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La guerra por Endesa

Fuentes: Rebelión

El intento de comprar Endesa se ha convertido en una dura lucha económica y política por el dominio del mercado energético en España y Latinoamérica. Además ha puesto al descubierto diversos elementos de la globalización, del lugar y peso de la economía española y del problema nacional en el Estado español. El reordenamiento del mercado […]

El intento de comprar Endesa se ha convertido en una dura lucha económica y política por el dominio del mercado energético en España y Latinoamérica. Además ha puesto al descubierto diversos elementos de la globalización, del lugar y peso de la economía española y del problema nacional en el Estado español.

El reordenamiento del mercado energético hace tiempo que colea. La privatización de Endesa por el gobierno del PP abrió la pelea. En el año 2000 el gobierno de Aznar bloqueaba la fusión de Endesa e Iberdrola y en el 2003 la de Gas Natural e Iberdrola. El hecho es que en la actual etapa del capitalismo globalizado el tamaño de las empresas es un hecho decisivo para su subsistencia y sus repercusiones afectan no sólo al mercado, sino también al empleo, al Estado e incluso a las relaciones entre diversos estados. Todos los debates, reflexiones y decisiones sobre la OPA de Endesa obvian un hecho fundamental: la necesidad de que sea público un bien tan básico para el funcionamiento de la sociedad. La energía eléctrica, su producción y distribución debería estar en manos públicas y controlada por el Estado. Resulta además que es un sector fuertemente subvencionado con dinero del Estado, ejemplo de empresas de necesidad pública pero de beneficio privado. Es evidente que una sociedad socialista necesitará de una energía pública, en manos del Estado y controlada por los trabajadores y el pueblo, pero incluso en la actual sociedad capitalista que la energía sea pública es una garantía de servicio más eficiente y más democrático. Es la mejor manera para garantizar un precio asequible para la mayoría de la sociedad, para que se invierta en su mantenimiento y modernización y no esté sujeta, como ahora, a los intereses de un selecto grupo de capitalistas o incluso de empresas extranjeras. De hecho así fue hasta hace poco en la mayoría de los países europeos. Para la recomposición capitalista tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial la energía en manos del Estado fue una palanca para el desarrollo. Todavía en Francia la empresa de electricidad, Electricité de France (EDF), es en su mayoría pública y sólo una parte acaba de ser privatizada por el gobierno de la derecha. No se trata de un deseo utópico sino de una realidad que la globalización y el consiguiente proceso de privatización de las empresas públicas ha cambiado y las opas y contraopas actuales son el resultado de ese proceso.

Capitalismo español El capitalismo español se ha ido modificando en las últimas décadas. La incorporación de España a la Unión Europea y su completa integración en el mercado mundial significó la liquidación o pérdida de las empresas, por falta de competitividad, o la venta al capital extranjero. Una parte importante del mercado español pasó a depender de las grandes multinacionales y un sector importante de los capitalistas se convirtieron en una especie de comisionistas del capital extranjero en nuestro país. De ese cambio, producido durante los años 80, se salvaron la banca que, a pesar de la larga crisis que sufrió, reforzó su papel financiero y parásito en la economía del país, y las constructoras ligadas a las obras públicas y posteriormente a los sucesivos pelotazos urbanísticos. Pervivieron también las llamadas empresas estratégicas, comunicaciones, energía, petróleo, ferrocarriles, aviación, y algunas más, que el gobierno del PP se encargó de privatizar y poner en manos de amigos suyos. Recordemos a Villalonga, el amigo de Aznar que puso en la dirección de Telefónica, o el actual presidente de Endesa, Manuel Pizarro. Todo este proceso ha reforzado el histórico parasitismo del capitalismo español, enorme peso del capital financiero y especulativo y cada vez menos importancia del capital industrial y productivo. Sin embargo, la bonanza económica que ya dura bastantes años ha permitido a los capitalistas una gran acumulación de capital, sólo hay que ver los grandes beneficios de la banca y de las grandes empresas constructoras, que incluso ha facilitado una gran exportación de capitales, principalmente en Latinoamérica (una parte considerable de los beneficios de los grandes bancos y de empresas como Repsol y Endesa se originan allí). Así hemos vivido la paradoja de que el capital extranjero invertía en España mientras que una parte del capital español se aposentaba en Sudamérica.

