos de su propia realidad. También por el carácter tan radical de la retórica maoísta.»

Fuentes: Rebelión

Ex dirigente del Movimiento Comunista, Eugenio del Río es autor de numerosos y artículos sobre la izquierda revolucionaria europea de la segunda mitad del siglo XX y sobre temáticas afines. Nuestras conversaciones se centrarán en el ensayo que da título a estas entrevistas. *** Estábamos en la nueva izquierda, en el primer capítulo del libro. […]

Ex dirigente del Movimiento Comunista, Eugenio del Río es autor de numerosos y artículos sobre la izquierda revolucionaria europea de la segunda mitad del siglo XX y sobre temáticas afines. Nuestras conversaciones se centrarán en el ensayo que da título a estas entrevistas.

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Estábamos en la nueva izquierda, en el primer capítulo del libro. En qué medida fueron nuevas las ideas de la nueva izquierda británica, preguntas. Te pregunto: ¿en qué medida lo fueron? Ejemplos de esas novedades.

Si nos ceñimos a Gran Bretaña, hay que distinguir las ideas de la primera nueva izquierda, de la segunda mitad de la década de los cincuenta y comienzos de los sesenta, de las de la New Left Review. Las organizaciones de la nueva izquierda fueron poco innovadoras en cuanto a las ideas. Representaron más bien una reacción defensiva a favor de los valores y de los principios políticos del laborismo anterior y en contra de las perspectivas abiertas por el Congreso de Brighton, de 1957, en el que desembarcó una política menos nacionalizadora y más inclinada hacia la economía mixta.

La New Left Review, que nació con la década de los sesenta, ha tenido una historia más larga y en ella sí encontramos una modificación más relevante del horizonte ideológico. Hubo, principalmente, un desplazamiento de los centros de interés, como muy bien constató Perry Anderson al estudiar el marxismo occidental. Quedaron en un segundo plano las preocupaciones estratégicas y cobraron una importancia creciente otros asuntos, entre los que se han destacado, con razón, los estudios culturales o los trabajos sobre las transformaciones de la clase obrera.

De cualquier modo, es perceptible la diferencia de perspectiva entre la primerísima New Left Review, dirigida por el recientemente fallecido Stuart Hall, y la que ocupó su lugar a partir de 1962. En esta última pasó a tener el marxismo un predominio anteriormente desconocido. La revista, asimismo, fue escenario y agente activo de las hibridaciones del marxismo más llamativas de los años sesenta y setenta: las que se dieron con el psicoanálisis y el estructuralismo.

Citas entre los intelectuales que colaboraron en la New Left Review a Althusser, Mandel y Colletti. Te pregunto en otro momento sobre los dos primeros. ¿Y Colletti, qué opinión te merece el marxismo de Colletti y su posterior evolución política?

En nuestro grupo de aquellos años ejerció una mayor influencia el marxismo althusseriano. A finales de los sesenta y comienzos de los setenta leímos a Althusser y a sus colaboradores más próximos (Balibar, Rancière, Macheray, Terray, Badiou). Nos servimos también de los cuadernos de divulgación de las ideas de Althusser, elaborados por Marta Harnecker, que tuvieron una gran difusión en América Latina y que fueron reunidos en la vulgata titulada Los conceptos elementales del materialismo histórico.

Personalmente descubrí a Colletti más tarde. Aunque, en la estela de Galvano Della Volpe, se adscribió a un marxismo cientifista cercano al de Althusser, fue superior a este en aspectos importantes, como la crítica de la metafísica hegeliano-marxista, designada como materialismo dialéctico, y, en general, hizo gala de un estilo de pensamiento más inquisitivo, menos encorsetado, más vivo y personal.

En sus libros se pueden seguir encontrando sugerencias estimables, y en su biografía destacan hechos laudables como la condena, junto con un centenar de intelectuales comunistas, de la ocupación soviética de Hungría.

No quiero detenerme en su disparatada, y evidentemente lamentable, incursión última en el berlusconismo, de cuya Forza Italia llegó a ser diputado, lo que en ningún caso borra ni los problemas suscitados por su labor intelectual anterior ni sus facetas más apreciables.

