Nuevamente El Nuevo Herald y otros medios de comunicación de la ultraderecha europea, particularmente de España como ABC y el Diario El País, sumados a varios blogs financiados por organizaciones anticubanas radicadas en La Florida, han servido de sitio para que la escuálida y fragmentada contrarrevolución en la Isla, tengan un espacio para sus provocaciones […]
Nuevamente El Nuevo Herald y otros medios de comunicación de la ultraderecha europea, particularmente de España como ABC y el Diario El País, sumados a varios blogs financiados por organizaciones anticubanas radicadas en La Florida, han servido de sitio para que la escuálida y fragmentada contrarrevolución en la Isla, tengan un espacio para sus provocaciones y planes desestabilizadores, la gran mayoría de ellos planificados, organizados y financiados desde el exterior.
Esta vez, esos medios devenidos en instrumentos de la guerra mediática contra Cuba, han apostado por los tan desprestigiados servidores de la exigua base contrarrevolucionaria dentro de la Isla, como lo son Marta Beatriz Roque, Arnaldo Ramos y Vladimiro Roca. De esta manera, complacen las ambiciones de desmedido protagonismo de estos añejos servidores, sobredimensionando su papel y complaciendo sus viles apetencias personales, bajo la promesa de poder disfrutar de una tajada de los 20 millones de USD, prometidos por Obama para el año fiscal 2012, con el fin de subvertir el orden institucional en Cuba.
El punto central de sus ataques se coloca en cuestionar el actual proceso de perfeccionamiento de la sociedad cubana, orientado por el Partido Comunista de Cuba en su Proyecto de Lineamientos para la Política Económica y Social, como base de las discusiones en el seno del venidero VI Congreso del PCC, proponiendo un programa alternativo en dos apócrifos documentos titulados «Futuro para Cuba» y «Hasta cuándo».
Hay dos hechos significativos que desnudan y evidencian el claro carácter provocador de estos sujetos. Por una parte, la maniobra de estos mercenarios trata de desconocer todo el proceso de discusión del Proyecto de Lineamientos, efectuado a lo largo del país, incluso en fábricas, escuelas, barrios y cuadras de cada lugar en Cuba. Allí, por supuesto, ellos podrían haber expuesto sus puntos de vista y opiniones, pero optaron por deslindarse de las discusiones totalmente democráticas y donde cualquier cubano podía expresar libremente sus opiniones. Por otro lado, queda claramente evidenciada la falta de representatividad de los firmantes, que solo alcanzan el irrisorio número de 20 personas.
El 30 de noviembre de 2010, en víspera del inicio del proceso de discusión del Proyecto de Lineamientos, un grupo de mercenarios de la contrarrevolución interna, se reunieron para proponer un documento titulado «El futuro de Cuba», pretendiendo desconocer y torpedear la legitimidad de las discusiones populares a lo largo de la Isla, que se extendieron hasta fines de febrero.
El documento, en sí mismo, desvalora la validez del proceso de discusión popular que se avecinaba en los meses próximos al declarar Marta Beatriz: «Además de las «medidas» que el gobierno está proponiendo con el fin -según plantea- de obtener un nuevo modelo económico, existen toda una serie de prohibiciones, algunas de ellas que no están ni siquiera legisladas, que si se abolieran, contribuirían mucho a la posibilidad del saneamiento de la economía; así como a eliminar fuentes de corrupción, de ilegalidades y personas que vayan a prisión por el incumplimiento de disposiciones, que -en la mayoría de los casos- no son más que delitos generados por el propio sistema.»
Luego continúa: «Resultaría importante oír las opiniones de la población sobre estos temas a todo lo largo del país, por lo que el gobierno debería permitir que la oposición realice reuniones públicas para conocer los criterios de la sociedad y además enriquecer las propuestas, que no tienen que ver con los aspectos que se tratarán en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, pero que indirectamente traerían un alivio sustancial a algunos estratos sociales y en otros casos a toda la población.»
La respuesta del pueblo en las masivas discusiones, abiertas y con total libertad, desdicen las preocupaciones de los mercenarios y de su provocación. Allí se habló sin tapujos de cada problema y el pueblo pudo expresar sus verdades y preocupaciones sobre los 291 puntos contenidos en los lineamientos, a la par que tuvo la posibilidad de eliminarlos, cambiarlos, enriquecerlos o agregar alguna cuestión o punto de vista adicional. Los asalariados de la SINA, empero, prefirieron hacer sus propio documentos programáticos, a sabiendas de que la gran mayoría del pueblo no votaría a favor de sus puntos de vista, pues se cuestionaba el papel del estado socialista, se hacía alusión a una supuesta falsa de democracia en la Isla e inventadas violaciones de los derechos humanos. El pueblo, sabedor y constructor de su realidad, nunca apoyaría esas falsedades.