Economía y política Un proceso de este tipo no es lineal, y menos con las particularidades del capitalismo español, nada homogéneo y con una determinada distribución territorial. Así mientras el sector capitalista más directamente ligado al Estado y la banca se concentraba en la acumulación financiera, la construcción y a representar a las multinacionales extranjeras, en Catalunya los capitalistas, básicamente concentrados en torno a La Caixa, también han acumulado una enorme cantidad de capitales y los han orientado hacia su expansión en el resto del Estado y hacia sectores de empresas abandonados por la banca española. En la actualidad. La Caixa representa al más potente grupo industrial en el Estado español con intereses e incluso control en sectores estratégicos de la economía, Repsol. Gas Natural, comunicaciones, autopistas, etc. Con la OPA de Gas Natural sobre Endesa saltan todas las señales de alarma y desde el PP y determinados sectores capitalistas se hace confluir la defensa de determinados intereses económicos con la campaña anticatalana en torno al Estatuto de Autonomía. El mensaje que lanzan es: con la OPA quieren dominar España económicamente y mediante el Estatuto quieren robar a las regiones más pobres. El explosivo cóctel está servido. No hay que ser muy listo para comprobar que las razones de esta campaña son de otro índole: se trata de impedir que un sector de capitalistas se imponga sobre otros, y en particular que un sector del capitalismo español, el representado por la burguesía catalana, domine una empresa estratégica que, además, está ligada a los intereses económicos y políticos del PP.

Globalización y Estado En el actual proceso de globalización capitalista los teóricos del neoliberalismo explican que el Estado tiene que perder buena parte de las funciones que ejercía y debe permitir que sea el mercado quien tome las decisiones. Esa argumentación se ha utilizado para traspasar a un sector de capitalistas una parte de las empresas en manos públicas, pero esa palabrería neoliberal tiene poco que ver con la realidad. El Estado, además de ser el órgano que ejerce y controla la violencia de una clase contra la otra, tiene en la actual etapa capitalista una importante función económica. Lo podemos comprobar en la lucha actual por la energía que se está desarrollando en Europa. La multinacional alemana E.ON puede presentar una OPA por Endesa, sin embargo las leyes alemanas impiden una OPA contra E.ON. Ante las amenazas de la empresa italiana Enel para comprar la empresa francesa Suez, para evitarlo el gobierno francés fuerza la fusión de las empresas Gaz de France y Suez. Disponer de un Estado que apoye a las multinacionales del país y si es necesario dicte medidas proteccionistas, supuestamente contrarias a la globalización y a lo que los capitalistas llaman mercados abiertos, es fundamental para el propio desarrollo de las multinacionales y su expansión por el mundo. Los capitalistas catalanes lo están comprobando en su propia piel. Mientras gobernaba el PP todo intento de comprar una empresa importante era boicoteado o impedido por el gobierno. Por eso, cuando Zapatero gana las elecciones ven en él un aliado y se lanzan a la operación de compra de Endesa o antes cambiando la presidencia de Repsol. Estas peleas interburguesas son una expresión de que ni siquiera desde un punto de vista capitalista está resuelta la configuración del Estado español. Las burguesías catalana y vasca siguen sin sentirse bien representadas en los sectores básicos del Estado. Es un reflejo de los problemas nacionales no resueltos en el Estado español. La burguesía catalana tiene un peso económico en España muy superior al poder político que ejerze, pero el hecho de no disponer de un Estado, o de un pacto para compartirlo, le dificulta y a veces impide un mayor desarrollo económico. La campaña contra el Estatuto y contra la OPA de Endesa forma parte del temor del PP y los capitalistas que representan el centralismo español a un mayor y decisivo peso de la burguesía catalana en el conjunto del Estado.