Te pregunto más adelante sobre los autores que citas. La vulgata titulada Los conceptos elementales del materialismo histórico… ¿por qué vulgata? ¿Generó o no bienes pedagógicos la discípula de Althusser?

A mi modo de ver es poco lo que se puede salvar de Althusser, y de los folletos de su seguidora. En ellos se alían una extrema simplificación del pensamiento de Marx con una alta pretenciosidad científica, fuente de arrogancia, de incomunicación y de sectarismo. Se hermanan también el estructuralismo, que fantasea con unos procesos históricos sin sujeto, con el recurso al determinismo tecnológico, más que economicista, característico de la visión de la historia de Marx, que, por decirlo todo, es uno de los aspectos más sugerentes de la obra de Marx, aunque conduzca a unos resultados desquiciados cuando se administra desprevenidamente y como un paradigma de alcance universal.

Por la forma de decir -«crítica de la metafísica hegeliano-marxista, llamada materialismo dialéctico»- no te veo muy entusiasmado con esta línea de pensamiento. ¿No te seduce el materialismo dialéctico? ¿La dialéctica te parece un timo?

Nada entusiasmado; así es. No soy enemigo por principio de toda metafísica. Al contrario, considero difícilmente evitable todo rastro de metafísica. Siendo así, nos acucia la necesidad de discutir en el terreno de la metafísica, desarrollar la crítica de las peores y considerar seriamente las preferibles…

Si hablamos de dialéctica, ya que estamos en ello, me parece mejor que la hegeliana, la dialéctica de las antinomias o de los contrarios complementarios que, en oposición a Marx y bajo inspiración kantiana, defendió Proudhon. Y, sobre todo, con efectos menos perniciosos. La de Proudhon, nada condescendiente con artilugios como el salto cualitativo y la negación de la negación invita a encontrar equilibrios entre bienes en conflicto, algo tan necesario en la vida social.

 

La ocupación de Hungría, deduzco, no te pareció justificada. A pesar de la época, el contexto, los miedos de la URSS, la probable intervención de los servicios occidentales en la revuelta, etc.

Parece comprobado que los servicios occidentales hicieron lo que pudieron. Faltaba más; para eso estaban. Pero nadie puede explicar la revuelta contra una dictadura, por muy socialista que se declarara, como un mero éxito de esos servicios.

La cuestión de las justificaciones es peliaguda. ¿Justificación desde el punto de vista de los intereses nacionales de la Unión Soviética o de los de Hungría, donde se desarrollaba una movilización popular importante? Los intereses de la URSS, interpretados por sus dirigentes, consistían en impedir que en Hungría la movilización popular desembocara en la fundación de un régimen democrático-parlamentario. Es difícil de justificar, francamente, como lo fue 12 años después la intervención en Checoslovaquia.

¿Por qué crees que el PCF se mantuvo durante tantos años tan fiel a las posiciones y directrices de la URSS y del PCUS?

El PCF constituyó un caso muy especial de sociedad dentro de la sociedad. Al final de la II Guerra Mundial era el primer partido de Francia, un partido al que su participación en la resistencia le había otorgado una considerable legitimidad nacional; fue el gestor de miles de municipios, la fuerza hegemónica en el sindicato más fuerte, la CGT, el partido de numerosos intelectuales y artistas… Pues bien, ese mundo social se asentaba sobre una identidad colectiva férrea, una de cuyas piezas mayores fue la adhesión a la URSS y la defensa de la que se denominaba patria del socialismo, enfrentada, desde 1948, durante la guerra fría a las potencias europeas y a Estados Unidos.

El prosovietismo del PCF formaba parte de su esencia, si se puede hablar así. Poner en cuestión la política soviética se consideraba una traición al propio partido, como se pudo comprobar con las disensiones respecto a la invasión soviética de Hungría de 1956. Siendo así, la caída de la URSS contribuyó lo suyo al ocaso del Partido Comunista Francés.

Que entiendo entiendes definitivo… pesar de la formación de izquierdas que lidera Melanchon.