Para ganar la atención del pueblo, sus propuestas abordan cuestiones que fueron planteadas por la población, con total libertad, en las discusiones de los Lineamientos, como la compra venta de viviendas y automóviles, cuestión que quedó clara al declararse que el estado no tiene interés en entrometerse en las relaciones entre las personas. La agilización de las trabas burocráticas, aún subyacentes, que afectan estos trámites.
Sobre el tema del «albedrío de los cubanos de viajar con total libertad«, otro de los argumentos sostenido por los contrarrevolucionarios, está claro que en las discusiones de los Lineamientos estuvo latente esta preocupación y el gobierno dará una respuesta consecuente al mismo, velando porque sus ciudadanos no sean discriminados en el mundo, que tengan una emigración segura en los casos que corresponda y evitando el deleznable robo de profesionales que estimula la extrema derecha norteamericana y la mafia cubano americana de La Florida.
Sobre el tema de «la eliminación de las regulaciones migratorias internas, que limitan el libre movimiento de los ciudadanos, en particular hacia la Ciudad de La Habana, según lo establecido en el Decreto No.217 de 22 de abril de 1997», se ha tenido en cuenta que ello obedece principalmente a las diferencias de desarrollo existentes realmente entre los territorios y que sólo el incremento de la producción y la efectividad del trabajo, así como una mayor autonomía territorial, son factores que permitirán ir eliminando estas diferencias. Por supuesto, a solicitud de los planteamientos populares, este aspecto se debatirá detalladamente en el VI Congreso.
Con respecto a «la libre contratación de los deportistas, para que puedan competir en ligas profesionales en otros países y que se les permita regresar al deporte en la isla, y formar parte de los diferentes equipos, si así lo desearan», ya se han ido anunciando cambios al respecto y el estado cubano creará los mecanismos adecuados para el tratamiento de sus políticas en ese sentido.
En su onceno punto, el falaz y adelantado documento aboga por «permitir que el cubano sea inversionista de pequeñas empresas. Reconocer el derecho de los ciudadanos, cooperativistas agrícolas y no agrícolas, de recibir préstamos reembolsables con o sin intereses de ciudadanos particulares, familiares y entidades extranjeras para realizar sus trabajos en Cuba». Si estos mercenarios hubieran estudiado los Lineamientos y participar en sus discusiones, como podrían haberlo hecho como cualquier cubano común, hubieran comprendido que los mismos refrendan el desarrollo de la pequeña empresa privada, el desarrollo de un sistema de préstamos bancarios y sus obligaciones tributarias.
Esos son, entre otros algunos de los argumentos sostenidos por los representantes de la contrarrevolución interna. Lo interesante es que El Nuevo Herald nunca planteó que el pueblo examinó libremente estos asuntos en las discusiones de los Lineamientos y se llegó, incluso, a abordarlos con más claridad y sin presiones, en una muestra evidente de libertad de expresión y democracia. Sin embargo, el libelo de la mafia anticubana ha sobredimensionado estas «preocupaciones de la contrarrevolución interna, sin dedicarse a examinar que muchos de sus planteamientos estaban contenidos en los propios Lineamientos y que la discusión permitía enriquecerlos y modificarlos.
Los firmantes de la tendenciosa proclama: José Díaz Silva, Sarah Marta Fonseca Quevedo, Luis García Vega (Lucas Garve), Santiago Emilio Márquez Frías, Arnaldo Ramos Lauzurique, Alcides Rivera Rodríguez, Vladimiro Roca Antúnez, Martha Beatriz Roque Cabello, Tania de la Torre Montesinos e Idania Yanes Contreras, tuvieron la oportunidad de plantear sus preocupaciones en el proceso de discusión popular acaecido en toda la Isla. Esgrimir ahora un viejo documento solo es expresión de su malintencionado y tendencioso accionar.
Al pretender abogar por «una apertura económica real», desconocen pérfidamente la voluntad popular que masivamente aboga por cambios, es cierto, pero dentro de un socialismo enriquecido y renovado. Aquí, por cierto, nadie, salvo estos mercenarios, apostó por una salida capitalista. Prueba de ello fueron las declaraciones de Ramos Lauzurique: «Sin una decidida libertad económica y con ella la ampliación ilimitada del sector privado con negocios de todas las dimensiones no será posible resolver la situación actual, que tenderá a agravarse».
La propuesta, según ellos, contenida en «Futuro para Cuba» y «Hasta cuando» representa «un inicio al camino a la libertad y la democracia«.
Serán ciegos, me pregunto, tanto ellos, como los que los financian desde el exterior, al no percatarse que la discusión popular sobre los Lineamientos fue la mayor expresión de libertad y democracia de los cubanos, apegados a la Revolución incondicionalmente y dispuestos al esfuerzo máximo por mejorar y transformar a su propia realidad. A ellos, a los asalariados del imperio, les toca doblar el lomo y ponerse a trabajar en beneficio del pueblo al que pretenden defender y quitar de sí mismos la vergüenza de conspirar contra ese pueblo.
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