Desde 1936 hasta 1939, la Guerra Civil Española acaparó la atención internacional. Europa centralizó su mirada en la utilización de los gobiernos fascistas del continente que apoyaban al bando sublevado de Francisco Franco contra la Segunda República. La brutalidad de la contienda, los fusilamientos, las torturas y los planes de exterminio de quienes finalmente se alzaron con el poder, aceleraron el exilio forzado de cientos de españoles que buscaron asilo en América Latina.
Argentina no permaneció indiferente al momento histórico. Buenos Aires fue una de las ciudades a las que, huyendo de la barbarie, arribaron miles de inmigrantes españoles. A ambos lados del Atlántico los diarios daban cuenta de los horrores. El bombardeo a la ciudad de Guernica (26 de abril de 1937), con la participación de la Legión Cóndor alemana y la Aviación Legionaria italiana, que combatían en favor del bando sublevado contra el gobierno de la Segunda República Española, fue uno de los episodios más traumáticos que impactó en la opinión pública. Es una contienda interna; sin embargo se ven los tentáculos alemanes, italianos y franceses y, por otro lado, el respaldo de países que ofrecieron su apoyo al bando republicano.
En América Latina, y en particular en Buenos Aires, se palpaba la fuerza de las colectividades españolas que no abandonaron a sus hermanos perseguidos. Así se crean el Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles (SERE), con sede en París y filial en México, bajo el nombre de Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles (CTARE); la Casa de España en México, la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE); la Unión de Profesores Universitarios en el Extranjero (UPUEE); el Instituto Cubano de Altos Estudios y la Institución Cultural Española en Buenos Aires (ICEBA).
En la capital argentina se instalaron cientos de republicanos; pero también lo hizo un buen número de franquistas. En aquellos años Teruel, Jarama, Ebro, Madrid, Guadalajara, Brunete, Belchite o Cataluña dejaron de ser referencias geográficas para convertirse en nombres de batallas que en la amplia comunidad española de Buenos Aires repercutían con angustia o con festejos, según a qué sector se adhería. Esas mismas emociones -que se albergaban en los emigrados españoles- no demoraron en reflejarse en las calles de la ciudad.
Si bien Argentina se declaró “prescindente” en el conflicto ibérico (fue durante el final de presidencia de Agustín P. Justo y el inicio de la de Roberto M. Ortiz) existió en Buenos Aires un frente de combate entre republicanos y franquistas. La esquina porteña en la que confluyen la calle Salta y Avenida de Mayo fue escenario de grandes enfrentamientos entre ambos bandos. Allí existían dos bares tradicionales: el “Iberia” y “El Español”. El primero era refugio de los republicanos. En “El Español” se reunían los adherentes a Franco, “el “paladín de un nuevo Estado, cristiano por su espíritu, español por su raigambre y moderno por su adaptación a las necesidades de los tiempos actuales”, según publicaba por entonces la revista ultraconservadora argentina “Criterio”.
Las crónicas de la época cuentan que durante los años de la Guerra Civil Española, los enfrentamientos entre bandos republicanos con franquistas eran habituales en el microcentro porteño. De vereda a vereda volaban tazas, platos, vasos y sillas. El más memorable de los choques sucedió en 1838, cuando un camión con altoparlantes se atravesó en la esquina y difundió “el Himno de Riego” (aludía al teniente coronel Rafael del Riego), una marcha con consignas antifascistas de histórica procedencia. El resultado: Más de treinta españoles detenidos, ocho heridos y un escándalo que propició un cúmulo de quejas entre los porteños residentes en las inmediaciones de Salta y Avenida de Mayo.
Tanta fue la presencia de españoles emigrados por la guerra que en Buenos Aires se crearon “comités de ayuda” y hubo festivales en el Luna Park para apoyar a los republicanos. Pero también los franquistas recibieron el apoyo del Jockey Club y de la Legión Cívica Argentina. Además, desde Argentina viajaron unos 600 brigadistas (con milicianas incluidas) para combatir en España a favor de la República. Argentina recibió a 700 “niños de la guerra” de los 70.000 que fueron evacuados a Europa y América. Eran hijos de republicanos de entre 3 y 14 años que pudieron eludir a la muerte.
Las huellas de la Guerra Civil Española están plasmadas en la capital argentina. Y el interés por conocer la historia de estas contiendas ocurridas a este lado del océano se ha incrementado en los últimos años, tanto que ya existe un recorrido guiado que, en ocho paradas, repasa los hechos referentes a la guerra civil acaecidos en la ciudad; desde la estadía de Federico García Lorca hasta los disturbios en los míticos “Iberia” y “El Español”.
Según Mónica Puertas, creadora y responsable del Recorrido Histórico Sobre la Guerra Civil Española, “la iniciativa tiene un objetivo político, que es aportar a la lucha por la memoria histórica, porque cuanto más gente repiense y reflexione sobre lo que fue la Guerra Civil Española, más podremos acercarnos a la lucha que llevan adelante las asociaciones de derechos humanos”.
El Recorrido Histórico va desde Congreso de la Nación a la avenida 9 de Julio y tiene una duración de aproximadamente tres horas. Las paradas iniciales son el Palacio Legislativo y el comité de la Unión Cívica Radical (UCR) de la calle Alsina. “Las primeras dos paradas tienen que ver con el contexto nacional y la llegada de los inmigrantes. Tengo que inscribir el conflicto en la Ciudad, que fue un lugar que acogió a muchos inmigrantes. La tercera parada es la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, que la usó como excusa para pensar el lugar que tuvieron los organismos de Derechos humanos en Argentina, para hablar del lugar que ocupa la querella argentina y para empezar a pensar lo que fue el golpe de Estado”, explicó Puertas.
Seguidamente el itinerario avanza por Avenida de Mayo, uno de los epicentros de la comunidad española durante el siglo XX. Allí, en la intersección con la calle Salta, está la “Esquina de la Hispanidad”, sitio declarado de Interés Histórico por la Legislatura Porteña en 2005, donde se libraron rencillas entre españoles falangistas y republicanos. “Ahí estaban los bares históricos. Eran tres y ahora quedan dos”, explica Puertas, en referencia a los bares Iberia y El Español.
En los siguientes puntos aparece una de las figuras más potentes para hablar del genocidio español: Federico García Lorca, uno de los 100 mil desaparecidos enterrados en fosas comunes. Se trata del Hotel Castelar, en donde el poeta granadino se alojó en su visita al país, y el Teatro Avenida, en cuyo escenario se estrenó en 1933 la famosa obra “Bodas de Sangre”.
Mónica Puertas es socióloga y trabaja en el Espacio de Memoria de la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), edificio utilizado por la dictadura argentina como centro clandestino de detención y tortura. Entre las figuras españolas a las que ha acompañado en el Recorrido Histórico está la actual alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, a quien Puertas le explicó que la idea del recorrido sobre la Guerra Civil Española es bajo la hipótesis del genocidio y los crímenes de lesa humanidad. “Son crímenes de le lesa humanidad y eso implica que nos tiene que involucrar a todos los seres humanos”.