Conocí al PCF en períodos de esplendor. Lo de ahora no tiene nada que ver con aquello. ¿Que, pese a todo, bajo la fórmula actual, pueda haber cierto resurgir no ya del PCF sino de esta alianza de comunistas y socialistas? Cualquiera sabe; en este terreno no osaría vaticinar nada.

El Partido Socialista Unificado francés, el PSU, visto lo visto, ¿qué aportaciones reales hizo al ideario de la nueva izquierda?

  La delimitación de un campo propio, el del Partido Socialista Unificado (PSU, se hizo con mimbres diversos). Entre ellos se pueden observar la solidaridad con el movimiento independentista argelino, unas prácticas asociativas democráticas, una consideración nueva, distinta de la que era tradicional en el Partido Comunista, hacia los socialistas cristianos, una actitud distante hacia el régimen soviético…

Hablas en algún momento de Wolfgang Abendroth. ¿Qué balance haces de su trayectoria?

  Conocí su Historia del movimiento obrero, breve síntesis, muy meritoria por cierto, de una materia tan vasta y multifacética, y también la antología de ensayos que tradujo Sacristán y publicó Grijalbo, pero no seguí suficientemente su trayectoria tras su exclusión del SDP como para poder formarme una opinión sobre el particular.

De las publicaciones asociadas a aquellos grupos y aquellos movimientos, ¿hay alguna que te parezca especialmente destacable?

La New Left Review fue siempre interesante. Pero hay una publicación, que supongo que casi nadie recuerda, que gozaba de un atractivo particular pero que, al no tener continuidad, no dejó una huella visible. Me refiero a la Revue Internationale du Socialisme, fundada a mediados de los sesenta e impulsada especialmente por el PSU francés y por el PSIUP italiano. Aparecía cada dos meses en ediciones inglesa, francesa e italiana. En ella se mostraban inquietudes vinculadas a los cambios que se estaban produciendo en el mundo y en las sociedades europeas, con una libertad intelectual y una apertura de espíritu inusuales en las publicaciones más ortodoxas.

Comentas la identificación de un sector de la izquierda radical con el proceso chino. ¿Por qué nos maravilló tanto el maoísmo y la marcha china al socialismo, con todas las comillas que quieras apuntar? Antes te he comentado algo pero vuelvo a insistir.

Los seres humanos somos irremisiblemente mitómanos, y los pequeños grupos de jóvenes ultraideologizados, superlativamente.

La fascinación por la experiencia china se veía facilitada por el desconocimiento que teníamos de su propia realidad, dado que dependíamos principalmente de la información emitida por los medios oficiales chinos. También por el carácter tan radical de la retórica maoísta, que dejaba pálida a la progresiva moderación de la Unión Soviética. Y por nuestra falta de preparación y de experiencia, así como por nuestra orientación revolucionaria, nada sutil, poco inclinada a ver con ojos críticos las dictaduras de izquierda.

Con el tiempo pudimos ir dotándonos de puntos de vista más circunspectos y autónomos, no solo para enjuiciar el proceso chino sino las demás revoluciones de la época, los movimientos de liberación nacional, las organizaciones de izquierda nuevas y viejas.

«Dictaduras de izquierda», te pregunto más tarde sobre este concepto. ¿Qué distingue destacadamente a la nueva izquierda de la izquierda radical que irrumpió en esos años?

Por de pronto, correspondieron a dos tiempos distintos, si bien consecutivos. La nueva izquierda, en Gran Bretaña, en Italia, en Francia, precedió a la extrema izquierda. Se gestó aproximadamente una década antes.

Aun a riesgo de generalizar en exceso se puede decir que la nueva izquierda en esos países fue más comedida de lo que sería, años después, la extrema izquierda o izquierda revolucionaria. Esta última, y también ahora estoy generalizando tal vez más de la cuenta, corresponde a una generación más joven, menos marcada por la historia de los grandes partidos socialistas o comunistas, y bastante más radical.

Pasamos ahora, si te parece, a tu apunte autobiográfico.

  De acuerdo.

[*] La primera y segunda partes de esta entrevista puede verse en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=185878 y en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=186179

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes