Llenar los vacíos que la historiografía y narrativa histórica tiene aún respecto al papel de las mujeres negras en las luchas de las cubanas por sus derechos, así como en la forja de la identidad y la nación, es una deuda a saldar. En ello coincidieron activistas e intelectuales el pasado viernes 23 de agosto, […]
Llenar los vacíos que la historiografía y narrativa histórica tiene aún respecto al papel de las mujeres negras en las luchas de las cubanas por sus derechos, así como en la forja de la identidad y la nación, es una deuda a saldar.
En ello coincidieron activistas e intelectuales el pasado viernes 23 de agosto, durante un encuentro del proyecto cultural El Club del Espendrú, en el cual se recordó la fundación hace 59 años de la Federación de Mujeres Cubanas y se disertó sobre una destacada intelectual negra: la maestra María Dámasa Jova (1890-1940). Para el investigador Tomás Fernández Robaina, «recordar a una de las figuras más significativas del pensamiento antirracista cubano, que al igual que otras mujeres y hombres luchó por una Cuba equitativa donde se respete la diferencia y la diversidad», es un pequeño aporte en el empeño de visibilizar el legado de la población afrodescendiente.
De acuerdo con la activista, aunque la vida de Dámasa Jova estuvo marcada por el magisterio, sobresalió además como poeta, escritora, periodista, feminista e incluso en la vida política. «Instituyó nuevas metodologías para que maestras y maestros tuvieran herramientas y lograran protagonismo en sus aulas, una enseñanza más dinámica y postmodernista», explicó Rodríguez.
Fue la primera mujer afrocubana propietaria de una imprenta en la isla, la que compró con su salario para editar las revistas Ninfas y Umbrales, de las cuales sería fundadora y directora artística, literaria y técnica. «Pero también para enseñar litografía a niños y niñas que no podían continuar sus estudios, llegando a formar a más de 200 en este oficio», refirió la especialista.
«Hablamos de una mujer negra que escribió ‘Arpegios íntimos’, texto que mereció varios premios en su época; de una mujer negra que tenía un espacio fijo en el liceo de Santa Clara, donde tocaba violín, recitaba poesías y recaudaba dinero que devolvía en acciones para los niños desamparados. Estamos frente a una mujer que logró hacerse respetar en un espacio que estaba destinado para determinada clase y color. Una mujer intelectual que, aunque se codeaba con la alta sociedad, tenía conciencia con la gente de su raza, lo cual se observa en su poesía, con un pensamiento feminista en torno a las problemáticas de la mujer y el hombre negros», sostuvo Rodríguez.
Según mencionó la investigadora, Dámasa Jova fue la primera mujer negra que al participar en el Congreso Nacional Femenino de 1939, en La Habana, expresó sus preocupaciones sobre la marginación de las mujeres afrocubanas, y su discurso fue fundacional en la construcción y el desarrollo de un pensamiento feminista negro cubano.
En ese mismo año se unió al partido Conjunto Nacional Democrático y fue elegida como la candidata regional para el Congreso de la República; sin embargo, la junta electoral provincial desautorizó su candidatura. Fue propuesta como representante de las mujeres en la Constituyente de 1940, junto a las destacadas feministas Elma Pérez y Ofelia Navarro Domínguez, pero la muerte la sorprendió en los primeros días de enero de ese año.
Rescatar una parte «invisible» de la historia
Yulexis Almeida, investigadora e integrante del colectivo Afrocubanas, llamó la atención sobre la necesidad de comenzar a compilar y publicar textos como el de la investigación de Rodríguez sobre Dámasa, que ha logrado reunir tanta información dispersa.
Ello contribuiría a sacar a la luz la obra de muchas mujeres negras y su contribución al legado cultural de la nación, dijo la especialista durante el encuentro, realizado en la biblioteca Rubén Martínez Villena, ubicada en el municipio capitalino Habana Vieja.
Para la periodista y activista Gisela Arandia, la investigación sobre Dámasa Jova va más allá de rescatar una historia olvidada, al visibilizar el papel de las maestras, un rol donde las mujeres negras se involucraron históricamente y que sigue siendo una tarea pendiente.
A juicio del escritor Roberto Zurbano, «reescribir la historia puede ser un ejercicio académico, familiar, de la memoria; pero es también un ejercicio político y filosófico importante. Con este trabajo se reescriben dos o tres formas de historia: la de la mujer negra en Cuba, la historia intelectual que ha excluido a muchas de estas personas, y la historia de la educación en el país, a menudo concebida desde una visión dogmática, donde la raza no podía estar ni en el centro ni en los bordes, sencillamente no estaba. Todas necesitan ser suficientemente visibles», expresó.
En opinión de la investigadora Aracelys Rodríguez, son elementos que tributan a la agenda de las mujeres en Cuba hoy, que pasa por asumir que existe un feminismo negro, diferente. «No porque nosotras seamos distintas, sino porque venimos con un pasado histórico y eso hay que reflejarlo en la agenda para que todas y todos podamos decir mañana que tenemos un feminismo integrado, único; en el cual estén las mujeres negras y su pensamiento, que tanto han aportado y el cual muchas veces queda a la sombra», concluyó.