El tamaño de las empresas Esta guerra por la energía entre empresas españolas muestra también el nivel del capitalismo español y el peso de sus multinacionales. Cuando la lucha entre Gas Natural y Endesa parecía la madre de todas las batallas se presenta una multinacional alemana y ofrece como si nada un 20% más por las acciones de Endesa mostrando las limitaciones del capitalismo español, su papel segundón en la disputa mundial. La reacción del PP y sus amigos ha desenmascarado toda su campaña contra la OPA de Gas Natural. Rajoy y los suyos, que clamaban contra el control del mercado si triunfaba la OPA, de pronto aparecen como partidarios de que una empresa alemana compre Endesa. Como en todas las disputas que hay entre las clases, la clase trabajadora no debe ser neutral. En este caso no está planteado si hay que apoyar a uno u otro sector de capitalistas, para los trabajadores lo importante es garantizar el empleo y el papel público de la energía, pero es evidente que no tendrá la misma repercusión si los capitalistas son alemanes o españoles. El ejemplo de Seat es característico. La matriz alemana ha utilizado Seat hasta para cobrar más caros los repuestos y cuando ha habido crisis los primeros en sufrirlo han sido los trabajadores españoles. Por eso, una empresa fuerte con capital español permite también una clase obrera más fuerte, más exigente en derechos y mejor preparada para enfrentarse a sus propios capitalistas.

Un poco de cordura Parece que lo único importante de esta guerra es a cuánto se pagará la acción, o cuánto se podrá especular en Bolsa, como si medio país tuviera acciones y todo lo demás fuera secundario. Menos mal que, al menos, el sindicalismo ha puesto un punto de cordura, como lo refleja un comunicado, que reproducimos, de la Agrupación de Energía de la Federación Minerometalúrgica de CCOO de Catalunya. Dice: «nos reafirmamos en nuestra posición de defensa de los intereses de los trabajadores y trabajadoras de Endesa y de los usuarios y usuarias del sector eléctrico (la totalidad de la sociedad y del tejido industrial, en particular), exigiendo que, sea quien sea el que finalmente se quede con Endesa, deben mantenerse, como mínimo, las inversiones previstas en el sector, tanto en distribución como en generación, los niveles de calidad y precio en el servicio eléctrico socialmente exigibles, así como los compromisos adquiridos con los trabajadores tanto en materia de condiciones laborales como en materia de las garantías pactadas de mantenimiento de empleo, pensiones, etc. Las reacciones producidas ante la aparición de esta segunda OPA denuncian la falacia de los argumentos esgrimidos por las distintas partes frente a la OPA de Gas Natural, poniendo de relieve que los únicos argumentos reales son el bolsillo de los accionistas y las aspiraciones de poder y crispación política de algunos. La pretendida defensa de «proyectos empresariales y de futuro» y de «empresas líderes nacionales» se ha volatilizado frente a los 27,5 € la acción y la promesa (que nadie sabe si va a cumplirse) de mantenerles las sillas a unos cuantos. Los movimientos especulativos en torno a la acción de Endesa, sea quien sea el que acabe comprando, tendrán necesariamente repercusión social. El dinero que retribuya la acción deberá salir de los trabajadores y trabajadoras, ya sea vía puestos o condiciones de trabajo y/o de los usuarios y usuarias vía tarifas. Cada nuevo aumento artificial del precio de la acción, cuando se refiere a un servicio socialmente imprescindible, significa que obligatoriamente deberemos pagarlo entre todos. Los peligros de ambas OPAs para trabajadores/as y usuarios/as son idénticos, de la misma forma que lo son las declaraciones de buena voluntad de los pretendientes a compradores. La única diferencia es que, en el caso de E.ON, teniendo su centro en Alemania, será allí dónde, por un lado se tomen las decisiones básicas sobre algo tan esencial como un 40% del sector eléctrico español y por otro se sitúen las actividades y servicios de valor estratégico para el grupo empresarial resultante. Por todo ello, Comisiones Obreras, además de la defensa de trabajadores/as y de usuarios/as, solicitamos a la Administración una posición clara sobre el sector, su regulación, su valor estratégico y las condiciones que deben cumplir las empresas que acceden al mismo, no dejando un servicio esencial a manos de un mercado que vuelve a demostrar que no entiende de necesidades sociales sino únicamente de beneficios, aunque sea a costa de estas necesidades sociales.».